Puede que dentro de algunos años recuerde con nostálgia como en las últimas décadas siglo XX comenzó a germinar una revolución cultural comparable a lo que supuso, quinientos años antes, la invención de la imprenta. Una breve época en la que el conocimiento tuvo la oportunidad de dejar de ser un bien escaso para transformarse en la sabia intelectual del mundo del futuro, que ya nunca existirá.
La cantidad de información disponible en los 90 era muy inferior a la que existe hoy en día (de la misma forma que hoy lo es a la que existirá mañana mismo) e internet era un espacio donde las palabras bien y mal carecían de sentido. Si bien no existía demasiada cantidad de información tampoco resultaba complicado encontrar instrucciones para fabricar
"termita" o para construir una
"blue box", y sin embargo el disponer de esta información no supuso el fin del mundo ni un aumento de la violencia... ni el fin de las operadoras de telefonía. Es cierto que no todos los usos de estos conocimientos eran lícitos, pero cualquier persona con una nociones básicas de seguridad sabe que la seguridad por la oscuridad no es una práctica recomendable.
Desde el comienzo existieron cuentos de terror. Al terminar
"El derecho a leer" de Richard Stallman pensé "que miedo", era una historia demasiado terrorífica para tomarla en serio y aunque vi señales de lo que se cocía, mi idea darwiniana de la supervivencia de los
memes me ayudó, desgraciadamente, a conciliar el sueño cada noche.
El primer signo inequívoco de que algo no iba bien fué el
intento de la comisión europea de introducir la posibilidad de patentar software en Europa. Nunca ví el
canon a CDs y DVDs como un peligro, más bien me parecía una situación indignante y con facil solución, ya que era perfectamente legal comprar cds sin canon, hasta que surgieron
las consecuencias. Y cuando empecé a temer de verdad ya era demasiado tarde.
En españa hubo un tiempo en el que
la sola posesión de herramientas para evitar medidas de seguridad no era delito, y en el que la constitución pretendía garantizar el
acceso universal a la cúltura mediante
el derecho a copiar sin permiso expreso de los titulares del copyright obras de arte para uso personal. Por aquel entonces también podías utilizar tecnologías patentadas como el "
doble click" en programas que luego regalabas a la "comunidad".
Nunca olvidaré que, hace poco tiempo, tenía la oportunidad de ser libre y no la aproveché.