Título: Rompecabezas
Fandom: Digimon
Personajes: Masaru Daimon, Agumon
Pareja: ninguna
Palabras: 624
Advertencias: Spoilers del final de Digimon Savers
Imagen:
Ciudad inundadaSinopsis: Un rompecabezas consiste en componer sus diferentes piezas para formar una imagen. Conjunto de viñetas para el
foro Proyecto 1-8: Escribe a partir de una imagen. Segunda imagen: En una ciudad inundada por el agua, Masaru recuerda a sus amigos que dejó atrás al marcharse.
Notas: Después de varios meses al fin me digno a actualizar esta colección. Es la primera vez que escribo algo sobre Savers, espero que Masaru me haya salido bien.
En cuanto al uso de "aniki": en general no me gusta dejar términos japoneses sin traducir, pero en este caso no se me ocurría una buena traducción. En el japonés original Agumon suele llamar a Masaru "aniki". Además de significar "hermano mayor" también muchas personas usan ese mismo término para referirse a alguien a quien siguen por admiración (por ejemplo, tengo entendido que se usa entre los pandilleros). No sé por cual traducción habrá optado el doblaje latinoamericano (o el español de España) ya que nunca lo vi, pero me pareció que la relación de Masaru y Agumon abarcaba ambos significados.
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AO3 Apoyando sus brazos en la baranda del balcón del edificio donde se encontraba en aquellos momentos, Masaru miró el escenario que tenía frente a sus ojos. Una ciudad pérdida en el Mundo Digital inundada de agua. La vista era hermosa y tuvo las ganas de querer mostrársela a sus amigos. Automáticamente su mente pensó en ellos, dejando en un segundo plano el paisaje frente a sus ojos. ¿Cuántos años habían pasado ya? Todavía sentía que había sido el día de ayer cuando vio a su familia y amigos por última vez antes de marcharse al Mundo Digital.
Thoma probablemente ya se habría recibido de doctor y habría encontrado la cura para la enfermedad de su hermana. Yoshino, conociéndola se habría convertido en una policía y seguiría combatiendo el crimen, su sentido de la justicia era demasiado fuerte como para abandonarlo. Pensó en DATS. Ahora que la puerta estaba cerrada y los digimon no eran un peligro probablemente se habría disuelto y sus miembros habrían tenido que ser trasladados a otros sectores.
A continuación pensó en su familia y por un momento sus manos temblaron al recordarlos. Su sonriente y acogedora madre, ¿cómo estaría? Siempre lo ayudó a su manera al ofrecerle en todo momento un sostén por donde agarrarse siempre que se tropezara. Chika, su hermanita que ya no sería una niña. Ahora estaría cursando su último año de preparatoria. Conociéndola ya tendría su futuro decidido. De repente un pensamiento oscuro pasó por su mente cuando pensó en cualquier desalmado que intentara aprovecharse de ella. Debía calmarse; en primer lugar no podía hacer nada estando en otro mundo. Además confiaba en que Ikuto la protegería y en caso contrario estaba seguro que Chika le daría un buen golpe a ese (hipotético) idiota. No por nada era una Daimon.
Una sonrisa se formó en sus labios al pensar en Ikuto. Aquel niño salvaje que conoció en este mismo mundo y que, por más corto haya sido el tiempo que pasaron juntos, consideraba un hermano menor. Seguramente habría aprendido hablar mejor y ahora estaría poniendo su mejor empeño para cumplir su rol de hermano mayor.
Por último estaba su padre. Su sonrisa se borró de sus labios. Su padre, a quien por muchos años creyó que estaba muerto. Masaru no podía contar las veces que deseó que todo fuera una mentira para tenerlo cerca suyo. Era irónico como su deseo se había hecho realidad, pero había elegido no estar con él cuando decidió acompañar a Agumon. ¿Cómo estaría ahora? Se lo imaginó con una barba y una barriga inflada. Rió.
-¿Qué haces, aniki? -preguntó detrás suyo Agumon, sorprendiéndolo. ¿Cuándo había llegado? Le señaló con su dedo índice el paisaje.
-Nada, sólo estaba pensando en cuanto a los chicos les gustaría ver esto.
Agumon lo miró con una mezcla de miedo y culpa.
-¿Te arrepientes de haber venido?
Masaru lo miró pensativo antes de mostrar una de sus brillantes sonrisas.
-Nah, nunca me arrepentiría de haber venido. No puedo dejar a mi seguidor solo. Además, -volvió a observar el paisaje, esta vez con una sonrisa esperanzadora-, estoy seguro que la puerta se abrirá de nuevo y nos reuniremos con todos.
Agumon se tranquilizó y acompañó su sonrisa con una propia, y se dispuso a observar la misma vista de su compañero.
-¡Esto es malo! -interrumpió de repente una jadeante Lalamon-. ¡Dos grupos de digimon empezaron a pelearse y están dañando la ciudad! Gaomon y los otros están tratando de detenerlos.
Masaru y Agumon se miraron entre ellos y rieron con complicidad. El castaño apretó su puño.
-¿Estás listo, Agumon?
Su mejor amigo asintió energéticamente y empezaron a correr juntos, con Lalamon guiando el camino, preparándose para una nueva batalla aunque esta fuera bajo el agua.