Bueno, yo a esto llamo productividad. Dos ficos en un día. Sí, muy muy productivo.
Fandom: Harry Potter.
Pareja: Lucius/Narcissa
Tabla Cenicienta.
Los padres de ella la habían amenazado con dejarla encerrada en el ático húmedo y maloliente que su primo Sirius utilizaba como fortaleza cuando se encontraba en Grimmauld Place. Dejarla encerrada un mes entero en lugar de llevarla a Sorrento y alguna otra isla italiana.
Los padres de él le habían dicho que si se negaba, irían de vacaciones con los Black a Toscana. Un mes entero con Narcissa Malfoy. Con perfectas oportunidades, arregladas por sus padres, para estar solos. Total y completamente solos sin posibilidad de escape.
Ni Lucius ni Narcissa tenían por qué enterarse que las amenazas de sus padres se contrariaban un poco. Ligeramente. No mucho. Detalles.
Podrían evitarse un mes de sufrimiento si pasaban una noche juntos.
El baile de Navidad se acercaba y ambos ya tenían alguna idea de con quién irían. Una tal Sophie, con bonito cuerpo y labios carnosos; un tal Marius, con la musculatura justa y una sonrisa adorable.
Ni por un momento desearon ir con un tal Lucius, uno de los chicos más populares y guapos de su generación, o con una tal Narcissa, con su aire de princesa y sus rasgos de muñeca.
Honestamente, la noche no podría ser tan mala. Sólo sería llegar juntos al baile, tomarse una foto para sus padres fingiendo felicidad, bailar un par de piezas, perderse en el salón cada uno por su lado y regresar juntos a Slytherin. Nada demasiado complicado y a lo mucho, según sus cálculos, pasarían una hora juntos. Una larga hora.
La madre de Narcissa le había mandado una preciosa túnica verde botella, unos zapatos a juego, un collar con una gran esmeralda en el centro y algo de maquillaje nuevo; contaba con el buen gusto de su hija para terminar el atuendo. Buen gusto que estaba a punto de decantarse por el disfraz de payaso que seguramente Molly Prewett llevaría. Valdría la pena sólo por ver la cara de Lucius.
La madre de Lucius había optado por una sobria túnica negra, una corbata oscura y una cinta para el cabello que Lucius insistía en dejar crecer. Sin olvidar el pequeño ramo de orquídeas que, como perfecto caballero, tendría que darle a Narcissa. Aunque el perfecto caballero deseara comprar rosas y sólo darle las espinas a su encantadora pareja.
A pesar de todo, ambos se habían arreglado tal y como sus madres habían dispuesto, y cualquiera hubiera jurado que se habían esmerado por impresionar a su pareja. Nada más alejado de la realidad.
-Toma -dijo Lucius y le tendió el ramo-. Te ves hermosa esta noche -masculló.
-Gracias. -Narcissa guardó silencio unos segundos, aunque sabía que tenía que responder con un elogio similar-. Tú te ves muy guapo.
Sin decir más, Lucius le dio el brazo y entraron al comedor que había sido decorado para la ocasión. Lucius no mentía, en verdad Narcissa se veía preciosa esa noche. Sabía que gran parte de los chicos lo miraban con odio, estaba claro que no creían que él mereciera a alguien como Narcissa Black.
Si tan sólo Narcissa no fuera Narcissa, todo sería perfecto.
Narcissa, por su lado, pensaba algo similar.
Alguien se acercó a ellos con la intención de tomar una foto. Lucius pasó un brazo por los hombros de Narcissa y la acercó a él, ella apoyo su cabeza en el hombro de Lucius y ambos sonrieron de la forma más convincente que pudieron. Esa foto dejaría a sus padres tranquilos.
En cuanto el fotógrafo se fue, regresaron a la sana distancia de dos metros entre ellos.
Pronto, la música empezó a sonar y más valía terminar con esto de una vez.
-¿Quieres bailar?
-No es como si tuviera más opciones -dijo Narcissa y tomó la mano que Lucius le ofrecía.
La pieza terminó y luego siguió otra y otra más. Realmente no estaba siendo tan molesto como en otras ocasiones pasar tiempo juntos.
-¿Tregua? -propuso Lucius con una sonrisa pequeña. Una que hizo que Narcissa olvidara que había miles de chicos con los que preferiría haber ido antes que Lucius Malfoy.
-Tregua -asintió ella y curvó los labios ligeramente correspondiendo la sonrisa. Y los labios hicieron que Lucius olvidara que había varias chicas mucho más bonitas y atractivas que Narcissa que habían esperado ir al baile con él.
Sin embargo, pasar más de una hora sin discutir era contra natura. Al menos entre ellos. Así que el ambiente empezó a ponerse denso, la situación no era una que conocieran y si todo seguía así podrían empezar a pensar cosas raras. Cosas que no eran nada buenas para la salud mental de ninguno.
Lo mejor sería volver a terreno conocido, con insultos y miradas ácidas.
La pregunta era cómo hacerlo.
-Creí que te irías con Thorn.
-Creí que te irías con Parson.
-¿Acaso el siempre amable y dispuesto señor Thorn te cambió por alguien más?
-¿La bella señorita Parson consiguió una pareja mejor que un Malfoy?
-Le dije que una chica un poco desequilibrada me había pedido que viniera con ella al baile, que yo lo hacía como un favor para su familia -dijo Lucius con diversión. No había necesidad de que Narcissa supiera que en realidad Lucius había dicho que iría con la chica más bella de todo Hogwarts y que por eso había cambiado a Parson; tenía una reputación que cuidar.
-No sabía que te llevaras tan bien con los padres de Myrtle. Pero mira qué poco valor tiene tu palabra, dejaste plantada a la pobre chica. Ya debe de sufrir mucho siendo un fantasma como para que un tonto la deje plantada, ¿no crees?
Oh sí, terreno seguro de nuevo.
-¿Cuál fue tu excusa con Thorn? -Lucius nunca crecería, y los reproches de Narcissa le importaban poco, igual que siempre.
-Similar a la tuya. Como puedes ver, yo sí cumplí mi promesa con la familia del pobre chico desequilibrado.
Tampoco era necesario que Lucius supiera que Narcissa había dicho que él le había pedido tan insistentemente ir al baile que a final de cuentas había accedido. Después de todo era Lucius Malfoy y ella también tenía una reputación que cuidar.
-Ya veo.
Definitivamente, el sentirse insultado era mejor que el sentirse a gusto y con la guardia baja. El que tuviera consecuencias similares era otra historia.
El ambiente se había puesto más tenso. La velocidad a la que se movían había aumentado y era evidente que el intercambio les había molestado a ambos.
-Necesito aire, voy al balcón -dijo Narcissa, segura que Lucius la dejaría sola.
-Lo siento querida, no se vería bien si dejo sola a mi pareja. Aunque ella necesita aire y quiera estar sola.
-No vuelvas a llamarme querida.
-¿Por qué no, querida?
Narcissa no respondió.
-¿O cómo prefieres que te llame?
-Preferiría que no me llamaras.
-Cenicienta.
-¿Qué?
-Cenicienta, porque justo a las doce tu encanto se termina y vuelves a ser la chica hostil y detestable de siempre.
-Cenicienta tenía un príncipe, yo tengo una rana.
-Tal vez debas besar a la rana para que se convierta en tu príncipe.
-Ni lo sueñes.
-Tú eres quien lo sueña.
-En pesadillas. Eso fue asqueroso, y lo sabes.
-Tal vez… -dijo Lucius y se acercó a ella, justo como años atrás.
-Ni se te ocurra -susurró ella, había identificado el movimiento, pero no se movió.
-Tal vez esta vez no sea tan asqueroso.
El beso fue distinto a esa primera vez. Más que un roce de labios y una mirada curiosa, ahora fue una ligera pelea más por costumbre que por otra cosa. Sin darse muy bien cuenta de cómo, Narcissa había dejado que Lucius explorara su boca y que pegara su cuerpo con el suyo, de modo que había terminado recargada en el balcón.
-No, no fue tan asqueroso como la última vez. Pero sigue sin ser agradable -dijo Lucius y la volvió a besar, sin darle tiempo de responder.
No, definitivamente no había sido tan asqueroso. Tal vez con unas cuantas repeticiones más, llegarían a encontrarlo agradable.