Tabla Refranes

Jan 23, 2011 11:30

Bellatrix Lestrange es una guerrera innata. En toda batalla es ganadora. Le sale sólo, no hay ni que pensar.

Sincronizada, crucio, mata, desgarra, hechizo aquí, ahí, allá, desmaius... Avada Kedavra.

Frente a Sirius le cuesta, es familia y eso a ella no le importa-o eso cree. O eso piensa. La familia siempre importó. Su problema es el odio. Le tiene una inquina increíble y la rabia y el odio siempre han sido malos en una pelea. Le tiene rencor porque le quitó el puesto de heredero. Su primo, sí, pequeño, sí, pero hombre-y eso es lo que importaba en aquél entonces.

Cuando uno está invadido por malos sentimientos se vuelve torpe. Puede que Bella esté más torpe de lo normal. Pero Sirius tiene un problema mayor. Es la risa. Las bromas siempre fueron su fuerte. Desde la primera hasta la última, Sirius fue una broma andante. Pero el pobre no puede vivir sin la risa y riendo es cuando lo mata.

Eso es trampa, Bella. ¡Estaba distraído! Ya distraído. Habría ella de ser un buen caballero de la Edad Media... Uno de esos con cotas de maya, espadas largas y caballo que bajaba de su montura si su adversario había caído a tierra... ¿Tú crees que eso asegura victoria? No por ser caballeroso ganarás más batallas. Sino calculador, Sirius, astuto. Eso que nunca fuiste. Eso que demostró el Sombrero. Eso que sí es Bella. Aprovecha la mínima distracción para dar el golpe final.

Porque en la guerra todo vale. Hasta te dejan matar sin hacerte nada después. O sólo a los ganadores. Todos los que mataron en el bando perdedor suelen ser castigados. Y aquí quién perdió fuiste tú. Y muerto, uno no puede castigarte. ¿Castigarte por qué? Si de todas formas no mataste a nadie.

Después de tal batalla, el problema de la profecía es casi nulo. Aunque nadie queda impune ante el Señor Tenebroso enfadado. No si has perdido lo que él buscaba.

Buscar. Bella solía encontrar todo aquello que se perdía. Se le daba bien buscar. Pero la desesperación también embota el cerebro y Bella no supo dónde buscar antes de acabar donde acabó.

Recuerda bien cuando lo buscaba, a él, aquél que no debe ser nombrado, el Señor Tenebroso. El mismo que buscaba la profecía una vez se perdió. E igual que él se afana, ella se afanó en encontrarle.

Estaba desesperada. Su marido, Rodolphus, intentaba calmarla. Pero ella, obsesionada, casi enamorada, con una chispa de locura en sus ojos negros, enferma por ese gran mago... No atendía a razones. Él no podía haber muerto. Él seguía vivo en alguna parte.

Para calmar su dolor necesitaba hacer sentir lo mismo a otros. Como una venganza. Los Longbottom parecían por la labor de ayudarla. Dejarse torturar. Deshacerse en gritos y lamentos. Volverse tan locos como ella. Crucio, crucio, crucio. Todo a base de crucios. Porque Bella era una guerrera innata. Y los Longbottom, obviamente, no sabían nada. Lo sé, lo sé, ellos no sabrán decirme nada. Pero Bella necesitaba una venganza fría como el hielo, una venganza por su dolor hacia los felices enamorados.

Incluso acabarán por suplicar. No lo sé, no lo sé. No sé dónde está. No tengo ni idea. Gritan,. Suplican. Y hay sangre y huesos rotos. Y locura. La locura inunda el aire. Ya sé que no sabéis dónde está, pero esto es la guerra. Y en la guerra todo vale, ¿no es así?. Pero Bella, ¿tu crees que esto es la guerra? ¿No es amor?

Da igual. Si completamos, en el amor y la guerra todo vale. Y no me vengas con quejas. Todo vale, te digo. Todo vale. Todo vale en el amor y la guerra.

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