Hace mucho que no leo algún fic, que no sea de los que llevo siguiendo desde hace mucho tiempo. Hace más que no publico. Y más aún que no escribo.
Pero hoy me viene en gana publicar este drabble medio viejesín.
Antes de hacerlo, sólo mencionar que me deprimí porque mis personajes favoritos siempre mueren y yo sufro mucho... que ya debería estar acostumbrada, pero bueno. Eso de recordar muertes tristes no rulea.
Por cierto: ligero Drarry
Epitafio.
¿Cómo puedes medir la duración de una vida? ¿Cómo puedes decir que son sólo minutos, horas y días lo que has vivido después de todo lo que has hecho?
Es una insensatez decir “Harry Potter vivió diecisiete años y murió heroicamente al enfrentar su destino”. Eso diría tu epitafio, seguramente con algún otro verso cursi dado por Ginny y un proverbio lleno de sabiduría proporcionado por Hermione. A fin de cuentas, tu vida sería sólo una sucesión de hechos, de presentes, que al final sólo habrían servido para llegar al momento cumbre. A la batalla final.
Era bastante claro, a decir verdad. Tu plan de vida abarcaba hasta los diecisiete: hacerte fuerte para enfrentar a Voldemort, destruir los horcruxes, derrotarlo y morir ahí. Tu funeral sería aún más concurrido que el de Dumbledore, te harían varios homenajes, miles de niños llamados “Harry” nacerían y serías recordado como un gran héroe muerto trágicamente a los diecisiete.
Pero no fue así. Y tu vida dejó de medirse en aventuras suicidas, en dementes que te perseguían, engaños, mentiras y verdades a medias. En destinos predeterminados. Ya no había eso. ¿Entonces? ¿Medirías tu vida en cosas que se esperan de ti? ¿Locuras? ¿Diversión? ¿Depresión?
Tiempo. A partir de ahí, sería eso, sólo tiempo. Aunque dejar el tiempo pasar por pasar no te hacía feliz y medir el año después de la derrota de Voldemort y el siguiente y otro y otro más en sólo minutos no era lo que esperabas.
Vivías por inercia, perdido en tu propio laberinto de indecisión, lleno de quimeras y deseos escondidos.
Y así siguió hasta que chocaste con él por equivocación (y realmente sí fue una equivocación, jamás lo hubieras buscado a él). Y la vida comenzó a medirse en choques, insultos, cinismo descarado, cafés compartidos en cafeterías malas. Cafés fríos dejados al lado de la cama. Vinos en las cenas, cereales en los desayunos. Sonrisas y manías. Golpes y besos. Sorpresa e inexperiencia, confianza y desafío. En reto y felicidad.
Ahora, estabas seguro que cuando murieras, tu epitafio sería:
Harry Potter
Vivió más de mil sonrisas distintas,
Innumerables cafés (fríos y calientes),
Doscientos golpes, miles de besos
Y un dragón.
No tendría el verso cursi que Ginny habría puesto, ni el proverbio que resumiera algún aspecto importante de tu vida que Hermione hubiera sugerido. Tampoco haría referencia a Voldemort o a los minutos que pasaron desde que naciste hasta que tu corazón dejó de latir. Nada de eso. Las sonrisas vivídas, los atardeceres y las noches eran más importantes.