Título: Moratón (Confesiones)
Autor:
arkady_Universo: Battlestar Galactica
Personajes, parejas: Cain/Roslin, Laura/Lee
Spoilers: 2x10 Pegasus
Rating: PG
Palabras: 1.126
Resumen: Cain está celosa de la relación que ve entre Laura y Lee.
Tabla (BDT):
Quiero más Cain. Laura se quejó cuando la cogió por el brazo. Durante un segundo la almirante la miró, sin comprender lo que había pasado hasta que ella le dijo que tenía un moratón y que le dolía. Le preguntó entonces, más despreocupada, cómo se lo había hecho.
- Oh, no fue nada, tuve un incidente con Lee. - Dijo Roslin quitándole importancia con la cabeza.
Pero esto captó la atención de la almirante, que la miró fijamente.
- ¿El mayor Adama?
Laura asintió, apresurándose a contestar previendo su reacción:
- Pero no fue nada, un malentendido.
¿Siempre se le daba tan mal mentir?
- Laura, dime qué pasó.
La presidenta inclinó la cabeza. Resultaba agotador enfrentarse a ella cuando se ponía así, y no estaba de ánimo. Cerró los ojos, recordando los días en que Lee reía con ella y le besaba las palmas de las manos. Los volvió a abrir.
- Tuvimos una discusión. Él estaba borracho y me agarró con fuerza. No le des más importancia de la que tiene. - La miró a los ojos.
Cain asintió, girando sobre sus pasos.
***
- He oído que últimamente anda un poco perdido, mayor.
- ¿Señor?
- Si lo desea puede tomarse unos días libres, relajarse, para volver más centrado al trabajo. - Su tono parecía más una orden que una sugerencia.
Lee entendió enseguida a qué se refería, su encuentro desafortunado con Laura. Laura parecía ser todo en lo que podía pensar últimamente, incluso cuando volaba. La segunda vez que se lo dijo aceptó la recomendación de la almirante, más preocupado por las consecuencias de no hacerlo que por su propia salud mental.
Terminó su turno en el CIC y salió en dirección a sus habitaciones para hacer el equipaje y coger el primera transbordador a Nube 9. Apenas se paró a decirle a Starbuck que se iba un par de días, sin ganas siquiera de bromear con ella, llegando justo a tiempo de coger el vuelo de las cinco.
En cuanto desembarcó en la nave de lujo se dirigió con la bolsa al hombro al hotel Colonial a reservar una habitación. El auxiliar ya había salido a recibirle para encargarse de su equipaje cuando le pareció ver una figura granate que conocía bien al otro lado de los jardines. Volvió a la realidad cuando el recepcionista le llamó para darle las llaves e indicarle su número de habitación. Desvió la vista hacia el interior del edificio y asintió, dando las gracias y subiendo por las escaleras hasta el segundo piso.
***
Había quedado con Laura para cenar en el restaurante temático de la nave de recreo y llegaba diez minutos antes de la hora, así que se dedicó a echar un vistazo al paisaje - que casi parecía real - antes de entrar en el local. Recorrió la sala de un vistazo para acabar fijándose en una pareja que tomaba algo en la barra.
Se acercó, con el corazón latiendo más rápido de lo habitual, hasta que Adama se giró medio formal para saludarla.
- Mayor.
Laura se volvió hacia ella, dándole la espalda a Lee, con una sonrisa enorme en la cara. “Eii”, saludó acercando las manos a la chaqueta de la oficial. Adama miró hacia la barra y pidió otro vaso. Con un gesto de Cain, se despidieron de Apollo y siguieron al camarero hacia su mesa.
Esperaron por los platos con una conversación superflua sobre burocracia y horarios y empezaron a comer en un silencio acentuado por los esfuerzos de Cain por evitar el contacto visual. Cuando resultó demasiado evidente Roslin exigió una explicación.
- ¿Qué hablabas con Adama?
- ¿Qué...? Nada, yo... Sólo estábamos charlando, se disculpó y nos tomamos una copa. ¿Es eso lo que te preocupaba?
Cain no respondió.
Cuando acabaron de cenar, Laura propuso que se acercaran a la sala de baile y abrieron la noche bailando una canción lenta, pegadas, casi con miedo a romperse al contacto. Helena rozaba sus labios con el hombro de su compañera cuando paró la música. A continuación sonó un ritmo más marchoso y aprovecharon para acercarse a la barra a por algo de beber.
Estaba recogiendo las bebidas cuando vio que Laura tenía la vista perdida en algún punto de la sala que le hacía sonreír. Se giró esperando ver algo gracioso y en su lugar descubrió al mayor Adama bailando y riendo con una civil. Poco después ambos se acercaban a la barra y, al verlas, el Apollo que ella misma había mandado de vacaciones le ofreció entusiasmado un baile a la presidenta, que con una expresión divertida de circunstancias se dejó llevar al centro de la pista.
Cain ignoró a la chiquilla que la miraba intentando entablar conversación, repentinamente abandonada por su ligue de esa noche. Tenía los rasgos fijos en la escena casi romántica que estaban compartiendo uno de sus mejores soldados y la mujer a la que le cedía sus noches. Tomó el vaso de licor de un trago y se dispuso a marchar, volviéndose lo justo al ver que Laura iba en su dirección para decirle que salía de allí. La siguió fuera de la sala, preocupada de repente y preguntándole qué había pasado.
Cain se volvió con un gesto cínico.
- ¿Por qué no vuelves con él? Eso es lo que me ocultabas, ¿no? Lo bien que lo pasasteis tú y tu Capitán Apollo en vuestra tierra de las mil maravillas. - Ella la intentó interrumpir pero la oficial no la dejó. - No, no lo intentes siquiera. No lo puedes negar, lo acabo de ver por segunda vez en un día.
Entonces la presidenta se cruzó de brazos.
- Está bien.
- ¡¿Está bien?! - Miró a los lados, buscando algo en el espacio. - ¿Qué pretendías?
Un escalofrío recorrió la espalda de la presidenta, que procuró mantenerse inmóvil a pesar de todo.
- Follarte, utilizarte, derrocarte y después formar una alianza con el primero que pasase para ser la dueña y señora del universo conocido.
- Hablo en serio.
Los labios de Roslin bailaron apretados imperceptiblemente.
- ¿Crees que yo no lo hacía en el Space Park? ¿Qué tipo de maniobra crees que era? Dime. Tengo curiosidad. - La almirante bajó la cabeza sin decir palabra. - No te he mentido. Podría hacerlo, aún estoy a tiempo... Pero no lo hice. Necesito que confíes en mí.
Entonces los ojos de la almirante se alzaron hacia ella y por un segundo parecieron azules. Alargó una mano buscándola y cuando la tuvo cerca rodeó su cintura con un brazo, apretándola contra ella. Quiso que apoyara su cabeza en su pecho, pero ella antes de dejarse la buscó con la mirada. El dedo que rodeó dulce el cartílago de su oreja izquierda, apartándole el pelo por el camino, le quitó todas las dudas que le pudieran quedar.