Jul 01, 2009 02:50
Disclaimer: no es mío, es de ella, JKRowling.
No recuerdo si Malfoy sigue siendo prefecto en el 6º, lo siento si me he equivocado.
5. Proyecto Perro y olé.
Harry no se enteró de las encendidas especulaciones. Se saltó el desayuno. Dormía. Tan feliz. Hasta que sus preocupados amigos decidieron intervenir.
Ron y Hermione entraron en el desierto dormitorio de chicos de sexto año de Gryffindor. Siendo sábado, la mayoría de alumnos de cursos superiores estaban en Hogsmeade. Ellos hicieron tiempo desayunando y paseando por el lago hasta que Hermione se cansó de escuchar las absurdas teorías de Ron y lo arrastró hasta allí, justo a los pies del héroe del mundo mágico. Sentados en la cama del pelirrojo, lo observaban descansar plácidamente.
-Por lo menos, esta vez lleva el pijama- suspiró- es un alivio.
-Aún no sabes si anoche pasó algo, Ron, no te precipites en sacar conclusiones. Sólo porque ayer te despertaras y no estuviera en su cama no quiere decir que estuviera entregado a la depravación y el vicio. Otras veces se ha ido a pasear por el castillo de noche y...
-Pues mira lo que pasó la última vez- le cortó- Te digo que Harry está raro. Tiene algo en la cabeza. Además del sexo, claro.
-Es tu amigo, no deberías pensar mal de él.
-Oye, yo me alegro, ya sabes, si triunfa uno triunfa el equipo. Además, no son imaginaciones mías- añadió con la vista fija en el otro- Mírale el cuello. Otra vez lo han marcado.
Hermione se levantó y se acercó a la cama de Harry, que dormía despatarrado, como si se hubiera caído del techo. En el cuello, medio oculto por el pijama, un mordisco. Se quedó un momento pensativa y luego, con decisión, destapó al durmiente y empezó a desabrocharle los botones de la camisa.
-¡Herm! ¿Qué rayos estás haciendo? Si estás tan desesperada, ¡aprovéchate de mí!
-¡Ronald Bilius Weasley, no seas idiota! Sólo quiero comprobar una cosa.
-¿El qué?
-¡Ajá!- sonrisa satisfecha de la castaña.
-¡Herm!
-Míralo tú mismo.
Ron se acercó y vio el pecho de su amigo otra vez con señales de arañazos y dientes, el pezón con el pendiente enrojecido. Rió.
-Le gusta duro, jejeje
-¡Ron!- pero no pudo evitar reír ella también.
En ese momento Harry abrió los ojos y se encontró a sus dos mejores amigos riéndose. Al segundo siguiente se percató de que su pijama estaba desabrochado y “ooooh horror horror, no estás viendo esto, no ha vuelto a pasar, no no y no, necesito refrescarme, necesito agua, agua....”
PLASS
-¡Has conjurado agua! ¡¡Sin varita!!
-Ya me he dado cuenta, Herm- gruñó el moreno- soy yo el que está mojado, por si no te has dado cuenta- miró a su alrededor. El, su pijama y su cama estaban empapados. Ron y Hermione estaban completamente secos (y atónitos). Ni siquiera había más agua en el suelo que la que él había salpicado. “¡Por Merlín, ¿qué está pasando?!” Notaba la boca pastosa y con un sabor a rayos. Un sabor que ya conocía. El sabor del día después. ¿Después de qué? “Por favor, otra vez no, por favor por favor haré lo que sea”. Examinó sus recuerdos, pero después de la biblioteca no recordaba nada, otra vez un vacío. “¡Puto experimento de Neville! ¿Por qué a mi me da amnesia y a Ron y a los otros no? Más aún, ¿por qué en cuanto me fumo tengo sexo ? Yo diría que ya no soy virgen, pero no noto nada distinto. Salvo mi magia. Bueno, al menos esta vez no seré el cotilleo del colegio, en este cuarto sólo estamos nosotros. Hay que dar gracias a Merlín por los pequeños favores”.
-Harry- Hermione sonaba preocupada- tienes que decirnos qué te pasa, sabemos que no estás bien. Sólo queremos ayudarte, pero si no nos lo cuentas no podremos hacer nada.
-Estoy bien, Herm, es sólo que... bueno, verás, Neville...- vio el disimulado gesto negativo que hacía Ron con la cabeza.
-Neville, ¿qué?
-No, nada, se me ha ido la olla- resoplido aliviado de Ron- esto de la amnesia me tiene desconcertado.
-¿En serio tienes amnesia? ¿Otra vez?
“Estoy harto de que últimamente todas mis conversaciones incluyan las palabras “otra vez”. ¡Merlín, ¿qué he hecho yo para merecer esto?!”
-Son las hormonas- dijo Ron- en cuanto pegas un polvo se te sobrecarga el cerebro.
-Gran teoría, Ron- se burló la castaña.
-No discutáis ahora, chicos. Anda, Herm, espera en la sala común mientras me cambio.
En cuanto la chica se fue, Harry aprovechó para hacerle unas cuantas preguntas a su amigo.
-¿En serio Herm no lo sabe?
-¡¿Estás loco?! Yo no se lo he dicho hasta ahora, y si sabes lo que te conviene tú tampoco le dirás nada, ¿o quieres aguantar todos los sermones que te caerían si se enterara? Además, no podrías volver a fumarte tranquilo, seguro que nos lo requisaba o algo así.
-Me has convencido, hermano- se dio los últimos toques en la corbata- anda, vamos a las cocinas a ver si me dan algo de comer.
-Hecho.
Caminaron un rato en silencio, pero al pelirrojo le podía la curiosidad.
-Entonces, ¿tampoco sabes con quién lo has hecho esta vez?
-NO, Ron, no sé quién es- “aunque empiezo a pensar que lo más probable es que la otra persona también tenga amnesia, no es una hipótesis descabellada y explicaría muchas cosas.”
-Pues en cuanto te acuerdes me lo cuentas, tiene pinta de ser una historia que me gustará oír jajaja
-Ja. Mira cómo me río.
A la misma hora, en las mazmorras, Severus Snape paseaba inquieto por su despacho. Hacía mucho ya desde que había tomado el desayuno y con él la noticia del día. El rumor corría por los alumnos de los cursos inferiores, los únicos despiertos, y en todas las mesas había grupitos de cabezas especulando. Los leones se habían colocado segundos en una remontada espectacular y nadie sabía por qué. El mismo se había acercado a los relojes a comprobarlo. Todas las teorías de los gry señalaban a Potter como el héroe y cada una era más estrambótica que la anterior. Había para todos los gustos, desde batallas con alguna bestia de Hagrid en el bosque hasta cuadros asesinos en los pasillos. Todo muy valiente y muy Gryffindor. Sin embargo, la teoría personal de Snape incluía a un Harry Potter muy escaso de ropa. Un Harry Potter que, por la cara desencajada del Señor Tenebroso, había pasado la noche entregado al fornicio con sano entusiasmo. Un Harry Potter que encima había recibido una buena puntuación por su faena. “Aaaarrgggh ¡adolescentes!” gruñó Snape. Se detuvo frente a un armario de su despacho. Dentro había una botella de excelente whisky de fuego (regalo de Lucius) y algunos de sus propios experimentos. Con un gruñido reanudó el paso. El fru-fru de su túnica habría indicado a unos cuantos gry que el profesor estaba llegando a su punto de ebullición, y no se habrían equivocado. Estaba de un humor de perros, apenas había dormido por culpa de Potter. El Señor Tenebroso lo había mandado llamar y castigar dos veces en la misma noche... por culpa de Potter. “¡Maldito Potter! El mundo está a un paso de irse por el desagüe y él dedica las noches a joder. Literalmente. ¡Yo lo capo! ¡Y al imbécil de Malfoy también! Seguro que es él, es prefecto. ¡Malditas hormonas y malditos críos! El único gryffindor que deambula por el castillo a la luz de la luna es soy-el-favorito-de-Dumbledore Potter y el único tan cabrón para dar puntos por un polvo es Malfoy, mmfñggf… ¡yo los mato! ¡a los dos! Primero me monto un trío con ellos y luego les lanzo un bonito avada a cada uno… ¡Ay! ¡Qué bien me vendría ahora un trago! Lo malo de ser un espía doble es que no puedes emborracharte prácticamente nunca, siempre te llaman en el momento más inoportuno. No puedes tener tus neuronas chapoteando en whisky de fuego y cantando Merlin save the Queen mientras uno de los dos chiflados aporrea tu mente”.
En la sala común de Gryffindor la mayoría de los estudiantes se relajaban enseñándose sus respectivas compras en Hogsmeade, hacían bromas o jugaban a snap explosivo. Lo normal en una tarde de sábado. Sin embargo, el trío resplandor estaba en una esquina de la mesa rodeado de libros y pergaminos. Hermione los tenía haciendo los deberes y sermoneándoles por la falta de interés en los estudios. Predeciblemente, Harry acabó hartándose, sobre todo porque cada dos por tres se le iba el santo al cielo con el Proyecto Perro y Hermione parecía una mosca cojonera, le fastidiaba y no le dejaba pensar.
-Para un rato, Herm, eres un puto taladro.
-¡Harry!- exclamó dolida.
-¿Qué es un taladro?
-Lo siento, Herm- se disculpó el moreno- de verdad, es que a veces eres estooo- se adentraba en terreno resbaladizo, “una palabra equivocada y estoy frito”- estoo demasiado uuh insistente- la cara de Hermione cambió a peor y Harry se apresuró a invertir el rumbo de su disculpa- no, no quería decir eso, me refiero a que te preocupas mucho por nosotros y no te lo sabemos valorar, es eso, en serio.
-Ah- Hermione parecía un poco aplacada.
-¿Qué es un taladro?
Lo bastante aplacada para volver a la carga.
-En serio, Harry, ahora más que nunca tienes que estudiar para controlar tu magia.
-En un par de días se pasará, como la otra vez- se despreocupó el chico, no quería pensarlo mucho porque de hecho no tenía ningún recuerdo sobre el que reflexionar.
-Ese no es el punto.
-¿Qué es…
-¡Ahora no, Ron! El punto, Harry- le señaló con la pluma salpicando sin querer su propio pergamino- es que no puedes estar descontrolado en medio de una guerra. Sí, no me mires así, la guerra ya ha empezado aunque nosotros aún no tomemos parte en ella. No puedes ir por ahí pegando polvos amnésicos que además te dejan la magia distraída.
-En eso tienes razón, Herm, pero ahora tengo otras cosas en la cabeza.
-¡Eso es lo que me preocupa! ¿Qué hay más importante que esto? Y no me vengas otra vez con lo de que Malfoy está tramando algo serio.
-No te lo puedo decir.
-¡¿Hay algo que no nos puedes decir?!- la voz de Ron sonaba mucho más que ofendida. Varias cabezas se giraron adivinando una pelea. El pelirrojo les lanzó una mirada fulminante y volvió su atención a Harry.
-Ron- empezó en voz baja- si te digo que te lo contaré más adelante, ¿servirá de algo?
-No.
Hermione les miraba alternativamente esperando los fuegos artificiales.
-Mira, Ron- la voz de Harry empezaba a sonar irritada.
-No, Harry, mira tú, contéstame sólo a una cosa- se miraron en silencio- ¿es peligroso?
-Estoooo...
-¿Peligroso de quien-tú-sabes o peligroso normal?
-¿Acaso alguna vez he tenido peligro normal?
-Sí, dragones y rollos de esos. Ahora contesta.
“En verdad ir al ministerio a rescatar a Sirius… ¡otra vez!... puede que sea bastante parecido a enfrentarse a dragones, basiliscos y escregutos de cola explosiva, todo junto”.
-Peligroso normal- respondió por fin.
-Vale- asintió Ron, y cogió otra vez su pluma aunque antes de seguir con los deberes añadió- si aun así ves que quieres compañía, sólo tienes que decirlo.
Dicho esto volvió a su redacción de Transformaciones intentando aclararse con los cálculos necesarios para averiguar la inclinación exacta de la varita en los hechizos sobre invertebrados. Mientras, Hermione se había quedado boquiabierta mirándolo y Harry sonreía aliviado y sorprendido por la confianza de Ron.
-Hermano, serás el primero en saberlo.
Ron sólo levantó la vista y sonrió. Eso fue todo lo que necesitó Hermione para enfurecerse.
-¡Ronald! ¡¿Cómo puedes quedarte tan campante?! ¡Claro que es peligroso!
-Herm, baja la voz- susurró Harry, otra vez muchas orejas estaban pendientes de ellos. Hermione ni le miró, seguía regañando al pelirrojo.
-Harry no necesita distraerse ahora que tiene tantas cosas que aprender.
-Harry necesita aire- refutó Ron.
-Harry necesita un porro.
-¡Harry!-exclamaron Ron y Hermione a la vez, aunque cada uno por un motivo distinto. El aludido no les hizo ni caso. Recogió sus cosas y subió al dormitorio. “Mañana más” pensó.
El domingo Harry volvió a despertar cerca del mediodía. “Al menos esta vez me han dejado dormir tranquilo”, bostezó y se incorporó perezosamente hasta quedar apoyado en la almohada, “hmm este silencio es un lujo. Necesito pensar de verdad. Esto de que me baile la magia es un palo total, en cualquier momento los profesores vendrán a decirme algo, o incluso el zumbado de Dumbledore. ¿Qué les voy a decir?, ¿que al parecer tengo un polvo explosivo? No, mejor aún, les digo que el “León de Gryffindor” es un fumeta y un borracho con una bendita amnesia post-excesos. Eso sonaría cojonudo”. Ya se podía imaginar la respuesta de Snape, que de seguro incluiría las palabras imprudente, arrogante y malcriado. Podía apostar su varita a que su padre también saldría en la conversación. Esa era su vida, estaba acostumbrado. Lo que le sacaba de quicio era no saber. No saber qué, cómo, dónde ni con quién. A pesar de todo no estaba tan alterado como la vez anterior. “Es cierto que a todo se acostumbra uno”. Al contrario, se sentía absurdamente relajado.
El sol entraba por las ventanas, una luz difusa y sosegada, la calma estaba instalada en ese dormitorio. Sonriendo decidió aprovechar el insusual momento de soledad en la habitación y lió un caño de la maría normal, “de momento no, más experimentos no, por favor”.
Al rato, aunque igual podía estar alucinando, notó algo que sólo podía ser magia, su magia, vibrando alrededor. Se sentía… “Eso es, ¡sí!, poderoso. Seguro que mi pelo está más de punta que de costumbre, es como si estuviera rodeado de electricidad”, con gesto distraído extendió el brazó y cerró el puño. Lo increíble fue que por un momento le pareció sentir una fuerza que se escurría entre sus dedos. “WOOW esto se siente genial!” Si voy… , no, con ese espíritu no voy a ningún lado, cuando vaya a por Sirius este suplemento, hmm como diría, de magia caliente o algo así jajajaj el caso es que jajaja me vendrá muy bien jaja. Al tema. Proyecto Perro. Uufff menos mal que todo mi super esfuerzo mental no cayó en el saco de la amnesia, me da un yuyu. O no, total no me acordaría” se encogió de hombros mentalmente “la idea de revisar la Casa de los Gritos me sigue pareciendo jodidamente buena, una noche de éstas tengo que ir a comprobarlo. Pero incluso con eso, sigo estrellándome contra la sangre de Sirius. Es impensable acercarse a Bellatrix para quitarle sangre. Es impensable acercarse a Bellatrix y punto.”
Su mente no se alejaba de ella. Esa mujer marcada por Azkaban como Sirius. Bellatrix Lestrange. La prima Bella. Se le retorcieron las entrañas de cólera al pensar en la asesina de Sirius. Junto con la cólera vino la culpa y el cosquilleo ya habitual en su tatuaje.
“Mejor no pienso en eso, no ahora. Debería decidir que hechizo utilizaré para llamar a Sirius. Lo más simple, lo mejor” recordó que le había dicho el falso Moody. Fue un buen consejo en aquel momento y volvía a serlo ahora. “¿Por qué no? Un accio es mejor que nada. Si me concentro lo suficiente, vendrá. La Saeta vino. Necesitaré anclarme a algo, no sea que me caiga yo también. Aunque allí sólo estaba el velo, no había nada más. Entonces, ¿dónde rayos me ato? Bueno, calma calma. Tengo una idea. Vamos a ver si todo esto del agua y la ropa es suerte o de verdad he mejorado tanto en transformaciones” se sentó bien derecho en la cama, cogió la varita y… nada. “¡¿Qué mierda de hechizo se supone que debo decir?! ¡Si ni siquiera tengo muy claro lo que quiero hacer! Ay, qué vida más puta.”
Se quedó pensativo un rato, disfutando del silencio y la paz que sentía, como si tuviera todo el tiempo del mundo. Respiró profundamente. Fijó su mirada en un punto vacío de la habitación y la mantuvo durante varios minutos, después cerró los ojos e intentó concentrarse, concentrar su magia. Visualizó, en ese punto vacío del dormitorio, un poste de hierro surgiendo de entre el suelo de piedra, de unos dos metros. Lo veía perfectamente en su mente, algo sólido a lo que amarrarse. Siguiendo esa línea de pensamiento añadió al poste dos gruesas cadenas, una a la altura de los tobillos y otra a la cintura. Forzó su concentración y mantuvo esa imagen nítidamente, enfocándola en todos sus detalles. Suspiró hondo y decidió abrir los ojos y comprobar si era tan imbécil como en esos momentos se sentía o si…
-¡Wooow!
CRASH
Harry apuntó la varita hacia la puerta.
BOOOM
-¡¡Potter!!
-¡¿Pro-profesora?!
Severus Snape recibió los últimos cotilleos durante la cena. No se podía negar que había sido un fin de semana llenito de información. Muchos mortífagos ya habían recibido lechuzas con las noticias más calientes del colegio, y nunca mejor dicho lo de calientes. Se rumoreaba que habían pillado a Potter conjurando cadenas, látigos y otros artilugios. Una buena parte de la población estudiantil estaba convencida de que el dormitorio de chicos de sexto de Gryffindor era un antro de orgías y perversiones, y más de uno había pedido invitación a los desconcertados leones, que aún no sabían hacia donde apuntaban ahora las malas lenguas. Snape intentó sonsacarle a McGonagall los hechos exactos, pero la jefa de los leones le comunicó que era un simple caso de magia accidental, algo absolutamente normal en el colegio, y restó importancia a cualquier sugerencia de Snape.
Actitud bien diferente de la que tenía horas antes en el despacho de Albus Dumbledore, cuando había explotado ante lo que había visto y lo poco que parecía importarle al director. Ella aún seguía dándole vueltas al tema, no se lo podía sacar de la cabeza, aunque ni loca le iba a dar a Snape más munición contra su buscador estrella.
“Hechizos de impasibilidad, de aislamiento, incluso uno de insonorización de doble sentido” la profesora de Transformaciones se asombraba de semejante despliege de magia accidental. “¡Lo mantuvo incluso mientras dormía!” pensó “y además está lo de las cadenas, ¡dulce Merlín!, no quiero ni pensarlo. Menos mal que pillé ese rumor entre mis leones, si no, a saber qué habría pasado. Pobrecitos mis leones, durmiendo en la sala común sin poder entrar en su habitación. Es sorprendente que ni siquiera la Srta. Granger pudiera romper los hechizos. Ay Potter, Potter, qué has estado haciendo…”
-Que no, Herm, que yo no he hecho nada.
“¡Merlín, ¿cuántas veces voy a tener esta conversación?”
-Herm, ni siquiera conozco los hechizos que me estás diciendo.
“Las palabras otra vez ya me suenan a cachondeo”.
-Te digo que yo no he sido, sea lo que sea, yo sólo subí, me acosté y me dormí. Fin de la historia.
“Lo próximo será que yo maté a Kennedy”.
-A lo mejor lo hizo por no matarte, Herm- intervino el pelirrojo.
“¿…?” pensó Harry, que prefirió quedarse callado.
-¿…? ¿…?
Hermione es de las que se recupera pronto, pero Ron se había entrenado con Molly Weasley. A hierro caliente, batir de repente.
-Quizá si tú- recalcó poniendo especial énfasis en el tú- no le hubieras agobiado no nos habría dejado durmiendo en la sala común. A nosotros. Chicos. No a ti. Hermione. Chica.
“Eres un genio, hermano” se lamentó Harry “la has cagado con menos de diez palabras”.
Aquello parecía peor que lo de Ro-Ro.
potter,
fic