Bueno, parece que hoy mi musa me visita *abraza a su musa... mientras trata de atraparla con una red*.
Fandom: Gundam Seed y Seed Destiny
Personajes: Athrun Zala/Cagalli Yula Atha
Clasificación: PG
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Una frase Lágrimas:
Cada lágrima significaba algo alegría, tristeza, frustración. El hecho de que alguno de ellos las derramara era algo inaudito, eran pocas las ocasiones que las saladas gotas adornaban sus rostros; pero cuando lo hacían implicaba que estaban más allá de lo que cualquiera pudiese soportar.
Pelo:
Viento, el equivalente a acción en su lenguaje. Viento, el equivalente a libertad en el lenguaje de ella. Viento, el que hacía danzar su pelo y mezclaba sus cabellos combinándolos en uno; el que había hecho que una volara hacia el otro, el equivalente a amor en el lenguaje de ambos.
Estrella:
Dicen que cuando ves una estrella fugaz puedes pedir un deseo y se cumplirá con toda seguridad. Ella realmente desea creerlo, pero ha pedido tantas veces lo mismo, ha visto tantas estrellas llevarse su deseo a lo lejos que ya no sabe si confiar en ellas; sin embargo, hoy parece que será diferente, alguien toca la puerta y todo indica que es él, quién por fin ha regresado.
Felicidad:
Cuando eras pequeño, escuchaste muchas veces esa palabra, felicidad. Todos a tu alrededor decían que eras feliz y tú, sin saber realmente lo que significaba, les habías creído, pensabas que eras el niño más feliz del mundo. Cuando tu madre murió y la guerra inició, esa palabra desapareció de tu vocabulario, pensaste que nunca más volverías a utilizarla. Sin embargo, un buen día, o tal vez no tan bueno considerando el choque y las circunstancias, la felicidad hizo acto de presencia nuevamente, esta vez con el nombre de Cagalli.
Siempre:
Ambos saben que nada es eterno. Nada dura por siempre. Ni las flores, ni las estrellas, mucho menos las vidas humanas o las guerras. Sin embargo, las relaciones tampoco duran para siempre y eso lo saben mejor que nadie, aunque, en la intimidad, ellos prefieren fingir que ignoran ese pequeño detalle.
Papas:
La escuchabas masticar, la veías saborear y chupar sus dedos con cada pequeña pieza de comida que era introducida a su boca. Y tú, de pronto te sentiste como un maldito pervertido, porque eso te estaba excitando y porque te avergonzaba el hecho de que ella pudiera descubrir los pensamientos que provocaba en ti el simple hecho de verla comer papas.