En algún lugar- capítulo 8

Mar 13, 2010 21:15



Título: En algún lugar

Autor: Geisha Sakura.

Fandom: House M.D.

Pareja: House/Wilson

Clasificación: M

Género: Romance, drama.

Disclaimer: House pertenece a Universal y David Shore. Este fic fue escrito sin fines de lucro.
Notas: Agradezco a mi maravillosa beta Kay Hearts por su valiosa ayuda. :)


-Cuddy, ¿has visto a House?- preguntó Wilson a primera hora de la mañana, entrando a la oficina de la decana-. Lo he buscado desde ayer y no he podido localizarlo.

-Tuvo dos casos difíciles seguidos y al terminar con ellos me dijo que se tomaría un par de días para resolver un asunto personal que tenía pendiente. ¿Por qué, ocurre algo malo?

-No, nada grave, tuvimos un desacuerdo, eso es todo- explicó Wilson brevemente, si ganas de entrar en detalles. Cuddy era una gran amiga, pero había ciertas cosas que le daba vergüenza compartir con ella, como su problemática vida amorosa gay con House.

Cuddy asintió no del todo convencida, pero no quiso presionar a Wilson para que le contara lo que ocurría. Sabía que lo mejor era no interponerse en los asuntos de esos dos a menos que se lo pidieran expresamente, y aún así, cualquier problema que involucrara a House era de cuidado.

Wilson se despidió y fue a atender a sus pacientes. No tenía cabeza para ellos en ese momento, pero sabía que contaban con su apoyo y no podía defraudarlos.  Al terminar sus consultas pasó junto a la oficina de House, que estaba totalmente desierta, tampoco había visto a ningún miembro del equipo de diagnósticos, por lo que supuso que House les había dado el día libre. De repente, Kutner apareció por el pasillo y se dirigió a él.

-Dr. Wilson, creo…- comenzó a decir algo nervioso, mirando a su alrededor como para comprobar que nadie lo estaba viendo-…creo que tengo algo que está buscando- le dijo en voz baja.

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House miraba con desánimo la televisión, cambiando los canales a cada rato. Paseó la vista con exasperación por el pequeño departamento lleno de cajas. Tenía hambre pero le daba pereza caminar a la cocina, sorteando todas las cosas que se amontonaban en cada esquina y espacio el lugar.  Por fin, el sonido de una llave abriendo la puerta lo hizo voltear.

-Vaya, por fin llegas, ¿fuiste hasta Italia por la pizza?

House volteó esperando ver a Kutner con la tan ansiada comida, pero en su lugar vio a Wilson, quien caminó hasta ponerse enfrente de él, puso las manos en las caderas y lo miró fijamente. House se cruzó de brazos y ambos se observaron desafiantemente en silencio, como tratando de ganar la batalla aún antes de que se dijera la primera palabra.  Kutner se quedó en el marco de la puerta, mirándolos nerviosamente, temeroso de poner un pie en la habitación, que se había llenado de un ambiente tan tenso que se podía cortar con un cuchillo.  Decidió que lo mejor era emprender la retirada hasta que las cosas se calmaran.

-La pizza ya…. debe estar lista, voy por ella, r… regreso en un momento- se excusó mientras caminaba despacio a la salida, como quien se aleja de una bestia furiosa, aunque igual podría haberse echado a correr sin que nadie lo notara, los dos hombres parecían haberse olvidado por completo de su presencia: seguían concentrados en su duelo de miradas.  Ya en la seguridad del pasillo, con una puerta resguardándolo de la ira de House, Kutner se debatió si debía quedarse cerca. Por un lado, quería alejarse lo más posible de su jefe, por el otro, quería estar preparado por si corría la sangre.  Decidió que lo mejor era esperar en la escalera y estar atento para intervenir en caso de que fuera necesario en la pelea que sin duda se avecinaba

House y Wilson continuaron mirándose en silencio, hasta que por fin, House habló:

-Si quieres hacerme daño con tu mirada láser, chico maravilla,  tendrás que concentrarte más porque de momento no siento ni cosquillas.

-¡House!, ¿qué demonios haces aquí?

-Kutner y yo estamos teniendo una fiesta de pijamas- dijo House en un tono casual no exento de burla.

-¡House!

-¿Qué crees que estoy haciendo? ¿No es obvio?- gruñó House poniéndose de pie, colocándose frente a Wilson en actitud desafiante-. Me mudé con Kutner porque están derribando mi edificio. O tal vez no es tan obvio para ti puesto que lo olvidaste por andar jugando al doctor con Rachel.

Wilson no podía negar su descuido, pero tampoco estaba dispuesto a permitir que House le echara toda la culpa. Después de todo, ambos eran adultos que debían hacerse responsables de sus decisiones.

-Está bien, se me olvidó, lo admito, perdona, pero pudiste habérmelo recordado.

-No tendría que hacerlo si fuera lo suficientemente importante para ti.

-¡House!- gritó exasperado Wilson, sintiendo como el enojo reptaba por él. No importaba lo que hiciera, House parecía creer que nunca era suficiente, que debía de darle más, darle todo y dedicarse completamente a él. Y sí, ya lo había hecho en más de una ocasión, pero también él quisiera que le demostraran la misma dedicación de vez en cuando-. Si yo fuera lo suficientemente importante para ti- replicó devolviéndole la culpa- podrías haber dado el primer paso.

-¿El primer paso de qué?

-¡De mudarte conmigo!

-Nunca me lo pediste- dijo House un tanto asombrado, parecía que sinceramente no esperaba que le dijera eso.  Ocultó su sorpresa de inmediato y volvió a adoptar de nuevo su tono y modales sarcásticos, alzando la barrera.

-No lo hice de manera directa porque eres un necio que hace todo lo contrario a lo que uno le pide.  Pensé que bastaría con darte una llave para que tú sólo te invitaras a vivir en la casa nueva, que captarías la petición implícita. Pero tal parece que eres un genio para la medicina pero se te escapan otras sutilezas.

-No se me escapó la sutileza de que Rachel era tu segundo frente. No quería interrumpir tus arduas y extensas “sesiones de trabajo” con ella.

-House, ¿no entiendes que desde hace mucho he deseado concretar este programa de voluntarios? Tú sabes bien cuánto tiempo llevo trabajando en ese proyecto. No lo inventé nada más para pasar tiempo con Rachel, ni siquiera sabía que ella sería mi supervisora. A diferencia de ti, realmente me importa ayudar a mis pacientes.

-No sabías que ibas a trabajar con ella, pero una vez que llegó, no pudiste despegarte de la Dra. Lane.  Sigue haciéndolo, yo no te lo impido, no te necesito. Y tú tampoco me necesitas más, puedes satisfacer tus necesidades de vampiro emocional con Rachel, tu nueva amante tullida que no puede vivir si no estás ahí para consolarla y sostener su mano mientras llora en las noches. Es un sueño hecho realidad para ti, ¿verdad? Tener a alguien que dependa totalmente en lo físico y emocional en ti. Te cayó del cielo una enferma bonita a la que podrás tirarte a gusto como ya has hecho en otras tantas oca….

House no pudo completar la frase. Lo siguiente que supo fue que estaba de espaldas en el sillón con la nariz sangrando.  Wilson lo contemplaba impasiblemente, sobándose el puño, conteniendo tras una presa de indeferencia el caudal de emociones que amenazaba con desbordarse.

Kutner entró de inmediato dando un portazo, había estado escuchando todo tras la puerta, cosa que no era nada difícil por el alto volumen de la discusión. Contempló la escena y se preparó para lanzarse sobre Wilson si éste intentaba volver a golpear a su jefe. Pero no fue necesario, Wilson se dio la media vuelta y salió de la habitación sin dirigirle siquiera una última mirada a House. Éste se llevó la mano a la nariz y tampoco volteó para verlo partir. Era mejor así.

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-Dra. Cuddy, el representante de la editorial Pearson Medical la está esperando en su oficina- le informó la recepcionista cuando llegó al hospital.

-Gracias- respondió Cuddy apresurando el paso e intentando que no se le notara demasiado alegre. Hacía mucho que no platicaba con Nathan, ambos habían estado ocupados y sus agendas no coincidían.

Pero cuando Cuddy abrió la puerta, no fue a Nathan a quien se encontró.

-Arnold Smith- dijo un joven rubio muy serio extendido la mano-, soy el asistente del señor Cohen, él no va  a poder seguir reuniéndose con usted por lo que yo me encargaré de cerrar el contrato con el Dr. Wilson.

-Mucho gusto- respondió Cuddy estrechándole la mano, esperando que la desilusión que sentía no fuera tan obvia-.  Y…¿por qué Na…el Sr. Cohen ya no puede venir? Espero que se encuentre bien- preguntó lo más desinteresadamente que pudo, al tiempo que le indicaba a Smith que se sentara.

-Está bien de salud, si a eso se refiere- respondió Smith sentándose y procediendo a sacar un legajo de papeles de su portafolios-. Hacía meses que estábamos negociando la compra de una editorial inglesa. Parecía que el trato se iba a cerrar sin problemas cuando súbitamente la competencia hizo una mejor oferta. El Sr. Cohen voló de inmediato a  Londres para tratar de arreglar este asunto. Quién sabe cuándo regrese.

-Oh, ya veo….- dijo Cuddy decepcionada-. Bien, llamaré al Dr. Wilson para hablar  de su contrato.

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Wilson realmente no estaba escuchando lo que le decía Smith. Se limitaba a echarle una mirada a los contratos,  firmar donde le indicaban y asentir fingiendo estar interesado. Se sentía emocionalmente exhausto después de la ruptura con House. No es que llevaran mucho tiempo como pareja, apenas siete meses, pero los casi veinte años de amistad también se habían perdido. Tal vez ese había sido el error, intentar ser algo más que amigos. Aunque ambos, o al menos él, de House ya no estaba seguro, tuvieran sentimientos románticos por el otro, lo mejor hubiera sido quedarse como camaradas, como compañeros que iban juntos a las carreras de Monster Trucks, jugaban póker y evaluaban los escotes de Cuddy. Jamás debió haber imaginado que podían despertar juntos todas las mañanas por el resto de sus vidas, jamás debió haber esperado que en el egoísta corazón de House hubiera espacio para algo más que su ego. <<¡Maldición!>>, se reprochó Wilson al sentir un nudo en la garganta. Se estaba comportando como un idiota sentimental.

-¿Dr. Wilson?

-Perdón, me distraje pensando en el caso de un paciente terminal- se excusó apretándose el puente de la nariz, obligándose a volver a la realidad.

-Le comentaba sobre la convención de bienvenida a nuestros escritores que será la semana que entra en  Los Ángeles- dijo Smith extendiéndole un folleto-. Sé que es un poco apresurado, pero nos encantaría que presentara una conferencia sobre el trabajo que está realizando con su programa de voluntarios.

Wilson examinó el folleto. Las palmeras californianas bañadas de sol y el cielo azul que rodeaban al hotel donde se realizaría la convención hacían que pareciera el paraíso, al menos comparado con Nueva Jersey, donde había comenzado a calar el frío, anunciando que el crudo invierno estaba por llegar. Le apetecía escaparse, dejar todo atrás, pero su sentido del deber era más fuerte y recordó que tenía pendientes que atender.

-Suena bien, pero por el momento…

-Tiene tiempo libre para ir- lo interrumpió Cuddy-. Anótelo en la lista, ahí estará sin falta.

-Muy bien- asintió Smith sacando su Blackberry-. Ahora mismo confirmo la asistencia del Dr. Wilson. Mañana tendrá sus boletos de avión y toda la información necesaria. Cualquier duda, comuníquese con Diana Palmer, la coordinadora del evento- concluyó extendiéndole la tarjeta de presentación de Palmer.  Me retiro, tengo otras citas que atender. Fue un placer haberlos conocido, espero que podamos seguir en contacto en el futuro- dijo con un tono monótono y una cara inexpresiva que daba la impresión de que recitaba un discurso que le decía a todos aquellos con quienes trabajaba.

Tras estrecharles mecánicamente las manos, Smith salió de la oficina, dejando a Cuddy y a Wilson solos.

-¿Por qué le dijiste que iba a ir?- preguntó Wilson algo molesto. No le agradaba que Cuddy decidiera por él, aunque fuera su jefa, no tenía el derecho de hacer algo así.

-Porque lo necesitas.

-¿Necesito dar una conferencia en Los Ángeles?

-No, necesitas relajarte y alejarte de aquí por un tiempo. Todo este asunto del programa de voluntarios te tiene demasiado tenso, no quisiera que explotaras de repente. Has trabajado mucho, te mereces un descanso- dijo ella poniéndole la mano en el hombro.

Wilson asintió, sintiéndose muy agradecido con Cuddy. Tal vez ella no supiera aún lo que había ocurrido con House, pero sin duda presentía que algo no andaba bien con él.

-Gracias- murmuró él sintiendo nuevamente que se le quebraba la voz al recordar a House.

Cuddy le dio una palmada en la espalda y decidió cambiar de tema.

-¿Cómo va el manual que tienes que presentar a los de Pfizer?

-Bien, ya está prácticamente terminado- dijo Wilson, contento de hablar de algo donde sí había tenido éxito-. Hoy veré a Rachel para ultimar detalles y mañana lo presentaremos ante la junta directiva. Te informaré cómo nos fue en cuanto salga de la reunión.

-¡Excelente!- exclamó Cuddy, estoy segura que todo saldrá a la perfección, no se puede esperar menos de ti.

Y así fue.

Tal como Cuddy lo habría predicho, la junta de los premios Pfizer no puso ninguna objeción al manual que Wilson entregó. Elogiaron su trabajo y le aseguraron que, aunque les faltaba revisar otros manuales, era el candidato con más posibilidades de llevarse el bono extra.

-¡Felicidades!- gritó Rachel abrazando a Wilson al salir de la junta-. ¡James, querido, tenemos que celebrar!

-¡Por supuesto!- asintió él entusiasmado, contagiado por la alegría de Lane, aún lleno de la adrenalina que le había dejado la presentación de su trabajo-. Pero déjame invitarte, esto no habría sido posible sin tu ayuda.

-¿Cenamos hoy en la noche?

-Mejor vamos a comer, no puedo desvelarme, tengo muchas cosas que hacer mañana- se excusó él y procedió a explicarle que se iba a la convención de Pearson Medical y que tenía que dejar organizado el grupo de voluntarios y encargar la supervisión de la remodelación antes de su partida.

Rachel pareció algo decepcionada, pero aceptó la propuesta de Wilson. Ambos se dirigieron a un elegante restaurante donde brindaron con champaña. Wilson bebió un sorbo, sintiéndose aún flotar en una nube de alegría. Contempló el hermoso lugar y a la bella mujer que lo acompañaba. Sí, lo mejor era olvidarse de todas las cosas desagradables, de todos los fracasos y enfocarse en las áreas donde tenía éxito.

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Otro éxito total. House sonrió sumamente complacido consigo mismo. Había logrado salvar a otro enfermo a quien todos los demás doctores daban por desahuciado. Observó a su equipo verificar el estado del ahora sano paciente. Kutner alzó el pulgar en señal de que todo seguía bien.  El paciente sonrió y sus familiares lo abrazaron llorando.  House asintió y se retiró a su oficina para saborear su victoria.  Sus pies se encaminaron instintivamente hacia la oficina de Wilson, pero se detuvo justo a tiempo. Apretó la mandíbula y regresó a su lugar.

No, Wilson ya no estaba, y nunca más estaría. Pero no importaba, él estaba bien solo. La gente siempre lo había rechazado, eso no era novedad para él. Estaba bien por su cuenta.

Mientras empacaba sus cosas, los doctores de su equipo regresaron a la oficina por sus pertenencias y comenzaron a hacer planes, aprovechando que habían terminado el caso antes de que anocheciera. Trece y Foreman iban a ir a ver una película, Taub le hablaba a su esposa para salir a cenar y Kutner a sus padres adoptivos.

House apretó el mango de su bastón, se echó la mochila al hombro y salió sin despedirse. Montó en su motocicleta y aceleró rumbo a su hotel. No funcionó quedarse con Kutner, el apartamento era demasiado pequeño, además de que había que llegar a él subiendo escaleras. No le quedó más remedio que irse temporalmente a un hotel. No pudo dejar de notar la ironía del asunto. Hacía poco él se burlaba de Wilson por vivir así y ahora él estaba en las mismas circunstancias.

Cuando House llegó a su perfectamente ordenada habitación, tiró su mochila al piso, sacó una cerveza del minibar de la cocineta, se sentó en la cama frente, prendió  la televisión y bebió con grandes tragos.

Su pierna comenzó a dolerle. Buscó su frasco de Vicodín y se tragó dos pastillas sin siquiera pensarlo. Se levantó con trabajos por otra cerveza y se dejó caer pesadamente en la cama. Se frotó el muslo. Bebió más. Pronto el medicamento y el alcohol lo entumecerían. Pronto todo estaría bien.

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Ella estaba bien, perfectamente bien. No importaba que Nathan se hubiera ido, que nuevamente se quedara sola, ella estaba bien.

Cuddy intentó ponerse a trabajar en sus pendientes pero no lo logró. Simplemente se quedó mirando la pantalla de la computadora, perdida en sus pensamientos, en los recuerdos de los agradables momentos que había disfrutado con Nathan.

De hecho, ahora que lo pensaba bien, nunca habían hablado de amor, pero había una gran química entre ellos. Se llevaban tan bien, siempre se reían y platican por horas cuando estaban juntos, tenían tantas cosas en común, eran el uno para el otro. O tal vez ella era la única que lo había pensando, tal vez para Nathan era de lo más normal tratar así a todas las mujeres con las que trabajaba y sólo ella, una cuarentona solterona, lo había interpretado de otra manera. ¡Tan desesperada estaba por algo de compañía!

Cuddy dio un golpe al escritorio, furiosa consigo misma, reprimiendo las lágrimas. Pues bien, eso se había acabado, no más citas a ciegas ni falsas esperanzas. Se olvidaría de esas tonterías y se concentraría en su carrera.

Volvió la vista a la pantalla de la computadora.  Tecleó unas cuantas palabras en su reporte, pero se detuvo cuando una idea le llegó. <>, pensó la decana intentando convencerse a sí misma de lo irracional que era lo que estaba pensando.

Se mordió el labio inferior y entró a Internet. Escribió unas palabras en el buscador: <>. Entró a su página y consultó los precios. Eran tan elevados como los recordaba. Pero si su fama de ser los mejores era verdad, entonces los pagaría con gusto.

Antes de que cambiara de parecer, tomó el teléfono e hizo una cita. Cuando colgó, sonrió satisfecha, estaba segura que ahora sí lo conseguiría.

house, eal

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