A lo largo de sus años en Hogwarts, Remus descubrió un nuevo mundo lleno de trufas rellenas de ambrosia, bombones de oro, tabletas de todos los colores, chocolatinas que emborrachaban con un solo mordisco más que dos vasos de whisky de fuego o que estallaban en la boca como unos fuegos artificiales repletos de cacao.
Cuando Sirius se fue de casa, dejaron de mandarle dulces, pero para entonces Remus -que ya había descubierto sus efectos curativos tras una transformación- ya era un completo adicto. En la chocolatería más famosa de York (que siempre estaba llena de turistas) lo conocían por su nombre y en Honeydukes siempre le regalaban un surtido de sus chocolates preferidos por su cumpleaños y una caja de sus últimas especialidades por navidad.
Pero lo que más ilusión le hacía a Remus -dieciséis, diecisiete, dieciocho, chico con alma de lobo, aún con todos los sueños intactos- era la chocolatina marca Ultra Deliciosa que Sirius siempre le seguía regalando la mañana de luna llena de cada mes. Para que te recuperes después de tu peludo problema, susurraba entre besos húmedos y roces furtivos, tocándose por debajo de la ropa.
Prescripción médica que cumplió durante meses hasta hoy. Porque hoy Gryffindor acaba de perder el primer partido de la temporada y Sirius lleva toda la tarde dándole patadas a su baúl, al baúl de James, a las camas y ladrando -metafóricamente- a todo aquel que se le acerque a menos de cinco metros (James hace rato que ha desaparecido, con una caja de ocho de cervezas de mantequilla y su capa de invisibilidad)
-Tampoco es para tanto, ¿sabes? -dice Remus entrando en la habitación, harto de estar exiliado de su propio cuarto- Hay cosas peores.
Sirius gruñe, pero al menos se digna a mirarle.
-¿Ah si? Como qué. -está tumbado sobre la cama (con las botas embarradas aún puestas) y un brazo por detrás de la cabeza. Tiene esa pose rebelde sin causa que provoca en Remus cosquillas en el estómago (y más abajo).
-Como que te castraran -Sirius lo mira aterrorizado, Remus esboza una sutil sonrisa porque ya ha conseguido toda su atención, y se explica- Caparon ayer al perro del conserje. Hoy no se le ha acercado en todo el día, y Jane Columbus, de Hufflepuff, me ha dicho que posiblemente sufra una depresión y que lo mejor sería que lo llevaran a un psicomago para animales y que ella conoce uno en Oxford que tiene mucho prestigio…
-Remus -Sirius ya no tiene su cara de malas pulgas, sino que lo mira con una sonrisa sin dobleces y se le acerca lentamente -de rodillas, arrastrándose por la cama-. Le coge la cara con las dos manos y aunque no le besa sí pone sus caras muy juntas.-Sé que hay cosas peores que perder al quidditch, y por favor obviemos el hecho de que has estado dos minutos hablando de castramientos, pero no deja de ser deprimente. -Remus sonríe, es tierno ver a Sirius triste por una tontería- Además, ¿sabes la de preguntas que voy a tener que responder para recuperarnos de este fiasco?
Remus se ríe e ignora la desbordante seguridad en si mismo de Sirius. Con él -al igual que con James, Peter y Lily- puede ver más allá. Sabe que odia perder tanto como odia a los hospitales, las judías verdes o a su madre (a su madre puede que más). Sabe, que aunque trate de ocultarlo, se siente mal, un perdedor, y que sobretodo, ha fallado a James.
-¿Sabes que, Black? ¿Sabes lo que es bueno para cuando estás triste?
-Yo no estoy triste, estoy enfadad…
Pero Remus no le deja terminar. Lo besa y se traga sus palabras, sus frustraciones. Le agarra el cuello y le clava las uñas para decirle todo lo que no le dice con palabras.
-El chocolate -se saca del bolsillo una chocolatina de Honeydukes que el mismo Sirius le trajo cuando se escapó a Hogsmeade con Peter, y se la tiende. Sirius lo mira con la cabeza inclinada, como un perro extrañado, pero la coge.
-Al menos podrías darme una que no estuviera derretida ¿no, Lupin? -tiene los dedos sucios de chocolate y mientras habla le toca suavemente la punta de la nariz. Algo brilla en la mirada del lobo, algo que se le contagia al perro y que hace que sonría, preso de las más terribles intenciones.
Sin saber como, se pelean. Como si tuvieran otra vez once años se llenan de chocolate por donde pueden, pingándose uno a otro. Pero ahora hacen cosas que no hacían a los once años, cosas como arrancarse la ropa a mordiscos y lamerse allá donde se manchan. Ya sé porque te gusta tanto el chocolate, cabrón. Cosas como untarse mutuamente el cuerpo y chuparse hasta que se desgastan. Aún no has visto nada, Black.
Remus tiene muy claro lo que es -hombrelobo, maricón- tiene muy claro quienes son sus amigos -sus hermanos- y también tiene muy claro lo que le gusta -los libros, el chocolate, Sirius Black-
Un Sirius Black embadurnado en chocolate es más de lo que cualquiera puede desear.
Otra cosa, mariposa. Me he estado planteando muy seriamente (xDDD) dos cosas: Una, apuntarme a la comundidad retos_a _la_carta y otra escribir un RPS (pequeñito) de Jared y Jensen (que inspiran cosa mala). Ya veremos lo que hago.
Creo que el sábado me voy dos semanas a San Sebastian, a ver a la family y a la gente con la que llevo todo el curso, que no es que no me apetezca verla sino que preferiría quedarme en casa, para variar un poquito. Porque lo mejor de todo es que voy a estar sin internet. GE-NI-AL, vamos.
PD: Por fin después de milenios, conseguí Buenos Presagios. No me ha decepcionado nada y la OTP de mis sueños (¡¡un ángel y un demonio, pipol!!) está perfectamente escrita insinuada *echa confeti*,
EDITO: Me he apuntado a retos a la carta, con pareja Slytherin/Gryffindor y si, no hace falta que me lo digáis. Ya me estoy empezando a arrepentir xDD.
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