Hoy me he levantado creativa. Me he pasado por
slqh_slash y para qué queremos más. Por cierto esto iba a ser más corto pero me lío, me lío... (y ellos se lían, se lían...)
Disclaimer: Este fic trata sobre los personajes de ¿Qué está pasando?, o sea, Presentador!Dani y Presentador!Ángel, no sobre las personas reales. Es pura imaginación mía.
Rating: NC-17
Ángel llega corriendo, como siempre, y se sienta justo cuando acaba la sintonía de ¿Qué está pasando?. Cuando se sienta la silla rueda y choca con la de Dani. Ángel lleva la corbata torcida y el nudo medio deshecho, y le empuja para darse impulso y volver a su sitio. Dani resopla y mira a cámara.
-Buenas tardes y bienvenidos a ¿Qué está pasando?
-¿Llevas gafas?
Dani levanta las cejas y se gira hacia él. Ángel le está mirando sorprendido.
-Nunca te enteras de nada -se vuelve a cámara otra vez-. Señores directivos, ¿cómo creen que este hombre puede hacer unos informativos si ni siquiera es capaz de darse cuenta de que su compañero usa gafas?
Ángel le golpea en el hombro.
-No, no, no, es que nunca te las habías puesto. Gafotas.
Gonzalo les hace señas para que empiecen con las noticias ya. Ángel estira el brazo para intentar quitárselas.
-Siempre igual, siempre perdiendo el tiempo. Pero si tú me has visto en el baño poniéndome las lentillas todos los días, lo que pasa es que hoy no me ha dado tiempo…
-¡Ah! ¿Eran lentillas? Yo creía que te echabas colirio de ese, para disimular los ojos rojos que se te quedan después de pasar la noche en Chueca.
Dani le aparta como puede y se coloca bien las gafas.
-Yo no… Ohg, déjame. La primera noticia del día…
Mientras él habla, Ángel le dice por lo bajo:
-Se te ha olvidado negar que sales de fiesta por Chueca.
Dani le mira de reojo y Ángel no le ha apartado la vista de encima, sonriente. Tiene la camisa a medio abrochar y está inclinado hacia él y Dani le puede ver las clavículas. Después de unos instantes que le parecen interminables, Ángel se gira y dice sus frases.
La sección se le hace eterna porque Ángel no hace más que mirarle. En cuanto acaba su parte del guión le mira. Dani empuja las gafas sobre el puente de su nariz unas ochocientas veces, nervioso, y Ángel sigue mirándole, recostado en la silla. Le llama cuatrojos e improvisa un par de chistes más sobre sus gafas a lo largo de todo el informativo. Y mientras Dani se traba y se exaspera él le mira, abrasándole.
Como si el muy infantil no hubiese visto nunca unas puñeteras gafas.
En el pasillo no hay nadie. Dani camina hasta la esquina y se asoma para asegurarse de que todos se han ido ya o están en el plató recogiendo. Vuelve a la máquina de café y mete las monedas.
Mira a su alrededor otra vez. Ángel no anda por allí. Le mosquea porque después del programa siempre le sigue a todas partes, ordenándole (nunca pidiéndole) que le lleve a casa en coche. Le hace dar una vuelta tremenda y muchas veces acaba perdiéndose en las carreteras de Madrid hasta encontrar su propia casa (la M-30 es una locura) pero Dani le lleva de todos modos.
El caso es que no está y Dani puede sacarse un poleo menta de la máquina sin que nadie se ría de él y de su afición a las infusiones. “Si quieres tomar hierba yo conozco una mejor” o “Mi abuela también toma de eso, ¿te traigo la lana y te pones a hacer punto, como ella?” son sólo algunos ejemplos. Mientras el vaso se llena, cae en la cuenta. Se palpa los bolsillos.
-¡Joder con el enano! -suelta.
-¡Eh! ¡Esa boca! -Ángel ha aparecido de repente, apoyado en la esquina, jugueteando con las llaves de su coche en la mano-. ¿Has perdido algo o qué?
Dani extiende la mano hacia él.
-Hazme el favor y dame las llaves.
-Tienes un llavero de Bob Esponja -le acusa, divertido-. Por cierto, hoy me tienes que llevar al centro -dice Ángel, metiéndose las llaves en el bolsillo trasero de los vaqueros y acercándose-. He quedado.
Dani intenta cortarle el paso con la mano aún extendida.
-Dámelas.
Ángel coge el vaso de plástico de la máquina.
-Aunque no sé si fiarme si llevas esas lupas.
Cuando se yergue con el vaso en la mano, le sonríe. No es una de esas sonrisas sarcásticas e hirientes que tiene cuando se mete con él. Esta es distinta. De medio lado y mordiéndose el labio inferior.
La mirada le descoloca y se queda enganchado en ella. Si no fuese absolutamente imposible, diría que es una mirada de flirteo. Ángel se lleva el vaso a la boca. Dani reacciona y se lo quita bruscamente.
-¡Eh!
Lo esconde detrás de la espalda.
-¡Joder, señor Egoísta! -Ángel está ofendido-. Venga, acábatelo ya y vámonos.
Él carraspea y se lo bebe de un trago para evitar futuros robos. Se achicharra la lengua.
-¿Con quién has quedado? -dice, con los ojos llorosos. Ángel frunce el ceño.
-Con mi chica.
Dani arruga el vaso y lo tira a la papelera. Aún con los ojos llorosos. Se quita las gafas y las limpia con la corbata.
-Ah.
-Venga tú, vamos al coche -insiste él.
Dani se afloja la corbata pero el nudo sigue apretándole en la garganta. Abre la boca para decir ¿Desde cuándo tienes novia? pero se oye diciendo:
-No puedo llevarte al centro.
El aire fuera de los estudios de La Sexta es frío.
-¿Por qué?
Dani camina sin mirarle, a pasos rápidos.
-Creía que tú no eras de los que se comprometen.
Le cuesta unos momentos asimilar que ha sido él el que ha dicho eso. Aprovechando que Ángel va unos pasos por detrás, cierra con fuerza los ojos y se fustiga mentalmente.
Ángel no dice nada, lo cual es raro. Cuando llegan frente al coche, espera.
-Venga, sácalas.
Ángel mete la mano en el bolsillo de atrás y murmura entre dientes:
-Apuesto a que te encantaría cogerlas tú mismo.
Dani suspira muy hondo y trata con todas sus fuerzas de no mirarle el culo cuando Ángel abre la puerta y se mete al coche. Él comprueba que todas sus fuerzas no son suficientes.
Se ha sentado en el asiento del conductor así que Dani da la vuelta rezando porque a Ángel no le de por hacer la gracia y arranque dejándole tirado. Pero no. Consigue llegar al asiento del copiloto. Cierra la puerta y se pone el cinturón.
Espera escuchar el sonido del motor y no llega. Suspira otra vez, cansado, y ahí está, mirándole como si fuera la primera vez que le ve.
-Pero ¿a ti qué te pasa hoy? -es que no lo entiende.
Ángel mete las llaves en el contacto pero no las gira. Se muerde el labio otra vez, sonríe con algún chiste secreto y dice:
-Es que, Dani.
Dice, girándose, con los ojos brillantes y barba incipiente y guapo.
-Nunca te había visto con las gafas.
Y antes de que Dani pueda llamarle gilipollas, se abalanza sobre él. De pronto le ha aplastado en el asiento y sonríe una vez más, a dos milímetros de su boca, a punto de hacer la travesura de su vida y Dani nota el beso antes de que llegue. Lo nota en la base del estómago, un tirón, como si Ángel tirase de él con esa sonrisa. Lo nota en el vello erizado de los brazos y en el escalofrío que le recorre hasta los dedos de los pies.
Lo nota en la boca de Ángel, caliente contra la suya, húmeda y áspera y mordiendo un poco.
Antes de que el mundo y el cerebro de Dani se pongan en marcha otra vez, su cinturón de seguridad hace clic y el asiento cae. Ángel ha girado la rueda y ha inclinado el asiento hasta dejarlo prácticamente horizontal, y está sentado a horcajadas encima suya y sujeta su corbata con fuerza. Le abre la boca con la lengua y cuela la mano debajo de su camisa.
La sangre de Dani no le llega al cerebro. La boca de Ángel está haciendo florecer unos instintos animales que no sabía que tenía y hace que sus pensamientos vayan a trompicones.
Entonces él deja de besarle y trepa con los dedos por su ombligo, haciéndole cosquillas, y baja hasta los pantalones mientras le dice al oído:
-No he quedado con ninguna chica, idiota, que te lo crees todo.
Dice, con la voz jadeante y la mano desabrochándole los pantalones:
-Me encanta como te quedan las gafas.
Dani está seguro de que se va a morir, allí, derritiéndole en el asiento del coche porque Ángel ha puesto un tono de voz incendiario y es evidente que de verdad le gustan sus gafas. Le gustan un montón. Le gustan tanto que tiene la mano debajo de sus calzoncillos y respira agitadamente contra su boca. Dani lucha para no cerrar los ojos porque quiere verle, mirándole, con esa sonrisa tan pornográfica que dice de verdad, de verdad me gustan. Esa que dice te tengo atrapado y no te me vas a escapar. Esa.
Dani le mira la cara y le mira los brazos desnudos cuando Ángel para un momento para quitarse la chaqueta y arremangarse la camisa. Suda. Dani le agarra la corbata y le lame la boca, el cuello, le muerde donde puede. Ángel se ríe en su oído y sigue masturbándole y Dani se retuerce debajo de él, ahogando gritos y gimiendo y haciendo demasiado ruido. Se avergüenza un poco del escándalo que está montando. Traga saliva.
-Lo siento…-lo intenta-. Nos pueden… -Ángel le mira con atención pero sin parar y Dani se agarra a sus brazos-. …pillar… en cualquier momento…
A él no parece importarle.
-Me la suda -repone. Se relame y Dani se siente totalmente expuesto porque el cabrón no deja de mirarle ni un solo segundo, como si disfrutara de un espectáculo fantástico-. Tú no te calles.
Ángel cambia de ritmo.
-Tú sigue haciendo esos ruidos -jadea y añade-. Por favor.
A Dani le recorre un intenso calor, cierra los ojos y, aunque aguanta todo lo que puede, no tarda en correrse con los pantalones a medio quitar. Permanece así, acalorado, aprendiendo a respirar normal otra vez, pero Ángel es un impaciente y le coge de la muñeca y se baja la cremallera de los vaqueros.
-Tendrás que devolverme el favor, ¿no? -a pesar de que se nota que intenta evitarlo, su voz le ha salido medio suplicante. Ahora es Dani el que le sonríe, le agarra la nuca y obedece. Le susurra.
-Así que las gafas, ¿eh?
Ángel se mueve con él, embistiendo. Dani le muerde la oreja. Ángel lleva empalmado todo el rato así que pronto nota como se corre en su mano, con la boca entreabierta y cayendo sobre él.
-Las gafas…han sido… el colmo.
Dani siente burbujitas en el estómago.
Pasan tres días en los que Ángel se comporta como si no hubiera pasado nada. A Dani se le instala una enorme bola pesada en la garganta y, aunque el primer día se pone las gafas a propósito, los siguientes procura no olvidarse las lentillas ninguna mañana. Hace el informativo con rabia, saltando a la mínima, más nervioso de lo habitual. Ángel sigue con sus chistecitos sobre su sexualidad y Dani tiene que controlarse mucho para no espetarle todo lo que hicieron en el coche delante de las cámaras.
Cuando se termina la sección, Ángel se desvanece y Dani no puede decirle ni una palabra.
Lo peor de todo es que ya no puede subirse al coche sin que todas las imágenes desfilen por su cabeza en bucle.
Dani abre la puerta del ascensor apoyándose en ella, derrotado. Camina por el pasillo a oscuras agitando las llaves en la mano. Cuando se para delante de su puerta y se limpia los zapatos en el felpudo, le oye.
-Ya era hora, que me muero de frío aquí fuera.
Dani se queda paralizado. Las llaves tintinean. Bob Esponja da vueltas colgando en el aire.
-Venga coño, ¿se te ha olvidado como se abre?
Ángel se acerca a su espalda.
-Meter y empujar, no es muy difícil.
Oh. Dios.
Ángel entra en su apartamento y tira una mochila al suelo. Luego se tira él en el sofá.
-Que casa tan chula -comenta, abriendo las piernas y desperezándose-. Ya creía que no llegabas, hasta conduciendo eres pesado.
Dani se agarra al marco de la puerta.
-¿Pero qué coño haces aquí?
Ángel le mira, rascándose el vientre, subiéndose un poco la camiseta.
-Mis padres me han echado de casa, me vengo a vivir aquí.
Dani levanta las cejas y parpadea. Dos veces.¿Sígue viviendo con sus padres?
-Tranqui, pagaré la mitad de las cosas y eso.
Bueno, al parecer ya no.
-¿Tienes cervezas?
-No bebo alcohol -consigue articular-. Me emborracho enseguida.
Ángel sonríe con esa sonrisa peligrosa que significa ya te tengo y a Dani le palpita el corazón a cien por hora.
-Es bueno saberlo.