Larala Larara (8)

Apr 22, 2008 16:20



Está inquieto.

Se mueve, da patadas, se revuelve entre las mantas como si estas quemasen. Ahora se queda inmóvil y, dentro de dos segundos exactos, suelta un sonoro resoplido. Y vuelve a patear. Y nadie le hace caso. Y eso no hace más que ponerle de más mal humor.

─Joder… menuda mierda.

Desde el otro lado de la habitación, Sam contesta con un gruñido. Oh. Una reacción. Por fin.

─¿Y ahora qué coño te pasa a ti?

El chico le lanza una mirada fulminante a través de la distancia, las partículas de oscuridad y las motas de polvo que flotan en el aire nocturno.

─¿Qué qué me pasa? Pues que no puedo dormir. ¿Te parece poco?

─Si. Muy poco. Déjame en paz, niñato.

─Para ti soy Keith Lawson.

─Lo que sea.

Silencio. Sam suelta un lento y largo suspiro, y vuelve a recostarse sentada contra la pared; los brazos cruzados sobre el pecho, la cabeza apoyada contra el tabique y una rodilla doblada. Abaja la mirada y cierra los ojos, con el ceño fruncido. Keith la observa con una mezcla de extrañeza y desconfianza. ¿Es que no es capaz de relajarse nunca? Entiende que no es muy cómodo dormir en un montón de mantas y en el suelo -como él-, pero seguro que lo será más que no sentada. Sólo encuentra una explicación a ese raro comportamiento de “mira-que-guay-que-soy-que-siempre-estoy-alerta”: puro masoquismo. Punto final.

Las palabras no pronunciadas arden en su boca, así que las expulsa.

─Oye, oye, ¿acaso nunca te relajas tú, Sam? Eres la primera persona que conozco que duerme sentada por gusto. Hay más mantas en el rincón, si quieres.

─Cierra la boca.

Keith pone morros.

─Joder, pero que borde llegas a ser, tía.

─No soy una tía ─abre uno de sus ojos dorados y le lanza una media-mirada de advertencia─. En todo caso seré un “tío borde”.

─Ah, lo olvidaba. Encima, marimacho.

─Vete a la mierda.

Keith está impresionado. Que él recuerde, esa es la conversación más larga que ha tenido con la enana pelirroja. Y es que la muy antisocial tiene la costumbre de contestar todas las frases con gruñidos, quejas y -si tienes suerte- algún monosílabo. Esa noche debe estar especialmente parlanchina… algo, definitivamente, muy raro.

─No me lo niegues, tú tampoco puedes dormir ─le espeta el chico. Acto seguido se encoge de hombros y posiciona los brazos en su nuca a modo de almohada─. Éste sitio es un asco.

─Es lo máximo que hemos encontrado para pasar la noche.

Keith abre un ojo y la observa con suspicacia.

─¿El ático de un edificio en ruinas es lo máximo que hemos encontrado? No me jodas, colega, no me jodas…

─Y respondiendo a tu otra pregunta ─continua Sam, ignorando el comentario─. No, no puedo dormir. En especial, cuando hay críos ruidosos cerca.

─Vale, lo he pillado. Piérdete.

Sam no contesta.

Y Keith, por primera vez, sonríe en mitad de la noche. ¿Por qué? Por muchas cosas… porque en el fondo está feliz. Porque sospecha que por fin ha encontrado un lugar dónde hay más gente borde y antipática como él. Y sobretodo porque le gusta esa relación que mantiene con los demás miembros del grupo: insultos, golpes y demás muestras de afecto. Ah, sí, es un buen ambiente. Es agradable. Es real.

─Sam, te quiero.

─Vete a la mierda.

fandom: vidas paralelas, comu: fanfic100, tabla: 100prompts, claim: keith/sam, tema: het

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