(Trad. Esp.) Dysmorphia [KaiSoo]

Aug 29, 2014 17:22

Título: Dysmorphia
Autor:TiaMari
Sinopsis: La perfección es singular. Se presenta a los ojos de cada uno de forma diferente. Un reflejo distorsionado, en los ojos de quien lo ama, se torna la más bella obra de arte.

Palabras: 2676

[ KaiSoo | OneShot | +19 | angst ]



Despreciable. Gordo. Feo.

Sus ojos eran demasiado grandes, su piel demasiada blanca, sus brazos eran flacos, sus dedos callosos. Era bajo, no tenía un cuerpo muy esculpido, las uñas mordidas y los cabellos despeinados. Las marcas del sol en su cuerpo le daban ganas de vomitar, sus labios eran demasiado gruesos, quería arrancarlos. Su nariz no era bonita, sus orejas menos, sus pies eran feos, tenía las rodillas torcidas y unas extrañas cejas.

Cuanto más se veía al espejo, más defectos se encontraba y más ganas de morir tenía.

No eran muchas las veces que tenía el coraje de encarar al espejo, sin embargo, cuando lo hacía, se retiraba toda la ropa y quedaba frente al panel que reflejaba una imagen, que para sí era horrenda y asustadora.

Con las manos trémulas Kyungsoo, tocaba sus brazos y apretaba lo que llama "exceso de basura". En su rostro aparecía una expresión de disgusto. Deslizaba las manos hasta su pecho, donde contaba las pecas que tenía y siempre juraba ver una nueva más. Deslizó las manos por el abdomen, sin dejar de palpar los casi inexistentes "gorditos" en su cuerpo, que en sus ojos, aparentaba ser una barriga horrenda. Prefirió no mirar más debajo, era doloroso pensar que aquello que ostentaba entre las piernas, realmente existía y que no podía simplemente retirarlo de sí. Encaró entonces sus propios ojos, tocando sus ojeras.

-Chuecos... demasiado grandes, y la boca... parece que aumentó... - Murmuró para sí mismo, mientras analizaba cada parte, tocándola con las puntas de los dedos, estudiando desde varios ángulos y esperando que pudiese encontrar uno que le causase menos espanto. Levantó el rostro, analizando el maxilar que consideraba ser un tanto feo y femenino. Le hubiera gustado tener líneas más definidas y masculinas, unos ojos más pequeños tal vez ayudarían.

Con los brazos cruzados deslizó las puntas de los dedos por las clavículas, tocando los huesos delicadamente. Sus tristes ojos veían algo horrible y deformado, como si sus huesos estuviesen desfigurados. Faltaba simetría en su rostro y cuerpo.

Mordió los labios secos al volver su mirada al espejo; en sus ojos lágrimas amenazaban con ser derramadas. Encontró con su mirada, una grande mancha rosa en su cuello, la encaró por algunos segundos antes de tocarla gentilmente. Aún dolía, estaba recién hecha. Podía ver las pequeñas venas pasando por la mancha, la piel era sensible. Presionó la zona y soltó un leve gemido de dolor. De alguna forma, Kyungsoo consideraba aquél lugar bonito en todo su cuerpo, no era ni un poco repugnante.

Era perfecto.

-¿No te cansas de mirarte en el espejo? - Escuchó una voz resonar tras de sí, rápidamente tomó la toalla que había dejado al lado del espejo para cubrir sus partes íntimas. Enrolló el paño en la cintura, volteó para aquél que entraba en su cuarto, con sus cabellos despeinados, sus jeans apretados y el torso descubierto, exhibiendo la piel levemente bronceada. El joven alto tomó la camisa y mochila que tenía en manos desde un rincón del cuarto y anduvo lentamente hasta Kyungsoo, con una sonrisa indecente escondida en los vértices de sus gruesos labios.

El menor dio pasos cortos hacia atrás, desviando su mirada triste hacia el piso, jaló rápidamente la sábana encima de la cama y envolvió su cuerpo, intentando cubrirse lo máximo posible de la mirada posesiva del hombre que aún caminaba con calma hacia él. Cuando no pudo más huir de él, se encontró con las costillas delicadamente presionadas contra la pared tras de sí. El otro estaba cerca y estaba tocando sus hombros con sutileza.

-Iba a tomar un baño, Jongin...- El pequeño continuaba escondiéndose del toque de Jongin, que lo encaraba aún con la misma sonrisa escondida en los labios. Tomó una de las manos del hombro de Kyungsoo para poder deslizar los dedos por la marca morada que había dejado en el cuello del menor la noche anterior, la tocaba delicadamente, de forma que no provocara ningún tipo de dolor. Era perfectamente redonda, sin ninguna deformación, Su color era uniforme y gracioso. Mientras el más joven pensaba que la marca era fea por ser la única cosa que manchaba su perfecta piel.

-¿Hoy me dejarás tomarte fotos sin protestar? - Jongin susurró, rápidamente asegurando los puños de Kyungsoo con fuerza. La piel alba del pequeño comenzaba a tornarse rojiza debajo de los dedos fuertes del hombre que presionaba el cuerpo contra el suyo.

Quería gritarle, intentar quitar sus puños de la prisión de las manos morenas pero no tenía fuerzas para eso. Terminó por ceder al sentir los labios calientes de él contra su cuello, deslizándose de forma suave por su uniforme piel. Kyungsoo quería impedirlo pero Jongin ya estaba demasiado embriagado en el perfume natural de la piel del menor.

Con delicadeza, soltó una de las manos del joven y, con más delicadeza aún, lo empujó para sentarlo en la cama. Lo dejó allí, a su espera, mientras buscaba su cámara. Era una cámara pequeña, semi-profesional, que cargaba en su bolsa para eventuales fotos que quisiera tomar en el camino entre la casa y su mediocre trabajo como office-boy en una empresa de contabilidad.

Kyungsoo lo observó acomodar el lente e hizo algunas configuraciones a la máquina digital. Continuaba con la sábana contra el pecho, intentando cubrir su cuerpo delgado y frágil. Sus grandes ojos continuaban perdidos y, su mente estaba disparada como su corazón. Odiaba tomar fotos, pensaba que eran una prueba concreta de todas sus imperfecciones. Lo observó ir hasta el armario, acomodar el lente y limpiarlo de nuevo, siempre con el cuerpo levemente curvado hacia el frente, asegurando la máquina negra con ambas manos, cuidadosamente organizándola.

Se sorprendió al escuchar el ruido del disparo de una foto, seguido de la sonrisa de Jongin y sus ojos sedientos sobre los suyos, asustados.

Era siempre así. El mayor era presa fácil de un león insaciable y sediento de sangre. La sesión de fotos comenzaba lenta y tímida, el atrevido intentaba sólo captar la mirada de Kyungsoo y la forma en que sus manos apretaban la cobija blanca contra su cuerpo, cómo sus clavículas formaban un cóncavo perfecto. Siempre capturaba los más pequeñas pecas castañas en el cuello del joven, pero hoy su mayor enfoque era la grande marca que había dejado en él. Ya conocía el ángulo perfecto para tomar fotos perfectas de la espalda del pequeño, como él se encogía y, su columna era visible al igual que sus costillas quedaban marcadas contra su piel a los lados del cuerpo.

Jongin podía sentir su cuerpo responder a aquellas fotos y a su análisis más detallista de todo lo que amaba y envidiaba del cuerpo de Kyungsoo. Antes de cambiar su ángulo, acostumbraba cambiar el cuerpo de posición y jugar con sus cabellos descoloridos en un extremo blanco hacia atrás, una y otra vez, dependiendo de lo que estaba enfocando en el cuerpo objetivo, soltaba un suspiro con un contenido explícitamente sexual.

Y Kyungsoo continuaba intentándose encoger más. Cada clic era como si recibiese un tiro que le quemaba la piel. Las manos temblaban contra su pecho, aun asegurando con fuerza la sábana blanca hasta que fue arrancada con fuerza de ellas por las manos brutas de Jongin, que parecía querer tomar fotos de su pecho. El pequeño indefenso continuaba reacio, odiaba su torso.

Mientras tanto, odio por odio, el más joven quería explorarlo más. Si no era por las buenas, sería por las malas. Empujó el cuerpo de Kyungsoo contra la cama donde el mismo cayó en resistencia con los brazos sobre la cabeza, los ojos cerrados con fuerza y el labio inferior entre los dientes, casi al punto de romper la piel seca. El ruido de la máquina disparando fotos era más constante, la fuerza de la respiración de Jongin era como una droga para el menor, haciéndolo relajar y olvidar lo que estaba por venir. Sólo observaba el cuerpo del joven contorsionarse discretamente mientras tomaba fotos de su semi desnudes. El mayor subió encima de la cama, poniéndose de rodillas con el cuerpo de Kyungsoo entre sus piernas.

-Eres perfecto... - Murmuró mientras tomaba una última foto.

La cámara fue dejada brevemente de lado, para que pudiese explorar con los labios la perfección personal, expuesta tan inocentemente al frente suyo, para ser pronto destruida una vez más. Jongin bajó su cuerpo hasta que su pecho tocase el del menor y sus labios se fijasen en la piel del cuello de él. Prefirió no abusar de la misma zona ya marcada, entonces dejó una nueva marca. Sus dientes quedaron perfectamente definidos en la piel blanca de Kyungsoo. Y este, cuyas mariposas en el estómago ya habían descendido a un lugar más abajo, dejó un indecente gemido escapar de los labios cuando sintió la piel ser jalada brutalmente por los dientes de Jongin.

El más joven volvió a colocar los pies en el piso, con la cámara en manos. Su erección era tan obvia en cuanto a sus intenciones. No necesitó decir ni medias palabras para que Kyungsoo estuviese de rodillas en el piso, sin toalla o cobija envolviendo su cuerpo, con las manos temblorosas acariciando el volumen en el innecesario pantalón que aún usaba el otro. Y ni un cuarto de palabras necesitaron ser dichas para que Jongin no estuviese más usando siquiera una pieza de ropa y para que los labios del mayor ya estuviesen alrededor de su glande ya cubierta por pre-semen.

El menor no tenía ningún tipo de timidez cuando movía su cabeza con entusiasmo para tener más y más de la extensión ajena en su boca. No le importaba ni ahogarse o perder el aire. Tenerlo en su boca era de lejos, una de las mejores sensaciones que ya había experimentado, era inexplicable, indecente y le hacía sentir bien. Ni se percataba de la constancia con la que la cámara disparaba. Jongin, en medio de gemidos, intentaba tomar el máximo de fotos posibles de su amado engulléndole sin piedad. Le gustaba aún más después de correrse en su boca, tomar fotos de su mano entrelazada en los finos cabellos negros ajenos, empujándolos hacia atrás mientras un hilo blanco ligaba los enrojecidos labios del joven a su miembro aun ligeramente despierto. Todo era perfecto, los ojos semi cerrados y los labios entre abiertos. El pecho que subía y descendía con intensidad y paso lento.

Jongin lo ayudó a levantarse y volver a sentarse en la cama. Aprovechó para tomar algunas fotos más hasta que, Kyungsoo, colocó una de las manos contra el lente de la cámara y lanzó al más alto una mirada tímida y triste.

-Basta por hoy... - Murmuró, haciéndolo bajar la cámara, mientras el otro sólo ignoró los pedidos de su pequeño y continuó tomando fotos de su cuerpo. Aprovechaba para tomar fotos de su mano acariciando la piel del otro, la diferencia de tonos le encantaba, al mismo tiempo que le causaba disgusto.

Jongin odiaba el color de su piel, de sus cabellos y el formato de sus labios y rostro. A el mismo no le gustaba la forma en cómo su espalda era elegantemente curvada. No le gustaban sus pies ni sus manos. Detestaba sus ojos por demasiados pequeños. Apenas hablaba, no le gustaba el timbre de su voz, tenía horror a escuchar grabaciones de su voz. Él gustaba de Kyungsoo, de dejarle marcas, tomarle fotos y admirar su cuerpo. A sus ojos, el pequeño era perfecto, con su piel de porcelana, grandes ojos y cabello suave. Jongin tenía envidia del cuerpo del otro, el cómo sus piernas eran cortas y graciosas, de cómo sus labios habían sido diseñados con un corazón y sus cejas gruesas de modo que acentuaban sus ojos. Jongin moría de envidia de Kyungsoo y por morir de envidia, lo quería entero para sí.

Nunca mostraba las fotos que tomada de su amado, aquellas eran pequeños tesoros que revelaba en un estudio que alquilaba a un amigo y las guardaba en un álbum extenso que escondía en el fondo del armario junto a cajas y documentos innecesarios y olvidados. El más joven tenía placer en revivir aquellas páginas cuando el otro no estaba en casa y se masturbaba sólo al recordar de cuán perfecto era aquél ser que dormía en su cama todos los días y que le preparaba el café en la mañana.

A Jongin no le gustaba verse en el espejo. Tenía vergüenza de ver su cuerpo por completo, pero no tenía vergüenza de mostrar el de Kyungsoo. El menor siempre lo miraba con admiración y eso sólo hacia su cuerpo calentar por completo.

El pequeño no entendía la admiración ajena por sí. Él entendía que el joven amaba su cuerpo más que el propio pero, no era capaz de entender cómo alguien que parece haber sido esculpido por dioses, guste de alguien repugnante.

Ambos eran iguales, aunque no se lo contasen al otro.

-Deja y abre las piernas. - El más joven murmuró antes de aproximarse a Kyungsoo. El menor pareció no querer observar y esto le costó tener las piernas abiertas con fuerza mientras sus rodillas eran aseguradas.

-Jongin, hoy no... Estoy sucio... - Murmuró, intentando forzar sus piernas a cerrarse así fue que notó la mirada perdida y fija de Jongin en su intimidad. No gustaba de aquella mirada pues sabía que seguido de eso, vendrían momentos de agonía bruta mezclada con un inexplicable placer.

-No hay problema, cuando terminemos te puedes limpiar. - Él dijo simplón y volvió a acomodar el cuerpo de Kyungsoo de modo que pudiese verlo por completo y que la cadera de él se inclinase levemente hacia arriba. Jongin no tenía muchas preocupaciones, no poseía el don de la paciencia y del cuidado que muchos tenían en preparar a su socio para ser penetrado. Lo máximo que hacía era humedecer con su propia saliva, lo que no servía de mucha cosa.

Entonces, ahí estaban los dos nuevamente. El fotógrafo continuaba intentando tomar fotos de su objetivo mientras lo estocaba sin misericordia y se pudo haber corrido diversas veces solamente para escuchar los intensos y desesperados gemidos del menor que intentaba cubrir su rostro cubierto en lágrimas y un solitario hilo de sangre que corría de sus labios cortados.

Todas las fotografías de aquél momento quedaban borrosas, contorsionadas y deformadas. El objetivo de Jongin era siempre capturar el momento perfecto en que Kyungsoo se deshacía contra su abdomen y pintaba de blanco su piel casi tan clara como su culo. Raras eran las veces en que intentaba tomar fotos de su penetración en el menor. Si las tomaba era por querer guardar en sus memorias fotográficas el modo en cómo él se estiraba y adaptaba alrededor de su miembro y, no de él. Sentía enojo al mirar su propia intimidad, la consideraba extraña, como algo ajeno a su cuerpo, le gustaba que el pequeño lo tocase para darle placer pero jamás se tocaría por espontánea voluntad.

En media hora o tal vez menos, estaban los cuerpos un lado del otro, jadeantes. Kyungsoo no quiso perder el tiempo y luego convenció a Jongin de que tomasen un baño para limpiarlo. Sus baños eran siempre delicados. Se trataba el uno al otro como seres extremadamente frágiles. Las manos oscuras en aquél momento siempre eran mucho más cariñosas mientras se deslizaban con la espuma olorosa por los hombros blanquecinos. El más pequeño, como siempre, cuidaba de todos los detalles del cuerpo del otro, admirando la piel delicadamente más dorada por ser constantemente expuesta al sol (por el contrario del mayor, que prefería pasar todo el tiempo atrapado en la oscuridad de su cuarto).

Jongin tenía ganas de preguntarle a Kyungsoo que tenía en la cabeza para amar a alguien tan extraño y distorsionado.

Kyungsoo tenía ganas de preguntarle a Jongin qué veía en su cuerpo horrendo, qué le hacía quererlo.

Mantenían sus preguntas en silencio, mientras pudiesen apreciar la perfección uno del otro.

*Gracias a TiaMari por permitirme traducirlo♥ Y ¡feliz cumpleaños Karina! Gracias por siempre leer.

dysmorphia, kaisoo

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