Titulo: Contra viento y marea
Fandom: RPF/Fútbol
Pairing: empanadilla (cesc+villa)
Palabras: 2k
Beta:
locadelocuraRated: K
Summary: Cesc está preocupado por si no es fichado por el Barça, Villa le demuestra que no tiene nada de qué preocuparse, que lucharán contra viento y marea por su relación.
Él no suele hacer ese tipo de cosas. Obviamente, ha llamado a Cesc como un millón de veces, pero siempre suele hacerlo cuando ha visto en las noticias que se ha lesionado, para avisarle de que no puede ir a visitarle o alguna cosa por el estilo. Nunca antes le ha llamado por la simple necesidad de escuchar su voz cálida y alegre, nunca antes le ha llamado porque le eche de menos.
David Villa apenas es consciente de este hecho cuando marca a toda velocidad los números en su teléfono inalámbrico.
-Hello? -contestan al otro lado.
Permanece estático, porque no reconoce la voz, porque es una voz triste y apagada, vacía y casi sin vida. Aparta el teléfono de su oreja para ver si ha marcado bien. Sí, el número es correcto. Joder, ¿no será que Cesc está con otro? Entonces su respiración pesada le llega desde el otro lado de la línea y suspira aliviado.
-¿Cesc?
-¿David? -pregunta una vez más con ese tono de voz que David no ha escuchado nunca de los labios de su empanao.
-¿Va todo bien, crío?
-Sí -pero un sollozo se le escapa ante tal afirmación. David se sienta en un sillón y comienza a acariciarse la perilla, nervioso.
-¿Qué ocurre, Cesc?
-He discutido con el entrenador… -murmura antes de romper a llorar.
Sólo Dios sabe las ganas que tiene David de abrazarlo en ese momento, de romper la distancia entre ellos y tenerlo siempre cerca, pegado a él.
-¿Qué has hecho? -pregunta, relajándose. Cesc siempre ha demostrado ser un tipo muy sensible, aunque David no esperaba que se pusiera a llorar por una simple discusión.
-Sólo le he dicho que quiero que acepte cualquier oferta del Barça…
-¿Y qué te ha dicho?
-Que no me dejará marchar.
David cierra los puños inconscientemente. Durante unos días, cuando supo que el Barcelona estaba detrás de Cesc y de él, saboreó la posibilidad de que pudieran jugar juntos, de que no tuvieran que verse sólo en concentraciones o escapadas suicidas a Londres y España. Sabía que la negociación iba a ser dura porque, joder, su crío es una máquina, pero también tenía la esperanza de que el Arsenal reaccionara y el Barça moviera montañas si hiciera falta para fichar a Cesc.
Siente tal decepción en ese momento que le dan ganas de echarse a llorar como su niño, pero se niega. Él es el mayor y tiene que consolarle y hacerle ver que no es para tanto. Luego ya tendrá tiempo para llorar.
-Pero el Arsenal tampoco está tan mal… Creí que estabas contento.
-Y lo estoy, pero quiero volver al Barça.
-Sé que son tus raíces y todo eso, pero eres capitán del Arsenal…
-No es por las raíces -le interrumpe Cesc, hablando en voz baja-. Es porque quiero estar contigo.
David sonríe ante esas palabras, seguro de que allí, en su casa, nadie lo mirará con sorpresa ni recibirá burlas en cuanto cuelgue el teléfono.
-Bueno, no te rayes. Siempre has estado tú en Londres y yo en España…
-Sé que en este año, tres meses y nueve días -murmura Cesc, y David sonríe porque se ha equivocado: es un año, tres meses y once días, pero él no lleva la cuenta, claro que no- nos ha ido bien, nos las hemos arreglado fácilmente. Pero, ¿qué pasará el día en que a alguno de los dos nos ocurra algo y el otro no pueda llegar a tiempo?
Casi puede ver cómo las lágrimas de Cesc se deslizan por sus ojos al otro lado del teléfono. David está sorprendido por sus palabras.
-¿Has estado viendo Anatomía de Grey?
-¡Hablo en serio, David! -y su tono de voz es, efectivamente, tan serio que David no puede hacer otra cosa que enmudecer y sorprenderse por la firmeza y seriedad tan poco características de Cesc- Durante todo este tiempo nos hemos estado viendo a escondidas, preocupados de que no hubiera periodistas en tu casa o que no te sacaran ninguna foto en el aeropuerto de Londres. Durante todo este tiempo hemos estado haciendo locuras y, sí, ha sido divertido pero, ¿hasta cuándo va a durar? ¿Crees que podemos estar toda la vida así, escapándome a España y tú a Londres?
David permanece en silencio, demasiado abrumado por la seriedad de Cesc y sus palabras. No quiere reconocerlo, pero él también lo ha pensado.
-Por Dios -solloza al otro lado del aparato-, si llevamos un mes sin vernos porque el otro día, cuando bajé a España, me llamaste diciendo que había un par de reporteros bajo tu casa y no podían verme entrar.
-Lo dices como si fuera culpa mía.
-No es culpa tuya, es culpa de tu cobardía -le acusa Cesc y David por poco se desploma en el mismo sofá porque no está acostumbrado a que el crío le hable así-. Si la gente supiera de nuestra relación, nada de esto pasaría… Si el Barça me fichara sería más fácil estar juntos a escondidas pero, ¿y si no me ficha? ¿Y si sigo en el Arsenal? ¿Vamos a estar toda la vida así, fingiendo que sólo somos compañeros de selección?
-Cesc…
-Lo sé, no puedes confesar tu homosexualidad. Lo sé -suspira resignado-. Tengo que irme, ¿vale? Tengo entrenamiento. Hablamos.
Y cuelga. Cuelga porque no quiere volver a hablar del círculo vicioso en el que David y él llevan dando vueltas tanto tiempo. Cuelga porque sabe que pronto David se pondrá a la defensiva y le dirá (como ha hecho siempre) que las cosas están bien tal y como están, que no quiere cambiar nada, que no va a reconocer nunca que está con él porque sería reconocer su homosexualidad y, joder, él es David nosoymaricón Villa.
Se sienta en el sofá y mira la televisión sin verla. No tiene entrenamiento, pero carece de la suficiente fuerza de voluntad como para continuar manteniendo esa conversación con David. No sabe en qué momento se ha dado cuenta de que ya no es un crío, de que tiene veintitrés años y una firme y clara idea de futuro: estar con David.
En un principio, cuando posó por primera vez sus ojos en el asturiano, supo que haría cualquier cosa para estar con él. Y así había sido. Habían compartido más de un año juntos, lleno de escapadas a otro país, encuentros fortuitos en los vestuarios y confesiones que distaban mucho de ser amistosas. Pero el otro día, cuando después de tres semanas, Cesc viajó a España y recibió en el aeropuerto la llamada de David diciendo que había periodistas por los alrededores de su casa, supo que no podrían continuar así, que mientras los secretos y las mentiras continuaran cubriendo su relación, no podrían tener nada más que ese idilio.
Tal vez por eso se ilusionó cuando supo que el FC Barcelona ficharía a David y tenía intención de ficharlo a él también, porque vio un atisbo de esperanza en su relación, porque creyó que estando en el mismo país las cosas serían más sencillas. Pero la discusión con su entrenador le ha dejado el ánimo por los suelos, porque sabe que no es tan fácil que el Arsenal le deje escapar y que, por consiguiente, su relación con David se quedará atrapada en esa telaraña de secretos y mentiras.
Pasa horas así, frente al televisor, comiendo donuts de chocolate sin apenas ser consciente y mirando sin ver capítulos viejos de los Simpson, llegando siempre a la misma conclusión: mejor que las cosas se queden como están. Porque sabe que no pondrá fin a su relación con David aunque ello implique seguir como hasta ahora, porque le ama con todo su corazón y sabe que él también aunque se lo diga pocas veces.
Sí, si algo tiene claro Cesc es que luchará contra viento y marea por su relación con David, y que dure lo que tenga que durar. Aunque no por ello se encuentra menos deprimido por la situación.
De pronto, escucha un ligero alboroto fuera de su casa y se aproxima a la ventana para ver qué está ocurriendo. La imagen de David con una pequeña maleta en la mano provoca que abra mucho los ojos, se dirija hacia la puerta principal y la abra para tener un mejor campo de visión de lo que está ocurriendo. Lo que ve le deja de piedra: David Villa, sin gafas de sol ni cualquier otro intento por pasar desapercibido, se abre paso entre multitud de periodistas que se apelotonan en los alrededores de su casa preguntándole qué hace allí y cómo va su entrada en el Barça para dirigirse directamente hacia él.
-Hola -saluda con una sonrisa justo antes de posar sus labios en los de Cesc frente a miles de cámaras inmortalizando el momento.
Cesc, entre sorprendido y anonadado, no es capaz de corresponder el beso que David le da y apenas es consciente de cómo el propio David cierra la puerta de su casa dejando fuera a los boquiabiertos periodistas. Se separa dulcemente de Cesc y lo abraza.
-¿No vas a abrazarme siquiera? -le pregunta David en su oído.
Poco a poco, los brazos de Cesc parecen moverse inconscientemente para rodearlo.
-David… ¿Te das cuenta de lo que acabas de hacer?
-¿El qué? ¿Coger el primer avión a Londres y venir hasta tu casa sabiendo que miles de periodistas se encuentran frente a ella y que mañana tengo la presentación del Barça? Sí, creo que sí.
-Me has besado delante de los periodistas -explica apartándose de él, esperando que de un momento a otro David comience a cagarse en todo.
-¿En serio? -finge estar sorprendido- Mierda. Bueno, algún día nos tendrían que pillar…
-Pero…
David sonríe y cubre con sus manos las mejillas de Cesc, observando la expresión más que confusa de su empanao y sintiéndose culpable por sus ojos hinchados y su rostro apenado.
-Me ha costado darme cuenta de que no podemos seguir toda la vida a escondidas -murmura mirándolo a los ojos, orgulloso y sonriente- No si queremos tener una vida juntos.
David palpa el bolsillo trasero de su pantalón y saca una llave de ella él para colocarla en la mano inerte de Cesc.
-Es la llave de mi piso. Tanto si el Barça te ficha como si no, quiero que la tengas. Probablemente te encuentres a los paparazzi por allí... Tú di lo que quieras o no digas nada, me parecerá bien.
-Pero…
-Cesc… Te quiero. Todo este tiempo que hemos pasado juntos ha sido divertido y excitante, pero no quiero seguir escondiéndome… Bueno, sí me gustaría, claro. Pero quiero tener una relación estable contigo, quiero que puedas venir a casa cuando te salga de los cojones y que yo pueda venir a visitarte siempre que te eche de menos, sin preocuparme por si alguien nos puede ver. No quiero… No puedo perderte.
Cesc, todavía sorprendido por los acontecimientos que se han llevado a cabo en menos de diez minutos, siente una lágrima recorrer su mejilla. David la limpia y sonríe, porque sabe que a partir de ese momento Cesc sólo llorará de alegría, nunca más porque no puedan estar juntos.
-Te quiero, David -se abraza a él y lo besa con una dulzura indescriptible.
Días más tarde, después de la presentación de David Villa en el FC Barcelona, cuando todos crean que todo está perdido, el Barça logrará fichar a Cesc. Y David, lejos de arrepentirse por sus actos pensando “joder, al final hubiéramos podido estar juntos sin necesidad de que comunicara a los medios mi relación con Cesc”, estará orgulloso de haber dado ese paso.
Porque a partir de entonces, después de cada entrenamiento, Cesc y David irán juntos a su casa y verán Bob Esponja en su tele y comerán donuts en su sofá y dormirán en su cama. Y ya no tendrán que estar separados nunca más.