El tiempo en verde: Capítulo 4 - Iceberg

Jul 05, 2010 03:13

Esto se publica hoy por el cumple de Inefable. Sé que llevo dándote este fic desde hace unos años y por lo que parece, el regalo de cada año va a ser un capítulo xD
La verdad, ya ni sé si lo lees aún (de lo cual no te culparía, mira que tardarme tantísimo y traer unos capis tan cortos...)
Como sea, no importa. Sólo espero que te la pases bien y que tengas un gran día.
Un abrazote!! (y sé que no te gusta este día, pero tranqui, seguro se termina rápido ;) )

Muchas gracias a Lore por betear.

Capítulo 4: Iceberg.

Mark Miller había sido un joven brillante, con su futuro en el Departamento de Aurores completamente asegurado gracias a su talento. Era bueno en la acción y aún mejor en las investigaciones. Según su pareja en el cuerpo de aurores, a él le gustaba más buscar que encontrar. Tenía un ojo crítico que veía detalles y notas sin importancia que a los demás se les pasaban o daban por sentado; su curiosidad lo llevaba por callejones poco transitados, que más de una vez fueron calles sin salida; su instinto era bastante bueno y su intuición y corazonadas muchas veces lo llevaban, si bien no a la solución del caso, sí a descartar posibilidades.

Además de ello, su Ravenclaw interno salía siempre y esto lo llevaba a querer saber todo. Todo en cuanto al caso, en cuanto a la vida de otros, en cuanto a muchas cosas.

Sí, definitivamente Mark Miller pudo haber llegado lejos en el Departamento de Aurores. Sin embargo, las cosas durante y después de la guerra le hicieron convencerse de que eso no era algo que él quisiera. Tanto Departamento, como el Ministerio estaban llenos de corrupción y ésta sólo se había hecho más evidente cuando Voldemort controló el lugar. Haría falta más que un señor oscuro para terminar con ella. Pero esto no era lo que había impulsado a Miller a dejar de lado su prometedora carrera pues no era un Gryffindor estúpido guiado por nobles ideales, era algo más simple: los jefes y los poderosos tenían su buena tajada, una cantidad de dinero y poder que él nunca alcanzaría, menos después de enterarse que Potter sería auror, y con seguridad el próximo jefe. Y él no se iba a conformar con menos si era capaz para tener tanto o más que los vejetes o niñatos.

La opción había parecido buena, atractiva, demasiado tentadora. Él sería su propio jefe, ya no más obedecer órdenes incoherentes de magos que se creían la gran cosa y lo subestimaban por su juventud e inexperiencia. Ya no más aparentar buena cara cuando lo único que quería era mentársela a más de uno. Libre. Era la mejor decisión, y se felicitó a sí mismo por ella.

Así fue como el auror Miller se convirtió en el detective privado Miller, el mejor en su campo, como era de esperar. Elegía a sus clientes, cobraba obscenas cantidades de dinero y hacía lo que le placía. Como era el mejor, se permitió establecerse en un lugar único, diferente e inesperado para un detective. Porque claro, cuando alguien lo fuera a buscar quería que lo buscara a él, no que viera un desfile ni una subasta para decidirse por el más barato, no que el cliente eligiera lo que se acomodaba a sus necesidades. Quería que los clientes que llegaran a él estuvieran seguros de lo que buscaban, que tuvieran el dinero que él pedía y, sobre todo, quería poder elegirlos a sus anchas, de tal forma que el cliente se adaptara a sus necesidades, no al revés.

Al principio había sido suficiente con él solo para atender a sus escasos, pero adinerados, clientes. Después, estos comenzaron a ser más y más, cada vez lo recomendaban con más gente. Necesitaba ayuda, algo así como una secretaria que recibiera a los clientes y le ayudara a ordenar algunos archivos. Y, más importante, que preparara delicioso café. Sí, sobre todo el café, eso era lo importante.

No haría entrevistas; ver una pasarela de gente deseosa por un empleo le asqueaba. Simplemente esparciría por aquí y por allá que estaba dispuesto a contratar a alguien y ya, seguro sus conocidos tendrían en mente a una persona. Su antigua pareja fue quien acertó: su sobrina, recién graduada de Hogwarts, buscaba un empleo. Necesitaba dinero, puesto que su familia había quedado en una situación un tanto mala después de la guerra y no era suficiente para costear sus estudios de periodismo. Mark, después de conocer a Rebecca y probar su café, no había dudado en contratarla.

Le había parecido una chica eficiente, agradable, inteligente y bonita. Después de un tiempo de trabajar juntos, Rebecca ya sabía cómo había que tratar a Miller, porque Mark no era una persona precisamente fácil. Pasado algún tiempo, Rebecca había anunciado que la habían aceptado en la Academia de Periodismo, de tal modo que habían llegado al acuerdo de que ella trabajaría medio tiempo, por decirlo así. En cualquier otra situación Mark no lo hubiera considerado y hubiese buscado a alguien más, pero la chica le agradaba, se lo debía a su antigua pareja y, lo más importante, no renunciaría a ese café por nada. Eso sin contar que los reporteros a veces tienen buenas fuentes, contactos y una larga lista de cosas que podrían beneficiarlo en un futuro cercano.

Durante su carrera de detective, la cual no era aún muy larga, había llevado muchos tipos de casos. Unos los había aceptado porque tenían una muy buena paga, aunque eran terriblemente aburridos; otros porque los clientes eran muy interesantes y una cena con ellos, junto con una que otra cosilla, no estaba demás; sin embargo, los que más le gustaban eran esos que picaban su curiosidad. Esos que hacían que no pudiera dejar de pensar en ellos ni mientras estaba en el baño, los que le corroían por la incertidumbre que sentía. Esos que le pedían a gritos que los resolviera, que terminara con el rompecabezas.

Cuando vio a Malfoy, de inmediato pensó en aceptar el caso, tener una cena y una que otra cosilla. Después había visto el dinero, entonces sus prioridades cambiaron a unas más profesionales; aunque aún no descartaba la cena. Cuando Malfoy dijo a quién quería encontrar, la curiosidad le picó. La cena comenzaba a ser olvidada. En el momento que revisó los documentos que había pedido, todo se había ido al diablo, y sólo podía concentrarse en que había algo totalmente desconcertante en todo esto y que justamente era eso lo que le pedía a gritos encontrar la solución.

Después de leer las preguntas que Potter había respondido en el juicio Malfoy, su instinto dijo que lo mejor era posponer cualquier intento de averiguar sobre la vida de Lily Potter. Lo primero que haría sería ver todas las conexiones existentes entre los Potter y los Malfoy, empezando por Harry y Draco.

Iría de lo más evidente, lo que todos conocían, a cosas particulares. Los juicios habían sido lo primero. El encarcelamiento de Lucius Malfoy y la foto que mostraba a Draco resentido con el mundo fue lo siguiente. Las preguntas recurrentes a Potter sobre su opinión de los Malfoy fue lo que consultó luego.

Todo parecía normal, un niño de poco más de quince años dolido porque han encerrado a su padre era algo de esperarse. Las evasivas y respuestas ambiguas que Potter daba a su relación con la familia Malfoy también entraban dentro del rango de lo normal. Después de todo, su relación era algo especial. Sin embargo, al igual que pasó con su revisión al juicio, había algo que no encajaba y no podía terminar de ver qué era.

Cualquiera pensaría que habría más información sobre la relación Malfoy-Potter, pero no era así. Fuera de un par de artículos más, ya no había nada. Decidió que era bueno revisarlos por separado y se preparó psicológicamente para periódicos y periódicos repletos de noticias sobre el niño que vivió; después tendría que empezar a interrogar a unas cuantas personas, a gente que había asistido a Hogwarts en el mismo periodo que ellos; lo más sencillo sería comenzar con Rebecca. Serían unos días largos.

***

-¿Quién es ella, Pans? -preguntó Blaise y siguió a una chica de cabello castaño.

-Espera, necesito ver bien su cara. Va demasiado abrigada. -Dicho lo anterior, Pansy avanzó hasta toparse de frente con la chica y tratar de observar sus facciones-. Rebecca Sullivan -aseguró después de haber salido del pensadero y de unos segundos de concentración-. Iba dos cursos por debajo de nosotros, una Ravenclaw. Me parece que ella y Astoria tenían una buena relación en Hogwarts y, si no mal recuerdo, es una mestiza.

-Bien, hay que averiguar a qué se dedica y dónde vive.

-Blaise, no creo que lo último sea necesario. ¿Acaso la piensas vigilar o secuestrar? -Se burló-. Entiendo que sea una chica atractiva, pero…

-¡Ni siquiera lo pienses Parkinson! -dijo Blaise con una mirada mitad reproche mitad divertida-. Ella no es alguien con quien yo querría relacionarme.

-Ajá. -Hizo un movimiento con la mano restándole importancia-. Mañana iré a visitar a los Greengrass para preguntar sobre ella.

***

Durante la mañana, Rebecca asistía a la Academia, era en la tarde cuando trabaja en el despacho. En vista de ello, Mark esperó ese día pacientemente a que dieran las dos de la tarde para poder preguntarle unas cuántas cosas a su secretaria. Aunque decir “pacientemente” no es precisamente una buena descripción, pues estaba ansioso por saber qué pasaba en Hogwarts en ese tiempo. Se resignó a leer periódicos viejos relacionados con Potter sin encontrar nada de gran relevancia de su relación con Malfoy; cuando a medio día se hartó de ello, se dedicó a avanzar un poco con el resto de sus casos. Había olvidado que tenía que ir a la embajada española por una ficha de identidad de un comerciante de vino.

Cuando a media tarde volvió a su oficina, Rebecca ya se encontraba ahí. Lo sabía por el olor a café que lo invadió en cuanto se apareció en la recepción. La chica parecía concentrada ordenando los expedientes del último caso cerrado y anotando algunos gastos en la libreta de contabilidad.

-Rebecca -dijo a manera de saludo-, cuando termines lo que haces ven a mi oficina un momento.

La chica se apresuró a terminar con las cuentas, sirvió una taza de café, con dos de azúcar, y se dirigió a ver a su jefe.

-¿Señor? -Dejó la taza en la mesa y tomó asiento.

Antes de preguntar cualquier cosa, Miller tomó un trago de café y dibujo una incipiente sonrisa.

-¿Cuál es tu generación de Hogwarts? -Fue al grano-. Me parece que en algún punto tuviste que coincidir con Draco Malfoy y Harry Potter, ¿no es así?

Ella asintió.

-Yo iba dos cursos por debajo de ellos, aunque al final, tuvieron que repetir el último año por la guerra, por lo tanto, estuve un año más con ellos.

-Ya veo. -Guardó silencio unos segundos y tomó más café-. ¿Cómo se llevaban? ¿Cuál era su relación? ¿Se hablaban?

Rebecca sonrió ligeramente, con un gesto que parecía decir que todo el mundo sabía cuál había sido su relación en Hogwarts.

-Eran enemigos. Se odiaban a muerte, donde sea que estuviesen Potter y Malfoy juntos empezaban a saltar chispas, era sólo esperar a ver cuál era el primero en comenzar a atacar al otro. Además, ambos eran buscadores de sus casas, lo cual acrecentaba aún más la rivalidad entre ellos.

Esta vez, la pausa fue más prolongada y el café llegó a la mitad.

-¿Por qué la enemistad? ¿Qué la provocó? -dijo con gesto pensativo.

-Había varios rumores -Acercó el dedo índice a su boca en un ademán pensativo-: algunos decían que todo fue culpa de Ron Weasley, el mejor amigo de Potter, aunque ninguno esclarecía si fue porque Weasley atacó a Malfoy primero o viceversa, de forma que cuando Potter llegó, quien estaba en desventaja era Weasley y ganó su simpatía. Otros decían que Malfoy intentó trabar amistad con Potter el primer día, pero que éste lo rechazó de forma humillante, algo que Malfoy nunca le perdonó. Algunos más aseguraban que en cuanto cruzaron miradas se odiaron; otros que lo primero que Malfoy le dijo habían sido insultos sobre su madre y Potter nunca le perdonó eso; y unos pocos decían que Potter lo había ofendido de forma grave poco antes de entrar a Hogwarts.

Mark escuchaba atentamente y tomaba notas mentales.

-Definitivamente uno no le era indiferente al otro -dijo Miller para sí.

-Para nada, su rivalidad era legendaria -confirmó Rebecca-. Y año con año se incrementaba.

No podía seguir sentado, con un movimiento fluido alejó la silla del escritorio y se levantó. Después, comenzó a caminar a lo largo de su despacho, siendo seguido por la atenta mirada de Rebecca.

-Entonces, ¿por qué Potter los ayudó en los juicios? ¿Por qué Malfoy no lo identificó en su Mansión cuando tuvo la oportunidad de deshacerse de él? ¿Y por qué la madre de Malfoy le mintió al propio Señor Oscuro para mantenerlo con vida? -se cuestionó en voz alta.

-Eso también nos preguntamos en Hogwarts durante varios cotilleos; sin embargo no llegamos a gran cosa, después de todo estábamos preocupados por nuestras respectivas familias y por lo que sería de nosotros a partir de ese momento. -Hizo una pausa antes de continuar-. Siempre creí que fue porque, a pesar de todo, las riñas estudiantiles eran una cosa y la guerra y el ser responsable de la muerte de un compañero otra.

Miller se detuvo y la miró fijamente.

-Eso podría explicar el porqué Malfoy y su madre salvaron a Potter y esos actos provocaron que Potter declarara a su favor en los juicios.

-Así es, pero… -Rebecca no encontraba las palabras adecuadas y calló unos segundos, buscándolas.

-Pero… -la alentó.

-Bueno, no sé muy bien cómo decirlo -suspiró-. Es obvio que algo así modificaría la relación entre ellos, que el último año que estuvieran en Hogwarts sería distinto. La mayoría atribuyó el cambio a la guerra, todo lo que había pasado entre ellos y a que habían madurado. Yo también lo hice en un principio, pero había algo. -Soltó una risita avergonzada antes de continuar-. Sé que es estúpido y realmente no les presté demasiada atención, pero creo que el cambio que tuvieron fue un poco más radical, tal vez el ser corteses entre sí fue más allá e iniciaron una amistad. O algo.

-¿A qué te refieres? -Miller estaba intrigado.

-Cuando ellos estaban en el mismo lugar, aún había chispas. No era agresividad precisamente y el ambiente no se tensaba como antes, pero la atmósfera se enrarecía y se volvía más densa. Además, en los partidos de ese último año… de algún modo se fijaban más en el otro que en la snitch. Antes siempre concentraban parte de su atención en insultarse y molestarse y la mayor parte la ponían en encontrar la snitch; en ese año, al menos la mitad de su atención estaba en el vuelo del otro, el resto se encontraba en el partido.

Mark tomó un poco del ya frío café. Necesitaba analizar eso y conectar lo que acaba de decirle Rebecca con sus corazonadas, los juicios y las notas de periódico.

-Necesito una lista de los compañeros de curso de Potter y de Malfoy -Le tendió la taza con el café frío para darle a entender que quería café caliente-. Con sus direcciones o alguna forma de localizarlos -agregó-. Puedes retirarte.

Sin decir nada más, Rebecca salió de la oficina.

Mark se quedó observando unos momentos la vitrina que tenía algunos de sus artefactos mágicos, curiosidades de aquí y de allá y uno que otro regalo. Tenía más piezas que antes, algunas corazonadas y ninguna idea concreta de qué pasaba ahí. Sin embargo, estaba seguro de que todo estaba relacionado y que lo que no se acababa decir entre Potter y Malfoy era la punta de un iceberg. No era ningún detalle. Además, estaba el algo que había entre ellos el último año. Su instinto le decía que era, cuando menos, amistad, pero tenía la sensación de que había sido mucho más que sólo eso; aunque, basarse en una suposición así era demasiado arriesgado.

Era hora de comenzar a resumir lo que tenía y hacer notas de lo que Rebecca le había contado. Se dirigió a su silla de piel y se sentó, echó la cabeza hacia atrás y cerró los ojos mientras pensaba en la mejor forma de organizar lo que tenía.

Rebecca entró sin hacer demasiado ruido y dejó la taza de café caliente junto al bloc que Miller utilizaba para escribir sus notas y suposiciones sobre los casos. Suspiró algo intrigada todavía por el pequeño interrogatorio pero decidió que esperaría un poco para preguntar al respecto; aunque sabía que tenía que ver con el caso Malfoy, no estaba segura si era parte del caso o parte de la costumbre de su jefe por investigar a sus clientes. Suponía que eran ambas, pero su vena de reportera no la dejaría en paz hasta averiguarlo. Dejó el lugar tan silenciosamente como había entrado.

Mark olió el café y abrió los ojos, pasó sus manos por su cara y se quitó el pelo de la frente; bebió de la taza y acercó pluma y tinta. Escribió y tachó de inmediato un par de veces y finalmente comenzó a escribir lleno de determinación.

***
-Daphne, Astoria -dijo Pansy mientras saludaba a ambas.

-Querida, tanto tiempo sin verte -comentó Daphne y la invitó a tomar asiento en las sillas del jardín. Astoria había llamado a un elfo para pedirle té y un refrigerio.

-Cierto, pero ya sabes cómo están las cosas. -Sonrió-. Aunque Lucius y Draco hacen favor de ayudarme con lo que quedó de la fortuna Parkinson, yo también tengo que buscar algunos negocios rentables.

-¿Y aún te da tiempo de eso? -preguntó Astoria-. Es sólo que con los cursos de medimagia, supuse que estarías demasiado ocupada.

-No, no me daría tiempo si los tomara como una estudiante regular. -Pansy suspiró-. Sólo llevo el mínimo de materias.

-Comprendo -dijo Daphne y tanto Astoria como ella asintieron.

-¿Y ustedes? ¿Cómo van sus vidas? -dijo Pansy con tono ligero y juguetón. Antes de que alguna contestara, el elfo apareció con el servicio de té y un pastel de moras.

-Padre ha tomado a Theodore como pupilo, dice que alguien debe de enseñarle cómo manejar una fortuna y que hay cosas que no aprenderá en sus amados libros -dijo Daphne y esbozó una sonrisa-. Eso me complace, significa que por fin acepta nuestro compromiso. -Preparó su té y tomó un sorbo-. Por mi parte, yo trato de que el club vuelva a la vida, ¿lo recuerdas? El Scherzare*. Necesitamos algo de vida social, ¿no crees? Por lo pronto, he conseguido una decoración nueva y trato de ver si se puede organizar algún evento para antes de que termine el año. -Parecía entusiasmada.

Mientras tanto, Astoria había comido una rebana del pastel y ya iba por su segunda taza de té.

-Interesante -dijo Pansy sin tanta alegría-. Te ofrecería mi ayuda, pero tú sabes…

-Claro querida, no te preocupes. Ya te informaré si logro organizar algo.

-¿Y tú Astoria, qué has hecho?

-Seguir a mi padre y a Nott por la mitad del mundo mágico -dijo divertida y usó las mismas palabras que Daphne-. Alguien tiene que enseñarme a manejar una fortuna y hay muchas cosas que no voy a aprender en los libros.

-Terminadas las formalidades, ¿a qué has venido? -dijo Daphne, quien sabía que era más que una visita social.

Pansy desvió la vista al jardín antes de hablar y respiró profundamente.

-Siempre tan directa. Ahora recuerdo porque eres mi amiga.

-Gracias.

-Se trata de Draco.

-¿Está bien? ¿No ha…? -preguntó Daphne. Astoria se había puesto seria y escuchaba con atención.

-No, no te preocupes. Pero, Blaise lo siguió a la oficina de un detective privado, tal vez recuerde algo. No me imagino qué quiere investigar, pero espero no tenga que ver con… bueno, ya sabes. -Comió un pequeño pedazo de pastel-. Reconocimos a alguien que al parecer trabaja ahí y nos podría decir más al respecto.

-¿De quién se trata?

-Rebecca Sullivan. -Miró a Astoria.

-Quieres que averigüe al respecto, ¿es eso? -dijo Astoria.

Pansy sólo asintió.

-Será un poco difícil, no es tan fácil que suelte información sobre su trabajo. -Astoria tenía una cara de seriedad que resultaba extraña en ella-. Pero está bien, lo intentaré. En dos semanas nos reunimos, con otras amigas, para ir a Hogsmeade, como en los viejos tiempos. -Sonrió de lado.

-Te lo agradeceré. ¿Podrías mandarme una lechuza lo más pronto posible?

-Por supuesto.

*Broma en italiano.

Capítulo 3

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