|RPS Belldom| Teignmouth

Feb 08, 2009 01:31


Matt, Dom, Teingmouth, el mundo real, prácticamente. Solo que en esta versión del mundo real follan y eso.

(Así que one-shot con saltos temporales y un poco de Nc-17, pero poco)

Matthew said it was about his teenage years growing up in "a boring little town that didn't have anything to offer me. "The only time the town came to life was during the summer when it turned into a vacation spot for visiting Londoners. When the summer ended they left and took all the life with them. "I felt so trapped there. My friends were either getting into drugs or music, but I gravitated towards the latter and eventually learned how to play. "That became my escape. If it weren't for the band, I would probably have turned to drugs myself."

- ¿Cuánto tiempo aguantas quemándote la mano?
-¿Cuánto aguantas tú?

Chris suspira cuando Dom y Matt se ponen el cigarrillo encendido en la palma de la mano, mirándose el uno al otro con desafío. Dom exclama ‘¡Joder!’ y aparta la brasa, agitando la mano. Matt se ríe y le tira la colilla. Dom se sacude la ropa.

-Empiezo a pensar que vosotros dos sois masoquistas.

Matt se deja caer hacia atrás hasta quedar tumbado sobre la arena. Detrás de él unos turistas han encendido una hoguera y sus risas llegan hasta ellos, acompañadas por el ruido de los cristales de las botellas al chocar.

-Yo nunca he dicho que no lo sea.

Dom se sopla la mano. Matt le da un golpe en el brazo.

-No es para tanto, no te pongas a llorar.

-Has ganado esta batalla, Bells, pero la guerra no ha terminado.

Chris entierra las manos en la arena y mira hacia arriba, con el cigarrillo en los labios. Encima de él, millones de estrellas blancas tejen dibujos en el cielo.

En Teignmouth no hay mucho que hacer. Los días son largos y llenos de lluvia y rutina. No les queda ni un solo rincón por explorar. Siempre el mismo paisaje, siempre el mismo viento frío y con sabor a sal. Siempre turistas en verano y helada soledad en invierno.

En Teignmouth, uno hace lo que puede para sobrevivir. Tocar música, gritar por encima de las guitarras. Retarse a gilipolleces.

-Ve a decirles que nos den un poco -dice Dom, derruyendo montones de arena con el pie, mirando en dirección a la hoguera-. Estamos compartiendo este sitio. Son invitados. Es una cuestión de cortesía, una botella o dos.

-¿Tanto tienen? -Matt hincha los carrillos mirando a las estrellas.

-Han saqueado el bar.

-Esa de ahí está buena.

Matt intenta mirar hacia atrás. El pelo se le llena de granos de arena.

-¡Eh! -Chris alza la voz-. ¿Nos dais un poco?

-¡Que te jodan!

Chris resopla y vuelve la vista hacia el mar

-Qué desagradecidos.

En verano, uno puede mezclarse entre los visitantes y colarse en bares donde no deberías estar. Puedes esconderte detrás del escenario provisional que se monta en el centro y escuchar la música rebotar contra las paredes. Puedes ir a Shaldon por la mañana y pasar el día en Ness, comiendo bocadillos y durmiendo en la hierba.

Por lo demás, Teignmouth es un agujero de aburrimiento insufrible.

Dom gatea por la arena para sentarse al lado de Chris, apoyado contra una de las barcas de pescador que salpicaban la playa. Silba mientras rasca la pintura descascarillada de la proa con la uña.

Matt habla desde el suelo, con los brazos detrás de la nuca.

-Dom.

-Qué.

-¿Un bañito?

Dom levanta una ceja y mira al mar, gris, helado.

-¿Chris?

-Qué.

-Marica el último.

Matt se pone en pie con rapidez, y Dom aplasta el cigarrillo contra la barca y se levanta mientras se quita la camiseta. Chris descruza las piernas y le agarra del tobillo para tener ventaja.

-¡Cabrón, eso es trampa!

Corren con la arena saltándole bajo los pies. Matt ya está cerca de la orilla, intentando mantener el equilibrio quitándose las zapatillas. Dom tira sus pantalones a la cabeza de Chris, pero caen al suelo. Las olas congeladas les muerden los pies.

-¡Joder! -Matt se vuelve y empieza a salpicarles. Dom exclama Todos sabemos quién es el marica aquí, Matt y él hincha los pulmones y se sumerge sin pensarlo mucho.

El agua corta la respiración. Cuando saca la cabeza, el aire de principios de otoño le pone la piel de gallina. Da brazadas para alejarse de los otros dos, que se acercan con intención de ahogarle.

Chris abandona ese propósito pronto. Abrazándose a sí mismo, sale corriendo del agua y busca desesperadamente su ropa. Detrás de él, Dom y Matt gritan y se hunden. Desde la hoguera les están mirando.

Matt ha propuesto subir al Ness. Chris pregunta si se ha drogado, y dice que no hay cosa que le apetezca menos en ese momento que subir una montaña a oscuras. Dom dice que a él le da igual lo que hagan, con tal de que hagan algo.

-Tengo los cojones como cubitos de hielo.

Chris se pasa la mano por el pelo mojado y dice que se va a casa a ducharse y a ponerse ropa seca.

-¿Por qué coño siempre acabo haciéndote caso a ti en lugar de a Chris?

-Yo soy más convincente.

Dom camina cuesta arriba en la oscuridad,  apoyado en su hombro. Tiene las mejillas rojas.

-Por aquí no es, está lleno de árboles.

Matt aparta las ramas delante de él.

-Estás muy loco -añade.

Él conríe.

-Sí. Pero ya no tienes frío, ¿a que no?

-Había otras formas para que se me pasara el frío. ¿Qué hora debe ser? ¿Las tres?

-Deja de quejarte y mira.

Matt se apoya en un tronco. Dom, cuando llega a su altura, contempla el mar debajo de sus pies, la playa más allá y las luces amarillas de las casas.

Se sienta entre las raíces y estira las piernas. Se rasca la cabeza y se quita arena del pelo -Matt le ha empujado cuando salían del agua y se han caído los dos al suelo-.

A su alrededor se escuchan grillos y crujidos. Les llega también el sonido de las olas, que manchan de blanco la negrura debajo de ese acantilado. Matt se sienta con él y se asoma al borde.

Están un rato así. Dom busca en los bolsillos algo que fumar. Matt habla tan bajo que le cuesta un momento entender lo que ha dicho.

-Así que…esto es todo lo que tenemos.

Dom cruza las piernas y arranca hierba con los dedos.

-¿No sientes…? -Matt apoya su hombro contra él. Su cara queda en sombras-. ¿Cómo si estuvieras encerrado?

Encima de él se agitan las hojas. Dom no está preparado para seguir sus divagaciones, pero tampoco le apetece hablar, así que le deja continuar.

-Sabes lo que quiero decir. La única vez que este pueblo tiene…vida -Matt extiende la mano hacia el mar, hacia la playa distante-. …es en verano, cuando se llena de extraños que vienen de Londres. Pero ahora, justo ahora, es cuando todo eso se acaba, el calor, y esa gente parece que… se llevan todo lo bueno.

Él suspira.

-¿Realmente crees que estas son horas de ponerse profundo?

Matt aguarda en silencio. Dom empieza a sentirse incómodo.

-Tienes razón -le concede al final-. Pero…

-¿Pero no te gusta escucharlo? Este sitio está muerto y todos los que vivimos en él también lo estamos.

-Habla por ti, señor Pesimista.

-No me jodas, sabes que es cierto.

-Tenemos la música.

Matt asiente. Continúa mirando a la oscuridad del mar. Dom se pega más a él. Sigue teniendo frío.

-El mes que viene se celebra el Battle of the Bands -dice. Matt le mira.

-Podríamos hablarlo con Chris.

-Aunque sea sólo para divertirnos.

-Sí -Dom escucha ese ‘sí’ diferente. A media voz. Casi ahogado.

-¿Matt?

-Quiero salir de aquí, tío.

Suena tan sincero que es violento. Dom le mira, pero en la oscuridad no distingue su expresión. Le escucha coger aire, aunque no dice nada más.

Cambia de postura. Se agarra las rodillas. Matt se mantiene inmóvil a su lado. Cuando vuelve a hablar, está mucho más cerca de lo que creía, y vuelve a usar ese tono bajo y ronco que le rompe algo por dentro.

-Sácame de aquí.

Quiere decir algo, pero su nariz le roza la mejilla, nota su respiración chocar contra su boca y siente que se ha perdido entre toda esa negrura. Hay unos segundos eternos en los que la adrenalina le recorre entero, pero es incapaz de moverse o de pensar algo que no sea estamos demasiado cerca.

Entonces Matt se aleja y el tiempo vuelve a correr con normalidad. Dom escucha de nuevo los sonidos de la noche que les envuelven.

Deja escapar el aire retenido.

Matt baja la colina delante de él. Con pasos inseguros pero rápidos, algún tropiezo, algún salto arriesgado. Dom se clava las uñas en las palmas de las manos porque le parece que…

-¿De qué huyes, idiota?

Lo dice sin darse cuenta. Matt se para en seco y se gira. Intenta sonreír para que no suene tan brusco, tan sin querer. Intenta que parezca una broma.

Pero en la oscuridad no se ven la cara.

Matt permanece un segundo así, y luego vuelve a sortear rocas y arbustos, cuesta abajo. Musitando un No huyo de nada que apenas se escucha por encima del murmullo del mar.

Dom acelera la marcha hasta ponerse a su altura. Mirando al suelo, tratando de no perder el equilibrio, se le ocurre que por esa zona puede haber serpientes. La pendiente se suaviza.

-¿Crees que habrá serpientes por aquí?

No recibe respuesta. Matt continúa alejándose. La luz de las farolas de Teignmouth ya clarea el aire.

Corre y le sujeta del brazo.

-Eh -Matt mira hacia arriba, resoplando. Dom frunce el entrecejo-. ¿Qué mierda te pasa? Hemos empezado la noche de maravilla, y míranos ahora.

Matt se pasa la mano por el pelo. Mira detrás de él, hacia Teignmouth, empuja piedras sueltas con la zapatilla.

-Déjalo, ¿vale?

-¿Que lo deje?

Se muerde el labio. Nervioso, como si le estuviese metiendo en un aprieto cuando lo único que quiere es saber qué mosca le ha picado.

-Siempre igual. Tus jodidos cambios de humor, ya me los conozco. Estoy hasta los huevos de tus paranoias.

Tampoco quería que sonase tan hiriente, pero ha conseguido algo. Ahora sí le mira directamente. Le atraviesa, de hecho, a contraluz. Parece enfadado. O desorientado.

Dom se ha quedado sin saliva otra vez.

-¿Qué ha pasado ahí arriba? -pregunta, soltando las palabras sin estar del todo seguro de lo que hace.

-No lo sé.

Parece verdaderamente confundido.

-Estábamos allí los dos y… -Dom aún le está sujetando la muñeca delgada-. No sé, joder.

-¿Qué?

No le quita los ojos de encima. Dom aprieta los dedos sin darse cuenta.

-No sé. No sé lo que estoy haciendo -dice a media voz-. Sólo mírate.

-¿Qué? -repite él. Le siente tan cerca que le falta el aliento y todo es demasiado surrealista y demasiado en serio.

Matt niega con la cabeza. Baja la vista y le parece que sonríe un poco. Pero no está seguro. De nada.

-Lo que ha pasado ahí arriba es que he estado a punto de hacer una tontería y joderlo todo -continúa. Dom intenta seguir el hilo de la conversación. De verdad lo intenta. Pero nota el hueso de la muñeca de Matt debajo de sus dedos y la calidez que desprende su piel porque la distancia entre ellos se ha acortado sin que se haya dado cuenta-. Y probablemente esté a punto de hacerlo ahora.

Otra vez desaparece el oxígeno, otra vez la rítmica respiración de Matt rozándole los labios. Pero esta vez Dom se inclina hacia delante antes de que cambie de opinión. Impulsivamente, un parpadeo. Siente la sangre resbalar velozmente en su cabeza, abandonarle a la deriva sin saber qué hacer, cómo moverse. En un momento está sujetando la nuca de Matt con la mano, hundiéndole la lengua en la boca, devorando las respuestas. Matt le arruga la camiseta agarrándole con todas sus fuerzas. Bruscamente se lamen el uno al otro, a tientas, urgentemente. Como si ambos pensaran que tenían que aprovechar cada centímetro del otro, ese instante extraño en el que los dos se besan con avidez sin saber muy bien por qué.

Sin querer saberlo, tampoco.

Cuando se detienen, permanecen inmóviles, apoyados frente contra frente. Dom nota el corazón rebotando dentro de su pecho. Matt está pegado a él.

Sus huesos. Le escucha tragar saliva. A Dom le sacude un escalofrío cuando se da cuenta de lo caliente que se está poniendo. Simplemente apurando el calor que le ha dejado en la boca y contemplando en la semioscuridad su lengua. Cómo se pasa la lengua por los labios, sin atreverse aún a moverse.

Quiere sacar la voz de algún sitio y decir Joder. Decir hostia, mierda, Matt. Quiere decir Matt y repetir Matt para ver la cara que pone, para escuchar cómo suena cuando la tienes dura por su culpa.

Quién iba a decirles que llegarían hasta ahí.
Hace tiempo que sabe la cara que pone. Aparta y baja la mirada, como si le doliera, como si llegado a un punto Dom fuese demasiado para él.

En la pantalla del ordenador, Tom les enseña el vídeo editado de Dead Star en el V Festival, esperando su aprobación para subirlo a la página web. Hay unas antenas enormes que proyectan rayos de luz y el escenario está lleno de humo.

En el vídeo, Matt canta apretando los ojos, girando la cabeza y en blanco y negro, y la cámara está tan cerca que le ve los lunares de la mejilla, el pelo pegado a la frente y el sudor.

Y sus dedos interminables aferrándose al micrófono.

Dom piensa que tocar música en directo atraviesa a Matt, le satura de energía y le deja exhausto después. Se le ven los dientes cuando echa la cabeza hacia atrás para alejarse un poco del micrófono mientras canta. Dom le mira de reojo. Detrás de Tom, contempla la pantalla sin mucho interés.

Vuelve a aparecer su cara en primer plano, con esa expresión que pone, como si se exigiera autocontrol. Esa misma expresión.

La conoció después de besarle a las puertas de Teignmouth, y la volvió a ver cuando consiguieron llegar a su casa.

-Vale -le oye jadear, sujetándole el cuello con las manos, mirándole muerto de miedo-. Vale.

Hay un silencio interminable y dice:

-Hagámoslo bien.

Dom se ríe porque está nervioso. Sujeta el botón de su pantalón con los dedos e intenta desabrocharlo.

-Lo mejor que pueda.

Se besan otra vez, siguen empujándose buscando una cama. Matt abre la puerta de su cuarto sin dejar de morderle. Tiene las cortinas abiertas de par en par, y sobre la cama hay un rectángulo de luz amarilla de la farola de fuera. Dom cierra la puerta y echa el cerrojo aunque no hay nadie en casa. Matt se ha sentado y parece perdido.

Si dejan pasar un segundo más, se pondrán a pensar y eso no es bueno. Es malo. Así que cuando Dom se acerca un paso, Matt tira de la cintura de sus pantalones y se caen en la cama.

Hay un espejo en la puerta del armario. Cuando se da cuenta está mirando el culo de Dom, a cuatro patas sobre él, con los pantalones medio caídos y moviéndose sin darse cuenta. Un impulso que está reprimiendo mientras le besa el cuello y le roza los labios con los dientes.

Matt cierra los ojos y sonríe de medio lado. Dom se le queda mirando, medio horrorizado.

-¿Qué?

-Que no te quedes con las ganas -tira de él para que quede completamente tumbado encima. Matt se queda sin sangre y Dom se quita la camiseta como puede. La hebilla de su cinturón desabrochado está apretada contra su bragueta; siente su peso en la polla.

-¿Dom?

-Qué.

-Estoy aterrorizado.

Se ríe un poco. Desde tan cerca, puede contarle las pestañas.

-Ya.

En el espejo puede ver las vértebras de Dom recorriendo su espalda. Tiene algunos lunares. En el cuello. Uno encima de la clavícula. Los mechones de pelo le caen sobre las orejas y por la frente. Arruga las cejas, se muerde el labio.
Dentro de un momento habrán dejado de hablar y tendrán los pantalones por las rodillas. Dom irá despacio para escuchar el arrastre de sus vaqueros sobre la colcha y los sonidos que intenta ahogar Matt. Matt cerrará los ojos sin darse apenas cuenta, querrá abrirlos para no perderse ni un solo detalle. Toda la piel descubierta en esa curva que desciende desde los huesos de la cadera. Toda la boca entreabierta que deja ver el final de los dientes, su aliento irregular empañando la habitación. Todo ese calor. A Matt le va a faltar el aire. Le va a sobrar la ropa. Le va a sobrar todo lo que no sea Dom, encima de él, su piel mojada de sudor, una mano en la pierna y la otra debajo de la ropa interior.

Dios, qué puto calor. Matt va a intentar decirlo en voz baja, pero lo único que escucha son esos sonidos que se está esforzando en reprimir y no puede. Un ruido profundo con la garganta, que él mismo oye y le parece sacado directamente de una película porno. Un ruido acompañado de un movimiento del vientre, como si le saliera desde muy dentro. Luego jadeos. Matt intenta acallar todo eso que no sabía que podía hacer, pero Dom se derrumba un poco sobre él cuando le escucha, y su mano izquierda se mueve más rápido y más fuerte.

Si alguna vez alguien le preguntara cómo es Matt en la cama, Dom sonreiría un poco y diría ‘Hace unos ruidos fantásticos’.

Diría ‘¿Sabes todo eso que hace cuando canta? Pues es cien veces mejor’.

Han visto cómo la luz de la habitación se clareaba. Dom está tumbado junto a él, los dos un poco apretados en la cama. Se apoya en los codos y su espalda traza una pendiente brillante de sudor. Matt se incorpora y le lame, desde el final de la espalda hasta la nuca. Dom se estremece y él se sienta a su lado, rascándose detrás de la cabeza y subiendo los dedos para removerse el pelo. Suelta un suspiro y estira el brazo para recoger una camiseta tirada en el suelo. Tiene la piel de gallina porque por la ventana se cuela el frío del amanecer en verano.

La camiseta le queda grande así que le cuelga la tela arrugada, caída vertical desde el cuello hasta la cintura, donde se arremolina. Por encima del cuello redondeado se le ven las clavículas. Luego se pone unos pantalones que apenas se le sujetan en el culo y se queda de pie, desperezándose. Dom le ve así, caótico y recién follado y le dan ganas de meterle en la cama otra vez.

Matt dice ‘¿Ha sido por el vídeo?’

Dom pestañea.

-¿Cómo?

-Esta noche, ¿ha sido por el vídeo que nos enseñó ayer Tom, el directo de Dead Star?

Dom se tumba boca arriba y le mira. Son más mayores y ya no están en Teignmouth, y han cambiado muchas cosas, pero Matt sigue siendo capaz de hacer preguntas desconcertantes que te pillan por sorpresa. Ahora se encoge de hombros y se rasca debajo del ombligo, subiéndose un poco la camiseta.

-He notado que me mirabas raro cuando lo estábamos viendo.

Él sonríe sin poder evitarlo.

-En parte sí -responde-. En parte ha sido por eso.

Matt va descalzo a la cocina a preparar café para los dos.

-La otra parte es culpa tuya -añade Dom en voz baja, buscando su ropa por la habitación.
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fanfic, matt y dom se intercambian la ropa

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