Título: Sad eyes.
Fandom: RPS. AU.
Pairing/Personajes: Misha Collins/Jensen Ackles. Jared Padalecki. Traci Dinwiddie. Jeffrey Dean Morgan.
Rating: NC-17
Warning: Toqueteos impuros ;) y JDM (Sí, este hombre es una advertencia en si mismo).
Beta:
taolee Summary: Misha no está pasando el mejor momento de su vida: se está divorciando y se siente completamente perdido. Hasta que un día se reencuentra con una amiga del instituto y todo cambia aunque no precisamente como a él le gustaría.
Capítulos: 2/6 + Epílogo.
Notas: Muchas gracias por leer el capítulo anterior. Espero que éste os guste también :DDD
Misha espera pacientemente en la cola de la cafetería. El sitio está siempre concurrido y tiene que dar un par de codazos para mantener su sitio. Está claro que los ejecutivos trajeados son algo violentos y propensos a colarse, pero Misha mantiene su lugar estoicamente. Que él no lleve traje no quiere decir que no tenga mala leche acumulada y más con lo que pasó la noche anterior. Aún no se puede creer que Jensen fuera a su casa y quisiera cobrarle. Dios, aún no se cree que haya tenido sexo con un gigoló.
¡Es de locos!
Intenta no pensar en eso mientras va hacia la puerta con su café con leche. Esquiva a un par de ejecutivos enchaquetados y camina directamente hacia el edificio donde se encuentra la oficina donde trabaja. Ésta está ubicada en la calle California y eso implica que se encuentra en el centro de toda la vida financiera de San Francisco. Realmente nunca pensó que acabaría trabajando allí, pero le gustaba la ciudad. Sus cuestas imposibles, su ambiente liberal y la cercanía del mar. Le encanta San Francisco.
Está casi llegando al edificio cuando siente una mano fuerte sobre el hombro y se gira. Jeffrey Dean Morgan, el jefe del departamento de marketing, le sonríe ampliamente.
-Hey, Misha.
-Hola, Jeff.
El hombre sigue sonriendo mientras comienza a andar a su lado. Misha da pequeños sorbo a su café mientras escucha al hombre. Éste no deja de hablar de una fiesta a la que fue la noche anterior (sí, en miércoles), sobre la preciosa rubia que conoció y a la que, Misha sabe esto sin que se lo diga, no va a volver a llamar. Jeff es el típico hombre maduro con terror al compromiso, pero que nunca está solo aunque tampoco en pareja. Misha lo conoce desde hace años y puede decir que es uno de los únicos amigos que le quedan. Por supuesto tiene más, pero todos esos están casados y son amigos comunes de él y Victoria. Esos amigos puede darlos por olvidados porque son los típicos qué sí los saca de su vida de casados se pierden. Bueno, también está Traci aunque no sabe si eso es bueno.
Jeff sigue hablando y Misha tiene que hacer un esfuerzo para seguirlo. Últimamente desvaría con mucha facilidad.
-Tenemos que quedar este fin de semana -le informa el otro hombre haciendo que se atragante con el café. ¿Qué tenía esa semana de especial que todo el mundo quería quedar con él? -Oh, venga. Que solo es ir a tomar una copa, hombre.
-Ya he quedado -concretamente el viernes después del trabajo. -Lo siento.
Realmente no sabe que le da más miedo: el interrogatorio al que será sometido por Traci o saber que treta se traerá Jeff entre manos. Seguramente tenía planeado presentarle a alguna tía; lo conoce demasiado bien.
-¿Una chica? -el hombre sonríe ampliamente mientras se quita las gafas de sol al entrar en el vestíbulo del edificio. -¿Por fin vas a salir de tu cascaron y tener una cita?
-Es una amiga, Jeff -intenta dejar claro. -Una amiga del instituto. Hacía años que no la veía y me la encontré en esa boda a la que fui…
-Esa boda, ya. Te dije que te podía presentar a alguna chica para ir con ella.
Misha bufa.
-No iba a ir a una boda de un amigo con una desconocida.
-Rubia, metro setenta, ojos color miel y talla 100 de sujetador, ¿de verdad necesitas saber algo más de ella? Con su nombre ya tendrías suficiente, hombre.
Dios, Jeff debe tener el número de todas las féminas de San Francisco. Al tío le gustan todos y cada una de ellas.
-Quizás a ti te valga, pero a mí no.
Misha saluda al guardia de seguridad mientras se dirigen a los ascensores.
-Lo que sea -murmura quitándole importancia. -Entonces, vas a salir con una amiga del instituto… ¿Cuándo? El fin de semana tiene muchos días y tú necesitas echar más de un polvo.
-No me voy a acostar con Traci -Misha mira alrededor para asegurarse que nadie los ha escuchado. No cree que esperando el ascensor sea el mejor lugar para hablar de eso. -Ni con nadie.
-Por eso estás tan estresado, ¿sabes? A saber desde cuándo no te das un homenaje.
Desde hace menos de doce horas, piensa pero se calla.
-No quiero hablar de ese tema.
Las puertas del ascensor se abren en ese momento y Misha se apresura a entrar. Por suerte hay tanta gente que Jeff tiene la decencia de no hacer ningún comentario. Lo que menos quiere en ese momento es que su vida sexual (o su nula vida sexual) sea puesta al descubierto delante de un montón de desconocidos.
-Entonces, -insiste Jeff una vez están en su planta- ¿qué vas a hacer?
-Ir a tomar una copa con una amiga del instituto y NO tener sexo con ella -masculla.
Jeff pone los ojos en blanco y se prepara para marcharse hacia su despacho.
-Bien, llámame si decides evitar que se te caiga por no usarla. Te presentaré a alguna preciosidad de piernas kilométricas.
-No pienso llamarte, lo sabes. A saber cuántas pobres chicas tienen un trauma por tu culpa.
El otro hombre soltó una carcajada y le dio una palmada en el hombro.
-Vale, vale -dijo antes de darse la vuelta. -Pero cuando seas un viejo impotente y vivas con tres gatos, no vengas a quejarte.
Ese fue el turno de Misha de poner los ojos en blanco.
-Adiós, Jeff.
Misha camina hacia su despacho con la cabeza baja. No quiere acabar como un viejo amargado, pero tampoco se siente con ánimos para ir con ninguna mujer. Puede que tuviera sexo la noche anterior con Jensen, pero fue algo instintivo y primitivo. No se dio cuenta de lo que estaba pasando hasta que sucedió y, que quede claro; Jensen fue porque quiso, nadie lo contrató. Misha no quiere quedar con ninguna chica y usarla, no quiere hacerle eso a nadie. Sabe que sólo sería sexo, pero por alguna razón no puede y eso le hace sentirse más patético.
Le empieza a doler la cabeza y decide que es demasiado temprano para pensar en todo eso.
*
Misha se siente fuera de lugar en aquel sitio. El bar al que Traci lo ha llevado es uno de esos a los que van hombres jóvenes enchaquetados y mujeres preciosas también trajeadas. Allá donde mira hay gente guapa y joven divirtiéndose. Misha está seguro de que la mayoría de los ejecutivos que hay en la barra apenas han pasado hace un par de años la edad legal para beber. Se siente patético entre tanto jovencito con carreras en Harvard, pero Traci parece totalmente encantada.
Han tardado media hora en que los atendieran en la barra y en esos momentos están de pie, ojo avizor, esperando como un par de águilas para agarrar la primera mesa libre que quede.
-Necesito sentarme, estos tacones me están matando -murmura Traci antes de darle un trago a su bebida de color rosado. -Creo que le clavaré el tacón en el pie al primer yuppie engominado que me encuentre.
-¿Eso te quitará el dolor?
-No; es por molestar.
Misha suelta una carcajada y le da un trago a su ginebra con limón. Normalmente se hubiese pedido una cerveza, pero le había parecido que no quedaría muy a tono con el sitio.
-Pues tienes donde elegir.
-Tú también -Traci sonríe ampliamente.
-¿Yo? -se mira los pies de forma teatral. -Me he dejado los tacones en casa, Traci.
La mujer suelta una carcajada estridente y le da una palmada en el hombro. Ese gesto es tan parecido al de Jeff que Misha no puede evitar pensar en que tendrá que presentarlos. Son parecidos aunque de una manera extraña.
-Me refiero al material disponible aquí y ahora -informa. -Vale, acepto que no quieras llamar a Jared pero podrías tirar el anzuelo hacia otro lado. ¿Qué tal el rubio de allí? -señala disimuladamente hacia una mesa. -Te ha mirado un par de veces.
Misha suelta un bufido. Traci quiere que se acueste con un hombre a toda costa. Ha sopesado la posibilidad de contarle que ya lo había hecho para así hacer que se callara, pero contarle eso implicaría dar detalles y no está dispuesto.
-¿Cómo sabes que me ha mirado?
-Porque yo lo estaba mirando a él, cariño. Te ha dado un repaso nada heterosexual.
-Estás loca.
Lo cree sinceramente y está seguro de que Traci no se ofendería de oírlo. Ella es ese tipo de persona que está tan segura de sí misma que no le importa la opinión ajena. Misha no puede evitar sentir envidia, le gustaría ser así. Cree recordar que antes del divorcio era muy parecido, ¿qué le había pasado?
-¡Una mesa! -grita Traci sacándolo de sus pensamientos. -Vamos, me tengo que sentar o apuñalaré a alguien con mis tacones de diez centímetros.
Misha se ve arrastrado hacia la mesa y está sentado antes de poner decir nada. Un par de minutos después se acerca una chica a preguntarles si están usando las sillas que están vacías, Traci se apresura a decir que esperan a un par de amigos. Lo dice con una sonrisa tan sincera que Misha se lo cree.
-¿A quién? -pregunta con curiosidad.
-Al hombre de mi vida, cariño.
-¿Qué? -Misha se pone en tensión sin poderlo evitar. Espera que Traci sólo esté bromeando y que el hombre de su vida no sea Jared. -Dime que le has mentido a esa chica y que-…
-Oh, mira. Hablando del rey de Roma…
Misha suelta un gemido estrangulando cuando ve a Jared. El tío sobresale entre la multitud y el traje de chaqueta que lleva lo hace destacar aún más. Los demás hombres a su alrededor parecen que lleven sacos de patatas en comparación. Traci se pone en pie y agita la mano hacia él. Misha gruñe mentalmente al darse cuenta que ha caído de lleno en una trampa. La imita poniéndose en pie.
-¿No lo habrás contratado para mi, verdad?
-¿Contratar? ¿Crees que quiero morir asesinada? -Misha solamente la mira, molesto. -Tranquilo, cariño. Viene en calidad de amigo.
Espera que sea verdad.
-Te odio -susurra.
Jared llega hasta ellos en ese momento y Misha se esfuerza a sonreír lo mejor que puede. Solamente espera que su socio no le haya contado nada…
-¡Cariño! -grita Traci abrazándolo. -Te echaba de menos.
-¿A mí? -pregunta lanzándole una mirada a Misha. -Lo dudo… estás bien acompañada.
Misha se sonroja sin poderlo evitar y estrecha la mano que Jared le tiende. Parece que éste no sabe nada y suspira aliviado mientras toma asiento.
-Misha es un aburrido.
-¡Oye! -se queja.
Jared y Traci ríen mientras toman asiento el uno junto al otro.
-Me alegro tanto de que hayas venido.
Traci está tocándole la pierna a Jared de forma descarada bajo la mesa y éste se limita a sonreír como si no se diera cuenta.
-Yo también. La fiesta donde estábamos era un verdadero aburrimiento.
¿Estábamos?
-Oh, ¿ha venido también?
Misha siente cómo se le tensa la espalda.
-Sí, está aparcando.
-Oh, tengo ganas de conocerlo.
-¿Estás segura? Dicen que come niños para desayunar -bromea Jared.
Oh, Dios. Dime que no.
-¿Cómo puedes decir eso de tu socio?
Misha traga saliva con fuerza y mira hacia la puerta mientras piensa en algún plan de escape, pero es tarde. Jensen acaba de entrar por la puerta y los está buscando.
¡¡Joder!!
-Oye, Misha… ¿Misha? -Traci gira la cabeza para mirar hacia donde él está mirando fijamente y sus labios se curvan en una sonrisa. -Vaya tío…
Jared también se gira para mirar y sonríe.
-Es Jensen.
Traci se pone en pie automáticamente para llamar su atención. Misha por su parte intenta hacérselo lo más pequeñito posible.
No se puede creer que ésto le esté pasando. En serio, ¿por qué la vida está empeñada en ser una perra con él? Misha siempre ha sido una buena persona, nunca engañó a su esposa y pagaba sus impuestos religiosamente, ¿por qué tenían que pasarle esas cosas? Ahora Jensen lo reconocería, contaría lo que pasó entre ellos y él pasaría el peor ridículo de su vida. Y encima se lo merecería. Porque ha estado haciéndose el digno delante de Traci, diciendo que nunca estaría con un gigoló y es una mentira como una casa, aunque siempre podría decir en su defensa que él nunca contrató a Jensen.
-Ya nos ha visto -anuncia Traci.
Misha agarra la bebida y se apresura a vaciarla de un trago, necesita estar un poco borracho. Está por beberse el resto de bebidas de la mesa cuando escucha la voz de Jensen y no puede evitar levantar la cabeza.
Lo primero coherente que piensa es que deberían prohibirle llevar traje y sonreír de esa manera. Después se da cuenta de que nunca lo ha visto sonreír antes.
Tampoco es que lo haya visto más de una vez, pero cuando se vieron no sonrió así, como si conocer a Traci fuese lo más maravilloso que le hubiera pasado en la vida o algo. El cabrón sabe hacer bien su trabajo.
Entonces se gira, por primera vez lo mira directamente a la cara y, por supuesto, lo reconoce. Sus ojos se abren ligeramente por la sorpresa y sus labios se tuercen en una suave mueca, pero no tarda ni dos segundos en recobrar la compostura. Vuelve a sonreír pero con esa sonrisa de estoy encantado de conocerte y tú solo eres una mierda en mi zapato. Misha recuerda en ese momento que es un puto borde.
-Este es Jensen Ackles -informa Jared con una sonrisa. -Y él es Misha… perdona, no sé tu apellido.
-Collins -grazna mientras no aparta los ojos de la mueca que hace Jensen.
-Misha Collins -repite Jared sonriente y, al parecer, sin darse cuenta de nada.
-Encantado -masculla mientras estira la mano hacia Jensen pero no se levanta; no va a ser educado con él.
-Sí, ya.
¡Será imbécil!
Misha respira hondo mientras el otro hombre toma asiento a su lado y comienza a hablar con los otros dos, ignorándolo por completo en el proceso. Misha se siente bastante bien con eso, tiene que admitirlo. Cuanto más lo ignore, menos probabilidad tenía de que sacara el tema de su desvirgamiento a colación.
Una camarera estresada apareció un par de minutos después. Misha no se extraña de que Jensen pida Whisky escoses con hielo. La verdad es que no se lo imagina bebiendo otra cosa y no es que él se haya imaginado cosas sobre el tío borde. No, ninguna.
-Tengo que preguntar esto o morir -anuncia Traci unos diez minutos después, cuando la camarera les lleva las bebidas. -Pero somos amigos y todos muy liberales así que… ¿puedo preguntar?
-Dispara -dice Jared con una sonrisa.
-No os ofenderéis, ¿verdad?
-¿Nosotros? Estamos acostumbrados, preciosa -asegura Jensen regalándole una sonrisa enorme a la mujer.
Misha hace una mueca de desagrado que oculta tras su copa.
-Bien -Traci casi da palmadas de felicidad. -Quiero saber de vuestro trabajo; seguro que tenéis millones de anécdotas geniales.
Jared suelta una carcajada, encantando. Parece que encuentra a Traci simplemente encantadora y Misha, muy en el fondo, entiende el motivo. La mujer parece brillar de felicidad.
-Tenemos millones, sí.
-Algunas peores que otras… no sabría por dónde empezar -le dice Jared.
-La más reciente -ofrece Traci haciendo que Misha casi se atragante con su bebida.
-¿La más reciente, huh?
Misha no tiene que mirar a Jensen para saber que esa frase ha ido acompañada de una mirada hacia él. El tío borde es un gilipollas de cuidado. Un GRAN gilipollas con mayúsculas. ¿Y si cuenta su encuentro? Tiene la oportunidad perfecta.
-Oh, sí -Misha suspira aliviado cuando es Jared el que habla. -Hace poco llamó un tío. Un gilipollas integral. Jensen fue hasta su casa y todo para que después el tío se negara a pagar.
Traci suelta una exclamación de sorpresa y Misha se atraganta. Todos lo miran mientras intenta no ahogarse y hace un lamentable espectáculo escupiendo bebida sobre la mesa. Traci se incorpora, le da un par de palmaditas en la espalda y le ofrece un pañuelo de papel.
-Increíble, ¿verdad? -Jensen lo mira directamente mientras habla. -¿Quién contrata a alguien y luego se niega a pagar?
¡Pues alguien que no te ha contratado!
-No me lo creo -Traci se inclina sobre la mesa para hablar confidencialmente. -¿E hiciste de todo? ¿Todo… todo?
-Todo -asegura Jensen lanzándole una mirada de reojo a Misha. -Y lo disfrutó como una virgen salida.
Misha siente que las mejillas comienzan a arderle pero, por suerte, el haber estado a punto de morir ahogado es una buena excusa para eso. Pero, ¿quién se cree que es ese subnormal? Encima sigue con su estúpida versión de que lo contrató cuando Misha no lo contrató, joder.
-¿Estás seguro? -masculla porque no puede seguir callado.
Jensen se gira ligeramente en la silla, apoya el brazo sobre el respaldo y lo mira directamente a los ojos desde que ha empezado a hablar.
-¿De qué?
-De que te contrató -la voz le sale más molesta de lo que quisiera. -Quizás el tío solo quería hablar con alguien y tú pensaste algo que no era.
-Me dio su dirección. Yo llamo a eso querer que vaya a su casa, ¿no crees?
-No, quizás simplemente dio su dirección sin pensarlo.
Misha se está enfadando por momentos mientras que Jensen sigue tranquilo y con pinta de ser el rey del mundo.
-¿Y por qué haría eso? -pregunta inclinándose hacia delante e invadiendo ligeramente su espacio personal. Misha le lanza una rápida mirada a Jared y Traci que los observaban con curiosidad antes de centrarse en Jensen.
-Quizás porque eres un borde que puede poner a cualquiera de mala leche.
-Hey, chicos… -llama suavemente Jared inclinándose sobre la mesa.
-Ah, ¿tú das tu dirección a alguien borde y que no conoces? -Jensen alza una ceja ignorando a su amigo que pretende imponer paz. -Bueno, eso quiere decir que tú se la das a cualquiera.
Esa es la gota que colma el vaso. Jensen está casi diciéndole a los otros dos que están hablando de él.
Misha se pone tan bruscamente en pie que su copa y la de Jensen se caen. Se moja lo pies y el whisky de Ackles cae directamente sobre su regazo, empapándolo. El hombre se pone en pie al instante con la cara convertida en una máscara de ira. Misha se sorprende al darse cuenta de que hasta a dos segundos de ser asesinado por Jensen, éste sigue pareciéndole demasiado atractivo.
-¡Gilipollas! -grita ganándose una mirada de todo el mundo que está alrededor de ellos. -¡Éste traje cuesta dos mil dólares!
-Tranquilízate, Jensen -Jared se levanta y agarra a su amigo del brazo. -Ve al baño e intenta limpiar eso.
Jensen parece que va a decir algo pero finalmente desaparece en dirección hacia el aseo.
-Creo que deberías ir tú también, Misha -el comentario de Traci lo pilla por sorpresa. -Tienes manchada la pernera.
-¿Qué? -su cara debe ser un poema. Tiene los labios apretados y sus dientes le rechinan ligeramente.
-Tienes una mancha -le señala hacia su pierna.
Suelta un bufido y se dirige hacia el baño.
-Estaremos fuera -escucha decir a Jared mientras se pone en pie, pero está demasiado lejos para contestar.
Es obvio que no van a quedarse allí después del mini escándalo que han montado. Se dirige hacia el baño pero no va a pedir disculpas a nadie. Es más, va a exigir disculpas y a dejar las cosas muy claritas con el gigoló.
El baño está subiendo unas escaleras (algo que es totalmente una trampa para borrachos). Es enorme y tiene el mismo diseño moderno que el resto del bar; Nada más entrar se encuentra los urinarios y una serie de lavamanos. Después hay una especie de cristalera creando una separación de ambientes. Allí hay más lavamanos y, justo enfrente, las cabinas con los inodoros.
La primera zona es la más transitada; Hombres saliendo y entrando rápidamente, cero palabras entre ellos. Misha se dirige hacia el fondo cuando divisa a Jensen. Éste se ha quitado la chaqueta, se ha remangado las mangas y está intentando limpiar un poco la zona húmeda de su entrepierna. La mancha es evidente y Misha sentiría pena sí el tío no fuera un gilipollas integral.
Jensen lo mira cuando llega a su altura, pero lo ignora olímpicamente mientras se dirige hacia el secador de manos e intenta que el aire caliente elimine la zona húmeda de su camisa. Misha se limita a quedarse delante de los lavamanos mirándolo de reojo pero sin decir nada. No sabe qué hacer. Está tan enfadado que probablemente solo conseguirá empeorar la situación, aunque realmente le importa una mierda. Se apoya en uno de los lavamanos y sigue mirando a Jensen. Se dice a si mismo que no está fijándose en la forma en que la tela de la camisa se le tensa sobre los hombros, ni en el culo que le hace el pantalones, porque eso sería reconocer que Jensen le molesta tanto como le pone caliente.
-¿Qué coño miras? -Jensen se debe haber sentido observado porque gira hacia él y parece realmente enfadado.
-A ti no -miente abriendo el grifo y metiendo las manos bajo el agua fría. Es tan evidente que lo miraba que hasta le da vergüenza.
-¿Crees que soy imbécil?
-Sí -y es una verdad como una casa. Ese tío es profundamente imbécil.
-Que te den, gilipollas -le dice mientras se acerca. Misha aprieta la mandíbula y se obliga a sí mismo a mantener el contacto visual. -Ahora me debes mil dólares y la tintorería.
-¡No te debo nada, joder! ¿Cuántas veces tendré que repetir que yo no te contraté? -da un paso hacia Jensen pero éste no se mueve un ápice de su lugar. -Y ni se te ocurra decirle nada a nadie.
-¿No quieres que nadie se entere de que eres tan patético que no puedes echar un polvo por ti mismo sin tener que contratar a alguien?
Jensen sonríe ligeramente y Misha sólo tiene ganas de matar. ¿Quién coño se cree qué es? No sabe por qué llamó a Jared en primer lugar y no tiene derecho a juzgarlo. Quizás sólo quería quedar para hacer encaje de bolillo con él.
-Deja de decir eso. Yo no te contraté y nunca lo haría -masculla con los dientes apretados. Jensen da un paso hacia él; quedan tan cerca que Misha puede sentir el calor que irradia y oler su colonia.
-Pues lo hiciste.
-¡No lo hice, joder! -grita frustrado y furioso. -¡Deja de repetirlo!
-Deja tú de negarlo y págame.
El hombre está tan tranquilo que Misha solo puede ponerse más furioso. ¿Por qué sigue insistiendo? ¿Por qué? Lo único que él quiere es que lo deje en paz. Quiere olvidarse de que existe. Quiere olvidarse de lo irritante que es, de su actitud de chulo, de sus pecas, de sus ojos verdes…
¡A la mierda!, piensa. Está demasiado cansado de todo.
-Es que… joder… es que… ¡Arg! Te odio -sisea entre dientes mientras lo agarra por la corbata y une sus labios con los de Jensen. -Eres un borde pretensioso.
No sabe por qué lo hace. Ni cómo llegan a uno de los cubículos, pero a los pocos segundos su espalda golpea una pared y tiene una pierna de Jensen presionando entre las suyas. Ya está empalmado y es patético teniendo en cuenta que odia profundamente a ese tío, pero no puede dejar de besarlo mientras se restriega contra su pierna.
-Tú eres un snob y un gilipollas estirado -Jensen le habla contra el oído mientras le desabrocha los pantalones
Misha gime en protesta y lleva sus propias manos al cinturón de Jensen.
-¿Yo? -jadea mientras se deshace del cinturón, le abre el botón de los pantalones y le baja la cremallera. -Tú… Tú eres un borde, joder.
-Cállate.
-No -pero lo hace.
En parte porque Jensen vuelve a atacarle la boca con un beso voraz y en parte porque toda su sangre está en el sur de su cuerpo. Su mente se ha quedado en blanco y en esos momentos sólo procesa las palabras polla y besar. Cualquier otro pensamiento coherente se ha ido a la mierda.
Gime satisfecho cuando siente el peso caliente de la erección de Jensen entre sus dedos. Es como si hubiera estado esperando siglos para sentir eso. Aprieta sus dedos en torno a la carne dura y sonríe cuando Jensen gime contra sus labios. Ese gemido va directamente a su polla que aún sigue prisionera de la tela de los calzoncillos.
-¿Me vas a tocar? -masculla mientras su mano se mueve lentamente sobre la polla de Jensen.
-Eres una puta, lo estás deseando.
Misha gruñe molesto cuando lo escucha pero una pequeña parte de él gime satisfecha (una parte total y absolutamente oculta en su mente). Jensen tiene la voz ronca por la lujuria y sus palabras suenan a horas de sexo entre sábanas húmedas. Le molesta darse cuenta pero necesita urgentemente que lo toque.
-T-te odio -jadea contra sus labios. -No me vuelvas a llamar puta o te-… Oh, joder.
No puede terminar la frase de forma ofensiva como quería porque Jensen por fin le agarra la polla y comienza a mastúrbalo. Sus dedos se mueven con firmeza y decisión, como si cada gesto que hace estuviera estudiado al milímetro. Es absolutamente perfecto. Misha no puede evitar mirar hacia abajo, observar su polla deslizarse dentro del puño de Jensen una y otra vez. Se muerde los labios con fuerza. Sus ojos siguiendo el movimiento del pulgar de Jensen sobre su glande, esparciendo el líquido pre seminal por su polla y volviendo la fricción más húmeda.
Inclina la cabeza hacia atrás, golpeando suavemente la pared del cubículo mientras se deja llevar por todas las sensaciones que está experimentando. Jensen aprovecha para morderle el cuello con fuerza y acercarse más. Misha deja escapar un gemido.
-Joder…
Jensen acerca más hasta él; las caderas juntas y sus pollas rozándose a cada movimiento de sus manos.
-¿Te gusta? -Jensen le habla contra el oído y Misha sólo puede agarrarse a su hombro con fuerza. -Suelta mi polla, voy a enseñarte un truco. Vas a ver las estrellas.
Misha suelta un jadeo y le hace caso. Su mano se desliza por el pecho de Jensen hasta su cuello, su frente se apoya contra la del hombre y mira hacia abajo para no perderse ni un solo detalle. Jensen adelanta su cadera y agarra sus pollas a la vez. Misha suelta un gemido estrangulado a causa de la fricción y el calor. Mueve las caderas de forma instintiva.
-Oh, joder. Sí.
Jensen le muerde el cuello con fuerza y Misha pierde el sentido de todo lo demás. El tiempo parece acelerarse al ritmo de su respiración, sus cuerpos se mueven sudorosos y todo parece más caliente. Misha agarra a Jensen para fundirse en un beso desesperado, lleno de lengua y dientes. El mundo se vuelve un horno. Misha siente que se está cocinando a fuego lento mientras el vientre se le vuelve lava y se corre entre los dedos fuertes de Jensen. Éste suelta un gruñido satisfecho y no tarda ni dos segundo en seguirle en su orgasmo. Fuerte, caliente, abrasador.
Misha tarda unos minutos en recuperarse de su clímax y cuando lo hace se da cuenta de que se ha manchado la camisa que llevaba. Debería habérsela quitado o algo, pero estaba tan desquiciado que no pudo pensar en ello. Se muerde los labios y empuja a Jensen, que se ha dejado caer contra él, lejos de su cuerpo. Misha agarra papel higiénico e intenta arreglar un poco el estropicio de su ropa. Jensen lo imita.
Ninguno de los dos habla mientras se arreglan y salen del pequeño cubículo.
Misha camina hasta donde ha dejado su jersey y se lo pone con manos temblorosas; luego abre el grifo del agua y se lava las manos. Se echa un último vistazo en el espejo del baño y sale sin decir nada.
Su corazón parece desbocarse mientras baja las escaleras e irrumpe en el bar. No mira a nadie mientras se abre paso a codazos hacia el exterior. Una vez fuera echa a andar calle abajo sin buscar a Traci.
No puede dejar de pensar en que ha vuelto a cometer el mismo error. Ha vuelto a dejarse llevar por su lívido y ha acabado masturbándose con ese tío. Aprieta los labios y acelera el paso. Su móvil comienza a sonar unos cinco minutos después y sabe sin mirar que es Traci. No lo coge. Se siente como una mierda y la mujer no tiene la culpa de que él sea un gilipollas, pero no tiene ánimos para soportar un interrogatorio.
*
El resto del fin de semana lo pasa en casa insultando mentalmente a Jensen Ackles y a toda su familia. Se enfada con Jensen porque enfadarse consigo mismo sería mucho más patético, aunque sabe que en primer lugar es su culpa: Nunca debió de llamar a Jared, nunca tuvo que pelearse con Jensen ni darle su dirección y nunca, nunca jamás, debió de haberse acostado con él (por no hablar de repetir la escenita en el baño). Aquel fue un acto de patetismo superior. Una medalla de oro en las olimpiadas de lo patético, joder. Y ahora solo puede revolcarse en su estupidez.
Está claro que podría olvidar el tema, pero sabe que no podrá. Traci lo llamará el lunes al despacho y tendrá que hablar con ella. Puede ignorar su móvil durante el fin de semana, fingir que lo tiene apagado para que no lo molesten y así poder descansar, pero durante la semana no tiene excusa y Traci llamará. Vaya si lo hará. Y Misha tendrá que contar cuán patético es. Encima la mujer estará enfadada por el platón y la cosa se pondrá más difícil.
Tarda todo el fin de semana en auto convencerse de que no es tan malo pero cuando llega el lunes se levanta como si fuera al matadero. No debería sentirse así. No tiene porqué contarle nada a Traci, no es un niño pequeño; puede tener secretos y hacer lo que le salga de las pelotas.
Toma la resolución de plantarle cara a la situación. Es un hombre adulto, que ha mantenido relaciones sexuales con otro hombre adulto y no tiene por qué tener vergüenza por ello. Es más, no tiene por qué contar que las ha tenido. Así que decide que se lo dejará bien claro a Traci, joder. Que no es su madre.
La llama él y como esperaba, Traci suena molesta, pero no demasiado. Se disculpa una y otra vez por dejarla tirada. Por suerte Traci no es rencorosa y le perdona a cambio de un almuerzo. Misha no tiene más que aceptar.
Quedan en un restaurante que se encuentra en un término medio entre sus oficinas, lo cual es lo más cómodo para los dos. A la hora acordada Misha está esperando fuera mientras mira el reloj con insistencia. Durante un minuto se imagina que Traci se vengará dejándolo tirado, pero la mujer aparece cinco minutos después. Va vestida como si viniera de hacer deporte y parece totalmente tranquila. Yoga, supone. Eso debe ayudar a relajarse y que Traci esté tranquila es casi una proeza.
-Hola -saluda intentando ser lo más simpático que puede.
-No debería perdonarte, Collins -murmura indignada aunque es obvio que no lo está.
-Ya te he dicho que lo siento, Traci.
Tienen una pequeña lucha de miradas hasta que finalmente ella suspira y le da un golpecito en el hombro.
-Espero que la comida esté deliciosa.
Misha sonríe ampliamente mientras entran. Sí, la comida está deliciosa y Traci, contrariamente a lo que se esperaba, no lo acosa a preguntas. No le insiste sobre llamar a Jared o algo por el estilo. Tampoco le pregunta por su escenita con Jensen. Misha no puede evitar sentirse como un idiota; obviamente Traci no es la Santa Inquisición. Fue estúpido de su parte esperarse un interrogatorio o algo por el estilo. Está tan sorprendido que no puede evitar preguntarle:
-Pensaba que me seguirías insistiendo sobre lo de Jared.
-¿Por qué? Es tu decisión y aunque creo que deberías probarlo… bueno, no te puedo obligar.
Misha frunce el ceño, Traci está demasiado suave.
-¿Hablas en serio?
-Totalmente.
El ambiente se vuelve algo raro durante los siguientes quince minutos. Ambos se centran en sus platos sin decir nada y comen en silencio. Misha no sabría explicar qué ocurre pero es obvio que algo pasa. Traci lo mira un par de veces y parece querer decir algo, pero permanece callada, como si no estuviera muy segura. Él no puede evitar ponerse paranoico. ¿Y si sabe lo de Jensen? La incertidumbre lo está matando así que vuelve a ser el primero en hablar.
-Suéltalo -pide.
-¿Qué?
-Lo que sea que estás callándote, Traci -masculla dejando la servilleta sobre la mesa. -Me pones nervioso.
-No me estoy callando nada.
-Te conozco muy bien y aunque llevemos años sin vernos, sé que estás rumiando algo.
Ella sonríe un poco y se inclina hacia delante.
-No quiero hacerte daño, Misha.
-¿Cómo? ¿Por qué me harías daño?
Traci se muerde los labios y suspira.
-¿Sabes que suelo salir a correr todas las mañanas? Me gusta ir al Golden Gate Park. Está cerca de mi apartamento y tiene todos esos lugares preciosos para visitar.
Misha no entiende qué quiere decir pero asiente.
-Sí, está muy cerca de la universidad de medicina. Solía ir a recoger a… -su voz se apaga al darse cuenta de hacia donde quería llegar Traci.
Se quedan unos minutos en silencio. Ella parece que no está muy segura de seguir ya que Misha parece tener muy claro de qué va el tema.
-Has visto a Victoria, ¿no?
-Sí, fue pura casualidad. Ella había ido por el parque para atajar camino hacia sus clases y nos encontramos. Me sorprendió mucho. Primero me reencuentro contigo y después a ella, solíamos ser inseparables en el instituto
-Sí…
-Pues estuvimos charlando un rato y… -Traci parece dudar unos segundos antes de hablar. -No iba sola y me presentó a su acompañante como su pareja.
-Ya.
Traci alza una ceja.
-¿Lo sabes?
-Que tiene pareja de nuevo y que es extremadamente feliz -masculló con cierto deje irónico y dolido. -Sí, lo sé. Me llamó para contármelo. Quería que me enterara por ella, ya sabes…
-Oh. Menos mal. Pensaba que tendría que darte la noticia… realmente no pensaba decirte nada, Misha -murmura antes de dar un sorbo a su bebida. -No es de mi incumbencia pero estaba preocupada por cómo… bueno, no sabía si habías superado lo vuestro y tampoco quería que te enteraras por algún gilipollas.
Hay un silencio tenso.
-¿Estás bien?
-Sí, por supuesto -se obliga a forzar una sonrisa. -Está todo olvidado y enterrado. Ella es feliz y yo también. Todo perfecto.
Es obvio que Traci no lo cree. Misha tampoco se lo cree. Está esa parte de que él es feliz por Victoria y también eso otro que siente unos celos enfermizos. No considera justo que ella lo haya superado tan fácilmente. Estuvieron casados durante tanto tiempo que no debe ser tan fácil superar una separación y mírala; ella está llevándolo de maravilla mientras él se revuelca en su miseria.
Dios, es patético. Jamás se cansará de pensarlo.
-Estoy bien -vuelve a repetir porque así es más fácil creérselo. -Ya ésta superado. Eso se acabo hace algún tiempo.
No la ama, pero no quiere decir que no siga queriéndola de muchas maneras y que siga doliéndole un poco.
Traci suspira y acto seguido le sonríe dulcemente.
-Tú también encontrarás a alguien.
-Sí, por supuesto.
Lo peor de todo es que no sabe si será capaz y no quiere ser acabar siendo un tío desesperado buscando pareja. La vida es mucho más que todo eso y debería ser capaz de disfrutar ahora que está soltero, pero no es capaz. Estaba tan acostumbrado a estar siempre acompañado, a tener alguien que le escuchara y le entendiera… ahora todo le parece demasiado solitario.
-Estoy bien -está repitiéndolo tanto que debe ser obvio que no es verdad.
Lo bueno de Traci es que no le mira con pena o condescendencia; La mujer le sonríe y parece decirle con la mirada que lo cree o que al menos está dispuesta a creerlo.
El camarero llega en esos momentos para preguntarles si desean algo de postre y retirar los platos. Ambos piden un café.
-Oye, ¿por qué no te apuntas a yoga? - pregunta después de unos minutos. Misha alza una ceja. -¿Qué? También van hombres, si es eso lo que estás pensando ahora mismo.
-No, no he pensado eso -masculla, aunque sí, había pensado justo eso; que era algo de mujeres.
-Claro que no -Traci suelta una risilla y le da una palmada en la mano intentando animarlo. -Venga, el profesor es un hombre y hay muchas mujeres solteras… Y hombres -le guiña un ojo.
-¿Realmente te parece ético ofrecerme tu clase de yoga como coto de caza, Traci?
-Oh, Dios. Qué estirado eres a veces, Misha. Y sí, ¿por qué no? ¿Te crees que la gente se apunta a los gimnasios para hacer deporte?
-Pues sí. Llámame iluso pero pensaba que esos sitios llenos de máquinas y pesas se usaban para hacer ejercicio.
-¿En qué mundo vives?
-No sé ¿en uno donde la gente va a los gimnasios a hacer pesas o correr en la cinta?
-¡Pues vives en el mundo equivocado! Ahora mismo los gimnasios es donde más parejas se forman. Hazme caso que escribo en una revista para mujeres. Eso es lo mío, estar al día de todo.
-Escribes una columna de moda, Traci.
-Lo que sea -agita la mano vagamente. -Te vas a apuntar a yoga conmigo. Primero al gimnasio donde voy a yoga, luego veremos qué se te da mejor. También suelo hacer máquinas algunos días.
-¿Sabes lo que es la vigorexia, verdad?
-No empieces. El ejercicio es bueno para el alma -Misha pone los ojos en blanco. -Entonces decidido. Iremos juntos al gimnasio. Necesitamos recuperar años de amistad y tú necesitas hacer algo más que ir de tú casa al trabajo. Conocerás gente y harás ejercicio.
-Espera. Eso acabas de decidirlo tú sin contar conmigo en lo más mínimo.
-¿Te parece una mala idea?
Misha la mira fijamente antes de suspirar y claudicar. No le vendrá nada mal hacer algo de ejercicio y salir más de casa, tiene que empezar a rehacer su vida. Tendrá que empezar por algún lado, ¿por qué no por ahí?
Capítulo tres.