Re: Cartas Smysky I [Sebastian]naryakiuxenFebruary 13 2012, 04:17:24 UTC
"Vamos, está bien que por alguna vez te cueste convencer a alguien de acostarse contigo. ¿No? ¿Sentir lo que sentimos el resto de los mortales por un rato?" dice Thad, haciéndole sonreír por lo menos un par de segundos.
La verdad es que no entiende por qué está tan enojado, por la decepción o por el hecho de que alguien parece, o no molestarse por el juego, o estar intentando ganarle en él. Sólo sabe que la falta de una nota le dolió más de lo que debería y desde ahora tiene que asegurarse de que su corazón no se rompa. No de nuevo.
Su sonrisa se mantiene en su cara más que nada para el beneficio de su compañero, quien lleva buena parte de la última hora intentando animarle y Sebastian va a contestarle algo mordaz cuando una risa estruendosa azota la cafetería. Todo el mundo se da vuelta para mirar, pero Sebastian se queda pegado a medio camino en unos ojos pardos.
Tiene la impresión de que ha visto al chico antes, que ha visto esos ojos, pero no puede recordar dónde.
Sonríe sin poderlo evitar al ver lo nervioso que se pone el otro y la manera en que una sonrisa nerviosa se apodera de sus facciones.
"Hey, ¿Quién es ese?" pregunta a Thad después de un rato cuando el chico de la risa distrae esos ojos de los suyos.
"¿Ese? ¿Ese quién?" pregunta él mirando alrededor.
"El que se sienta con el payaso ruidoso"
"¿Ese? Karofsky, es nuevo. Como tú" dice Thad, ya no tan animado. "Duerme en nuestro pasillo"
Re: Cartas Smysky I [Sebastian]miaka_zusterFebruary 13 2012, 05:17:15 UTC
Es tarde cuando regresa de su entrenamiento. Siente el cuerpo como si hubiese sido cortado en pedazos para después ser licuado y posteriormente freído. El entrenador extrajo de sus compañeros y de él cada gota de energía que les quedaba. No pude evitar arrastrar los pies, pues siente como los músculos le queman al mínimo intento por caminar normal. A ese paso no llegaran vivos a la temporada.
Camina hacia la sala de estudios, esperando que su tutor de francés no se haya marchado cansado de estarlo esperando pues está retrasado media hora. Entra y apenas ve la espalda del que va a ser su tutor empieza a disculparse, suponiendo que sea él, puesto que no hay nadie más ahí.
“Hey, oye siento la tardanza hombre, el entrenador desquito la mierda de su divorcio con nosotros”, Dave termina de hablar.
El muchacho sentado se da la vuelta encarándole. La lengua de Dave parece haber crecido el doble de su tamaño pues siente como le ahoga, las manos le sudan y el corazón amenaza con salírsele del pecho.
“¿Tú eres mi tutor de francés?”, Dave quiere que la tierra se lo trague, pues su voz sale entrecortada y chillona.
Re: Cartas Smysky I [Sebastian]naryakiuxenFebruary 13 2012, 05:38:08 UTC
"Si tú eres Karofsky, entonces sí" dice Sebastian, dándole una sonrisa.
Es verdad que el chico ha llegado tarde, pero no es como que se haya aburrido... él mismo tiene mucho que estudiar y muy poco tiempo para hacerlo. Hoy en día cualquier tiempo extra es bueno para sacar sus apuntes de cálculo si es que quiere pasar la asignatura.
Cuando un tal Chad se acerca a él durante el receso y le dice que su amigo Karofsky andaba buscando tutor de Francés, Sebastian no pudo evitar recordar esos ojos y esa sonrisa tímida, y antes de que se diera cuenta de qué estaba haciendo había ofrecido sus servicios para ello.
Además, pensar en otro chico le ayuda a superar un poco la frustración que le provocaban esas notas. La verdad es que aún se consideraba un idiota por tener esa hoja de papel y esa servilleta guardadas en un libro, como si fueran algo precioso, y se estaba haciendo los ánimos para tirarlas a la basura... pero no quería.
Por mientras... por mientras haría esto, disfrutaría lo adorable del chico que tenía enfrente y olvidaría todo sobre el idiota de las notas.
"Sebastian Smythe para servirte" dijo él, ofreciéndole una mano y pidiéndole que se sentara de inmediato, al ver que el chico no parecía responder. "¿Te parece si empezamos de inmediato? Ya llevamos media hora de atraso después de todo. ¿Qué es lo que más te da problemas en el francés?"
Re: Cartas Smysky I [Dave]miaka_zusterFebruary 13 2012, 06:35:49 UTC
Dave intenta no hacer más el ridículo y se sienta pronto frente a Sebastian. Y mientras le habla sobre sus problemas con el maldito idioma, por dentro planea una y mil maneras de matar a Chad por ponerle en esa situación.
Ve que Sebastian le escucha y le explica con paciencia. Claro que la atención de Dave se pierde en la suave y algunas ocasiones ronca voz. El simple movimiento de los labios delgados lo distrae, y cuando la rosada lengua sale para humedecerlos eso, manda de vacaciones a sus neuronas. Entonces Sebastian le pregunta si ha entendió y Dave asiente, aunque no haya captado ni una mierda. Pero se esfuerza y cuando ve que tiene que responder los ejercicios se congela. ¿Y qué si Sebastian reconoce su letra?... Con la antena mirada de Sebastian sobre él, su mano tiembla y cuando va a escribir Thad llega-como caído del cielo o salido del infierno-diciéndole a Sebastian que es hora de la reunión.
Dave no deja de maldecir al warbler intruso pero también agradece la interrupción, se siente salvado por la campana. Ahora tiene que buscar una manera de que Sebastian no descubra que es él, quien le mando las notas. Antes de irse, Sebastian le pasa una hoja con los horarios de la tutorías y su teléfono, Dave le sonríe y se disculpa otra vez por llegar tarde, arranca un trozo de hoja de su recopilador para escribir su nombre y teléfono. Se lo entrega a Sebastian, este lo guarda y con una última sonrisa se va con Thad.
“Mierda, ¡idiota!”, tarde se da cuenta lo que acaba de hacer. Si, en definitiva esa noche va a matar a Chad.
Re: Cartas Smysky I [Dave]naryakiuxenFebruary 13 2012, 18:55:29 UTC
Sebastian está en medio de la reunión cuando se le ocurre mirar la nota en su bolsillo para ingresar el número en su teléfono, y cuando la abre no sabe si tirarla al suelo o hacer uso del número de inmediato.
Parte de él se convence que es una coincidencia... otra parte está segura que podría reconocer esa D en cualquier lado y esa es finalmente la parte que gana.
Mientras los Warblers se embarcan en una discusión sobre el uso de corbatas y sus colores, Sebastian toma su celular y empieza a armar un mensaje.
"Bueno, gracias por la respuesta supongo. Es bueno saber cuando importas"
No. NO. ¡NO! Jamás iba a escribir eso. Se borra. Empieza de nuevo.
"Supongo que podré encontrarte otro tutor para mañana..."
¿Realmente quería encontrarle otro tutor? ¿Dejar de verle? Se borra. Empieza de nuevo.
"Más vale que esto sí lo respondas..."
No, tampoco.
"Con que la D era por Dave, ¿no?"
Tampoco.
"Eres un idiota, qué te costaba responder, supongo que ahora sé que no debería encariñarme contigo, que no valdrá la pena, ¿no? Pues bueno... buena suerte con eso. Imbécil"
No, mucho menos. Dios, qué lío,
¿Realmente quería mandar el mensaje? Podía quedarse callado, no hacer nada, esperar a ver qué es lo que el otro hacía. Intentar hacerle hablar más allá de una nota y sacarle algo de información. El tipo, la verdad, parecía demasiado adorable como para ser un idiota a propósito, quizás había algo más detrás de todo eso. Algo más que un idiota ganándole en su propio juego.
Re: Cartas Smysky I [Dave]miaka_zusterFebruary 13 2012, 21:07:09 UTC
Apenas llega a la habitación y se va sobre Chad. Que carajos importa que no pueda levantar los brazos, el pelirrojo va a saber quien David Iván Karofsky.
“¿Qué chingados te pasa?”, pregunta indignado por el golpe en su nuca.
“Me pasa, que el tutor que me buscaste es Sebastian”, Dave se sienta en la cama, para luego levantarse y dar vueltas por la habitación. “Ahora él sabe que soy yo quien le mandaba las notas y todo es tu maldita culpa, idiota”.
“Eso me pasa por querer ayudar. Ahí estoy yo todo mono, buscándole un buen tutor a mi amigo y como me paga con un golpe y llamándome idiota. Dave, sólo te di el empujón que necesitabas”. Chad se sienta a su lado. “¿Tan mal estuvo?, el estirado imbécil te dijo algo desagradable”.
“No. Todo marchó bien, claro que no entendí ni j. El asunto es que cuando terminamos me dio la hoja con los horarios y su teléfono, y el imbécil de yo también”.
“No veo el problema”.
“¡Por todos los infiernos Chad!, fumar esa maldita mierda a terminado con tus neurona o ¿qué? ¡Mi letra! Va a reconocer mi letra”.
“Dios todos los gays son tan reinas del drama. Tarde o temprano iba a pasar. Ahora, se un hombre y enfréntalo, ve hasta su habitación chúpale la polla y clávalo contra el colchón”, Chad regresa a su cama y a su libro.
“No, tengo una mejor idea. Ahora tú vas a escribir la notas por mí”.
“Oh no, ni una jodida, yo no voy a ser ese tipo ¿cómo se llama…? ¡Ah sí! Cyrano de Bergerac”.
“Vamos, tú me metiste en este lío y…”, el sonido de su móvil que indica los mensajes lo interrumpe, Dave y Chad se miran.
“Anda, ve quien es”.
“¿Y sí es él?”, Dave mira su móvil como si este se lo fuera a comer.
“Y sí no. Dios estamos como esas estúpidas comedias románticas protagonizadas por Mandy Moore, trae acá”, Chad le quita el teléfono de las manos, lo desbloquea y abre el mensaje. “Creo que ya sabe que eres tu el de las notas”, le entrega el teléfono, Dave lo ve y siente como la sangre le baja por todo el cuerpo hasta llegar a sus pies.
“¿Ahora qué?”
“Respóndele algo, declárale tu amor, bájale el sol y las estrellas o simplemente dile hola ¿qué sé yo? Ahora te toca a ti, ¿quieres o no quieres estar con él?”.
Dave se muerde los labios y pasa lo últimos cinco minutos escribiendo y borrando mensajes. Nada parece adecuado, nada le gusta y todo lo parece mal. ¿Qué puede decirle? Que perdió su nota, sí es que la había. Que esté ridículamente enamorado de él. No, Dave no va a hacer eso, no va abrirse de esa manera. Porque tiene miedo al rechazo y de someter al ridículo sus sentimientos. Pero el que no arriesga no gana y en el amor, uno siempre tiene que arriesgar incluso cuando sabe que tiene todas las de perder. Lo importante es nunca rendirse… Eso es lo que su abuela le dijo cuando le hablo, cuando confeso todo, quién era y que había hecho.
“Perdón por el acoso, incluso cuando fueron dos notas lo que hace que sea el acoso más patético de la historia. Podría haber habido una tercera pero el imbécil de mi perdió tú nota, claro que guardaba la esperance de que habría una. Pero llegué demasiado tarde y ya no estaba, y entonces no sabía que escribir en respuesta. Me acobardé… Perdón”.
Enviar.
“¿Crees qué funciones?”.
“Ya sabes lo que creo de todo esto. El cabrón tiene fama de ser…”
“Mejor no volvamos a eso”, Dave lo interrumpe, va donde su libro de francés y su recopilador. Será mejor hacer lo ejercicios y esforzarse al máximo para pasar la jodida clase.
La verdad es que no entiende por qué está tan enojado, por la decepción o por el hecho de que alguien parece, o no molestarse por el juego, o estar intentando ganarle en él. Sólo sabe que la falta de una nota le dolió más de lo que debería y desde ahora tiene que asegurarse de que su corazón no se rompa. No de nuevo.
Su sonrisa se mantiene en su cara más que nada para el beneficio de su compañero, quien lleva buena parte de la última hora intentando animarle y Sebastian va a contestarle algo mordaz cuando una risa estruendosa azota la cafetería. Todo el mundo se da vuelta para mirar, pero Sebastian se queda pegado a medio camino en unos ojos pardos.
Tiene la impresión de que ha visto al chico antes, que ha visto esos ojos, pero no puede recordar dónde.
Sonríe sin poderlo evitar al ver lo nervioso que se pone el otro y la manera en que una sonrisa nerviosa se apodera de sus facciones.
"Hey, ¿Quién es ese?" pregunta a Thad después de un rato cuando el chico de la risa distrae esos ojos de los suyos.
"¿Ese? ¿Ese quién?" pregunta él mirando alrededor.
"El que se sienta con el payaso ruidoso"
"¿Ese? Karofsky, es nuevo. Como tú" dice Thad, ya no tan animado. "Duerme en nuestro pasillo"
"Ya me parecía que le conocía de algún lado"
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Camina hacia la sala de estudios, esperando que su tutor de francés no se haya marchado cansado de estarlo esperando pues está retrasado media hora. Entra y apenas ve la espalda del que va a ser su tutor empieza a disculparse, suponiendo que sea él, puesto que no hay nadie más ahí.
“Hey, oye siento la tardanza hombre, el entrenador desquito la mierda de su divorcio con nosotros”, Dave termina de hablar.
El muchacho sentado se da la vuelta encarándole. La lengua de Dave parece haber crecido el doble de su tamaño pues siente como le ahoga, las manos le sudan y el corazón amenaza con salírsele del pecho.
“¿Tú eres mi tutor de francés?”, Dave quiere que la tierra se lo trague, pues su voz sale entrecortada y chillona.
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Es verdad que el chico ha llegado tarde, pero no es como que se haya aburrido... él mismo tiene mucho que estudiar y muy poco tiempo para hacerlo. Hoy en día cualquier tiempo extra es bueno para sacar sus apuntes de cálculo si es que quiere pasar la asignatura.
Cuando un tal Chad se acerca a él durante el receso y le dice que su amigo Karofsky andaba buscando tutor de Francés, Sebastian no pudo evitar recordar esos ojos y esa sonrisa tímida, y antes de que se diera cuenta de qué estaba haciendo había ofrecido sus servicios para ello.
Además, pensar en otro chico le ayuda a superar un poco la frustración que le provocaban esas notas. La verdad es que aún se consideraba un idiota por tener esa hoja de papel y esa servilleta guardadas en un libro, como si fueran algo precioso, y se estaba haciendo los ánimos para tirarlas a la basura... pero no quería.
Por mientras... por mientras haría esto, disfrutaría lo adorable del chico que tenía enfrente y olvidaría todo sobre el idiota de las notas.
"Sebastian Smythe para servirte" dijo él, ofreciéndole una mano y pidiéndole que se sentara de inmediato, al ver que el chico no parecía responder. "¿Te parece si empezamos de inmediato? Ya llevamos media hora de atraso después de todo. ¿Qué es lo que más te da problemas en el francés?"
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Ve que Sebastian le escucha y le explica con paciencia. Claro que la atención de Dave se pierde en la suave y algunas ocasiones ronca voz. El simple movimiento de los labios delgados lo distrae, y cuando la rosada lengua sale para humedecerlos eso, manda de vacaciones a sus neuronas. Entonces Sebastian le pregunta si ha entendió y Dave asiente, aunque no haya captado ni una mierda. Pero se esfuerza y cuando ve que tiene que responder los ejercicios se congela. ¿Y qué si Sebastian reconoce su letra?... Con la antena mirada de Sebastian sobre él, su mano tiembla y cuando va a escribir Thad llega-como caído del cielo o salido del infierno-diciéndole a Sebastian que es hora de la reunión.
Dave no deja de maldecir al warbler intruso pero también agradece la interrupción, se siente salvado por la campana. Ahora tiene que buscar una manera de que Sebastian no descubra que es él, quien le mando las notas. Antes de irse, Sebastian le pasa una hoja con los horarios de la tutorías y su teléfono, Dave le sonríe y se disculpa otra vez por llegar tarde, arranca un trozo de hoja de su recopilador para escribir su nombre y teléfono. Se lo entrega a Sebastian, este lo guarda y con una última sonrisa se va con Thad.
“Mierda, ¡idiota!”, tarde se da cuenta lo que acaba de hacer. Si, en definitiva esa noche va a matar a Chad.
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Parte de él se convence que es una coincidencia... otra parte está segura que podría reconocer esa D en cualquier lado y esa es finalmente la parte que gana.
Mientras los Warblers se embarcan en una discusión sobre el uso de corbatas y sus colores, Sebastian toma su celular y empieza a armar un mensaje.
"Bueno, gracias por la respuesta supongo. Es bueno saber cuando importas"
No. NO. ¡NO! Jamás iba a escribir eso. Se borra. Empieza de nuevo.
"Supongo que podré encontrarte otro tutor para mañana..."
¿Realmente quería encontrarle otro tutor? ¿Dejar de verle? Se borra. Empieza de nuevo.
"Más vale que esto sí lo respondas..."
No, tampoco.
"Con que la D era por Dave, ¿no?"
Tampoco.
"Eres un idiota, qué te costaba responder, supongo que ahora sé que no debería encariñarme contigo, que no valdrá la pena, ¿no? Pues bueno... buena suerte con eso. Imbécil"
No, mucho menos. Dios, qué lío,
¿Realmente quería mandar el mensaje? Podía quedarse callado, no hacer nada, esperar a ver qué es lo que el otro hacía. Intentar hacerle hablar más allá de una nota y sacarle algo de información. El tipo, la verdad, parecía demasiado adorable como para ser un idiota a propósito, quizás había algo más detrás de todo eso. Algo más que un idiota ganándole en su propio juego.
"Bonita letra, Karofsky"
Enviar.
Listo.
La pieza estaba en el tablero del otro.
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“¿Qué chingados te pasa?”, pregunta indignado por el golpe en su nuca.
“Me pasa, que el tutor que me buscaste es Sebastian”, Dave se sienta en la cama, para luego levantarse y dar vueltas por la habitación. “Ahora él sabe que soy yo quien le mandaba las notas y todo es tu maldita culpa, idiota”.
“Eso me pasa por querer ayudar. Ahí estoy yo todo mono, buscándole un buen tutor a mi amigo y como me paga con un golpe y llamándome idiota. Dave, sólo te di el empujón que necesitabas”. Chad se sienta a su lado. “¿Tan mal estuvo?, el estirado imbécil te dijo algo desagradable”.
“No. Todo marchó bien, claro que no entendí ni j. El asunto es que cuando terminamos me dio la hoja con los horarios y su teléfono, y el imbécil de yo también”.
“No veo el problema”.
“¡Por todos los infiernos Chad!, fumar esa maldita mierda a terminado con tus neurona o ¿qué?
¡Mi letra! Va a reconocer mi letra”.
“Dios todos los gays son tan reinas del drama. Tarde o temprano iba a pasar. Ahora, se un hombre y enfréntalo, ve hasta su habitación chúpale la polla y clávalo contra el colchón”, Chad regresa a su cama y a su libro.
“No, tengo una mejor idea. Ahora tú vas a escribir la notas por mí”.
“Oh no, ni una jodida, yo no voy a ser ese tipo ¿cómo se llama…? ¡Ah sí! Cyrano de Bergerac”.
“Vamos, tú me metiste en este lío y…”, el sonido de su móvil que indica los mensajes lo interrumpe, Dave y Chad se miran.
“Anda, ve quien es”.
“¿Y sí es él?”, Dave mira su móvil como si este se lo fuera a comer.
“Y sí no. Dios estamos como esas estúpidas comedias románticas protagonizadas por Mandy Moore, trae acá”, Chad le quita el teléfono de las manos, lo desbloquea y abre el mensaje. “Creo que ya sabe que eres tu el de las notas”, le entrega el teléfono, Dave lo ve y siente como la sangre le baja por todo el cuerpo hasta llegar a sus pies.
“¿Ahora qué?”
“Respóndele algo, declárale tu amor, bájale el sol y las estrellas o simplemente dile hola ¿qué sé yo? Ahora te toca a ti, ¿quieres o no quieres estar con él?”.
Dave se muerde los labios y pasa lo últimos cinco minutos escribiendo y borrando mensajes. Nada parece adecuado, nada le gusta y todo lo parece mal. ¿Qué puede decirle? Que perdió su nota, sí es que la había. Que esté ridículamente enamorado de él. No, Dave no va a hacer eso, no va abrirse de esa manera. Porque tiene miedo al rechazo y de someter al ridículo sus sentimientos. Pero el que no arriesga no gana y en el amor, uno siempre tiene que arriesgar incluso cuando sabe que tiene todas las de perder. Lo importante es nunca rendirse… Eso es lo que su abuela le dijo cuando le hablo, cuando confeso todo, quién era y que había hecho.
“Perdón por el acoso, incluso cuando fueron dos notas lo que hace que sea el acoso más patético de la historia. Podría haber habido una tercera pero el imbécil de mi perdió tú nota, claro que guardaba la esperance de que habría una. Pero llegué demasiado tarde y ya no estaba, y entonces no sabía que escribir en respuesta. Me acobardé… Perdón”.
Enviar.
“¿Crees qué funciones?”.
“Ya sabes lo que creo de todo esto. El cabrón tiene fama de ser…”
“Mejor no volvamos a eso”, Dave lo interrumpe, va donde su libro de francés y su recopilador. Será mejor hacer lo ejercicios y esforzarse al máximo para pasar la jodida clase.
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