Mi amor por este pairing es extratosférico, es más, lo adoro tanto que siempre me ha dado reparo escribir sobre ellos, pero era inevitable que tarde o temprano lo hiciera.
Titulo: Don't surrender
Fandom: Battlestar Galactica
Pairing: Helo/Sharon
Summary: Ya había tomado su decisión mucho tiempo atrás cuando el Cuatro y la Seis le dijeron “Ya sabes lo que tienes que hacer ahora”. Y ella lo supo.
Advertencia: Spoilers hasta el 2x06, The Farm.
Extensión: Apenas 700 palabras.
Don’t surrender
Podría haberse ido y abandonar Helo a su suerte allí. Podría haber regresado a la base cylon establecida en Caprica a pesar de haberse saltado las normas y haber disparado a una Ocho. Les diría que estaba embarazada y todo quedaría perdonado, porque a fin de cuentas había llevado a buen puerto la misión. Había logrado, sólo ella entre todos los modelos, entre todas las copias de su especie, engendrar a un bebé. Sería una heroína entre los suyos, como lo era la número Seis que había conseguido los códigos de las defensas coloniales.
Sin embargo, de pronto nada de eso importaba. La misión para la que había sido programada con los recuerdos de Boomer, la clave para cumplir el esencial mandamiento de Dios, carecía de importancia.
Sólo importaba el dolor sordo que sentía en el pecho mientras sobrevolaba el planeta devastado en el soldado cylon de Starbuck; la sensación incómoda, enroscándose con sus latidos y fluyéndole a cada parte del cuerpo, de que le faltaba algo.
Había sido una ingenua al creer que podría dejar a Helo. Ya había tomado su decisión mucho tiempo atrás cuando el Cuatro y la Seis le dijeron “Ya sabes lo que tienes que hacer ahora” y ella lo supo.
(Escapar de Caprica, huir con Helo a un lugar seguro, donde fuera más que un peón al que permitirían vivir hasta que descubrieran que estaba embarazada, tener el bebé y criarlo juntos).
Lo supo cuando Karl se dio cuenta de que era una cylon y la apuntó con su pistola, encañonándola con una mirada cargada de dolor y desprecio. Lo supo a pesar de la sospecha de que todo se había roto y él jamás volvería a confiar en ella, cuando se rindió y le dijo “Sólo hazlo” poniendo la vida de su bebé, el milagro tan ansiado por los cylon, en sus manos.
Y también supo, cuando Karl bajó el arma, más enfadado consigo mismo que con ella, que lo que sentían estaba ahí y se había escapado a los planes de todos, incluso a los de ellos dos. Que desde que lo vio por primera vez, pálido, agotado y asustado en los bosques de Caprica y apretó el gatillo con un rencor que la sorprendió para quitarle a la Seis de encima, Helo dejó de ser sólo el segundo de Boomer o el objetivo de su misión. Fue mucho más que el donante de esperma, la cobaya a la que debía seducir, un medio para conseguir un fin.
Se dio cuenta, en lo alto de la azotea de ese edificio fantasma desde donde observaba a Helo vagando por las calles desiertas sin saber si huir o tratar de rescatarla de las garras de los centuriones, cuando Doral dijo que si no iba hacia el norte, a por ella, le matarían; cuando la Seis aseveró, con cierto deleite, que no la amaba, y el corazón se le paró en el pecho y fue como si la sangre en sus venas se volviera de hielo hasta que Karl dio media vuelta y fue a buscarla, que se había enamorado del teniente colonial Agathon, quien prefería internarse en un campo de minas cylon antes que dejar Caprica sin ella.
Así que se detuvo en el aire, en el punto de confluencia de dos caminos: la base cylon o la persona a quien quería, y como Helo había hecho semanas atrás, dio media vuelta y regresó por él.
Porque decidió, mientras salía del abrigo del árbol con las manos en alto para enfrentarse a la guerrilla de humanos supervivientes con los que estaba Helo y él dijo “Bajad las armas, es de los nuestros”, que iba a luchar por eso que sentían.
Porque comprendió, ya antes de que él la llevara a parte y murmurara a media voz “No creí que volverías”, y se mordiera los labios para no añadir un “Pero me alegro”, que Helo también lo haría.
Porque sabía, siempre supo, que Karl Agathon y Sharon Valerii, no eran de los que se rendían.