Voy a echarte de menos, Dean - Fanfic
TÍTULO: Voy a echarte de menos, Dean.
FANDOM: Supernatural.
PAIRING: Sam/Dean
CHARACTERS: Sam and Dean Winchester.
DISCLAIMER: Ninguno de los personajes son míos, pero sí lo son las ideas ^.^
CLASIFICACIÓN: R
SUMMARY: Es el cumpleaños de Sammy, y Dean ya sabe qué regalarle. Lo que no sabe es que no todo saldrá como lo había planeado.
Voy a echarte de menos, Dean
Dos días. Hace dos días Dean se horrorizaba si a Sam se le ocurría mencionar que sería su cumpleaños, o pegaba un brinco en cuanto alguien mencionaba el nombre de su hermano.
Ahora lo tiene todo planeado.
Es el cumpleaños del pequeño Sammy y ha comprado dos entradas para ir a ver al cine esa película de la que el mastodonte de Sam siempre habla. “Blood and Chocolate” o algo así.
Ha quedado con su hermano a las 12:00 PM, pero todavía no aparece. De cualquier manera Dean no se preocupa, sólo han pasado cinco minutos, joder.
Sam aparece por la puerta a las 12:10 PM, y Dean le mira desde la cama del Motel en el que se alojan. John ha salido de caza esta noche, y ni siquiera saben si va a volver hoy o tal vez mañana.
-Feliz cumpleaños, grandullón -la burla impresa en cada una de sus palabras y la sonrisa bobalicona de siempre cuando mira a su hermano escrita en la cara.
Sam gruñe y se deja caer en la misma cama que Dean ocupa, balbuceando algo “cállate” que a Dean le suena muy demasiado burdo. Y entonces lo comprende. El hermanito correcto y educado ha aprovechado su recién estrenada mayoría de edad para beber legalmente y llegar como una cuba. “Ése es mi chico” piensa. No dice lo mismo.
-Vaya, vaya, así que el bueno de Sammy está borracho, ¿huh? -se ríe-. Cuando papá se entere te mata -y se vuelve a reír.
Corta de golpe con las palabras de Sam. “Me voy”, le mira “¿adónde?”. “A Stanford. A la universidad”. Le mira y no es capaz de decir nada. Sólo mirarle con esos ojos verdes que dicen “¿por qué, Sammy? ¿Por qué te vas?” sin saber realmente lo que están diciendo. “Tengo que hacerlo, Dean. Tengo que irme”.
Y de repente los planes de Dean de ir al cine se evaporan como las nubes porque Sam le ha dicho lo peor que podía decirle en el peor día en que podía hacerlo. Se levanta de la cama y se mete en el baño. Necesita respirar y el olor de su hermano se lo impide. Se mira en el espejo. Está pálido, como si le hubieran dicho que se le ha muerto alguien. En cierto modo así es. No se le ha muerto nadie, pero su hermano se va, le abandona como una vez hizo su madre y como algún día hará su padre.
-No tienes que irte, Sam. Nadie te ha dicho que te vayas -discute, saliendo del baño y tan pálido como entró.
-Sí tengo, Dean. Papá me lo dijo. Me dijo que mañana cuando él vuelva no quiere verme aquí -un par de miradas y los ojos vidriosos por las lágrimas que nunca serán derramadas-. ¿Me llamarás? ¿Te acordarás de mí, Dean?
Dean le mira. “Te llamaré. ¿Cómo no me voy a acordar de ti, Sam, si te tengo hasta en la sopa, tío?”. Se sienta a su lado en la cama y le acaricia el pelo revuelto. Sam le obliga a tumbarse. Lo hace. Y de repente es Sammy por todas partes. Sammy en su cuello. Sammy en su nuca, Sammy en sus ojos, Sammy en sus labios. Y lengua y besos inexpertos y mucha saliva porque “Voy a echarte de menos, Dean”.
Es la primera vez que se besan sabiendo que hay algo ahí, algo que sienten pero no deberían sentir. Algo que existe, al fin y al cabo.
Sam se quita el jersey sin quitarse de encima. “Tengo calor, Dean, ¿tú no tienes calor?”, “un poco” y Sam le quita a él su jersey.
Erecciones que se frotan, labios que se buscan, manos que se tocan, lenguas que se enredan y salivas que se funden. Es erotismo. Erotismo son ellos. Sexo con la ropa puesta y emociones al máximo. Su última noche juntos.
Saben que se volverán a ver. Pero no saben cuándo. Y eso les quema.
Fin