Asqueroso
Fandom: Harry Potter
Pareja: Lucius/Narcissa
Tabla
Asqueroso.
La historia oficial, o al menos la que Lucius y Narcissa contaban, decía que el primer beso entre ellos había sido durante el baile de Navidad que se hizo cuando ellos iban en quinto. Se omitían los detalles de que habían ido juntos porque sus padres los había obligado y de que antes de eso ambos habían besado a muchas personas. También decían que el beso en cuestión había sido al final de la noche, cuando pocas parejas quedaban y había sido como la cereza del pastel; nada de que había sido porque Lucius quería callar a Narcissa y no encontró mejor forma, no, nada de eso.
Esa había sido una noche que sólo podría haber sido posible en sueños. Claro que no especificaban que el tipo de sueño era uno bastante desagradable en ese entonces.
Sin embargo, ese no era el primer beso entre ellos. De hecho, su primer beso también era muy distinto a como lo contaban. Esa historia no incluía la biblioteca y un chico de Ravenclaw, ni el pasillo y una bonita amiga de Narcissa.
Tenían diez años y Narcissa había acompañado a su madre a tomar el té a la Mansión Malfoy. Su madre se había ido con la señora Malfoy, dejándola a ella con el pequeño engendro del demonio. Se habían saludado con el mínimo de cortesía y después cada uno se había ido a ocupar de sus propios asuntos, en otras palabras, cada uno se había ido a pensar la mejor forma de hacer miserable al otro.
Ella estaba junto a una de las ventanas, con la vista fija en el jardín y viendo de reojo el reflejo de Lucius en el cristal. Más valía tenerlo vigilado. Él parecía absorto en algo, aparentemente era un pensamiento que no lo dejaba en paz y ella tenía que ver, porque de vez en vez él le lanzaba miradas furtivas.
Finalmente, él se levantó y se puso a sus espaldas, carraspeó y la observó como analizándola.
-Eres una niña.
Ella, sin voltear y sin dejar de ver el reflejo, reprimió una mueca.
-Qué observador.
-Eres una niña -volvió a decir.
No sabía a qué estaba jugando, así que Narcissa se giró y lo miró de frente.
-Y yo diría que eres un niño, pero tengo mis dudas.
Como siempre que ella decía algo que no le convenía, él fingió demencia y continuó como si nada.
-No entiendo a Parkinson. -Se inclinó y puso su rostro a menos de diez centímetros del de Narcissa-. Tal vez tenga qué probarlo -terminó de decir y la besó.
No fue un beso en forma, fue sólo un roce de labios que duró apenas un par de segundos. Ella se había quedado de piedra y él se había llevado la manga a sus labios casi de inmediato.
-Asqueroso -murmuró él.
-Vas a pagármelas -dijo ella con esa mirada que Lucius sabía prometía muchas desgracias a su persona y salió de la habitación.
-En realidad, no estuvo tan mal. Podría acostumbrarme -dijo Lucius en voz bajita para sí. No era una de sus prioridades ir besando a la gente, en especial a Narcissa Black, pero pudo haber sido peor.
Sonrió malicioso. Tenía una nueva forma de dejar a Narcissa fuera de combate, era una buena arma.
Pareja: Lucius/Narcissa
Tabla
Asqueroso.
La historia oficial, o al menos la que Lucius y Narcissa contaban, decía que el primer beso entre ellos había sido durante el baile de Navidad que se hizo cuando ellos iban en quinto. Se omitían los detalles de que habían ido juntos porque sus padres los había obligado y de que antes de eso ambos habían besado a muchas personas. También decían que el beso en cuestión había sido al final de la noche, cuando pocas parejas quedaban y había sido como la cereza del pastel; nada de que había sido porque Lucius quería callar a Narcissa y no encontró mejor forma, no, nada de eso.
Esa había sido una noche que sólo podría haber sido posible en sueños. Claro que no especificaban que el tipo de sueño era uno bastante desagradable en ese entonces.
Sin embargo, ese no era el primer beso entre ellos. De hecho, su primer beso también era muy distinto a como lo contaban. Esa historia no incluía la biblioteca y un chico de Ravenclaw, ni el pasillo y una bonita amiga de Narcissa.
Tenían diez años y Narcissa había acompañado a su madre a tomar el té a la Mansión Malfoy. Su madre se había ido con la señora Malfoy, dejándola a ella con el pequeño engendro del demonio. Se habían saludado con el mínimo de cortesía y después cada uno se había ido a ocupar de sus propios asuntos, en otras palabras, cada uno se había ido a pensar la mejor forma de hacer miserable al otro.
Ella estaba junto a una de las ventanas, con la vista fija en el jardín y viendo de reojo el reflejo de Lucius en el cristal. Más valía tenerlo vigilado. Él parecía absorto en algo, aparentemente era un pensamiento que no lo dejaba en paz y ella tenía que ver, porque de vez en vez él le lanzaba miradas furtivas.
Finalmente, él se levantó y se puso a sus espaldas, carraspeó y la observó como analizándola.
-Eres una niña.
Ella, sin voltear y sin dejar de ver el reflejo, reprimió una mueca.
-Qué observador.
-Eres una niña -volvió a decir.
No sabía a qué estaba jugando, así que Narcissa se giró y lo miró de frente.
-Y yo diría que eres un niño, pero tengo mis dudas.
Como siempre que ella decía algo que no le convenía, él fingió demencia y continuó como si nada.
-No entiendo a Parkinson. -Se inclinó y puso su rostro a menos de diez centímetros del de Narcissa-. Tal vez tenga qué probarlo -terminó de decir y la besó.
No fue un beso en forma, fue sólo un roce de labios que duró apenas un par de segundos. Ella se había quedado de piedra y él se había llevado la manga a sus labios casi de inmediato.
-Asqueroso -murmuró él.
-Vas a pagármelas -dijo ella con esa mirada que Lucius sabía prometía muchas desgracias a su persona y salió de la habitación.
-En realidad, no estuvo tan mal. Podría acostumbrarme -dijo Lucius en voz bajita para sí. No era una de sus prioridades ir besando a la gente, en especial a Narcissa Black, pero pudo haber sido peor.
Sonrió malicioso. Tenía una nueva forma de dejar a Narcissa fuera de combate, era una buena arma.