Hace tiempo que le observa tratando de no ser vista. No hay problema; es una especialista en ello. Finge hablar con un par de amigas, reír, beber, y de vez en cuando surcar la sala con una mirada circular, pasando así, inevitablemente, por sobre de esa mata de largo y liso cabello castaño.
Hace tiempo que le observa, hace una eternidad que se muerde los labios con una mezcla de nerviosismo y deseo. Sus muñecas empiezan a tener unas profundas marcas rojas alrededor, fruto de todos los tirones que les está dando a las gomas de cabello que lleva en ellas, sacando así su frustración acumulada.
La sonrisa soñadora se debate contra el sentimiento de inseguridad. Se hunde en su propio mar de indecisión.
Debería ser fácil, ¿verdad? Es normal conocer gente cuando eres una estudiante despreocupada que vive en cuerpo en una universidad, durante el día, y muere en alma en fiestas, durante la noche. Es normal. Completamente normal.
Suelta un sonoro suspiro. ¿A quién quiere engañar? Sabe de sobra que le faltará el valor para ir a hablar con ese chico de cabello castaño que está sentado en un sofá y fuma con ademán distraído, que parece aislado en su propio mundo de vagancia, nicotina y desinterés.
Y, demonios, aunque se atreviera, ¿qué conseguiría? Un nuevo amante de la fugacidad de una noche. No nos engañemos, Sayu no es una rompecorazones ni tampoco una tímida niña que calla. No, no lo es, pero sabe dónde está el límite de sus posibilidades… y el chico castaño está muy lejos de su alcance.
Suspira de nuevo. No conseguiría nada, se repite. Rollos pasajeros, nuevos romances que, como vampiros, acechan de noche y se desaparecen al día. Nuevas desilusiones. Nuevos huecos en el pecho.
Deja caer la cabeza adelante. ¿Por qué todo debe ser tan complicado?
Oye como alguien chasquea la lengua a su lado y, al instante, la voz de una de sus amigas:
─Es mono, ¿no?
Sayu sólo sonríe, sin responder la pregunta con que su amiga se ha referido al chico del sofá, y se limita a dar un breve trago a su refresco.
─Esos son tu tipo, ¿no, Sayu? ─añade de nuevo la chica con una sonrisa─. Calmados, interesantes… ¿Por qué no vas a decirle algo?
La pequeña Yagami no responde enseguida. En lugar de eso vuelve a dar un fuerte tirón a la goma de su muñeca. Cuando se destensa se puede observar la marca encadenada sobre la piel. Auch.
─No quiero que hagan lo de siempre, ya sabes ─Sayu hace un ademán distraído con la mano─. Vienen, consiguen lo que quieren y luego no les vuelves a ver.
Una risa a su lado. Un nuevo trago de refresco.
─Estamos hablando de chicos, Sayu, ¿qué esperabas?
Sonríe. Ese es el problema. Que no espera nada. Que no debe esperar nada.
Pero aún y así es tremendamente masoquista en ese aspecto. En fin.
Se levanta de la barra con gestos resignados, lentos. Las luces parpadeantes de la fiesta la ciegan unos instantes y emiten destellos caoba al reflejarse en su cabello.
─Vuelvo enseguida, Keiko ─anuncia a su amiga. Sólo recibe un asentimiento vago como respuesta; está demasiado enfrascada en otra conversación como para prestarle atención.
Sayu se abre paso dificultosamente entre la masa movediza que es la multitud. Sus sentidos se enturbian. La música late y acribilla sus oídos, el olor a tabaco, alcohol y otras substancias le taponan la nariz. Tiene los ojos llorosos por el humo y el tímido sabor a coca-cola aún resonando en la boca.
Su vista está fija en la cabeza castaña. Ya ha renunciado; le da igual que vuelva a ser un rollo pasajero. Hablará con él. Sino se pasará toda la noche arrepintiéndose.
Al fin llega a la zona de los sofás, dónde hay un tanto menos de gente y más espacio. El suficiente para que pueda hacerse un hueco en el sofá. A un lado, uno de los reposabrazos y al otro, un chico dormido que no conoce.
Al otro lado de éste último, el objeto de su atención.
Y ya estamos otra vez. Le observa de reojo. Deja caer su melena castaña a un lado del hombro para que haga la función de una cortina que le separe de la mirada del chico y lo vigila desde allí.
Ahora que lo tiene cerca puede apreciar con más claridad cada uno de sus ademanes, sus rasgos y sus aires. La piel blanca, inmaculada, tersa. Los labios finos que sostienen pasajeramente un cigarrillo medio torcido que apenas desprende humo. Los codos apoyados sobre las rodillas, piernas ligeramente abiertas y actitud observadora, vaga, soñadora. Casi la de un niño pequeño que observa con optimismo el mundo de los adultos.
Sus labios vuelven a curvarse en una sonrisa dulce sin antes pedirle permiso a su dueña. Le gusta. Sí, le gusta ese chico. Tiene un no-sé-qué.
Piensa más de mil frases para iniciar una conversación; todas le parecen absurdas. Contra todo pronóstico, es él el que, sin dejar de mirar al vacío con una media sonrisa, abre los labios y pronuncia las primeras palabras.
─Es aburrido, ¿verdad?
Tiene la voz amena, despreocupada, ligera. La colilla del cigarrillo brilla como una estela de sangre en contraste con la oscuridad danzante del fondo.
Sayu sonríe. Está segura de que sus manos están sudando y de que su sonrojo es una tímida y delatadora realidad.
─Sí, lo es. La música está demasiado alta…
─... y hay demasiada gente ─completa la frase él, risueño─. Ni que lo digas. Ya echo de menos algo de soledad ─vuelve un poco la cabeza y la chica puede observar que, tras unas gafas color miel se esconden unos ojos marrones, profundos, misteriosos─. Soy Matt.
Por su parte, la pequeña sólo se encoge de hombros y sonríe. Sonríe, sonríe, sonríe.
─Yo Sayu.
La sonrisa es compartida; el entorno es una burbuja impenetrable dónde incluso el bullicio suena menos arrollador.
Matt suelta un pequeño resoplo de fastidio travieso y señala con el pulgar a algún punto por encima de su hombro. Su expresión es sincera, transparente.
Es un niño.
─¿Qué tal si vamos al balcón? He oído que ahí aún no ha llegado la plaga de gente.
Sayu suelta una risita y asiente a la vez que hace ademán de levantarse del sofá. Le gusta Matt. Le gusta demasiado, más de lo que le conviene. Eso podría dañarla.
Pero, a decir verdad, sospecha que no será así. La nicotina dulce, la sinceridad y despreocupación, no conjuntarían en una misma persona con las malas intenciones.
+ + +
Título: Respirar
Fandom: Death Note
Claim: Mello/Sayu
Prompt: Since you’ve gone - Kelly Clarkson.
Tabla: pop
De:
haz_musica Advertencias: de nuevo, UA. Crack!pairing.
Notas: Temo que me haya puesto melodramática hacia el final XD.
Sayu recordaba como había empezado todo.
Si retrocedía en el tiempo aún le parecía estar ahí, entre la multitud, con la vista fija en cierta cabeza rubia. Se mordía el labio inferior, dudaba, daba un trémulo paso en su dirección y de pronto la alarma del instituto retumbaba entre las paredes del edificio y recordaba que tenía que volver a clase.
Si retrocedía en el tiempo aún le parecía ver esa figura solitaria de pie, con la espalda apoyada en un muro de piedra y la mirada lejos, muy lejos de allí. Aún sentía como su respiración se entrecortaba, sus manos sudaban y veía a cámara lenta como él giraba la cabeza y la oteaba fijamente a través de la distancia. Como si lo supiera todo. Como si le leyera el pensamiento.
Hubiera sido idiota negarlo. Mello, aquel compañero de instituto, aquel que armaba jaleo cuando se aburría y se aburría cuando no había movida… la tenía llena de curiosidad.
Si dejaba de bloquear su cabeza a esos recuerdos y se permitía ser un poco más masoquista, Sayu también recordaba el momento en que fueron presentados formalmente. La sonrisa amable por parte de la chica. La sonrisa pícara por parte de él. Y sus intenciones, claramente marcadas en cada gesto, en cada mirada, en cada expresión mordaz. Parecía una fuerza superior, un cuerpo en constante movimiento que movía cielo y tierra sólo para conseguir lo que se proponía. Era energía en estado puro.
Era demasiado para Sayu.
Recordaba con una nitidez devastadora el momento en que él la había detenido en mitad del pasillo con un apretón de hombros que no aceptaba discusión. Recordaba como sus pasos habían ido retrocediendo a medida que los de él avanzaban, como había terminado acorralada contra una pared de la que desconocía la existencia. Como él había apoyado la mano en el muro, al lado de su cabeza, como un depredador.
Recordaba el sabor a chocolate amargo de sus labios.
Pero eso formaba parte del pasado, se dijo. Al igual que las miradas maliciosas que contrastaban con las incómodas de ella, los brazos firmes entorno a su cintura, posesivos, consentidos. Al igual que todo y nada.
Por que en aquel momento Sayu sólo podía sonreír, libre, satisfecha, presionar un poco más el auricular del móvil contra su oído y murmurar con voz dulce:
─Lo siento, Mello. Esto se ha acabado.
Y oye los gritos airados de él a través de la línea, las palabras venenosas, incluso le parece oír los latidos desbocados de un corazón cubierto de cuero y púas que se niega a aceptar la realidad. Pero ya no le importa.
Porque desde que él se ha ido, Sayu puede volver a respirar.
+ + +
Fandom: Ella, mísero ángel caído (Original)
Claim: Ángel caído -sin nombre-.
Prompt: silencio
Tabla: angst
De:
retos_a_lacarta Advertencias: menciones de suicidio y autolesión.
Hubiera sido idiota negárselo a sí misma; al fin y al cabo, se caracterizaba por ser una niñata de lo más caprichosa.
Sonrió. Lloró. Todo a la vez. Dudaba que hubiera alguien que llegase a ver esa contradicción de sentimientos. Todos estaban demasiado ocupados.
Hubiera sido idiota quedarse por más tiempo en su celda, atascada en la rutina. Al fin y al cabo era caprichosa y temeraria. Y estaba loca. Completamente loca.
Había ruido en el andén; un torbellino de voces, zapatos contra piedra y el silbido de un tren furioso. Tomó la maleta con una mano y dio un par de pasos adelante; pero, ¡cómo no!, era masoquista de naturaleza. Giró levemente la cabeza y observó los raíles por encima del hombro.
El andén lucía silencioso. Su cabeza despierta en sueños le trajo recuerdos de una niña desesperada que se pasaba el día haciéndose la mártir, cortándose los brazos y caminando por el andén como por su casa, demasiado cobarde para lanzarse a las vías de una vez por todas.
Suspira. Vuelve la vista al frente, a las puertas de salida. El andén vuelve a ser deliciosamente ruidoso.
+ + +
Fandom: Ella, mísero ángel caído (Original)
Claim: Ángel caído -sin nombre-.
Prompt: lágrimas
Tabla: angst
De:
retos_a_lacarta Advertencias: suicidio y muerte de un personaje.
Abajó la mirada por inercia, en sus ojos reluciendo las esquirlas de una lluvia pasada. Gris perla. Ausente. Sutil.
Él la tomó por el mentón con delicadeza y la obligó a alzar la mirada de nuevo. Tenía la sensación que al mínimo gesto brusco ella se rompería en mil trozos.
No hubiera sido extraño.
Abrió los labios y lo dijo una sola frase. Aún se pregunta por qué.
─Prométeme que volverás a llorar, niña tonta.
Ella sonrió -¡sonrió!- y replicó a su vez en tono suave.
─Entonces prométeme que tú no intentarás morir ni un minuto después ni un minuto antes que yo la próxima vez.
Y ahora aquí, a las puertas del infierno más desesperado y delicioso de todos, él se acerca como un sonámbulo al borde del precipicio, con una sonrisa, y piensa en sus ojos grises, en su cabello de olor a miel. Y piensa muchas cosas, pero no tiene tiempo de decirlas todas porque ella le espera al otro lado.
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Fandom: Ella, mísero ángel caído (Original)
Claim: Ángel caído -sin nombre-.
Prompt: taquicardia
Tabla: angst
De:
retos_a_lacarta Advertencias: muerte de un personaje.
Cuando se permite mirar atrás, casi aún puede oír el rumor lejano de su corazón, malhecho, un trozo inservible de carne muerta. Cuando roza con sus dedos níveos el contorno de sus cicatrices que se expanden por los brazos, por el pecho, por la cara -como una plaga-, aún puede sentir el tacto de los cuchillos que se hundían en su piel. Tanto por dentro como por fuera.
Y sobretodo, cuando posa una mano de la consistencia del aire sobre ese pecho inerte, aún le parece oír el sonido desbocado que retumbaba en él, como el galope de mil caballos, como algo que no sabe expresar con palabras.
Pero ahora ya no hay nada. Sólo una niña dormida para siempre en mitad de una llanura. Sólo el recuerdo nebuloso de una conciencia que observa, impasible, como su propio cuerpo se descompone lentamente. Muy lentamente.
+ + +
Terminé mi tabla angst *llora de emoción*.
Muaks~~.