No puedo creer que lo estoy escribiendo...

Jan 03, 2009 11:42

Category: Twilight
Author: panchajaviera
Title: Parejas: La Manada.
Chapter: 2/6
Genre: Romance
Rating: Fiction Rated: K+
Summary: Viñetas acerca de los chicos de La Push y sus imprimaciones.
Notes: Para Lunatik - Love, en respesta al reto "Amigo Invisible de Navidad" en el foro "El lobo, la oveja y el león".
Disclaimer: Todos los personajes le pertenecen a Stephenie Meyer.

Sam, Leah y Emily.

Leah se miraba al espejo por enésima vez, girando sobre sus talones y dar una vuelta en trescientos sesenta grados. Luego, se fijó en los detalles de su perfil izquierdo, después en el derecho y por último, el maquillaje, el escote, la caída de la tela blanca que contrastaba con su piel broncínea y al final, en sus zapatos, tan blancos como el vestido. Emily, al ver que la chica comenzaba a realizar la acción nuevamente, le habló exasperada.

- ¡Por Dios, Leah! ¿Cuántas veces necesitas verte en el espejo para convencerte de que te ves bien? - La aludida le sonrío levemente, en señal de disculpa, lo que hizo sonreír a su prima. - Además, es una cita más, no el día de tu boda.

Las últimas palabras congelaron en su sitio a Leah, provocando que toda aquella emoción que sentía al juntarse con su novio, se desvanecía, dando paso a la preocupación.

- Leah, ¿Qué pasa?

La chica se sentó en el borde de su cama, suspirando sonoramente.

- Sabes muy bien que Sam desapareció durante dos semanas. - Emily asintió silenciosamente, para que su prima pudiera continuar hablando. - Pues bien, he estado tratando de sonsacarle algo, pero no me ha dicho absolutamente nada.

Emily la miró sin saber que decir, pero no tenía idea de si acaso debía quedarse callada o no. Así que mejor se fue por la tangente, diciendo una frase que al final, no decía nada.

- No te preocupes, tal vez...

- El problema es ese: no puedo dejar de preocuparme. Porque si antes buscaba mi mano para entrelazarla con la suya, ahora evita tocarme. Y las veces que he podido rozar su piel, está ardiendo en fiebre, aunque no se vea enfermo e insista en que está bien. Y sus rasgos son más duros, como si tuviera muchos más en realidad. Además, siempre está cansado y desaparece durante tiempos muy prolongados.

Emily nuevamente se quedó en silencio. Pero al ver que una lágrima resbalaba por la mejilla de Leah, se acercó a ella y le abrazó.

- Mira, si no quiere decirte nada, es porque aún no reúne el valor suficiente para decírtelo. Sam nunca te haría daño, Leah.

- Lo sé.

En eso, se sienten voces abajo. Toda tristeza desaparece y Leah comienza nuevamente con la revisión de su atuendo. Emily le dió un par de palmadas en la espalda y caminó hacia la puerta.

- Le diré a Sam que ya bajas. Y si no babea por tí en cuanto bajes, es un tonto. - Emily bajó las escaleras y vio a Sam. Éste la miró como si nunca la hubiese visto en su vida. Y ella le miró con ternura. Se acercó para acariciarle el rostro, cuando Leah bajó las escaleras.

- Sam, ya estoy...

Sam la miró sorprendido, Emily retiró la mano de donde estaba y Leah unió las piezas.

El no babearía por ella nunca más.

Jared y Kim

Jared nunca le había dado mucha bola a las charlas de educación sexual que dictaban en la secundaria para los dos últimos grados. Y es que nadie lo hacía de hecho, porque era mucho más divertido estar conversando en clases o imaginando cosas poco inocentes con las imágenes que mostraban mediante el proyector. Sin embargo, la trillada frase “tu cuerpo experimentará muchos cambios”, dicha por su profesor, es lo único que se ha grabado en su mente.

Y con justa razón.

Porque, luego de su transformación, su menudo cuerpo comenzó a desarrollar sus músculos y su estatura aumentó considerablemente. Eso, le daría un plus en la escuela, al momento de querer elegir una pareja para una fiesta. También podría participar en el equipo de lucha, pero no sería justo que un hombre-lobo compitiera, ya que su fuerza y velocidad son sobrehumanas. Y en el caso de que alguien pudiera causarle daño, se recuperaría en tiempo record.

Pero nada de eso le importaba. No le interesaba ser el chico más codiciado de la escuela si ella no le pedía que la eligiera o ella no lo miraba.

Ella. Kim.

Desde que entraron a la escuela, el la había vigilado silenciosamente, sin llegar a ser un acosador. Y la amaba en silencio desde que había oído su risa fluida, como la de una niña, un día soleado de septiembre, unos tres años atrás.

Y pensando en ella, llegó apurado a la escuela. Corrió los últimos metros que le quedaban por recorrer del pasillo a la puerta del salón de historia, cuando choca con algo y ese algo se tambalea, a punto de caer al suelo. Pero él la sostiene y oye un suave murmullo.

- Gracias, Jared.

Jared se gira para mirarla y ella le sonríe. Ninguno es capaz de articular otra palabra, porque ambos quedan hipnotizados por el otro. La diferencia está, en que él ahora tiene más razones para querer a esa delicada chica, mientras que ella ha descubierto a una nueva persona, que daría todo por ella, aunque no tenga ninguna certeza de como lo sabe.

Sólo dejan de mirarse cuando la profesora se aclara la voz, molesta porque un par de chiquillos con las hormonas alborotadas le están retrasando la clase. Ambos entran en silencio y se separan para dirigirse a sus respectivos puestos.

Jared no puede reprimir su sonrisa.

Ella lo había mirado.

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