There's No Hope In Hell (27/29)

Mar 09, 2008 12:31

Nuevo capítulo por aquí. Me estoy plantendo postear los dos últmos capítulos seguidos para no haceros sufrir tanto, aunque este capítulo no temina tan mal *silba* ¿Qué opináis? *confused*



Capítulo 27:

Tortura, agonía, miedos, muerte…

Su cuerpo era arrastrado y golpeado sin piedad contra el suelo. En su última embestida el hombro derecho se le había salido de su sitio y la clavícula dio un crujido seco, haciéndole agonizar de dolor.

Era desconocedor del tiempo que había transcurrido desde que su hermano emprendió la primera ofensiva contra él, pero fueran segundos, minutos o incluso horas, las fuerzas comenzaban a abandonarle. Había tratado por todos los medios existentes, incluso por los más descabellados, noquear a su hermano, dejarle inconsciente para que el ejército de las tinieblas perdiera su pilar más preciado (sin perder el suyo propio en el intento), pero las tornas no se habían inclinado ni un ápice a su favor. Siempre había sido más fuerte y rápido que Sam en el ring de boxeo, pero la persona que estaba ahora frente a él no era ni la sombra de lo que fue su hermano. Su fuerza y su resistencia se habían intensificado exponencialmente y por cada poro de su piel transpiraba la naturaleza y el origen de la maldad en estado puro. La entrega a sus habilidades psíquicas, el trono que el Ojos Amarillos le legó y su estancia en el infierno rodeado de la tortura y de la sed de dominio de la raza luciferina sobre la humana le habían inundado el corazón y la mente de leyes equívocas, de realidades engañosas, de falsas ideas fundadas sobre pilares reales malinterpretados por su nueva vida. Demasiados indicios. Indicios que aisladamente serían insuficientes para demostrar el palpable cambio de Sam pero que, en su conjunto, permitían concluir su absoluta e irremediable transformación. La única esperanza se mantenía en que Lucifer no hubiese sido capaz de cortar por completo el lazo que le ataba a su antigua vida...

El cuerpo de Dean experimentaba la fatiga de las llagas marcadas a conciencia en cada asalto. En cambio, aquel usurpador tenía meros rasguños y magulladuras ondeando por la atlética envoltura de hierro mefistofélica.

No podía distinguir nada y sus ojos no lograban visionar lo que ocurría a su alrededor en la batalla. Estaba cegado por el dolor que se arrastraba y penetraba por todo su ser, golpeándole, azotándole una y otra vez. Los derechazos y las habilidades de su hermano le martirizaban sin compasión.

Dean era el mejor en la lucha cuerpo a cuerpo pero el juego sucio es la nota característica de los grandes villanos de la historia y Sam no iba a ser menos. Utilizaba sus poderes meticulosamente, contraatacando con unas dosis de sus habilidades lo suficientemente dañinas para la víctima, pero no lo suficientemente letales. Conocía los límites y las debilidades de su hermano y no desaprovechaba la oportunidad de usarlas a su favor.

Volvió a lanzarle por los aires, alejándole del centro de la lucha, buscando un terreno libre de cazadores impertinentes que trataban de evitar que cumpliese su cometido. Una montaña de unos dos metros nació donde ambos se encontraban posicionados y nadie más se pudo entrometer en la lucha a muerte.

Un revés certero en la cara, una patada en el estómago, un lanzamiento contra el suelo… Varias contusiones, costillas rotas, hemorragias, heridas superficiales… Sam estaba llevando a su hermano hacia una muerte lenta y dolorosa, cumpliendo las órdenes de su amo Lucifer.

“Sammy, por favor, escúchame…”, repetía un moribundo Dean Winchester. Pero Sam arremetía con mayor fiereza, dañándole aún más.

De nuevo una patada sobre el estómago. Dean quedó tumbado en el suelo, escupiendo restos de sangre por la boca. Hizo el amago de arrodillarse pero volvió a ser abatido por una fuerza invisible y rodó por la montaña hasta detenerse a dos pasos del pequeño precipicio.

“Sammy, te lo su-suplico. No te dejes dominar por e-ese hijo de puta. Nooo…”, pero le impedía terminar sus frases.

Chispazos de electricidad surgieron de sus manos y Sam le agarró por los hombros haciendo que su debilitado cuerpo experimentara el recorrer de la energía por cada nervio, por cada vena, por cada músculo… La corriente circuló por todo su ser y provocó que por segundos se le detuviera el corazón para volver a latir y experimentar nuevamente la tortura.

Su cuerpo no pudo soportar el fluido de energía y se tambaleó en varias direcciones, perdiendo el conocimiento. Para cuando recuperó la conciencia tras el último ataque, observó el rostro de su hermano levantándose frente a él radiante de orgullo por el resultado de sus acciones.

-         Sammy… in-inten-ta, re-cordar… E-res mi her-hermano, siem-pre lo serás. - Balbuceaba entre lamentos, tratando de ponerse en pie.

-         ¡Cállate! ¡No vuelvas a pronunciar mi nombre de tal manera! ¡Esa persona ya no existe! ¡Murió cuando yo ocupé toda su existencia! No queda en mí NADA de tu querido hermano.

Sam golpeó a su rival con su habilidad y éste último, perdiendo el poco equilibrio que le quedaba, volvió a tambalearse con la mala fortuna de caer por el lado equivocado. Su cuerpo rodó duramente por las piedras del acantilado. La cabeza y el pecho fueron las partes más perjudicadas durante la caída y la sangre no negó sus ganas de empañar la zona donde detuvo su descenso, al pie de la montaña.

De un salto infernal el endiablado Winchester se situó frente a los restos de su hermano y se agachó junto a él para comprobar su estado. Aún seguía respirando con dificultad y sus ojos se abrieron débilmente desprendiendo un último brillo verdoso que entró en contacto directo con la mirada diabólica de Sam, penetrando a través de sus pupilas, de su sistema nervioso… estancándose en un lugar oculto y perdido en lo más recóndito de su cerebro.

“Sammy…”

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Huntington, Indiana - 19 de Julio de 1987

Dormía plácidamente cuando sintió como un peso pluma se subía con dificultad a su cama.

-         ¡Dean, Dean! ¡Despierta!

-         ¿Qué ocurre Sammy? - preguntó el joven Dean Winchester quitándose las legañas de la cara.

-         Hay un monstruo debajo de mi cama.

-         ¿Otra vez con lo mismo? No hay nada Sammy. Ya lo revisó papá antes de irse. Esos monstruitos están únicamente en tu cabeza. Venga. Vuelve a dormir.

-         Pero esta vez es verdad. ¡Les he escuchado! ¡Están planeando cómo me van a cocinar!

-         En ese caso diles que aprovechen. - el niño se volvió a tapar con la manta.

-         Dean. - Dijo Sammy con tristeza. El mayor entornó los ojos para ver el rostro de su hermano. No soportaba ver esa carita de perro degollado que ponía cuando alguien le ignoraba. - Está bien. Acabemos con esos comilones.

Dean se levantó de su cama, cogió un arma de juguete y se dirigió a la otra habitación, seguido muy de cerca por el temeroso “Juan sin miedo”. Abrió la puerta con cautela y caminó hacia la cama. Cuando hubo llegado se colocó de rodillas en el lado izquierdo y levantó la colcha para mirar debajo.

-         Aquí no hay nada Sammy. Sólo montañas y montañas de polvo.

-         Pe-pero yo…

En ese instante Dean fingió que estaba siendo arrastrado por una criatura oculta bajo la cama.

-         Ahhhhhhh… ¡Sammy! ¡Esta cosa me va a comer!

-         ¡¡DEAN, DEAN!! - gritaba el pequeño entre lloros.

-         ¡Haz algo Sammy! ¡Coge el arma y dispara! - el chico le arrojó la pistola a su hermano y éste la aferró entre sus manos con el miedo recorriendo su cuerpo. -¡Dispara Sammy, dispara!

El pequeño se acercó al otro lateral de la cama y sin mirar el objetivo disparó a la criatura que habitaba bajo su cama. Dean se liberó y corrió hacia su hermano, el cual se le abrazó con el sobresalto aún reflejado en las lágrimas que recorrían por sus mejillas.

-         Ya se acabó todo, Sammy. Has conseguido acabar con el monstruo tú solito.

-         ¿Lo hice? - inquirió sollozando.

-         Así es, y por si eso fuera poco también me has salvado la vida.

-         ¿En serio? - Dean le asintió.

-         Venga volvamos a la cama.

-         ¿Puedo dormir contigo?

-         Claro que sí, superhéroe.

Abandonaron la habitación, pero Sam regresó a la entrada para cerrar la puerta por completo. No quería que ninguna otra criatura escondida atravesara la puerta en dirección a otro dormitorio.

Dean se recostó en la cama y le hizo un hueco a su hermanito, quien se acomodó entre los brazos del mayor.

-         Oye, Dean. ¿No habrá más monstruos bajo tu cama, verdad?

-         No, Sammy. No los hay.

-         Si los hay yo me encargaré de ellos. No permitiré que te alejen de mí.

-         Yo tampoco Sammy, yo tampoco…

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Saginaw, Michigan - 7 de Febrero del 2006

-         ¿No estás preocupado, tío? ¿No te preocupa que me convierta en Max o algo así?

-         Nop. De ninguna manera. - Afirmó el mayor con rotundidad mientras recogía sus pertenencias de la habitación de motel - ¿Y sabes porqué?

-         No. ¿Por qué?

-         Porque tú tienes una ventaja que Max no tuvo...

-         ¿A papá? - inquirió incrédulo - Porque papá no está aquí, Dean.

-         No, a mí. Mientras yo esté cerca, no te va a pasar nada malo.

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Fitchburg, Wisconsin - 6 de Abril del 2006

Sam y Dean mantenían una conversación sobre la alocada idea del mayor de intentar convencer a Michael para utilizarlo como cebo ante la Shtriga.

-         ¿Qué es lo que esperabas, Dean? No le puedes pedir eso a un adulto, menos aún a un niño.

Alguien llamaba a la puerta. Dean abrió.

-         Si lo matáis… ¿Asher se pondrá mejor? - preguntó Michael, parado en el marco de la puerta.

-         Honestamente. No lo sabemos.

-         ¿Dijiste que eras el mayor? - Dean asintió - ¿Cuidarías de tu hermano pequeño? ¿Harías cualquier cosa por él?

-         Sí, lo haría.

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El rostro de Sam dejó de mostrar la fulgente ira y la venganza que hasta entonces eran dueñas de su corazón y fue sustituida por la verdadera bondad que radicaba en él. Los recuerdos estallaban en su mente y le hicieron romper el vínculo que sus poderes habían creado para/con Lucifer.

-         ¿Dean? - Los párpados de su hermano se cerraron de golpe tras el último brillo apagado en su mirada. - No, Dean, por favor, despierta. ¿¡Qué te he hecho!? - Pero su hermano no reaccionaba.

Seguía con vida pero su pulso era débil y su respiración escasa y entrecortada, apagándose lentamente. Procuró reanimarle, hacerle volver en sí pero el cuerpo de su hermano permanecía estático. Su lánguida respiración era lo único que lo diferenciaba de un auténtico cadáver. Todo su cuerpo estaba tallado en heridas y lesiones graves que le ponían un paso más cerca del velo de la muerte.

Sam lloró sobre su pecho, maldiciéndose mil veces por el terrible daño (en todos los sentidos) que le había ocasionado a su hermano, pero cuando regresó a la realidad, y divisó en la lejanía de la batalla a la figura triunfante de Lucifer sobre la entrada del infierno, se colmó nuevamente de cólera. Sus sentimientos dieron un vuelco y se plantaron con un nuevo objetivo: destruir a Lucifer.

Y ahora que he posteado este capítulo puedo publicar un favid que hice hace ya un tiempo basado (más o menos) en la historia del fic :) . Cuando lo suba a Youtube lo publicaré.

Besos!

supernatural, fanfics

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