Me niego a titular esto

Mar 17, 2006 10:32


Es viernes y hace un tiempo asqueroso. Hace frío y parece que va a llover enseguida. Pero me da igual. 
Tengo que terminar una nota y estoy bloqueada. Pero me da igual.
Hoy me voy a casa y voy a pasarme todo el fin de semana descansando, dejando que me mimen, dejando que me arreglen la espalda y viendo a los viejos amigos. Probablemente vea alguna de las cosas que tengo pendientes de lovethefandom. Y terminaré de leerme HBP por segunda vez pero este golpe con detenimiento y tomando notas para hacer una review coherente. Asi que, básicamente, ése es el plan.
Pero antes de no actualizar en varios días y de no poder dejaros un comentario porque mi conexión en casa es de lo más penoso que os podáis imaginar, ha pasado una cosa. Tengo una mini-musa becaria (porque la pobre todavía no tiene que tener carnet de musa, que lo sé). Y el otro día empezó a susurrarme cosas sobre Spike, Angel... Cosas que podrían haber pasado en la segunda temporada de BtVS, cuando Angel se dejó el alma en una cama. Y básicamente salió lo que hay detrás del cut. No tiene mucha calidad porque las escenas calientes no son mi fuerte. No es que el resto lo sean pero estas cosas menos. Podría estar mejor escrito pero ni siquiera lo he revisado. Es lo que tiene escribir este tipo de cosas en el trabajo. Así que lo publico, lo borro del ordenador y os dejo entretenidos mientras que me pongo a trabajar en condiciones. (PD: NR-17)

Está solo y aburrido en esa enorme mansión. Las paredes están frías y no hay nadie con quien pueda discutir ni distraerse un rato. Todos han salido de caza. Todos, menos ellos dos.
Están en la habitación de al lado. Dru le deseó buenas noches y le dio un beso en la mejilla. Le había tratado como si fuera una de las muñecas de su colección, como si fuera un bebé al que tenía que cuidar. Ella adoraba tener un juguetito más. Él odiaba como ella le trataba ahora que no podía moverse.
Pero, en el fondo, sabía que la culpa no la tenía ella. Alguien que escucha los susurros de la luna y que ve cosas que nadie más puede ver está en un mundo demasiado alejado del real. Y antes era él quien la traía de vuelta. Con comentarios sarcásticos. Con su media sonrisa, una mirada y suave roce en la cintura. Antes podía jugar con su lengua entrelazándose con la suya. Antes ella era suya.
Pero volvió él. ¿Quién coño se creía que era? ¿Ulises regresando a casa? ¿Pensaba que todos tendrían que adorarle y darle las gracias por haber vuelto? Lo cierto era que esos cabrones sin cerebro se habían rendido ante él. Pero esa pérdida no significaba nada. Llevarse a Dru era otra cosa.
Él. El centro del universo de los vampiros. El centro de todo universo había vuelto y ahora estaba en la habitación de al lado con ella.
Si hubiera sido por él no podría haberse enterado de nada. Pero Dru no era nada silenciosa en esas ocasiones. Cada gemido, cada grito, cada pausa. Él sabía qué era lo que estaba pasando en cada momento y eso le estaba torturando.
Demasiadas noches con esa loca desquiciada para no saber que probablemente se estaba librando una batalla sobre el colchón. Una batalla que él ganaría porque Dru terminaba siendo bastante sumisa entre sus brazos. Aunque esa espalda perfecta y sus tatuajes se llevaría un doloroso recuerdo de las uñas de Dru.
Todavía recordaba cuando era su espalda la que los recibía.
Le encantaría mandar esa silla a la mierda. Estamparla contra la pared. O mejor. Lanzarla contra su cabezón y que se rompiera en mil pedazos. Le daba igual si se rompía la silla o su cabeza.
Cada leve sonido del colchón le estaba contando una historia. Se estaba desesperando y sabía que no podría contenerse durante mucho tiempo más.
Otro grito. Otro gemido medio ahogado. Sangre. Sudor. Fuertes movimientos de cadera contra cadera. Porque la suavidad nunca había sido lo suyo.
Está pegado a la pared. Y, mientras que una de sus manos se apoya en el frío muro, la otra se está metiendo en sus pantalones. Al principio va despacio, acompasado a los ronroneos de Drusilla. Pero luego se cansa. Nunca ha sido de los que pueden esperar y ahora tiene ganas.
Tiene los pantalones abiertos y su mano se está moviendo a un ritmo frenético. Cierra los ojos e intenta que sus gemidos no superen los de ella. Se imagina que está allí, que es él quien la toca y está dentro de ella. Pero, rápidamente, la imagen cambia. Y no está con ella. Está con él.
Se le revuelven todas las entrañas. Siente asco pero cada vez la tiene más rígida. Va más rápido. Vuelven a estar en aquel granero de Budapest. Solos. Calientes. Mojados por la lluvia. Calientes. Nunca se sintió culpable por aquello ni pensaba pedirle al cabezón que a la mañana siguiente le diera un beso de buenos días.
Pero, joder, lo pasaron bien aquella noche. El muy cabrón sabía exactamente qué era lo que estaba haciendo. Seguro que él no era el primero. Y ahora, cada vez que se acuerda del cabezón se le pone dura. Pero es esa zorra quien está con él en la cama.
Están a punto de acabar. Lo sabe. Dru está emitiendo esos ruiditos que hace cuando está a punto de terminar y no cree que Ángelus dure mucho más. La mirará. Fruncirá levemente el ceño, del mismo modo que lo hace cuando suelta una de sus gracias sin gracia o cuando se cabrea con él. Ese gesto, con los ojos un poco perdidos, es lo único que distingue su cara de su expresión normal. Y sabe que, en cuanto parpadee levemente, se estará corriendo. Como él lo está haciendo. Se estarán corriendo juntos. Como aquella vez.
Dru se ríe y, probablemente, estará tumbada en la cama. Él estará a su lado, dándole esa espalda enorme y que ahora estará llena de arañazos y de sangre. Le hierve la sangre o lo que quiera que tengan dentro los vampiros en cuanto piensa en lamer esas gotas rojas.
Busca algo con lo que limpiarse y trata de dormir un rato antes de que empiece el siguiente asalto.
Odia que Angelus haya vuelto y haya logrado imponer su dictadura. Se cree el jodido dios del mundo. Puede que sea bueno en la cama. Pero ya se encargará de que esa especie de mini-barbie que hay de cazadora se encargue de clavarle una estaca y lo devuelva al infierno. Clavar. Calor. Joder. Es verdaderamente insufrible tener al cabezón de vuelta.
Bueno, disfrutad del puente y de las fiestas los que podáis y los que no, que se os haga leve el sufrimiento.
Besinos

btvs, fic

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