- "Antes de Partir", en respuesta al reto "Bajo tu Estación" de la comunidad dracoyginny_esp
Draco abrió la puerta con cuidado, tratando de causar el menor ruido.
Él no debería estar ahí, en aquel loft.
La verdad es, que debería estar muerto. Pero Merlín no lo quiso así y lo dejó vivo, lo cual no había sido una gran decisión, porque ahora debía evitar a toda costa que lo atraparan y lo enjuiciaran.
Y sin embargo, estaba dispuesto a arriesgar su pellejo a cambio de ver aquel lugar, de paredes blancas, adornadas con fotografías o cuadros sencillos, con algunos muebles de madera (que luego descubriría que sólo eran los esenciales) y muchos cojines de colores, desparramados por cualquier lugar.
El primer lugar que inspeccionó fue la cocina: las murallas eran de color ocre, contrastando con las murallas blancas. Tenía varias alacenas, en donde tenía guardado algunos utensilios y alimentos. En el lavaplatos, se veía una gran cantidad de tazones, todos ellos con algún rastro de café o té. Sonrío al ver aquel detalle, porque le recordó una de las tantas charlas que tuvieron en Hogwarts: a la chica le encantaba cocinar, pero detestaba lavar los trastes.
Luego, pasó al baño: las murallas eran de color terracota, lo que le recordó uno de sus tantos viajes de placer a Marruecos, que ahora se reducían a un puñado de buenos recuerdos de una vida pasada. Se dedicó a ver cada frasco que había en el lugar y en el caso del shampoo o de los perfumes, los olió, para así poder recordarla en el exilio.
Salió de ahí y por último, se dirigió a la habitación, pero no quiso entrar ahí, no porque no le gustara ver las murallas y las almohadas verde pistacho contrastando con el cobertor chocolate y los muebles, sino porque no quería encontrar nada que no pudiera pertenecerle a ella. El sólo hecho de pillar una prenda o algo tan efímero como un aroma distinto, sentía una incómoda presión en su pecho.
Por último, volvió al living y comenzó a revisar más en detalle cada una de las cosas que se encontraban ahí. Si tan sólo pudiera vivir en aquel lugar junto a ella, disfrutando cada día… pero no podía: él era un fugitivo, que debía pagar por las malas decisiones que había tomado en la vida. Y por muy arrepentido que estuviera, Potter no lo perdonaría jamás.
Porque más allá de las rencillas del colegio y los bandos que eligieron en la guerra, su enemistad se reducía al amor de una mujer, que coincidentemente, vivía en aquel lugar.
Y aquel hecho se vio remarcado cuando en la repisa de los libros, había una caja de música de plata labrado, un regalo que le había hecho hace mucho tiempo atrás. Y al lado de ella, había un pergamino, algo arrugado, indicándole a Ginevra que debían juntarse en su departamento para hablar de algo importante.
Hasta el destino quería amargarle su visita a aquel lugar antes de partir al exilio y al olvido… claramente, aquella nota era de Potter. ¿Y qué tan importante podía ser el tema que debía hablar con ella?
Lo que sea que debían hablar, él no lo quería saber jamás.
- - Y- Ya basta de torturarte aún más, Draco. - Se dijo. - Si ambos saben, que por mucho que se amen, ella le pertenece a Potter, no a ti.
Y luego de haber confesado una verdad tan desgarradora para él, tomó la caja de música. La tocó con la punta de su varita y una triste melodía comenzó a sonar. La dejó en el lugar que estaba anteriormente y, con aquella música de fondo, salió del lugar.
O°O°O
Ginny venía caminando lo más rápido posible, tratando de no mojarse tanto por la lluvia. Sin embargo, eso podía darlo por perdido, porque sus ropas estaban empapadas. Aunque sólo a ella se le podía ocurrir salir con un sweater gris de cuello alto, jeans y zapatos de taco bajo en Londres, donde todo el mundo sabe que en cualquier momento puede llover.
En su defensa, podía decir que no era su culpa que Harry le hubiese mandado un mensaje vía lechuza con tan poco tiempo de anticipación, en donde le decía que tenían que hablar de algo importante. Así que salió lo más rápido de ahí se fue al departamento de Harry vía Flu.
Lo que no esperaba encontrar, era a Harry, Ron y Hermione, reunidos ahí. Los miró algo extrañada y tomó asiento, pero el “Trío Dorado” (como odiaba aquel sobrenombre) no lo hizo y comenzaron a hablarle acerca de la posición que el Ministerio de la Magia había decidido adoptar en lo referente a la captura y enjuiciamiento de Draco Malfoy, lo cual era una patraña, porque era un secreto a voces en el mundo mágico que Harry Potter había pedido “medidas especiales” para el rubio, debido a los antecedentes de intento de asesinato.
Pero eso eran patrañas y Ginny lo sabía: Luego de la guerra, Harry le había pedido a Ginny que volvieran, ya que ahora sus vidas no corrían peligro. Sin embargo, ella le dijo que no iba a volver con él, al menos por ahora, porque necesitaba tiempo para asimilar la nueva realidad a la que se enfrentarían. Hasta ahí, todo bien.
Pero un día, no sabe cómo, Harry interceptó uno de los tantos mensajes que le llegaban en el día y lo leyó, lo que se tradujo en una gran pataleta en que cómo demonios se le ocurría mantener comunicación con aquel mortífago que había intentado matar a Dumbledore y que tanto daño le había hecho a su familia. Ginny tuvo que explicarle que, gracias a él, muchas veces se libró de que los “profesores” la torturaran y que, por muy raro que le pareciera, habían desarrollado un extraño vínculo.
Pero la gota que había rebasado el vaso, y que era la consecuencia directa del desmedido operativo de captura del ex - Slytherin, fue cuando le dijo que quería presentarse como testigo para demostrar que Draco había cambiado.
Lo que nos trae de vuelta a la reunión en el departamento de Harry.
- ¿Terminaron el discurso? - Preguntó desinteresada. - Pues bien, ahora les diré lo que yo pienso de todo esto.
- Ginny… - Comenzó Hermione, pero la pelirroja la detuvo.
- Agradezco su interés por mi seguridad, pero, ¿saben? Creo que han olvidado que ya no soy una niña y que puedo cuidarme sola, como también puedo tomar las decisiones que quiera. - Miró a los chicos y cuando vio que comenzaron a mirarse y a que Ron se le enrojecieron las orejas, se levantó del asiento.
- Pero, Ginny, estamos hablando de Malfoy…
- Gracias por el dato, Ron. - Le respondió, ácida. - ¡Sé que se trata de Malfoy!
- ¡Pues entonces por qué lo defiendes tanto! - Le dijo Harry exasperado.
- Porque mientras ustedes se dedicaron a buscar objetos especiales para Voldemort, yo estuve en el colegio y vi cómo cambió su comportamiento. ¿Es que es tan difícil de creer que una persona puede cambiar?
- ¿Y cómo sabemos que es verdad y no una de las tantas patrañas que hizo su padre para librarse de Azkaban? - Preguntó Ron.
- Malfoy no se ha caracterizado por ser muy de confianza, Ginny. - Le dijo Hermione. - Eso tienes que aceptarlo.
- Yo no he dicho que confíen en él, porque está claro que no lo van a hacer. - Respondió tranquila, tratando de tener el coraje para decir lo que estaba pensando. - Miren a Snape: a pesar de todo, resultó ser inocente. - Ron frunció la boca y Harry la miró fijamente. - Lo único que pido, es que tenga un juicio justo.
- Malfoy no se lo merece. - Le dijo Harry, escupiendo las palabras.
- ¿Y quién eres tú para decidir eso? - Le preguntó rabiosa. - Parece que aún sufres de ataques de paranoia…
- No es paranoia, sino instinto. -le respondió Harry. - Y te aseguro que todo esto es una treta. Así que, ¿Por qué no colocar el parche antes de la herida? - Ginny lo miró con la boca abierta.
- Quién te viera y quién te ve, - le dijo la pelirroja, claramente decepcionada. - No te mereces toda la gloria por haber vencido a Voldemort. - Hermione y Ron miraron a Harry en silencio, dando por perdida la batalla.
- No me interesa la gloria. - Le dijo el chico.
- No te interesa, pero sí que sabes usarla. - Le dijo serena. - Tal vez se dio cuenta tarde, o sus buenas acciones fueron mínimas al lado de todo el que haya podido causar, pero él no merece ir a Azkaban. - Y se dirigió a la puerta. - Y si puedo ayudarlo, pues lo haré.
Como era tanta la bronca que tenía, decidió caminar para así ordenar sus ideas. Pero la lluvia comenzó a caer y estaba claro que no se iba a detener hasta un par de horas más.
Dobló en la esquina de la calle y cuando estaba a tres pasos de la puerta de entrada de aquel lugar, vio que cómo en ese momento, salía Draco Malfoy, quién traía un objeto pequeño en su mano.
Era ahora o nunca.
- ¡Draco!
O°O°O
Cuando Draco oyó su voz, de inmediato levantó la vista y vio cuan empapada estaba, así que se sacó de inmediato su capa y caminó hacia ella, para poderla envolver y de paso, secar sus ropas.
- Sólo a ti se te ocurre caminar en Londres con lluvia. - Le dijo, dedicándole una de sus sonrisas marca Malfoy.
- Y sólo a ti se te ocurre venir a mi departamento cuando todo el Departamento de Aurores quiere tu cabeza. - Le respondió y lo miró a los ojos. - Lo siento, no pude…
- Potter no va a parar hasta tenerme en una bandeja de plata, pelirroja. - Le dijo, algo despreocupado, y le apartó un mechón de su cara. - Aunque debo decir que no me importaría ser servido como tu plato principal para la cena junto a tu esposo.
- Harry y yo no estamos juntos, Draco. - Ginny lo golpeó suavemente en el pecho. Sólo a él se le podían ocurrir ideas tan retorcidas…
- Pero lo estarán. - Le aseguró, apoyando su cabeza en la de la pelirroja. - ¿O vas a tirar siete años de espera por la borda? - Ambos cerraron los ojos y se quedaron en silencio, mientras la lluvia caía sobre ellos.
- No voy a volver con Harry, Draco. - Ginny abrió los ojos y levantó su cabeza. La lluvia caía sobre su rostro, dando la impresión que estaba llorando. - Y creo que los siete años de espera no fueron para que Harry me notara, sino para que tú lo hicieras. - Volvió a mirar a Draco a los ojos y vio cómo el gris de sus ojos combinaba con el gris de las nubes.
No quería que se fuera.
- Debo irme. - Le dijo Draco.
- Llévame contigo. - Le pidió, tomándole la mano.
- ¿Y ponerte en riesgo? - Draco la tomó de la cintura y le susurró. - Puedo aguantar lo que sea, sabiendo que vas a estar bien.
- Puedo cuidarme sola y lo sabes. - Le dijo. Draco suspiró.
- Eres testaruda, Gin. - La chica sonrió. - Pero no te llevaré conmigo, al menos no ahora.
- Porfiado… - Le contestó, arrugando la nariz y el rubio acercó su cabeza a la de ella, con sus bocas separadas por unos milímetros.
- Lo sé. - Y se besaron lentamente, en forma delicada, tratando de memorizarse. Ginny levantó sus brazos y lo tomó del cuello, permitiendo que Draco profundizara más el beso. Draco la apegó a su cuerpo, lo que provocó que su capa cayera al suelo.
La lluvia, testigo de aquel momento, cayó con más fuerza, empapándolos aún más, llenando cada espacio que quedara entre ellos.
Porque aquel beso de despedida, desbordaba pasión.
Pero la pasión es un fuego consumidor que sólo se apaga con la realidad, que en este caso, tiene forma de lluvia.
Draco terminó el beso en forma renuente y miró como Ginny abría los ojos lentamente. La tristeza era palpable, pero aún así, le dedicó una sonrisa.
- Cuando sea el momento, pelirroja - le dijo, mientras le acariciaba el rostro, - estaremos juntos. - Y comenzó a caminar. Ginny se dio vuelta y vio que la capa de Draco estaba en el suelo.
- Draco, tu capa. - Le dijo e iba a entregársela, cuando Draco le tomó la mano y le habló.
- Quédatela. Sino, ¿Qué excusa tendré para volverte a ver?
Y desapareció del lugar.
- "Los Puntos Sobre las Ies", un Pansy/Hermione, en respuesta al reto de rosesrainspell en "Te Reto a..." del foro Weird Sisters.
Pansy estaba sentada en el sillón más mullido de la sala común, leyendo distraídamente su nuevo ejemplar de “Corazón de Bruja”. Sin embargo, cuando oyó a Draco gritarle a un chico de primero que apartara su inservible cuerpo de su camino, dejó la revista a un lado y se detuvo a mirar al furibundo chico, cruzando la sala sin dignarse a observar a las sorprendidas serpientes, que no veían un arrebato de su “príncipe” desde hacía mucho tiempo.
El portazo indicó que había llegado a su habitación y que nadie debía subir ahí, si es que acaso valoraba su vida.
Comenzaron los cuchicheos y Pansy se levantó del sillón, molesta, para dirigirse fuera de las mazmorras.
Debía tomar cartas en el asunto.
O°O°O
Hermione estaba nerviosa. Si Pansy Parkinson la había citado para hablar, no podía ser nada bueno. Menos si el tema a tratar era Draco Malfoy.
Y es que la morena, cuando se enteró de sus asuntos privados con el rubio, no dijo nada. En serio... bueno, en realidad sí dijo algo. Le dijo que si hacía sufrir a su amigo, se las vería con ella.
Pero Draco nunca le diría a Pansy que ella le había hecho algo… ¿O no?
Pues, si quería saberlo, tendría que tomar el pomo de la puerta que tenía frente a ella y luego, girarlo y entrar.
O°O°O
Pansy la estaba esperando dentro del salón, de brazos cruzados y con el peso de su cuerpo apoyado en el pie izquierdo, mientras que el pie derecho golpeteaba el piso en forma frenética. Cuando sintió la puerta rechinar prolongadamente, una sonrisa maléfica se asomó a sus labios: sabía que Granger recordaría su amenaza.
- Vaya, no sabía que eras cobarde, Granger… recuérdame enviarles una nota a Potty y a la Comadreja, para que lo tengan en mente para su próxima aventura. - Le dijo en tono burlón. Hermione bufó.
- Al grano, Parkinson. - Respondió la castaña, tratando de parecer indiferente, pero la voz le tembló y se regañó mentalmente.
- Es tan tierno ver cómo intentas parecer indiferente… pero no te engañes: ese papel nos corresponde a las serpientes. - Contestó Pansy, quién había abandonado su posición y comenzaba a dar vueltas alrededor de la chica. - Ahora, quiero saber qué le hiciste a Draco.
- No le hice nada. - Dijo Hermione, serena, como si estuviera respondiendo un examen.
- No me respondas como la sabelotodo que eres, - le reprochó Pansy con desdén - porque esto no es un examen.
- Te respondo como quiero, Parkinson. - Hermione se paró ante ella, bloqueándola con su cuerpo.
Craso error: la respiración de Parkinson le llegaba justo a su boca, que para colmo, se abrió un par de milímetros, haciendo que se embriagara con su aroma a perfume caro. Hermione no pudo evitar que su mirada se desviara a los finos labios de la morena, de color rojo pasión. Y cuando sintió un dedo frío sobre su mentón, obligándola a levantar el rostro, supo que estaba en problemas.
Aunque en ese momento, no dimensionó cuan serio podría llegar a ser.
- Cuando me contestes, hazlo a la cara. - Le dijo Pansy en un susurro. Hermione corrió la cara con disgusto y comenzó a caminar por el salón. - Ahora, dime por qué Draco llegó tan alterado a la sala común. - Preguntó la morena, girándose para ver la silueta de Granger.
Hermione se detuvo de inmediato.
- Parece que empiezas a recordar… - Le dijo la chica, quién se acercó a la espalda de la chica, donde caían algunos rizos castaños en forma desordenada, con los que empezó a juguetear. - ¿Qué le dijiste a Draco, Granger? - Le susurró en el oído, rozando sus labios en el lóbulo de la chica. Hermione sintió una corriente recorrer su cuerpo, haciendo que sus piernas flaquearan un poco, sólo un poco.
- Le dije… le dije que era un cobarde. - Respondió cohibida. Pansy chasqueó la lengua en forma sonora, haciendo que Hermione se alejara un poco. - Pero es porque va a ir al baile contigo, “princesa de las serpientes” - le dijo molesta la castaña, volviéndola a encarar - y eso…
- … como buena leona, te hace enfadar y te sientes celosa. - Pansy terminó la frase y volvió a chasquear la lengua. - Mal, mal, Granger - le dijo la Slytherin, pegando su cuerpo contra el de la Gryffindor, haciendo que Hermione gimiera débilmente. - Eso no se hace. - Pansy le susurró al oído. - Y tampoco se hace esto.
Pansy tocó la mejilla de Hermione con la suya y la dejó deslizarse hasta que llegó a la comisura de sus labios y lo besó. Hermione corrió su rostro hacia los labios de la chica, cosa que descontroló a la Slytherin, besándola con desesperación. La Gryffindor gimió y Pansy ya no aguantó más: comenzó a besarle el cuello, mientras que Hermione, en un arrebato, bajó sus manos a la falda de la chica, para acariciarla.
Cuando Pansy sintió las manos cálidas de la novia de su amigo, sintió que casi se derretía.
Casi.
Porque quién estaba haciendo eso era Granger.
Y Granger le pertenecía a Draco.
O°O°O
Hermione sentía como ciertas zonas de su cuerpo eran víctimas de una electricidad extraña, que la instaban a hacer cosas que en su casta mente jamás habían aparecido hasta ahora, algo que le hacía sentir curiosidad.
Porque lo más curioso, que quién había despertado esas sensaciones, era Pansy Parkinson, la mejor amiga de Draco.
Click.
La electricidad comenzó a desaparecer en cuanto las palabras “Pansy”, “mejor amiga” y “Draco” comenzaban a aparecer en su mente.
Estaba en serios problemas.
O°O°O
Habían pasado unos minutos, donde cada una se había dirigido a la esquina opuesta del salón, para poder recuperar el control.
¿Quién lo necesitaba más?
- Ahora, Granger, colocaré los puntos sobre las ies. - Le dijo Pansy, con el mismo tono de siempre. - No hagas sufrir a Draco, ni mucho menos lo provoques, porque te las verás conmigo. - Y comenzó a caminar hacia la puerta, cuando Hermione habló.
- ¿Y qué pasa si no te hago caso? - La morena se dio vuelta y le dedicó una mirada cargada de lujuria, que le hizo tragar saliva.
- No responderé de mis actos. - Le respondió, saliendo de ahí lo más rápido que pudo.