Fanfiction: Los momentos de la vida, Burt Hummel.

Feb 07, 2012 18:13

Título: Los momentos de la vida.
.Fandom: Glee.
Paring/Personajes: Burt Hummel, Kurt Hummel, OC Katrina Hummel (la madre de Kurt), Carole, Finn.
Notas: Primer promt completado de la Tabla de Biología para la comu cienciasftw.
Resumen: La historia de la vida de Burt, desde joven hasta sus 43 años. Situado en el 3x11, Michael.
Advertecias: Spoilers del ya mencionado capítulo, 3x11.


Los momentos de la vida.

Hubo una época en la vida de Burt Hummel, cuando era mucho más joven, en la que verano significaba alejarse de la escuela con sus maestros arrogantes y sus horas eternas para sentarse sobre la barda cerca a la escuela de danza del pueblo junto a su pandilla de amigos a pasar horas ociosas hasta que daban las cinco de la tarde y las alumnas de la academia empezaban a llegar, vestidas con leotardo negro y mallas rosadas, short y blusa ligeras, pura juventud, piernas largas y risas explosivas. A los 17 años, pasar el tiempo simplemente observándolas era el paraíso, tenerlo todo.

Uno de esos días Toby tuvo el fantástico atrevimiento de chiflarle a un grupo de chicas, entre ellas Katrina.

-¿No tienen nada mejor que hacer?- espetó ella, molesta, dirigiendo sus preciosas piernas hacia la puerta de la academia con un gesto profundo de exasperación.

Burt, a sus 42 años y aunque hace mucho dejó de verlo, se siente agradecido con Toby por haber hecho enojar a aquella chica, Katrina, quien ese verano aceptó conversar con el antes de que comenzara su clase de jazz.

Katrina era todo lo que Burt no; baila sin perder el ritmo, sutil como una mariposa en el aire mientras él tenía el ritmo de una roca; era suave, mientras Burt era tosco; sólo obtenía notas altas en la escuela, mientras él se peleaba con cada una de sus asignaturas; cantaba a veces y sonaba perfecta mientras él sólo cantaba en la ducha, y bastante mal. Y puede que fuera por eso, por ser todo lo que él no era, que Burt la amó casi, casi desde el principio y dedicó ese y cada verano siguiente a convencerla de que probablemente no podía guiarla en una pieza de baile pero podía hacerla reír, arreglar su bicicleta, estar para ella, hacerla feliz.

El día en que su bicicleta estuvo lista y el viento se llevó su pelo y su risa, y el sol le cayó sobre la piel con soltura, ese día Burt decidió que la amaba.

Se casaron, por supuesto, tal vez demasiado jóvenes, pero se querían lo suficiente.

La gente no le creyó a Burt que si decidió poner un taller mecánico y no terminar una carrera fue porque ese taller y su vida sencilla junto a Katrina era lo que lo hacía feliz. La gente de Ohio tampoco le creyó a Katrina que no fuera desdichada por dejar el ballet al embarazarse, porque eso no entraba en sus ideales de “éxito”. Y no fue perfecto, porque Burt siempre fue malo manejando emociones y quizás demasiado directo al hablar, siempre fue desconcentrado y desconcentrado y con tantos defectos que parecía no entrar en su pequeña casa. No fue perfecto porque peleaban y se gritaban a veces, porque tenían deudas y cuentas que pagar, porque la gente hablaba y los presionaba y no creía en ellos. No fue perfecto, pero fue su vida, la de los tres, pues un día se añadió Kurt y entonces Burt entendió como es querer a una persona muchísimo más de lo que te quieres a ti mismo.

Ser un adulto significa que ni el verano se lleva tus responsabilidades pero la felicidad de tomar el té con Kurt y Katrina (aunque la mesa era demasiado pequeña y la silla incomoda a morir) hicieron que cada segundo de esfuerzo valiera la pena. Burt no se arrepiente de nada en su vida por haber tenido eso, porque ahora tiene a Kurt y eso significa que lo hizo bien.

El primer día del verano en que Kurt tenía ocho años Katrina murió de una aneurisma cerebral, con la triste espontaneidad en que una flor se marchita en otoño y de pie en una sala de hospital Burt sintió por primera vez que seguir viviendo era algo imposible, vivir sin ella, pero escuchó la voz de Kurt preguntando “¿Qué le pasó a mamá?” y mientras se arrodillaba para abrazarlo tuvo la certeza de que los días de verano tenían que seguir siendo brillantes y el mundo debía seguir su curso por ese niño.

Ese verano fue triste, muy, muy triste y mantenerse fuerte fue más difícil que nunca, tener que explicarle a su hijo de ocho años que su madre ya no estaba porque estaba en el cielo fue lo más difícil del mundo.

-Pero Dios no necesita a mi mamá, tú y yo sí, papá, dile a Dios que nos devuelva a mamá.

Kurt no volvió a cantar las canciones que Katrina le enseñó y Burt no volvió a sonreír de verdad hasta mucho tiempo después, pero lo hicieron, porque a pesar de que a veces Burt sintió que no podía criar a Kurt solo y no entendía muchas de las cosas que hacía (por ejemplo eso de negarse a jugar fútbol), su amor incondicional por el otro los mantuvo a flote.

Por años sólo se tuvieron mutuamente, pero ahora, Burt Hummel está a punto de pasar su primer verano con su nueva y gran familia.

Ese día Burt se despierta con el cuerpo cálido de Carole a su lado y sin importar que ya sea costumbre, siempre se sentirá agradecido por ello.

Tanto Burt como Carole tienen hábitos de padres solteros y se levantan antes de que el sol salga por completo, Burt ya no tiene razones para eso debido a que Carole prepara el desayuno y Kurt desde los 11 años se levanta solo para ir al colegio, a diferencia de Finn, con quien su madre todavía batalla cada mañana para que se levante. Aunque podría seguir durmiendo, Burt continua parándose temprano para abrir el taller.

En el pasillo de camino al baño se encuentra con Finn, quien como usualmente a esa hora parece un zombi de una película con bajo presupuesto.

-Buenos días, Finn, despierta- saluda Burt, dándole una palmada en el hombro, su única respuesta es un sonido irregular que demuestra que el chico está despierto.

Se baña rápidamente pero no puede salir de la casa sin algo en el estomago, así que va a la cocina, donde Carole prepara hot cakes, Finn dormita sobre su plato y Kurt está terminando desayunar, vestido e impecable para la escuela.

-¿Es mi imaginación o estas comiendo hot cakes?- le pregunta a su hijo, debido a que generalmente desayuna lo más bajo en colesterol que se pueda encontrar, éste se encoge de hombros, masticando en silencio hasta que ve a su padre sirviéndose su propia porción de hot cakes.

-Papá…- le reprende, con ese tono tan parecido al de su madre.

-Relájate, Kurt....

-Nada de eso, recuerda lo que te dijo el doctor, vamos, papá…

Burt deja la mitad de los hot cakes que había tomado en el plato central y alza las manos en señal de inocencia, después de todo su hijo tiene razón. Kurt aprueba y sonríe, sirviendo vasos con leche para todos. Finn derrama el suyo sobre su hermano en un intento de alcanzar la cajeta y por fin abre los ojos por completo esperando la reacción del joven Hummel, quien normalmente se levantaría molesto a cambiarse, diciéndole a Finn lo bruto que es, pero en cambio bufa, irritado, y sin decir una palabra se levanta de la mesa.

Su padre sabe que es porque la condenada carta de la escuela no ha llegado. Se ha levantado todos los días, antes que el propio Kurt a revisar el correo, y todos los días se encuentra con nada pero recibos de pago.

-Hey Kurt, lo siento, deja que te ayude con eso- dice Finn, tomando una servilleta y haciendo amago de acercarse.

Su hermanastro lo detiene con un gesto de la mano.

-Sólo déjalo- le pide.

Antes de que los dos adolescentes se marchen al colegio Burt abraza a Kurt y en un susurro le pregunta si está todo en orden.

-Sí, papá- asegura Kurt, aunque no parece del todo verdad- ¿Qué tal tú?

-Estoy fantástico.

Burt se esfuerza por sonar jovial y aunque no le sale tan bien, por lo menos le saca una risa al otro Hummel.

-Nos vemos, papá.

-Cuídate, hijo.

Finn, todavía medio dormido les hace una seña de despedida a él y a Carole y por más tonto que pueda parecer, a Burt le consterna un poco que ese grandulón conduzca a la escuela, ¿cómo va a manejar bien si choca con el marco de la puerta al salir?

-¿Segura que Finn estaba despierto cuando se fue?- le pregunta a Carole unos minutos después, llegando por atrás y abrazándola por la cintura, la mujer está lavando los trastes pero huele al perfume que usa desde que la conoció, ese que cura todas las mañanas solitarias que Burt tuvo que pasar.

-Yo quiero pensar que sí, aunque yo no metería las manos al fuego.

Se ríen y Burt la besa en la mejilla antes de partir hacia el trabajo. No es un hombre que piense mucho en sentimientos, no es bueno en eso así que se limita a querer, sin embargo a veces se recuerda lo afortunado que es de tener a esa mujer en su vida.

Los chicos ya están en el taller, Burt apenas tiene tiempo de saludarlos cuando empieza a llegar la gente. Es demasiado trabajo, lo cual es maravilloso, pues de ese modo Burt no se puede dejar invadir por la preocupación que siente por Kurt y el hecho de que la carta no llegue. Aunque no debería, Kurt ya no es el niño que por una vez se interesó en la mecánica con la intención de construir un cohete para ir al cielo a pedirle a Dios que les devolviera a su mamá, es un hombre hecho y derecho que ha pasado por demasiado, pero igual Burt siempre va a preocuparse por él y sus silencios ácidos, porque pasaron tanto tiempo solos que no está seguro si Kurt le contesta a alguien cuando le preguntan por qué está tan huraño, probablemente no, quizás Rachel, que lo entiende, o Blaine, en quien confía.

Por más que prefiera mantener ocupadas  la mente y las manos lo más que pueda tiene que aceptar que es incluso más trabajo del que pueden llevar, sobre todo porque faltan dos empleados y hay una mujer loca que insiste que ella no chocó su auto a pesar de la abolladura enorme en la parte delantera.

Está a punto de llamar a uno de sus amigos cuando uno de los chicos se acerca con un sobre en la mano.

-Llegó esto- anuncia.

Burt lo sabe, lo sabe porque la carta esta dirigida hacia Kurt y es la carta de NYADA. Le pide al muchacho que la deje sobre el mostrador, sin tocarla por un momento, pensando en si es mejor llamar a Kurt o esperar a que vuelva del colegio.

Pero eso no puede esperar, así que Burt va al colegio.

Y puede que la gente haya dudado de Kurt, puede que incluso Kurt haya dudado de si mismo, pero Burt nunca dudó de él. Sabía que de una forma u otra Kurt lo iba a lograr.

Por eso está llorando, ¿por qué más? Porque siempre lo supo, que algún día Kurt alcanzaría sus sueños y estaría sonriendo. Por encima de toda la angustia, las lágrimas, los gruñidos, los días ásperos y el tono cortante, por encima de todo eso un día iba a estar sonriendo. ¿Por qué otra razón iba a llorar en frente de Kurt si no fuera de felicidad?

Porque por más que a Burt le gustaría pensar que ha protegido a Kurt y le ha dado la vida sencilla y reconfortante que un padre siempre desea para su hijo (protegerlo de todo lo malo de ahí afuera), no ha sido así, pues Kurt perdió a su madre siendo sólo un niño, sufrió de acoso y discriminación, una vez lo amenazaron de muerte y estuvo casi, a punto de romperse.

Pero Kurt no se rompió, no se rompió cuando Katrina murió ni cuando estaba confundido ni cuando sufría. Porque los Hummel sufren pero no se rompen, porque se necesitan.

-¡Lo lograste! ¡Lo lograste, Kurt!- exclama, abrazando al mismo hijo que abrazó mientras lloraba en el cementerio, el mismo niño que se acurrucaba entre él y Katrina, el mismo niño que construyó un cohete para ir al cielo y pedirle a Dios que le regresara a su madre, el mismo joven que prepara sopa en bajas calorías para proteger su corazón.

Ese mismo.

Señoras y señores, con ustedes, Kurt Hummel, hijo de Burt y Katrina Hummel.

Por la noche, Kurt prepara galletas, silbando y lleno de alegría. Carole llora un poco al enterarse y Finn abraza a su hermano por un minuto al menos, con esa sonrisa enorme de felicidad y una risa tonta y burbujeante.

El olor a chocolate de las galletas trae a la memoria de Burt un recuerdo, de la época en que Kurt estudiaba la primaria y le pidió que le explicara la mitosis. Un tema sencillo que Burt intentó ilustrar con una galleta. No pudo, Katrina era la buena en eso de explicar, la más brillante.

Le angustió muchísimo no poder ayudar a Kurt con la tarea. Se sintió solo y derrotado, porque extrañaba a su esposa y Kurt estaba triste y era simplemente demasiado.

Ahora, Finn se ilusiona por la perspectiva de galletas y Carole tararea con Kurt en la cocina.

Y durante ese momento han ganado, la vida es buena y un futuro brillante se extiende por delante.

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