Al otro lado del Arco Iris [cap 4]

Mar 26, 2010 12:13


Titulo: Al otro lado del Arco Iris
Fandom: Digimon
Pairing: Sora Takenouchi & Yamato Ishida
Capítulo: # 4
Rated: T
Summary: Lo que comenzó como un inocente reencuentro de viejos amigos se convertirá en mucho más para Matt, sobretodo cuando el Mundo Digimon vuelve a necesitar a los Niños Elegidos.

Comencé a correr en la dirección que seguía Birthdramon, sin dejar de gritar su nombre. Corrí y grité hasta que ella me oyó. Al cabo de unos segundos estaba en tierra firme, y Birthdramon había vuelto a convertirse en Piyomon.
- ¡Matt! - gritó ella corriendo hacia mí.
Fue gracioso darme cuenta en aquel mismo momento que aún llevábamos el pijama puesto, Sora con aquellos shorts y camiseta de tirantes estaba simplemente radiante. Todas las dudas y los temores que había sentido hacía unos minutos desaparecieron en cuanto la abracé. Era inevitable sentir las sensaciones más maravillosas cuando Sora estaba cerca, estaba perdido en mis sentimientos. Me separé lo justo de ella para mirar a Piyomon, que yacía en el suelo agotado.
- ¿Qué le ocurre? - pregunté.
Sora se giró y descubrió a su digimon sobre el suelo, completamente inconsciente.
- ¡Piyomon! - gritó mientras se acercaba a ella y la cogía entre sus brazos - A penas llevamos dos minutos volando… no tiene sentido que esté así de cansada… - murmuró con los ojos entristecidos.
Me acerqué a ella y rodeé sus hombros con mi brazo.
- Vamos a un lugar tranquilo y dejémosla descansar.
Y así nos adentramos en el bosque buscando algún lugar donde pasar la noche y descansar.
- ¿Has visto algún digimon? - preguntó Sora mientras caminábamos.
- No, llevo aquí más de veinticuatro horas y no he visto ni un solo rastro de digimons… ni de nada más.
- Yo tampoco. Es extraño, ¿verdad?
- Mucho. Me preocupan los demás… - añadí con nerviosismo.
- A mí también, pero tengo una teoría.
- ¿Qué teoría?
- Tú y yo estábamos a pocos metros de distancia aquí en el Mundo Digital… y estuvimos juntos justo antes de que nos trajeran… - dijo ruborizándose al recordar que habíamos estado a punto de volvernos a besar, sonreí por aquel gesto de inocencia - Por lo tanto, supongo que los demás también estarán cerca. Si no se han encontrado ya, no tardarán en hacerlo.
- Pero los demás fueron abducidos mucho antes que nosotros - comenté pensativo, recordando el momento exacto en el que todo había sucedido.
- Entonces seremos nosotros los que más alejados estemos de los demás.
Me gustaba la idea de pensar que Sora y yo estaríamos solos mucho más tiempo del que pensaba, de repente, ya no me importaba tanto que no encontráramos a los demás.
- T.K. y Kari vinieron abrazados - recordó Sora, quebrando mis pensamientos -. Joe, Mimi y Tai fueron succionados bastante seguidos… e Izzy, tal vez Izzy sea el que más tarde en encontrar a los demás.
- Es una buena teoría - apoyé con una sonrisa.
Caminamos varios metros más y encontramos una grieta que podía servirnos como cueva. Cogimos hojas, leña y frutas y fabricamos un pequeño campamento improvisado. Encendimos un buen fuego mientras dejábamos que Piyomon descansara sobre las hojas que habíamos capturado para hacer más cómodo el suelo. Sora y yo permanecimos sentados con la espalda apoyada en el fondo de la cueva, uno al lado del otro, en aquel silencio acogedor.
Era curioso porque, con Sora a mi lado, me daba la sensación de que nada podría salir mal, de que por muy difíciles que estuvieran las cosas con ella siempre serían más fáciles. ¿Acaso era eso… estar enamorado?
- ¿Cómo encontraste a Piyomon? - pregunté rompiendo el silencio.
- Cuando desperté en el Mundo Digital, simplemente me senté y cerré los ojos pensando en ella - explicó con un tono de dulzura -. Supongo que mis sentimientos hacia ella y el emblema tuvieron mucho que ver, pero recuerdo haber sabido el camino que debía tomar… me dejé llevar por la sensación que me daba su presencia… y simplemente encontré su huevo.
- Así que te dejaste llevar por los sentimientos - simplifiqué.
- Sí, así es.
- Entonces jamás encontraré a Gabumon - murmuré.
- ¿Por qué dices eso? - preguntó Sora clavando en mí una mirada interrogante.
- Por que yo no soy capaz de sentir, Sora - expliqué, contándole por fin lo que nunca me había atrevido a contar a nadie -. Yo soy un tipo frío, el tiempo y las cosas que me han ocurrido me han vuelto insensible…
- Eso no es verdad - interrumpió enfadada -. Sé lo que ocurrió con tu madre, Matt. Sé que alejó a T.K. de ti, que después de aquello no volviste a ser el mismo…
- ¿Cómo lo sabes?
- Ya no recuerdas las cartas que nos escribíamos los meses después de volver del Mundo Digimon, ¿verdad? - preguntó con un deje de tristeza en su voz.
- …no.
- Estábamos en contacto, Matt. Hablábamos por teléfono, por carta… pero un día, simplemente dejaste de contestar. Fue entonces cuando me enteré de lo de T.K., me lo contó él desde Francia.
- ¿Hablaste con él mientras estaba en Francia? - pregunté sorprendido.
- Cuando pasaste varias semanas sin dar señales de vida decidí llamar a Takeru - repuso -. Él me contó lo que había ocurrido.
Permanecí en silencio, enternecido. Sora… mi Sora. No podía evitar quererla, y menos cuando me contaba detalles como aquel.
- Así que no se te ocurra decir que no sientes nada, Yamato Ishida - refunfuñó, yo sonreí, estaba tan hermosa cuando se enfadaba, cuando pronunciaba mi nombre completo… -. Sientes afecto por todos tus amigos, por eso estás preocupado por los demás. Sientes amor hacia tu hermano, por eso te duele tanto que no esté cerca de ti. ¡Por Dios, Matt, eres humano!
Y, así, de ese modo tan brusco y radical, Sora me abrió los ojos a una realidad que no había querido ver antes: era un humano normal y corriente, con sentimientos. Tal vez bonitos, tal vez horribles, pero sentimientos al fin y al cabo.
- Mañana mismo vas a encontrar a Gabumon - aseguró con una sonrisa.
- Gracias Sora, de verdad.
Me acerqué a ella y la besé tiernamente en la mejilla, como cuando éramos niños. Luego apoyé mi cabeza en su hombro y cerré los ojos, dejando que el sueño acudiera a mí y me llevará a su terreno.
Cuando desperté Sora ya no estaba. En un primer momento me asusté, pero luego la vi fuera de nuestro campamento improvisado, contemplando el amanecer junto a un Piyomon más recuperado. Me acerqué a ellas y me senté a su lado. Sora me dirigió una mirada de cariño acompañada con una sonrisa.
- Buenos días.
- Buenos días - respondí.
- ¿Estás listo para ponernos manos a la obra?
- Claro.
Recogimos nuestro pequeño campamento y nos dirigimos a un descampado que estaba situado a pocos metros de nosotros.
- Está bien, cierra los ojos - ordenó Sora -. Relaja tus músculos, deja la mente en blanco y trata de pensar en Gabumon.
- De acuerdo.
Me puse en posición e hice lo que Sora me había mandado. Noté cómo ella y Piyomon se alejaba para dejarme mi espacio y aquello me reconfortó. Traté de dejar la mente en blanco, tal vez pasaron tres o cuatro minutos, pero nada sucedió. Abrí los ojos desilusionado.
- No puedo hacerlo.
- Claro que puedes - me animó Sora acercándose a mí -. Matt, eres un humano, tú puedes sentir, sientes amor por tus amigos, por T.K., por Gabumon… sólo recuérdalo.
Asentí y volví a cerrar los ojos. Sora me besó en la mejilla antes de alejarse, aquel roce de sus labios contra mi piel despertaron en mí aquellos sentimientos que tanto me gustaban pero a los que tanto miedo tenía…
De pronto sentí algo en mi interior, una especie de llamada, una intuición. Abrí los ojos y mis pies comenzaron a caminar aparentemente hacia ningún lugar en concreto, pero yo sabía que estaban llevándome a Gabumon. Sora me siguió a una prudente distancia, tratando que no se apagara aquella inspiración divina, caminé durante varios minutos en una especie de trance. Hasta que lo encontré.
El huevo de Gabumon se hallaba frente a mí, escondido entre unos matorrales. Lo cogí entre mis brazos con cuidado, como si fuera una frágil figura de porcelana, fue tal mi felicidad por haber logrado encontrarlo que me abalancé sobre Sora en cuanto la vi detrás de mí. Ella sonrió y respondió a mi abrazo con amor y ternura, cuidadosa de no dañar el huevo.
- Sabía que lo conseguirías - susurró en mi oído.
- Te quiero.
Las palabras salieron de mis labios inconscientemente, de pronto comencé a ponerme nervioso, mucho más nervioso de lo que jamás recordaba. Jamás, jamás le había dicho a alguien aquellas dos palabras, la frase y muestra de cariño "te quiero" no entraba en mi vocabulario.
Al parecer Sora también había advertido mi nerviosismo y mi falta de práctica con aquellas cosas. Se apartó un poco de mí y sonrió de forma tranquilizadora.
- Matt, yo…
Pero sus palabras quedaron suspendidas en el aire. El huevo comenzó a moverse, a romperse con finas grietas producidas por un movimiento en su interior. Punimon asomó su roja cabeza por el huevo, con el cascarón cubriéndole la parte superior de su cuerpo. Sora se la quitó con dulzura y me miró con una sonrisa, esperaba que ella continuara lo que había comenzado a decir, pero al parecer decidió permanecer en silencio.
____
Los días pasaban a una velocidad asombrosa. Piyomon continuaba sin poder digievolucionar, mientras que Punimon pronto pasó a ser Tsunomon, y éste, no tardó en digievolucionar a Gabumon. Sora y yo estábamos más unidos que nunca, hablábamos muchísimo, todo lo que no había hablado en mi vida lo hablaba con ella. Ambos parecimos olvidar el hecho de que días atrás yo le hubiera dicho que la quería.
La verdad era que en lugar de sentirme cohibido o intimidado por aquella confesión me sentía, en cierta manera, liberado. Como si por fin lo hubiera soltado, como si por fin fuera yo al cien por cien, y aquello me daba más confianza en mí mismo para hablar con Sora, para que nuestra relación fuera a más, para quererla como nunca antes había querido a ninguna otra persona.
Una noche, como cada noche, Sora y yo nos quedamos contemplando la luna mientras Piyomon y Gabumon dormían cerca del fuego, estábamos uno al lado del otro, hablando de todo y de nada, disfrutando de nuestra compañía.
- ¿No me dijiste el otro día algo de tu padre? - pregunté de pronto, recordando trozos de conversaciones que habíamos mantenido.
- Sí - respondió con cierta tristeza -. Lo encontré hace año y medio.
Según sabía, Sora había vivido sin un padre en el cual apoyarse, ya que había abandonado a su madre al dejarla embarazada, aunque claro, aquel era un dato que Haruhiko (su padre) no sabía. Sora había llegado a pensar que su padre había fallecido años atrás.
- No pareces muy feliz - comenté viendo su rostro.
- No es eso… me alegro de haberle conocido pero… - suspiró mirando al cielo - Matt, hay algo que quiero contarte.
Tal vez fuera por la forma en la que lo dijo, por su rostro entristecido o por su mirada desolada clavándose en mí de pronto. Fuera lo que fuera, me estremecí de pies a cabeza.
- ¿Qué pasa, Sora?
Suspiró una vez más.
- Conocí a Haruhiko hace un año y medio, es de España y al parecer vino a Odaiba por trabajo - relató abatida -. Se encontró con mi madre por la calle e insistió en verme, ya que él no sabía nada de mi existencia. Quedé con él, fue un gran momento - su rostro se iluminó -, Haruhiko es un tipo simpático, muy amable y divertido… tiene gestos y formas de expresarse y hablar que me recuerdan a mí misma. Me siento muy a gusto cuando estoy a su lado.
- Pero eso está bien - dije al ver que lo decía como si fuera algo malo.
- Se quedó varios meses en Odaiba para conocerme mejor - continuó haciendo caso omiso a mi comentario -, pasaba horas con él, me encantaba su compañía, estar con Haruhiko después de tantos años preguntándome cómo sería mi padre o si estaría o no muerto… fue maravilloso.
- Entonces, ¿qué problema hay?
Reinó un silencio que ocupó varios minutos, Sora clavó sus ojos rojizos en mí. Estaban llorosos, tristes, desesperados. Quise abrazarla, besarla, consolarla por aquel dolor que no sabía de dónde venía.
- Me pidió que fuera con él a España.
- ¿Y tú que le dijiste? - pregunté con el corazón en un puño.
- Que me lo pensaría.
Hizo una pausa de milésimas de segundo, pero yo quise agarrarla de la mano, abrazarla fuerte contra mí y decirle: "No te vayas, Sora. Yo voy a darte razones para quedarte… te quiero, te amo…" Pero, no obstante, aquellas palabras no salieron de mi boca.
- Luego acepté - continuó mientras las lágrimas caían por sus mejillas.
Una vez más sentí cómo algo se rompía en mi interior, aquel corazón que tanto tiempo me había costado recomponer pedazo a pedazo había vuelto a quebrarse, y supe que jamás volvería a tratar de arreglarlo, porque terminaría rompiéndose siempre. De pronto ya no vi el rostro de Sora, solo vi la rabia contenida en mi interior, las ganas de llorar tan fuertes que mi garganta rugía de dolor.
Hubiera podido echarme a llorar, suplicarle que no se marchara de mi vida ahora que la había encontrado, que se quedara conmigo, que la haría feliz… pero no lo hice. Preferí dejarme inundar por el odio, por la rabia que me cegaba. Odiaba a Sora, la odiaba por haberme hecho creer que podía sentir para luego romperme el corazón de aquella forma.
- ¡Yamato! ¡Sora! - gritó alguien antes de que pudiera desarrollar mi enfado gritando a Sora.

pairing: sorato, fandom: digimon, longfic: al otro lado del arco iris

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