Prólogo.Título: Quizás.
Personajes Principales: Belarús/Bielorrusia (Natalia); Lithuania (Toris).
Disclaimer: Los personajes de Hetalia no me pertenen, ya que le pertenecen a Hidekaz Himaruya. Sin ánimos de lucro.
Resumen: Aquel era su lago, pues ella era la única que acudía allí siempre que podía. Aunque se sorprendió el día que aquella cabellera castaña se encontraba allí.
Notas de la Autora: Asdsad~ Perdón ;O; Últimamente ando mala con los resúmenes. ¡Ah! También pido disculpas por tan poco diálogo, no se qué me pasa D: Tiendo a tener mucho diálogo en mis historias, pero... Mwhahaha(?) el próximo capítulo tendrá más diálogo, porque... Jujuju, mejor me lo guardo.
Quizás.
Se sentó a orillas del ya congelado lago, el cual se encontraba a solo pocos metros de su casa. La nieve, impidiéndole ver el suelo (pues ésta se amontonaba una arriba de otra), daba un paisaje tan blanco que era imposible creer que pudiese existir. Y por ende, esa misma nieve provocaba más frío en el ambiente. No más, ella siempre se encontraba allí. A la misma hora de siempre. En el mismo lugar de descanso. Con la misma mirada… Con el mismo pensamiento.
Se le hacía difícil de entender cómo lograba hacer aquello todos los días sin lograr aburrirse. Una rutina que dejaría aburrido a cualquiera, no había entretenimiento alguno, mírasele por donde se lo mirase. Además, nadie se lo impedía. Estaba segura que podría hacer aquello eternamente sin prohibiciones, el motivo era simple: Nadie se acercaba a ella. Ni siquiera a decirle que el frío le haría mal, que podía debía emplear el tiempo en otra cosa… apenas se preocupaban por ella. Su hermano no estaba a menudo en casa, y su hermana no solía visitarlos a menudo. Por último quedaban Lituania, Estonia y Letonia, pero éstos jamás se le acercaban (y tenían motivos suficientes para no hacerlo).
* * *
Era una tarde fresca, donde el viento frío soplaba tranquilamente sobre las casas, árboles y pequeños animales que se atrevían a salir en medio de aquel frío. Las veredas, cubiertas de hielo; o los lagos, congelados por el inmenso frío, dieron lugar a la melancolía de una joven rubia de ojos tan azules como el mismo cielo. Al ver el paisaje a través de una de las ventanas de aquella inmensa casa, no pudo evitar echar a correr por el medio del patio trasero, encontrándose con aquel familiar lugar. Su lugar.
Pero al llegar se encontró con una sorpresa, pues el lugar había sido “invadido” por una cabellera castaña de ojos verdes.
- ¿Lituania? -Preguntó por lo bajo.
Éste parecía no haberse dado cuenta de la existencia de la rubia a pocos metros de donde se encontraba, ya que si así hubiera sido, se hubiera levantado con rapidez y le hubiera dedicado una sonrisa nerviosa. Por lo que la bielorrusa no tuvo más remedio que acercarse al lituevo.
-S-señorita Belarús. -Exclamó nervioso al verla a su lado. “Pensaba que no iba a venir…” Pensó.
- ¿Qué hacés acá? -Preguntó con un poco, solo un poco, de altanería en su tono de voz.
-M-me pareció un lugar tranquilo y no pude evitar acercarme, lo siento. -Se disculpó sonriéndole, para luego levantarse, dispuesto a volver a la casa de Rusia y seguir con los quehaceres de la casa.
Pero la sorpresiva respuesta de la chica lo obligó a detenerse.
-No hay problema si quieres quedarte, por mi está bien. -Provocando un leve sonrojo en el castaño, quien volvió a sonreír, sentándose en el mismo lugar en el cual la rubia lo había encontrado. Siendo así imitado por Belarús, centraron su vista en aquel lago… sin pronunciar palabra alguna.
Y así, lo silenciosos minutos pasaron. Ambos callados, uno por mera vergüenza y el otro porque, simplemente, no le interesaba establecer alguna relación con el otro.
* * *
Mientras la tarde caía en ellos, provocando un paisaje tranquilo y romántico, Lituania se decidió -armado de valor- a pronunciar palabra.
- ¿S-señorita Belarús? -Comenzó, obteniendo como única respuesta la mirada de la joven. -Me preguntaba si, bueno, si a usted le gustaría ir a tomar algo o salir a pasear c-con migo…
Natalia, que había estado mirándolo con expresión neutra, cambió su rostro a sorpresa. Miró al suelo unos segundos (los cuales le parecieron eternos al castaño), y susurró
-Quizá…
No pudo evitar sonrojarse levemente. Si, era un “quizá” y aunque éste podría ser también un “no” en un futuro próximo, podría indicar “si”. Además, había salido bien, comparado con aquella vez en la que no recibió más que una fría respuesta.