Success! I finally got off my ass and did something, no matter how simple it is. Also, I think I've just found myself a recuring character *g*
Much thanks to
onadancefloor, who unbeknownst to her, gave me this plot bunny XD
Rayos X
Original - Chispas - 521 Palabras
Las chispas caen sobre la calle, lluvia de luz que se queda prendida en el pelaje de los gatos callejeros. Son las diez de la noche, el cielo esta tan obscuro que no deja ver los restos del avión de carga desintegrándose al entrar a la atmósfera que nunca debió haber cruzado en el primer lugar.
Miriam no sabe que el piloto acaba de ser padre o que el pedazo de ala más grande va a caer en un parque a la orilla de la ciudad, solo sabe que había deseado una lluvia de estrellas y que en menos de una hora las chispas estaban golpeteando contra las ventanas de su barrio.
Su impermeable es amarillo, las botas para el agua rosas con flores en los bordes, y el caucho rechina cada vez que da un paso. Su paraguas es rojo, demasiado grande para sus pequeñas manos, con olor a viejo. Las chispas rebotan en la tela roja, se deslizan hacia los bordes y caen a los lados de Miriam, rodeándola de un círculo de luz mientras ella sonríe y ríe un poco y da saltitos de la emoción.
(Quiere ponerse un pedazo de luz como el broche en el pelo, quiero bailar y celebrar por que no tiene ni idea de que esto es su culpa.)
La niña es la única persona en las calles, y desde ahí puede ver las caras asombradas viéndola pegadas a las ventanas, iluminadas cada vez que una nueva chispa cae al suelo. Miriam empieza a hacer piruetas, tratando de repartir su peso en las puntas de los dedos tal como le enseñan en su clase de ballet, pero termina simplemente riendo y simplemente dando vueltas a su alrededor con los ojos muy abiertos y el pelo suelo que se le enreda en los alambres del paraguas.
Increíble, extraordinario, extremadamente peligroso; había dicho el noticiero, pero Miriam aún así extiende una de sus manos fuera del paraguas y atrapa una de las chispas en media caída. Se la acerca a la cara, cejas levantadas y boca abierta formando una pequeña ‘o’ de sorpresa. La chispa le ilumina la cara, le hace brillar los ojos mientras su mano se vuelve rosa brillante y prácticamente translucida (cada vena, cada arteria pintándose como un mapa bajo la línea de su vida) con la luz que se escurren entre sus dedos y rueda sobre su palma - una pelotita de fuego seco y rastros de acero y ozono punzante (y nitrógeno y carbono y oxígeno y un poco de ese hidrógeno traicionero) que la prendió en llamas en el primer lugar.
Miriam sonríe, la versión maniática de la infancia, paraguas en la mano y una lamparita iluminándola de adentro hacia fuera cuando se la guarda entre su piel y la ropa, sus botas rechinando contra las miles de lucecitas que cubren el adoquín de dos siglos de antigüedad de la calle, el brillo trepando por las paredes deslavadas y la único sombra que se pinta en estas siendo la de una niña de siete años vestida con un impermeable.
(El resto de la población solo tiembla, viéndola desde sus ventanas.)