Jul 08, 2005 18:29
Casi desde los primeros momentos de la vida de un niño, éste se ve sometido a un proceso de socialización, esto es, va adquiriendo e interiorizando conductas transmitidas por el medio cultural. Lo normal o usual es que, el primer contacto duradero que mantenga el niño recién nacido, sea el contacto con su padre o su madre biológicos. También hay casos en los que el niño sólo tiene relación o con un padre o una madre, o con ninguno de los dos, quedando el niño huérfano. Las razones de esta última situación puede consistir en la incapacidad de los padres de cuidar al niño y satisfacer sus necesidades (por sus deficiencias de diversa índole: económica, psíquica…), la desaparición de los padres (por fallecimiento de éstos en un accidente), entre otras posibilidades. El niño tiene el derecho de ser acogido por un orfanato y, posteriormente, por una familia adoptiva.
Cabría subrayar el hecho de que el niño, antes de quedar huérfano, podría haber convivido durante unos días, meses o años con sus padres biológicos. En este tiempo en el que el niño ha mantenido una relación con sus padres, no ha recibido un mismo trato de su padre y de su madre, sino que ha sido distinto. Genética y culturalmente, un varón y una mujer poseen formas distintas de tratar a un niño, de relacionarse con él. Como las mujeres están determinadas genéticamente a traer al mundo al niño, desde siempre, ellas sobre todo han ido elaborando un saber práctico, “afectivo”, implícito, compuesto por un acervo de patrones de conducta relativos a la relación con el niño, y que se aprende y transmite de generación en generación. Digamos, concretando, que una mujer ha adquirido de su madre una simpatía especial a la hora de tratar con los niños, que luego transmitirá a su hija, y ésta cuando se reproduzca, a sus hijos, y así sucesivamente. La elaboración de este saber se remonta a mucho tiempo atrás y, me atrevería a decir, que se suma a las conductas innatas que ya tienen las madres con respecto a sus hijos, como el instinto de protección, de amparo… a la cría, que, como tal instinto, es común a hombres y a animales. En definitiva, quiero señalar el llamado “instinto maternal” que, yo añadiría, es complementado con un saber cultural. Me estoy refiriendo a ese… “manual de instrucciones” no escrito (e imperfecto, claro) sobre el “manejo” de bebés o niños.
Los hombres, por su parte, también disponen de otros hábitos de relación con los hijos y, hoy día, con la cada día mayor incorporación de la mujer al mundo del trabajo, creo que tienen que aumentar y mejorar su conocimiento sobre el cuidado de los niños. Que quede claro que este escrito no trata de efectuar ninguna defensa del machismo y del absentismo masculino a la hora de cambiar pañales y limpiar culos...
Lo que quiero decir es que, durante el primer tiempo vital de un niño, éste recibe, en general, un tratamiento distinto (no entro aquí a discutir si mejor o peor) del padre y de la madre. Retomando el caso en el que el niño convive durante unos días, meses o años con sus padres biológicos y, ulteriormente, queda huérfano por el motivo que sea, cabría decir que el niño va a “echar en falta” a esa madre y a ese padre, pero sobre todo a una madre y a un padre, esto es, a una figura materna y a una figura paterna. Es obvio que cada persona es única y, consiguientemente, tiene unas maneras propias de tratar a un niño, pero eso no quita que el niño capte o perciba unos caracteres esenciales o generales de su padre y de su madre (que, por ser esenciales, los del padre son atribuibles de forma generalizada a todos los padres, y los de la madre, a todas las madres).
El niño huérfano pasa a estar bajo la tutela del Estado, que se ocupa de su cuidado y educación. Actualmente, los orfanatos están siendo sustituidos por casas sociales (donde se cuida a un número limitado de niños, con una 'madre' o educadora) y por residencias especiales con atención individualizada. Estos programas están subvencionados por asociaciones gubernamentales y por organizaciones religiosas y caritativas. Posteriormente, los niños son ofrecidos a padres que constan en el registro como padres que quieren adoptar niños, para que así el niño pueda dejar de sentir la falta de una relación paterno-materno-filial. De forma general, las autoridades locales responsables de las colocaciones intentan asegurarse que los aspirantes a ser padres adoptivos proporcionen una casa que sea apropiada para el niño, tanto en el orden físico como el afectivo. Cabe destacar, como lo hace Juan Manuel de Prada (“El Semanal”, número 921, página 10), que
“la adopción surge como una -llamémosla así- que intenta paliar el desvalimiento u orfandad del niño, estableciendo un nuevo vínculo paternofilial. Dicha simulación debe esforzarse por reproducir la relación del niño con sus progenitores de sangre, que son hombre y mujer. , rezaba la sentencia latina: esta , reconocida por todos los ordenamientos jurídicos actuales, exige, por ejemplo, que entre adoptante y adoptado exista una diferencia de edad similar a la que existe entre padres e hijos; esta impone también que los adoptantes sean hombre y mujer. La Declaración Universal de los Derechos del Niño establece que, al dictar leyes que atañan a la infancia, se adoptará como objetivo exclusivo el interés de ésta. La adopción no es un derecho de los adoptantes, sino un resorte jurídico sin otra finalidad que restablecer el derecho más inalienable del niño, que no es otro que disponer de un padre y una madre, con sexos diferenciados. Pues, aunque algunos pretendan negarlo, los afectos que un niño entabla con su padre y con su madre poseen expresiones distintas. Considero sinceramente que la adopción por parte de homosexuales impide la completa expresión de los afectos del niño, al restringir la dualidad del vínculo paternofilial, fundado en la diferenciación de sexos”
En definitiva, todos estos argumentos me hacen protestar contra la aprobación de los matrimonios homosexuales por parte del Gobierno de ZapaCERO. Me parece muy bien que dos homosexuales que decidan entablar una vida en común, sean amparados por el Derecho, reconociendo jurídicamente esta relación como “unión civil” (como proponía el Partido Popular) y pasando a poseer una serie de prerrogativas. Pero, sin embargo, no me parece conveniente lo que ha hecho el PSOE. Este partido, por cierto, protestaba contra el Gobierno de Aznar el que se tomaran decisiones que dividieran a la sociedad. Ahora el PSOE en el Gobierno, desmemoriado, no para de hacer lo que antaño era dañino (esto es visible en las recientes manifestaciones que han tenido lugar). He de decir que dicha actitud gubernamental no me parece ni mal ni bien, porque en política no se puede agradar a todos, sino a la mayoría. Aunque sería muy deseable tomar decisiones que no enfrentaran a los componentes sociales, es algo completamente utópico. Lo que quería hacer diciendo esto, era llamaros la atención sobre lo hipócrita y mentirosa que es, a lo menos, la generalidad de los miembros del PSOE.