Yo quería escribir de Aiden...

Jun 20, 2009 17:39

... pero terminé haciendo algo medio-slash. En fin, me gusta bastante, no lo niego (?).


Aiden siempre se ha dicho que no sabe mucho, que no es nada cercano a un genio y, probablemente, es más tonto que el promedio. Hay cosas que no entiende en absoluto, otras que lo confunden demasiado, de algunas tiene una idea. Sin embargo, tiene pocas certezas, pocas ideas claras y precisas. Entre este reducido grupo, hay una que destaca, que siempre ronda en su cabeza:

“No eres ni la mitad de fuerte de lo que aparentas”.

Por mucho que ejercite con las pesas y corra, hay una debilidad que no puede superar en su interior. Confusión, fastidio, odio… ¿tristeza? Cosas simples, cosas que trata de reprimir y liberar a través de su cuerpo.

Pero hay veces que es inútil, que simplemente se acumulan en su mente, hasta que la gota desbordaba el vaso. Veces que trata de correr con toda la rapidez posible y más, sólo intentando escapar de esos sentimientos, aunque sea inútil.

Veces como esa.

-¡Aiden, hazme caso, maldición! -La voz que grita sin cesar a su espalda alcanza por fin sus oídos y se ve capaz de descifrar lo que dice. Aiden se detiene y, sin prestar mucha atención alrededor, se deja caer sentado sobre la arena hirviendo del suelo.

-Por fin -Eirian, luego de recuperar el aliento, se levanta del suelo y, sacudiéndose la suciedad de encima, continúa con su sermón-. Mira, está bien. Sé que corro lento y comprendo, aunque sea humillante, que me lleves por el brazo, ¿bien? Pero al menos dame un descanso. No es noticia que mi resistencia apenas existe, así que por favor trata de considerarla un poco.

Aiden levanta la vista de entre los brazos que rodean sus propias rodillas y hace un esfuerzo por sonreír.

-¿Cuántas veces me he ofrecido a llevarte en mi espalda? -su amigo simplemente rueda los ojos-. ¿Y cuántas te has negado? ¡Te aseguro que no necesitas esfuerzo!

-Nunca voy a caer tan bajo -responde él. Luego, lanza un profundo suspiro y se deja caer, acostado, en la arena. No hace ni la mitad del ruido que Aiden, aunque es entendible, siendo él un chiquillo delgaducho como es. Silencio, sólo silencio aparte del sonido que Eirian produce al levantar la espalda del suelo y sentarse. Mientras tanto, el joven rubio vuelve a esconder el rostro entre sus brazos.

Otro suspiro.

-Bien, ¿qué pasó ahora? -pregunta el pelirrojo, clavando la mirada en el otro chico.

¿Y qué puede responder el aludido? Se queda pensando,  sin mucho esfuerzo, como si en verdad no quisiese una respuesta.

-Nada -dice, finalmente, volteando el rostro hacia su amigo y observándolo con cansancio. Él sólo levanta una ceja, método mudo para alentarlo a hablar-. Es cierto, nada. Sólo lo mismo de siempre. Gritos, peleas, insultos, enterarme de que mis padres me odian. Absolutamente nada nuevo -no grita, no se pone violento. Quiere, pero no le sale. Al final, simplemente decide que es suficiente con que su voz no se rompa -. ¿Por qué se casaron?

Eirian lo observa extrañado por un rato, como si la respuesta fuese lo más obvio del universo. Sin embargo, entiende, siempre entiende.

-Seguramente se enamoraron.

El musculoso chico, sin cambiar la expresión cansada ni el tono inexpresivo de su voz, luchando para mantenerla firme, exclama:

-Que razón de mierda para casarse. Entiendo el matrimonio porque no te queda otra, porque ya estás harto de estar solo, por interés. Los entiendo, pero no que dos personas decidan quedarse juntos por siempre sólo por un calentón del momento.

Sabe que su amigo está conteniendo un regaño por su lenguaje, porque él entiende que no es la situación indicada para eso.

-¿Sabes? Son cosas diferentes -responde, más como si estuviese explicándole a un niño pequeño, sin regaños. Amable, tranquilo, adecuado. Como siempre. Y, de alguna forma, siempre logra sacarle una respuesta sincera a Aiden.

-¿En serio? ¿Por qué?

Se quedan en silencio, los dos. ¿Y qué se supone que se puede decir? El amor no es algo que realmente se pueda explicar, uno crece simplemente con la capacidad de sentirlo y reconocerlo. Porque te enseñan, pero ¿qué pasa con alguien que sólo experimentó odio? ¿Qué pasaba con gente como él?

-No sé, Eirian -continua él después de un rato-. Me parece que no creo en el amor… Es raro, ¿cómo se supone que puedo entenderlo?

-No puedes, ese es el caso. Simplemente sientes cariño por alguien y listo, te fastidian, a veces te hartan o te hacen sentir mal, pero terminas perdonándolos… o disculpándote -el pelirrojo ha apartado la mirada-. Y sólo puedes llamarlo así. ¿Entiendes?

-Poco. No entiendo qué sentido tiene enamorarse. Es… idiota. Seguro que terminas harto del otro, como mis padres. ¿Acaso has visto a un matrimonio que haya durado?

Eirian suspira. No, no lo ha visto. Incluso si sus padres jamás pelearon tanto como los Aiden, el caso es que no se quedaron juntos…

-Puede ser. Pero el amor no siempre es… ya sabes, romántico. Está el de familia, el de hermanos, el… el de amigos.

De ahí en adelante, ninguno supo cuánto tiempo pasó en el que se quedaron pensando, callados. Sólo que después de un rato Aiden se puso en pie de un salto.

-Bueno, suficientes problemitas por el día. ¿Para qué me preocupo de esos imbéciles? -con la misma energía con la que se había parado, comienza a elongar por unos cuantos minutos, ante la impresionada mirada del pelirrojo. Lo observa de vuelta-. ¡Hey, vago! ¿Qué haces todavía en el suelo?

Medio atontado por el quiebre de la quietud, sólo atina a obedecer, mientras lanza algunas maldiciones. Siempre así, Aiden. Tan repentino, influenciable e irritante. Pero cuando el pelirrojo cree que ya volvió a ser el mismo bastardo acelerado e infantil, atina a ver su rostro. La sonrisa, menos abierta de lo normal, más tranquila, sin tanta burla y más relajada, parece casi antinatural en el rostro del rubio. Se ve completamente distinto; más humilde y maduro.

-Eirian -le dice, casi en un susurro-, gracias.

Y avanza. Cuando su amigo sale de su asombro, comienza a seguirlo, medio gritando, pero también todavía un poco aturdido.

Mañana, Aiden volverá a ser el mismo de siempre. Aún así, de vez en cuando es bueno recordar que él puede hacer algo más que fastidiarse, por muy raro que suene.

Aiden no es tan fuerte como le gustaría, no en el ámbito psíquico ni mental. Hay veces que simplemente se harta de todo y termina frustrado, agotado. Si fuera como él quiere, eso no le pasaría. Y él lo sabe, lo tiene siempre presente.

Pero también tiene clarísima otra cosa, algo que tampoco se permite olvidar. No importa el día, la situación, nada de eso… y eso es algo que lo alivia hasta el fondo de su ser y compensa todas sus caídas, frustraciones, bajos, hondos o abismales.

No importa, porque sabe que Eirian va a apoyarlo.

los destinados, ¿slash?

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