Título: Pandora
Clasificación: NC-17, Yaoi
Géneros: Angst, AU, ligero BDSM
Parejas: OnHyun (Jongyuu)
Resumen: Jinki es un chico tranquilo que llama poco la atención. Jonghyun es un muchacho activo que se come el mundo por el cual anda. Una noche, buscando algo entretenido que hacer Jonghyun conoce en Internet a un extraño personaje al que, poco a poco, comienza a desear; esta persona le lanza un reto <>. ¿Será Jong capaz de jugar con el corazón de Jinki para conseguir lo que quiere o quizás descubra que ese chico esconde algo más?
Nota: Este fic lo escribí para el SN de primavera del 2013.
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Prólogo.
Capítulo 1 Capítulo 2.
El reloj sobre su mesa marcaba un intermitente tres seguido de dos ceros en lenguaje digital brillando de un color verde fosforito, destellando en la oscuridad. Los ojos le pesaban y sabía que el haber pasado tanto tiempo sin dormir le pasaría factura cuando tuviese que ir a clase, pero no podía dejarlo; aquello se había vuelto más adictivo que cualquier droga y no podía apartarse de la pantalla del PC, aunque la razón le dijese que aquello no estaba bien.
Sus labios se curvaron en una sonrisa pícara casi al segundo en el que las primeras palabras aparecieron en la pantalla de respuesta; todo lo que decía aquella persona le envolvía por completo, pegándolo a la silla de su escritorio con un pegamento más potente que el Loctite; la adrenalina de no saber que iba a pasar.
Había topado por casualidad con aquel contacto, navegando aburrido por foros de interés común, le había parecido gracioso aquel nick y lo había agregado, porque había tenido que ser así, después de haber hablado con él varias veces lo entendía; la personalidad de su ciber-interlocutor era tan increíblemente absorbente que de haber sido él quien le agregase ahora no estarían como lo estaban.
Echó el cuerpo hacia atrás para desentumecer su espalda y estirar los músculos, se despeinó el flequillo castaño que ya tenía revuelto y lo llevó atrás con su mano; era adicto, adicto a una presencia, a una sensación, a unas malditas palabras escritas en una pantalla de ordenador, adicto a una persona que no conocía, alguien que jugaba con él y él se lo permitía, porque después de todo había anulado su decisión y tan sólo se sentía bien si esta persona se lo permitía. Pero no de una manera directa, pues su interlocutor era tan bueno que incluso sabía cómo usar las palabras para semejar que él no tendría nunca la culpa de las decisiones de sumisión extrema a la que había llegado. Jong no podía evitarlo, ni podía ni quería hacerlo; hablar con aquella persona se había vuelto el centro de su vida.
Siempre había caminado por la vida con la cama hecha, todo estaba bien, en casa sus padres eran amables y permisivos, su familia no tenía problemas, caía bien a la gente, tenía muchos amigos y jamás una palabra por encima de la otra con nadie. Las chicas le adoraban, los chicos eran sus aliados, nunca había tenido dificultades para estudiar y los profesores siempre hablaban cordialmente con él. En otras palabras, si había algún chico con estrella en donde vivía sin duda tendría que ser él. Jong era un chico con suerte y lo odiaba.
Había intentando meterse en problemas muchas veces, pero siempre sucedía algo que hacía que todos sus planes se fuesen al garete. Y al final había encontrado algo que hacía latir su corazón de manera acelerada, jamás pensó que lo encontraría en una pantalla de ordenador, posiblemente, a miles de kilómetros de distancia. Pero el no haberlo pensado lo hacía mucho más interesante y excitante. Aquello no solo le provocaba una sonrisa en los labios, sino todo lo que había estado buscando.
Jong era el chico popular, el chico guapo que todas adoraban. Era el alumno perfecto, el hijo perfecto, el amigo perfecto; divertido, educado y agradable, correcto y puntual. Era lo que todos querían ser o tener cerca. Pero realmente era un caos, ese Sí implícito en el No, ese querer y no poder y, por encima de todo, un adicto al peligro.
Y ahí estaba, tecleando a las tantas de la madrugada, con los dedos fríos resonando por el cuarto, la boca seca y los ojos rojos pegados a la pantalla. Esperando una respuesta, aunque sólo fuese un monosílabo, o algo estúpido y sin razón, sólo por sentir, por saber que el hombre al otro lado, quería algo de él.
“¿Cuándo nos veremos?”
Escribió con premura equivocando las letras en el primer intento y teniendo que borrar para volver a escribirlas correctamente. La persona al otro lado no contestó al momento, se tomo su tiempo, el cual, para JongHyun fue demasiado.
“Antes tienes que ganártelo.”
Jonghyun se mordió el labio sin saber si reír o molestarse, pero sabía que a aquella persona le gustaba mucho jugar con él y, en el fondo, eso era algo que le encantaba y no se lo podía negar.
Se pasó la lengua por los labios pensativo y dejó, de nuevo, que sus dedos volasen por encima de las teclas dándole sentido y formas a sus pensamientos. Pulso enter y lo envió, en la pantalla se presentó con arrogancia.
“Sólo ordena y lo haré.”
Nunca había sido de esa clase de personas, pero su personalidad, su decisión y su voluntad se había anulando por completo ante aquel ser. Era algo que ni si quiera quería tener en cuenta, solamente quería vivirlo, porque nunca antes se había sentido más vivo que a través de esas palabras. Claro que era un secreto, algo que no podía decirle a nadie, pues si lo hacía, qué pensarían los demás de él, del gran Jong, el chico perfecto.
El silencio se hizo inmenso en aquella habitación en la madrugada, sólo el zumbido de su ordenador con el ventilador dando vueltas, las luces de la pantalla y el cutre tuneo de la torre le iluminaban. Nuevamente los nervios le comían por dentro, sabía que solo se estaba demorando por joderle, sabía que al otro lado, esa persona sonreía satisfecha por tenerle así, le ponía de una manera morbosa, enferma y tan impropia de él que adoraba.
“Debes hacer que se enamore de ti.”
Jong leyó aquella frase con detenimiento, una y otra vez, pero no entendió a lo que se refería.
“¿Quién?”
Preguntó, quizás mostrando un lado más inocente de lo que él realmente era consciente. Pero esta vez, más rápido de lo que había pensado, la respuesta apareció en su pantalla con aquel característico pin que tan poco le gustaba.
“Demuéstrame que eres digno de mí, quiero verte robarle el corazón al tío más insignificante que conozcas.”
“No me fijo en esas cosas.”
Contestó Jonghyun con prisa.
“No me hagas reír, y qué hay de aquel chico, Jinki, dijiste que se llamaba así.”
“¿Jinki?”
Preguntó redundantemente mientras movía su lengua de un lado para el otro dentro de su boca jugando por sus dientes. Se echó hacia atrás y apoyó la cabeza en sus brazos mirando al techo.
Jinki era un tío raro, alguien que hablaba poco, era como una especie de chico invisible, como esa persona que sabes que está en clase, pero ni le pones nombre ni cara. Sin duda era el típico que te cruzas por la calle y miras raro, porque a pesar de que te suena, no sabes de qué es.
“Eso será demasiado sencillo.”
Añadió antes de que su ciber-interlocutor le contestase.
“Sólo hazlo y entonces seré todo tuyo.”
Jong quiso responder pero el otro ya había abandonado la conversación. Observó el reloj que continuaba parpadeando con sus números fluorescentes entre las sombras de su escritorio a media luz y sonrío.
Aquello parecía que sería más sencillo de lo que había pensado. Se levantó de la silla y se estiró, elevando las manos por encima de su cabeza haciendo crujir los huesos de su cuerpo y suspirando con profundidad. Le esperaba un largo trabajo por delante pero estaba seguro de que el resultado final valdría la pena.