(O de la forma en la que te motivan a hacerlo).
De una forma bastante peculiar me he comprometido a regresar a la escritura. Entre lo simple, viene una cuestión compleja: ¿cuál elegir?, ¿con cuál comenzar? En sí, no es que sea algo de lo que se tenga que pensar mucho, bien pude elegir cualquier libro de mi estante o cualquier otro en la carpeta infinita de descargas o acudir a la biblioteca del Colegio, pero no. Han pasado algunos días en los que un autor me lleva a otro y no hago más que darle vueltas a este asunto.
No sé cómo, pero llegué a José Antonio Ramos Sucre, a sus Obras completas. Estuve revisando de forma superficial el libro y sin mucho querer, me detuve en el apartado destinado a una de las tantas cartas dirigidas a Lorenzo. Ya sé que es un consejo anacrónico y para nada pensada en mí. Sin embargo, en el marco de las tardes de pocas palabras y consejos, tuve la impresión de que bien podrían tener cabida en mí y mis circunstancias.
“Te conviene vivir dentro de las cuatro paredes de tu casa. Tomo en cuenta lo que dices en tu última carta. Ya te había escrito diciéndote que debes escribir con el único adorno de la expresión exacta y suprimiendo cruelmente lo que pueda sonar a discurso. La palabra debe ser siempre humilde y llana. Nunca debe llamarse la atención. Evita las malas compañías. Allí hay muchos alcohólicos.
Vive solo, pero sé amable.”
Así que, si voy a retomar esto, tiene que representar un reto que disfrute y que, hasta yo, pueda creerlo. Espero que esto me lleve de regreso a la lectura y escritura de la forma correcta, para así dejar de una buena vez la correlación entre la incapacidad para plasmar una idea con todas las consecuencias del estrés y demás achaques.
Así que, estoy de vuelta.