Título: En algún lugar
Autor: Geisha Sakura.
Fandom: House M.D.
Pareja: House/Wilson
Clasificación: M
Género: Romance, drama.
Disclaimer: House pertenece a Universal y David Shore. Este fic fue escrito sin fines de lucro.
Notas: Agradezco a mi maravillosa beta Kay Hearts por su valiosa ayuda. :)
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Eran cerca de las 11 de la mañana cuando por fin Wilson despertó. Miró el reloj y se puso de pie de un salto, alarmado, pensado que se le había hecho tardísimo para ir a trabajar, pero luego reaccionó: era domingo, no tenía que atender pacientes. Se dejó caer en la cama aliviado y cerró de nuevo los ojos. No tenía ganas de hacer nada, se sentía exhausto, como si todo el cansancio acumulado en los meses posteriores a que recibiera el premio le hubiera caído encima de repente. Y por supuesto, también estaba House. Oh, House, ¿qué iba a hacer con él? Wilson se tapó la cara con la almohada al recordar lo que le había dicho la noche anterior. Si bien las palabras que eran ciertas, ahora que las analizaba se daba cuenta de que tal vez había sido demasiado impositivo. Los ultimátums no funcionaban bien con House.
Wilson se quitó la almohada de la cara y contempló la luz que entraba por la ventana de su dormitorio. <>, pensó algo triste, y comenzó a preguntarse si realmente podría acostumbrarse a romper su relación con él. Trató de olvidarse de todo el asunto. Cerró los ojos, decidido a disfrutar de un poco de paz y tranquilidad. Silencio. Afuera en la calle un auto pasaba. Silencio. Alguien montado en bicicleta hacía sonar su campanilla. Silencio. Silencio. Silencio. Todo estaba demasiado callado. Algo no andaba bien.
-¡Héctor!- exclamó Wilson. El perro estaba acostumbrado a que le diera de comer antes de irse a trabajar. Desde temprano comenzaba a ladrar exigiendo su alimento, a veces hasta entraba a su cuarto y se subía a su cama. Pero ahora no había rastros de él. Alarmado, Wilson se levantó y fue a la cocina, pero el can no estaba en la canasta que le servía de cama-. ¡Héctor!, ¿dónde estás?- comenzó a llamarlo. Al poco tiempo escuchó el ruido de sus patas sobre el piso, la bolita blanca apareció y se sentó frente a él, ladrando efusivamente mientras Wilson lo acariciaba aliviado.
-Le di de comer temprano, no quería que te despertara con sus ladridos- dijo House saliendo de la sala-, estábamos viendo juntos la televisión.
Wilson abrió muy grandes los ojos. Lo que menos esperaba era ver a House en su casa, sobre todo después de lo ocurrido la noche anterior.
-¿House, qué haces aquí?- fue lo único que atinó a decir.
-Te traje el desayuno- contestó señalando con su bastón una bolsa de McDonald´s que estaba sobre la barra de la cocina. House parecía muy tranquilo, como si fuera de lo más normal llevarle el desayuno a Wilson.
-¿Por qué?- preguntó Wilson, aún desconcertado.
-Pensé que podríamos hablar mientras desayunábamos, pero era tarde y seguías dormido, no quise molestarte y desayuné solo. Pero aún está ahí tu parte de la comida- dijo urgiéndolo a ir por ella y comerla.
El estómago de Wilson gruñó. Tenía hambre. Bien, desayunaría y después hablaría con House. Lo que tuvieran que decirse le caería mejor con algo de comida en el estómago. Aún con cierta desconfianza, abrió la bolsa. No le explotó ni nada raro salió de ella. Era buena señal. Metió la mano buscando una hamburguesa y encontró una esfera azul de plástico. La sacó y la examinó. Era uno de esos premios que se obtenían en máquinas dispensadoras que solían estar afuera de las farmacias o mini súpers. La abrió y adentro se encontró…
-¿Un anillo?- exclamó Wilson examinando la joya de juguete. Tenía el aro hecho de metal dorado y estaba coronada con un enorme diamante rosa de plástico-. ¿House?, ¿qué es lo que significa esto?- preguntó entre esperanzado y pesimista, deseando con todas sus fuerzas que lo que se imaginaba fuera cierto, pero al mismo tiempo diciéndose que era demasiado bueno para ser verdad.
House lo miró directo a los ojos y comenzó a hablar rápidamente, como si quisiera que todas las palabras salieran antes de que perdiera en valor de decirlas.
-Sé que soy un maldito bastardo, por algo he estado alejando a la gente desde que tenía cuatro años, y realmente no me importa estar solo, mientras tenga casos que resolver, todo está bien. O eso creía. En este tiempo que estuvimos separados y con la posibilidad de perderte para siempre, me di cuenta de algo: los misterios médicos no son suficientes si no estás tú. Si no estás conmigo, realmente estoy solo. Por eso nunca más quiero que te vayas- dijo House tomando el anillo con dedos ligeramente temblorosos y poniéndolo frente a Wilson en señal de ofrecimiento-. James Evan Wilson, ¿te casarías conmigo?
Wilson sintió que los ojos se le humedecían y que se le formaba un nudo en la garganta, impidiéndole hablar. Sólo atinó a asentir con la cabeza. House sonrió aliviado y exhaló, parecía que había estado conteniendo la respiración, y le puso el anillo en el dedo anular, pero era demasiado pequeño para un adulto y acabó colocándoselo en el meñique. Wilson contempló el efecto de la “joya” en su mano y esbozó una sonrisa.
-Realmente te queda bien- dijo House bromeando-, combina con tus ojos.
Wilson bufó divertido.
-Te creería si fuera un conejo.
House se rió y rodeó la barra para quedar frente a Wilson, tomó su cara entre sus manos, y le dio un suave beso en la boca. Wilson hizo lo mismo, pero sus labios se posaron sobre la nariz de House, donde aún se podían ver rastros del golpe que le había dado.
-Perdón- se disculpó apenado.
House negó con la cabeza.
-Me lo merecía.
House recargó su frente contra la de Wilson y frotó sus narices. Wilson cerró los ojos y suspiró, disfrutando del íntimo y pacífico gesto.
-Te amo- dijo House de repente, con una voz en apariencia calmada pero que no lograba ocultar la profunda emoción que sentía.
Wilson abrió los ojos, sorprendido ante la sincera declaración, y se topó con los de House, quien lo veía fijamente, con una mirada clara como un lago en calma que no dejaba lugar a dudas que sus palabras eran ciertas.
-Yo también te amo- dijo Wilson con voz firme, sonriendo. Hundiéndose en los lagos azules de House, deseando perderse en ellos con la confianza de que siempre estarían abiertos para él.
House sonrió a su vez y buscó sus labios. El beso empezó dulce y tranquilo, ambos deseaban saborearse sin prisa ni ansiedad, reconocerse en la boca del otro, pero poco a poco fue subiendo de intensidad, sus cuerpos comenzaron a entrar en calor, deseosos de acercarse todo lo posible para recuperar el tiempo de separación perdido. La lengua de House bailaba con la de Wilson mientras sus manos recorrían su espalda hasta llegar a su dulce trasero. Wilson gimió y se frotó contra House, deseoso de profundizar el contacto, y lo sintió ponerse duro en respuesta a su propia erección.
Sin dejar de tocarse comenzaron a caminar fuera de la cocina, Wilson marcó la dirección hacia el dormitorio principal, donde se desvistieron mutua y apresuradamente, haciendo que la ropa volara y quedara desperdigada por todo el suelo. Finalmente, quedaron desnudos en la cama. Wilson contempló sin aliento el cuerpo de House tendido sobre las sábanas y lo estrechó contra él, temiendo por un instante que fuera a desaparecer, que todo fuera una ilusión, pero no, era real, firme, corpóreo. Se besaron con pasión, frotando sus cuerpos y Wilson se estremeció al pensar que ese hermoso ser humano, todo vivo, palpitante, de carne y sangre, era suyo por fin en la realidad. Lo amaba tanto, lo había hecho por tanto tiempo, y ahora, finalmente, le pertenecía, desde los cabellos despeinados de la cabeza hasta los dedos fríos de los pies. Y lo deseó con todas sus fuerzas, quería poseerlo, marcarlo como de su propiedad. Deslizó un dedo de la punta goteante del miembro de House hasta su estrecha entrada, rodeándola en círculos.
-¿Puedo?- fue todo lo que pudo decir.
House lo miró sorprendido por un instante, pero asintió. Él también lo deseaba, quería sentir a Wilson en lo más profundo de su ser, anhelaba ese íntimo contacto.
Wilson buscó rápidamente en el cajón de la mesa de noche un tubo de lubricante mientras House tomaba un par de almohadas, colocó una debajo de su trasero y otra bajo su pierna tullida. Una vez que se acomodó, Wilson lo besó brevemente y fue descendiendo por su pecho hasta llegar a su miembro, se inclinó para lamerlo, tomando con cuidado la punta entre sus labios, mientras lo preparaba con cuidado con un dedo resbaladizo.
House gimió ante las caricias de Wilson, su amante tenía un gran talento con la boca, y oh, esa lengua, eso que hacía con ella siempre lo dejaba al borde del clímax. Wilson incorporó otro dedo, House gruñó un poco incómodo, no estaba acostumbrado a esa posición, pero tampoco le desagradaba, y estaba tan caliente, ardiendo en deseo, que no pudo evitar mover las caderas hacia delante, urgiendo a Wilson a que entrara rápido en él antes que se viniera sólo con los dedos. Wilson entendió lo que House quería y dejó de prepararlo. Embarró lubricante sobre su pene, puso un poco más a la entrada de House y comenzó a penetrarlo con cuidado, empujando despacio, dándole tiempo para que se acostumbrara a la sensación de ser abierto.
-¿Estás bien?, ¿no te duele nada?, ¿cómo está tu pierna?, dime si te estoy lastimando y me detendré- dijo Wilson, quien moría de ganas de hundirse una y otra vez en la estrecha calidez de House, pero su preocupación por evitarle alguna molestia era mayor.
House le dio una nalgada.
-Cállate y muévete.
Wilson sonrió y de inmediato cumplió la orden. Salió de él y entró de nuevo de una sola vez, con fuerza, repitiendo el movimiento frenéticamente, hasta que comenzó a sentirse mareado por el calor que lo envolvía generado por sus cuerpos, como si nadara en miel líquida. House también sentía que explotaría de un momento a otro cada vez que Wilson rozaba ese punto sensible dentro de él, por fin, le atinó completamente, desatando una descarga eléctrica por todo su cuerpo, causando que se viniera con tanta fuerza que vio estrellas frente a sus ojos. Wilson sintió la humedad del semen de House sobre su vientre y la visión de su amante arrobado en pasión, aunado a la sensación de sentirlo estrechándose alrededor de él, terminó por empujarlo al borde de su orgasmo. Cayó sin fuerzas sobre House, ambos jadeaban exhaustos. Esperó a recuperarse un poco y salió despacio de él, acostándose a su lado.
Permanecieron en silencio, abrazados, escuchando el ruido de sus corazones latiendo aceleradamente y sus respiraciones entrecortadas. Después de un rato, cuando por fin la sangre regresó a sus cerebros y se sintieron en condiciones de articular una oración coherente, Wilson tomó de la mesita de noche el anillo que House le había dado y que había alcanzado a quitarse antes de que su sesión de sexo apasionado lo arruinara.
-¿Por qué rosa?- preguntó poniéndolo frente a él.
-Era la única opción disponible, no hay joyerías abiertas el domingo temprano por la mañana.
Wilson se rió.
-Hey, no te rías, me costó bastante obtenerlo- dijo House picándole las costillas para luego levantarse y tomar su abrigo del suelo, lo puso sobre la cama y de los bolsillos sacó avioncitos, camiones, carritos, pelotas de goma y varios animalitos de plástico que colocó sobre el estómago de Wilson, quien los contempló y examinó divertido-. No podía esperar a que la joyería abriera, tenía que decirte lo que en verdad siento antes de que….fuera demasiado tarde.
Wilson vio que aún había inseguridad en el rostro de House, se puso el anillo y con esa mano acarició su rostro.
-No fue demasiado tarde, acepté tu propuesta y sigo feliz de que me hayas pedido que nos casemos- dijo delineando el contorno de sus labios.
House asintió y le dio un dulce beso en la boca.
-¿Eso quiere decir que ya me libré de comprarte un anillo de verdad?- bromeó.
-Para nada, espero que sigas todo el ritual de bodas de manera cabal y apropiada.
-¿Mueres de ganas de ser la novia?, ¿de convertirte en la señora de House?
-No, no voy a ser la novia, ni a cambiarme el apellido, y deja de mirarme así, que no pienso usar vestido ni velo ni nada parecido en la ceremonia. Solamente digo que es justo que en esta ocasión me toque ser el cortejado, ¿sabes?
-Está bien- le respondió sin dejar de mirarlo así, y Wilson tuvo la impresión de que tendría que irse con cuidado porque algo tramaba. El gruñido de su estómago lo sacó de sus cavilaciones.
-Muero de hambre- dijo Wilson parándose de la cama, tomemos una ducha rápida y salgamos a almorzar algo.
-De acuerdo- dijo House tomando la mano de Wilson para levantarse-, necesitarás fuerzas para ayudarme a mudarme aquí contigo.
Wilson lo miró sorprendido y luego sonrió ampliamente, sintiéndose la persona más dichosa de la Tierra. House le correspondió la sonrisa y ambos comenzaron a besarse y acariciarse de nuevo hasta que el hambre de Wilson pudo más y decidieron continuar más tarde. Ya no había prisas, en adelante tendrían todo el tiempo del mundo para hacerse el amor en su nuevo hogar.
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Era viernes por la tarde y Wilson estaba enterrado bajo una pila de papeles, sin embargo, su humor era óptimo. No podía evitar tararear melodías y de repente se daba cuenta que estaba mirando al vacío y sonriendo como idiota: ese era el efecto que le causaba estar viviendo con House.
El mismo domingo fueron al hotel por las pequeñas pertenencias que House tenía ahí: ropa, calzado, algunos libros y una computadora portátil. Al día siguiente por la tarde, contrataron una mudanza para sacar de la bodega rentada los muebles de House y llevarlos a su casa. Wilson no cabía en sí de gozo cada vez que pensaba que la construcción era el hogar de ambos, donde esperaba que vivieran juntos por el resto de sus días. Aún estaban en su etapa de luna de miel, por así decirlo, y todo lo que hacían era besarse y tener sexo, pero Wilson sabía bien que tarde o temprano tendrían roces y discusiones; no le importaba porque sabía que ambos se amaban de verdad y terminarían por sortear los obstáculos que se les presentaran.
Wilson metió la mano al bolsillo del pantalón y acarició el anillo de juguete que House le había dado. Lo cargaba siempre con él como un amuleto de buena suerte que le recordaba que, por más duro que fuera su trabajo, al llegar a casa ya no estaría solo. Sonrió con amor pensando en que House no sólo había dado el paso de mudarse con él, sino que había ido aún más allá adónde nunca había viajado: el matrimonio. Claro que no era exactamente un matrimonio, la ley de Nueva Jersey permitía que personas del mismo sexo se casaran, pero una unión civil se le acercaba bastante y era un compromiso importante y significativo. Wilson miró su calendario y pensó en que lo mejor sería decidirse por una fecha cuanto antes. No es que quisiera una gran boda como las anteriores con sus ex esposas, pero sí era necesario hacer trámites y sobre todo, las reservaciones para el viaje de luna de miel. Eso era algo que sí tenía ganas de hacer con House, y ya tenía el lugar perfecto.
Como si lo hubiera invocado, House entró súbitamente a su oficina, dejando la puerta abierta, parecía algo apurado, como si hubiera corrido, o cojeado rápidamente, para llegar lo antes posible.
-House- dijo Wilson poniéndose de pie y acercándose a él-, qué bueno que llegas, quisiera que nos pusiéramos de acuerdo en la fech….
No pudo terminar de decir lo que quería porque House cubrió su boca con la suya en un beso apasionado que tomó a Wilson por sorpresa. A pesar de que bien sabía que el hospital no era el mejor lugar para hacerlo, Wilson no pudo evitar responderle a su amante de la misma manera. Un ruido de tacones que se detenían frente a su puerta lo hizo separarse de House, y ahí, parada frente a él, se topó con Rachel, quien los miraba entre sorprendida y avergonzada.
-Oh, lo siento, no sabían que estaban ocupados. James, vendré a despedirme de ti después de que hable con la Dra. Cuddy- dijo Rachel dando media vuelta.
-Esperaba que entrara en shock, o algo parecido- comentó House decepcionado por la tibia reacción de Rachel.
-Sí, bueno, creo que la segunda vez es menos impresionante- respondió Wilson quitando la mano de House de su trasero.
-¿La segunda?
-El día de la recepción me siguió preocupada de que me fuera a pelear a golpes contigo, no cerré bien la puerta y le tocó ver y escuchar nuestro…. uh…encuentro.
-¿En serio? ¿Te lo dijo?- preguntó House entre fascinado y divertido.
-La vi alejándose cuando salí de la oficina.
-¿Pero, por qué está tan tranquila? Yo esperaría que se sintiera destrozada al ver que su doctor de ensueño es gay.
-Ese día la alcancé y platicamos un rato. Sí estaba desconcertada, pero más que nada se sentía culpable por haber interferido entre nosotros.
-¿Ella lo admitió?
-Sí, y me contó una historia bastante interesante: cuando estaba en la universidad se enamoró de Miles, quien no había salido del clóset. Él tiene unos padres muy conservadores que jamás aceptarían a un hijo homosexual. Ante la presión de ellos, y de todos sus amigos, comenzó a salir con Rachel. Pero fingir ser lo que no era lo hizo deprimirse e intentó suicidarse. Él no culpó a nadie, pero Rachel sintió que ella era responsable por no haberse dado cuenta antes de los verdaderos sentimientos de Miles. Igual en nuestro caso, se sintió mal por haberme perseguido siendo que ya tenía una relación contigo. Yo le aclaré que en parte era mi culpa por no habérselo dicho, pero ella me respondió que sabe que no es fácil para una persona declararse abiertamente gay por temor a que los demás lo discriminen.
- Vaya, vaya, quien lo diría, la doctora Barbie es amiga de los gays.
-Sí, bueno, ya ves que no es tan mala como creías, así que te agradecería que no la molestaras más- dijo Wilson al ver la expresión de House que dejaba entrever que estaba maquinando algo.
-¿Yo? ¿De dónde sacas que tengo algo contra ella? Es más, hasta pienso invitarla a nuestra boda. Puede ser tu dama de honor.
-Preferiría que no- dijo Wilson muy serio.
-Está bien, la dejo en paz, aguafiestas- refunfuñó House molesto porque Wilson cortaba su diversión.
-Hablando de fiestas, ¿cuándo será la unión civil? Estaba revisando el calendario y creo que lo mejor sería de aquí a un mes, en enero, nos da tiempo suficiente para arreglar los trámites y pedirle vacaciones a Cuddy. Quisiera que fuéramos a Los Ángeles, me gustó mucho y creo que la pasaríamos muy bien. Además, el clima es agradable en invierno.
-De acuerdo, tú te ocuparás de los trámites y yo de la fiesta y las vacaciones.
-¿Tú te harás cargo?- preguntó Wilson sorprendido de que House decidiera por iniciativa propia organizar algo así.
-¿No dijiste que querías ser el cortejado? Déjalo todo en mis manos- concluyó sonriendo de una manera que hizo sentir a Wilson muy inquieto-. Tengo que irme, mi paciente insiste en morirse.
Wilson lo vio salir y suspiró. El día de su boda no podía llegar lo suficientemente rápido.
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Se casaron una fría mañana de enero en que el vientecillo helado calaba hasta los huesos. Aún así, el cielo estaba de un intenso color azul y el sol brillaba sobre la nieve, dándole al paisaje un aspecto alentador y promisorio.
House y Wilson llegaron temprano al Ayuntamiento, bien vestidos con sus mejores trajes (uno nuevo en el caso de House, quien no tenía ninguno apropiado para la ocasión; por supuesto que Wilson lo arrastró a comprarlo), y esperaron en el vestíbulo a que se les unieran Cuddy, los padres de Wilson y la mamá de House. Wilson aprovechó para enderezarle el nudo de la cortaba a House y tratar de acomodarle un poco el cabello. House se burló de él diciéndole que estaba en camino de ser la perfecta señora de House. Wilson lo pellizcó y no le habló hasta que llegaron los invitados.
Firmaron los papeles ante el juez y cuando fue el momento de intercambiar los anillos, Wilson temió que hubiera algo extraño en la cajita que les entregó Cuddy, pero no, adentro había dos preciosos anillos de platino que les quedaron a la perfección. Wilson sonrió al contemplar el anillo en su mano, House tenía un gusto exquisito.
Saliendo de la ceremonia civil, House condujo el automóvil a un restaurante donde celebrarían. Wilson se había sentido inquieto toda la mañana, estaba seguro de que House saldría con alguna de sus locuras. Hasta el momento todo había transcurrido con naturalidad y comenzaba a relajarse, pero no pudo evitar sentir algo de aprensión al abrir la puerta del restaurante, y tenía toda la razón para hacerlo: fue recibido con una lluvia de pétalos de rosa que lanzaron los invitados que estaban ahí reunidos en un salón decorado profusamente para la ocasión.
-¡House!- riñó Wilson por lo bajo, sintiendo que los colores se le subían a la cara-. Te dije que no quería nada extravagante.
-No es extravagante, no invité a todo el hospital, nada más a mi equipo, ex equipo, tu asistente, la enfermera Brenda, el conserje que usa los pantalones al revés, Miles, Rachel y otros cuantos colegas. No exageres, son menos de cincuenta personas. Además, es mi primera y única boda, quiero festejar apropiadamente.
A Wilson no se le escapó el significado de esas palabras y sonrió. House le devolvió la sonrisa, lo tomó de la mano y lo guió hacia la mesa de honor.
La fiesta siguió hasta que comenzó a anochecer. Después de que el último de los invitados se despidió, regresaron a casa. Wilson estaba contento de haber insistido en que ambos dejaran listas las maletas. Su vuelo salía temprano al otro día y habían terminado cansados de la fiesta. Antes de dormirse, House se entretuvo un rato abriendo los regalos que les habían dado, en su opinión era decepcionante la abundancia de enseres domésticos y la nula presencia de juguetes sexuales y caros aparatos electrónicos. Wilson contestó que ese bonito horno tostador contaba como un caro aparato electrónico. House puso los ojos en blanco y le dijo definitivamente era la señora de House. Wilson le respondió que más le valía callarse o le tocaría dormir en el sillón durante toda la próxima semana. House decidió que era hora de descansar y apagó su lámpara.
El vuelo a Los Ángeles fue sumamente placentero, no se podía esperar menos de la primera clase, donde les sirvieron champaña de cortesía. Wilson no podía creer que House hubiera gastado tanto en los pasajes, y sospechó que tendría la respuesta a su duda en el próximo estado de cuenta de su tarjeta de crédito.
Cuando llegaron al hotel, Wilson contempló sorprendido el lujoso vestíbulo del hotel Marina del Rey, cerca de la playa Venice, y se asombró aún más al ver el interior de la suite junior a donde los condujo un botones de impecable uniforme. En ninguna de sus lunas de miel se había quedado en un hotel tan elegante. En la primera porque apenas estaba terminando la carrera de medicina y no tenía mucho dinero, en la segunda porque ya no le emocionaba tanto como la primera, lo mismo en la última.
Wilson inspeccionó la suite, desde el baño de mármol, pasando por la sala con televisión de alta definición e infinitos canales de cable, hasta el balcón con vista al mar. House se le unió y juntos contemplaron el paisaje.
-No tenías que pagar algo tan caro- dijo Wilson.
-Te dije que quería celebrar apropiadamente mi primera y única boda- respondió House acercándose para darle un dulce beso.
-Y mi última- le respondió Wilson tomando su mano, poniéndola frente a la suya; los anillos chocaron al hacer contacto emitiendo un suave sonido que hizo eco en lo más profundo de sus corazones. Era el sonido de su deseo hecho realidad de estar por siempre juntos.
FIN
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Este fanfic ha llegado a su fin. Esto no hubiera sido posible sin mi beta Kay Hearts, quien siempre me ayudó con sus ideas.
Le agradezco a ella y a todos los que se tomaron un tiempo para leer mis historia.
Si tienen comentarios o críticas constructivas, por favor déjenmelos aquí. Me dará mucho gusto saber qué les pareció este fanfic en su conjunto.
Les recuerdo que también pueden leer mis historias en mi archivo personal:
Unisono