Yap, capi dos beteado por la fantabulosa
vampisandi (muchas muchas gracias).
Por cierto, este coso es Tom/Harry. Ahora sí, yap.
Capítulo 2: Huída.
Ron pensó que el mal sueño había terminado con la muerte del basilisco y la destrucción de ese endemoniado diario, que según Dumbledore había sido el causante de todo. Pero eso no pasó, cuando menos se dio cuenta, se vio sumergido en un mundo de preocupación e incertidumbre. ¿Qué había pasado con su hermana? ¿Dónde estaba? Sabía que Dumbledore no le había contado toda la historia, que habían muchas piezas que faltaban y él averiguaría cuáles eran.
Además de la desaparición de Ginny, también estaba el hecho de que Harry no despertaba. Después del enfrentamiento con el basilisco, le habían asegurado a él y a Hermione que Harry estaba bien y sólo necesitaba descansar, que estaría en la enfermería sólo para mantenerlo vigilado. Pero ya habían pasado tres días y Harry seguía inconsciente. Hermione y él estaban convencidos que la inconsciencia de Harry y la desaparición de Ginny estaban relacionados. La única solución que se les ocurría era esperar por una mejoría, por un despertar que ahora se veía lejano.
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Luces rojizas apagándose y sumergiéndolo en las sombras. Agua rodeándolo y aire que tenía un olor a cenizas y sangre. Todo era una ilusión, pero a la vez era tan real. Sentía que si por equivocación caía en el agua, ésta entraría en sus pulmones y lo ahogaría. Jamás despertaría… aunque, ¿despertar? ¿A qué? ¿A esa horrible pesadilla? Tal vez sería mejor permanecer en aquel lugar donde no había extrañas criaturas transformándose, ni miradas que lo perforaban.
¿Cuánto tiempo había pasado dormido? ¿Un minuto, cinco horas, una semana? No tenía sentido tratar de averiguarlo, el sentido del tiempo y el espacio lo había abandonado.
En apariencia pasan siglos, tiempo en el cual el color va desapareciendo. El agua abandona su azul profundo para volverse totalmente negra, la luz rojiza se convierte en un resplandor grisáceo y gradualmente todo se torna en una imagen monocromática.
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Han pasado tres días desde que el rojo se volvió oscuridad. Tres días desde que materia y energía cambiaron, desde que tomaron una forma más elegante y poderosa.
Y esa forma ha vagado por el castillo en busca de su nuevo aliado.
No hay lugar para la duda, susurra una voz en su cabeza. No hay lugar para el titubeo. La voz vuelve a decir y la oscura figura sólo asiente.
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La oficina de Dumbledore sigue en movimiento, no ha parado la actividad desde que la metamorfosis comenzó. Snape ha hecho un par de pociones para mantener a Potter inconsciente, no es conveniente que el niñato despierte y les dé más problemas. McGonagall ha estudiado la situación y junto con Dumbledore fabrica teorías del porqué de la transformación. Remus ha sido llamado, necesitan más personas para proteger a Harry e investigar.
Dicen que la causa fue la destrucción del diario. También han dicho que antes de que Harry pudiera terminar con la ilusión de Tom, éste alcanzó a utilizar algo de magia antigua para anclar su esencia al cuerpo más cercano y vulnerable. De igual modo piensan que todo ha sido un plan bastante elaborado de Tom, uno que empezó a ejecutarse desde el instante en el que Ginevra Weasley escribió la primera palabra en el diario.
Ésta última es la opción que más convence a Dumbledore, un plan que utilizó un par de antiguos rituales, paganas creencias, un trato y sangre de la donadora. Claro, la donadora del cuerpo y el alma.
―Minerva, ¿has averiguado algo más?
―Muy poco, sólo estoy convencida de que es un ritual con miles de años de antigüedad, aparentemente perdido en las arenas del tiempo, dado que no se tienen registros de que algo así haya sucedido… nunca.
―¿Podría tratarse de un doppelgänger? ―preguntó Remus, quien apenas estaba siendo puesto al corriente de la situación.
―No seas idiota Lupin, eso está descartado. Para empezar, ninguno tiene un poder tan grande como el que esa criatura poseía ―dijo Snape.
―Pero…
―Se reflejaba en los espejos y su sombra se proyectaba en la pared. Además, un doppelgänger no puede pasar de una apariencia a otra sin regresar a la suya antes de volver a cambiar. Lo que vimos ese día es algo más oscuro ― concluyó Snape.
―Ya veo. ¿Y Harry? ―preguntó Lupin preocupado.
―Remus, hemos decidido que por el bienestar de Harry es mejor que permanezca en la enfermería sedado. No sabemos si el ritual pueda repetirse con él, ya que también tuvo contacto con el diario y, más importante aún, con Tom ―dijo Dumbledore con tranquilidad.
―Bueno, dejemos la seguridad del señor Potter para otro momento ―dijo Snape, cansado de que se evadiera el tema tanto como se había podido―. Ahora, las prioridades son encontrar a Ryddle, averiguar cómo logró usurpar un cuerpo de esa manera y saber cómo detenerlo.
―Y ver si podemos revertirlo, ¿no crees? ―señaló Remus―. Después de todo hay que intentar recuperar a Ginny Weasley.
―Siendo realistas Remus, no creo que eso sea factible ―respondió McGonagall―. Nos parece que la señorita Weasley ya no existe más.
Remus dirigió una mirada entre consternada y reprobatoria a los tres presentes. ¿Cómo podían decir que Ginny ya no existía por algo así? Si había alguien que sabía que la verdadera persona podía estar encerrada en un cuerpo contra su voluntad era él. No podían decirle algo así. ¡No a él!
―Sé lo que piensas ―comenzó Dumbledore―, pero sus casos son completamente distintos. Investigaremos si hay forma de recuperarla, pero es algo difícil. Sí nos enfrentamos a Tom no será para capturarlo e intentar recuperar a la señorita Weasley, si es necesario, lo mataremos.
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Nuestro encuentro no tuvo color
Inconsciencia, amada y tranquila inconsciencia. Un lugar donde nadie puede perturbarte, donde nada te puede hacer daño físicamente. Flotas a tu antojo y simplemente no sientes, estás en un vacío. El único problema es que no puedes volar.
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A pesar de que la enfermera lo cuida, no es un lugar seguro. A pesar de que un miembro de la Orden del Fénix permanece cerca de su cama todo el tiempo, no es suficiente. Porque esto es lo que debe pasar, la unión del pasado con el futuro para originar un nuevo presente. Y nada, absolutamente nada, impedirá este encuentro.
Tom lo sabe, por eso no duda. Durante dos días estuvo memorizando las guardias que los miembros de la Orden hacían, sus cambios de turno y los momentos en los que eran más vulnerables. Sólo necesitaba un instante de guardia baja y estaría hecho.
Justo a media noche había cambio de guardia, sin contar con que la enfermera dormía y no despertaría sino hasta las tres para darle una poción a Potter. Ese era el momento. Al sonar las doce llegó el relevo, un joven moreno que no pudo identificar. No sentía una gran fuente de magia proveniente de él, no sería tan difícil.
Se acerca sigilosamente a la puerta y, con un hechizo de camuflaje y otro de silencio, atraviesa la nave del edificio. Va pegado a la pared contraria a la que está Potter y de esta forma tiene una perfecta vista de los movimientos del guardia. El joven está alerta, como todo buen soldado, mira a su alrededor con cautela y parece aguzar el oído.
“Cuatro… tres… dos… uno”
El viento choca contra la ventana, uno que es anormal. Las ramas de los árboles se agitan violentamente y amenazan con caer. Sombras extrañas se ven fuera y el muchacho desvía su atención a ellas. No se levanta, podría no ser nada, pero tampoco aparta su vista de la ventana de enfrente, podría ser la entrada de un enemigo.
Lo que Tom esperaba, distracción.
Camina hacia él y ve que el chico sigue observando el exterior, expectante. Finalmente, Tom se sitúa frente a él y susurra un Finite incantatem, quedando totalmente visible, pero antes de que el otro reaccione lanza un Imperius.
―Lleva a Potter a la salida ―ordena.
El joven saca a Harry de la cama, lo carga y sin el menor miramiento se dirige a la salida. Una vez ahí se detiene. Espera su siguiente orden.
―Sígueme ―y el muchacho así lo hace.
Pero no todo está bien, no todo sería tan fácil. Snape, el maldito traidor, se dirigía hacia la enfermería para llevar la poción que Potter tendría que beber en un par de horas. Tom se escurre hacia la cabaña de Hagrid, con el otro mago siguiendo sus pasos de cerca. Desde ahí, observa a Snape entrar en la enfermería, es su oportunidad de escapar.
Corre bordeando el límite del bosque prohibido y pronto llegan al camino que va directo a las puertas del colegio. Detrás de ellos, brilla una luz rojiza, seguramente la señal que Snape envió desde la enfermería para dar la alerta de que algo no estaba bien.
Sabe que si van por el camino serán muy vulnerables, pero adentrarse en el bosque para llegar al final de las barreras antiaparición tampoco es una opción. Lo mejor es correr tan rápido como pueda, esperando que puedan llegar a tiempo al final de las barreras, y si no lo conseguía, sacrificaría al pobre idiota.
Dumbledore se apresura a llegar a la entrada del castillo. McGonagall lo sigue y Remus se encuentra con ellos ahí. Buscan a su alrededor a Harry, después de todo Snape ha dado la alarma. Ven a Snape correr desde la enfermería hacia el sendero que conduce a la puerta de entrada y McGonagall y Remus lo siguen.
Dumbledore se queda unos momentos en su lugar y, gracias a un simple encantamiento, puede ver a Tom y a un miembro de la Orden corriendo por el camino principal. Los ha localizado y se aparece justo frente a ellos. No dejará que Tom vuelva a escapar.
Tom levanta el rostro sorprendido y se encuentra cara a cara con Dumbledore. Retrocede un poco, sabe que en un enfrentamiento directo no podrá ganarle. La situación se ha complicado. Detrás de ellos vienen Snape, Remus y McGonagall. Tendrá que utilizar su última carta.
―¡Cúbrenos! Pelea y ayúdanos a huir ―le grita Tom al muchacho, mientras que momentáneamente le da la espalda a Dumbledore y hace que Harry levite.
Pero ese momento le ha costado caro, Dumbledore lo ha paralizado y cada vez los otros tres están más cerca. Sin embargo, el joven hechizado le lanza una maldición a Dumbledore, quién al esquivarla pierde a su objetivo de vista. El muchacho aprovecha para devolverle la movilidad a Tom.
Tom vuelve a correr, llevando el cuerpo de Harry flotando frente a él. La salida está cerca, falta poco.
Escucha gritos detrás, pero no voltea. De pronto siente el piso pegajoso, sabe que el otro joven ha invocado una telaraña para inmovilizar al resto de la Orden, no es suficiente pero espera que eso le dé el tiempo que necesita.
Al fin, llega a la salida. Sin dar tiempo de más, toma el brazo de Harry bruscamente y se aparece en la Mansión Ryddle.
Lo último que ve es la mirada de Dumbledore ansiosa y sonríe.
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