Julian sonrió estúpidamente, mirando a los ojos a Kei, quien respiraba agitado, pero con mayor autocontrol que él, que parecía que su corazón, su sangre y su respiración se habían vuelto locos. Tímidamente acercó su cuerpo al de Kei, notando como al hacerlo hundía una vez más el pene de Kei en su dolorido interior, pero consiguió rozar los labios del chico rubio, quien aceptó el beso sin resistencia, entreabriendo la boca y permitiendo que Julian introdujera la lengua, despacio, cansado, dolorido, pero increíblemente satisfecho.
Cuando habla el corazón by
Mayura