¡Habemus ganador~~!

Jan 22, 2010 11:22

Pues, realmente muchas felicidades a ter_killer, que nuevamente se ha hecho con el podio del ganador~. ¡FELICIDADES! <3.

En esta ocasión, eso sí, el premio virtual tendrá que esperar un momento, pues la administradora que los realiza se encuentra ausente. Así que tu premio, será entregado pronto.

Por mientras eso sí, aquí se queda el fic que ganó en el Austra/Suiza.

Título: Danzar.
Autor: ter_killer.
Advertencias: ¿Suiza histérico?
Rating: K.



Vash alistó su mejor traje, y marchó hacia la ciudad a dar un paseo, comprar un par de cosas y quizás tomar un buen y aromático café; después de todo había conseguido ahorrar una buena cantidad y se podía permitir un capricho.

Liechtenstein no lo acompañaba esta vez. La joven a la que consideraba como una hermanita menor había desestimado su petición de acompañarlo. Estaba cosiendo una bufanda bastante elaborada y de colores claros, y la chica quería adelantar trabajo esa tarde. Pensó en la sonrisa de su hermanita y el brillo de sus ojos cuando, de forma algo brusca ya que no estaba acostumbrado a decir tales cosas, le mencionó que le estaba quedando muy bien. Si veía algo bonito, y no excesivamente muy caro, se lo compraría.

Reprimió las ganas de darse de cabezazos contra algo cercano al pensar en las reacciones de Liechtenstein en el hipotético caso de que le trajera un regalo. A veces se sacaba de quicio él mismo.

No tardó en llegar a su destino, y pronto sus ávidos ojos recorrieron cada puesto, cada tienda, cada persona conocida a la que daba un saludo formal; algunos incluso le mandaron saludos para su hermana.

La tarde estaba pasando de lo más apacible, relajándolo bastante, y decidió que era el momento de ese café que se había auto prometido horas antes. Entró a una cafetería bastante recomendada y que tenía muy buenas críticas, y por lo que le habían dicho, muy buen café. No le sorprendió ver que estaba casi a rebosar, pero sí le sorprendió ver a la persona que estaba disfrutando de una infusión justo en la mesa contigua a la única vacía en toda la cafetería.

-¡Austria! -exclamó sorprendido de encontrarlo allí, subiendo el tono de voz y poniéndose algo a la defensiva.

El castaño levantó la mirada algo sorprendido también, dejando la taza que estaba tomando sobre la mesa con cierta elegancia.

- Vash… ¿qué haces tú aquí? -preguntó arqueando sutilmente una ceja, percibiendo la tensión que comenzaba a formarse entre ellos.

- Lo mismo podría preguntarte yo a ti, ¿no crees? -su tono se notaba crispado, lo sabía, pero no podía evitar comportarse así cada vez que se topaba con el austriaco. Demasiados vergonzosos recuerdos y sensaciones que no quería psicoanalizar como para comportarse tranquilamente y de forma despreocupada frente al de lentes.

- Creo que es obvio lo que estoy haciendo -le contestó con tono ligeramente molesto, frunciendo el ceño más visiblemente y señalándole con elegancia la fina taza que estaba frente a sí. Vash se pateó mentalmente. Vale, era obvio lo que hacía Roderich allí, pero tampoco hacía falta hacerle notar su ridícula pregunta de esa manera.

- Señor, ¿ha decidido ya que va a tomar? -se giró sorprendido ante la voz, encontrándose a una amable camarera que parecía turbada al haber interrumpido la conversación.

- Sí, sí. Disculpe.

Después de hacer su orden se sentó por fin en la mesa, cara a cara con Roderich. Vale que tener al otro en frente lo erizaba cual gato frente a un enemigo, pero se negaba a darle la espalda. Era cuestión de principios…y de orgullo.

Sobra mencionar que a cada minuto que pasaba el ambiente entre ellos se notaba más enrarecido y tenso. Se miraban de reojo mientras fingían disfrutar de sus bebidas, pero los rictus que cruzaban sus rostros y sus manos -sobre todo a Vash - eran evidencia suficiente de que disfrutar no era precisamente lo que hacían. A Austria le tembló compulsivamente una de sus cejas antes de dejar su taza en la mesa, provocando un ruido tintineante, antes de mirar enojado al rubio.

- ¿Quieres dejar de mirarme así, por favor? -le casi ordenó clavando sus ojos oscuros en el otro- Estás arruinando mi infusión.

- ¿Yo? Eres tú el que está arruinando mi café-le respondió apoyando ambas manos en la mesa de forma bastante sonora-. ¿Por qué no te marchas de una vez, eh?

- Yo estaba aquí antes que tú -le respondió con cierta altanería el castaño, limpiándose los labios con una servilleta de forma elegante mientras le giraba la cara.

- Esto…disculpen. ¿Hay algún problema? -sólo la intervención de la camarera evitó que Vash se pusiera a gritarle cuatro verdades al otro. ¡Pero qué se había creído! Querer echarlo a él.

Se sentó de nuevo con un gruñido -sin saber realmente cuando se había levantado- y le giró también la cara, concentrándose en la taza de su cada vez más frío café y en la tentadora idea de sacar su arma y hacerle dar un par de brincos a aquel aristócrata.

Alargó su café todo lo que pudo, sólo por el hecho de ver como el austriaco se levantaba y salía del establecimiento antes que él. De hecho permaneció cinco minutos más en el local, simplemente para regodearse en su victoria, aunque dejó el café casi a medias. Por muy bueno que fuera, frío era intragable.

Después de su parada en la cafetería, volvió a su paseo por las concurridas calles. Aún quería mirar un par de cosas, y si no se le iba el santo al cielo, comprar algo bonito para Liechtenstein. Con lo que no contaba era con encontrarse a Austria casi en cada local o calle por la que pasaba.

Iba despreocupado, observando la buena calidad de unos tejidos o la sabrosa pinta de unas manzanas, y cuando alzaba la vista ¡zas! Ahí estaba el castaño. Roderich también se percataba de su presencia y se quedaba parado unos segundos, antes de mirar hacia otro lado y acelerar el paso, perdiéndose en la muchedumbre. Pero igual ¡es que estaba en todas partes! Eso no podía ser científicamente posible. A no ser…

El rubio empezó a pensar que Austria lo estaba siguiendo por alguna razón, seguramente siniestra o monetaria, lo que era peor, y decidió que a la próxima estaría prevenido. Confiando en su mala suerte de ese día, cambió de calle, caminó unos cuantos pasos fingiendo mirar los escaparates de las tiendas, y al alzar la vista lo encontró.

Roderich le daba la espalda, hablando con una señora, antes de despedirse de ella con un gesto cortés y adentrarse en una calle lateral. Era su oportunidad, así que aceleró el paso y lo siguió. Antes de que el otro pudiera percatarse de su presencia, lo agarró del hombro, empujándole contra la pared de aquella calle, que más parecía un callejón, y enfrentarlo con rostro enojado.

- ¡Se puede saber por qué me estás siguiendo, aristócrata de pacotilla! -le gritó agarrándolo del cuello de la camisa y ocasionando que el otro se quejara.

- ¿Pero qué…? -por unos segundos el de lentes lo miró confundido, pero pronto lo contraatacó- No digas insensateces, no te estoy siguiendo. En todo caso, yo debería decir que tú andas siguiendo mis pasos -le recriminó llevando ambas manos a la que sujetaba el cuello de su camisa.

-Ahora eres tú el que dice insensateces. ¿Para qué te seguiría, eh? -acercó su rostro hacia el del castaño en actitud amenazante, afianzando su agarre- Dime ahora por qué oscura razón me persigues.

Austria hizo amago de soltarle un insulto, pero se contuvo mordiéndose los labios y forcejeando nuevamente con las manos que lo retenían.

Pero Vash sabía que era inútil. Puede que el austriaco hubiera sido un gran país en otros tiempos, pero su vena aristocrática siempre había estado ahí, y él llevaba mucho tiempo peleando duro para que nadie invadiera ni su territorio ni su tranquilidad. Sus intrusos podían dar fe de lo bien que manejaba el arma.

Desvió la mirada hacia las manos de Roderich, regodeándose al comprobar que no podían aflojar su agarre, sin embargo la volvió a alzar en cuanto el pensamiento de que el castaño tenía unas manos suaves y de dedos largos cruzó por su mente, aunque deseó no haberlo hecho.

Esta vez sus ojos recayeron en los labios fruncidos de Austria, notando que cada vez adquirían una tonalidad más oscura debido a que su dueño los mordía por el esfuerzo de intentar liberarse. No pudo evitar tampoco fijarse en el pequeño lunar que su vecino tenía justo debajo del labio inferior. Extraño…si se le quedaba mirando más fijamente, abarcándolo en el conjunto del rostro del otro, le quedaba hasta sexy aquel lunarcito.

-…por favor.

Estaba tan absorto mirando los labios de Roderich que no oyó lo que le estaba diciendo, aunque sí pudo ver claramente como aquellos labios articulaban la palabra ‘por favor’. Su mente, lejos ya de aquel callejón, empezó a crear escenarios de los más diversos en donde el castaño pronunciaba aquellas palabras en muchos tonos diferentes, a cual más sugerente que el anterior.

-¡Vash! Suéltame, por favor -en aquella ocasión sí que oyó lo que Austria le decía, devolviéndolo a la realidad, y entonces retrocedió de un salto casi chocándose con la pared contraria, alarmado y con los ojos como platos. ¡¿Qué se suponía que había estado pensando?! Y nada menos que con…con… ¡No! ¡Él NO podía haber estado imaginando tales cosas y menos con Austria!

Estaba tan shockeado y ocupado golpeándose mentalmente a sí mismo que ni notó cuando Austria se arregló sus ropas, lo miró ceñudamente diciéndole algo que no escuchó y marchó del callejón lo más aprisa que su elegante andar le permitía.

¡Argg! Aquello no podía ser, no le podía estar pasando eso a él. Miró a su alrededor y maldijo de nuevo. ¡¿Dónde había un cubo cuando uno necesitaba golpearse la cabeza?!

Se conformó con darse unos golpecitos contra la pared, dejando luego la frente apoyada allí. En verdad le desesperaba. Roderich le desesperaba, su sola presencia le quitaba la poca paciencia que tenía.

Suspiró y se irguió por completo, mirando el lugar por donde había desaparecido el castaño. Era cierto que estar en un mismo lugar los ponía tensos y a la defensiva, y que no podían cruzar más de dos frases sin acabar discutiendo pero…a pesar de eso, pasó por su mente el extraño pensamiento de que Roderich y él se parecían a unos bailarines, danzando siempre el uno alrededor del otro.

!!admin, !!concurso

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