Y bueno, después de un tiempo, ¡al fin tenemos los resultados! Antes de entregarlos, eso sí, queremos dar gracias a todos los que se animaron a participar y también, por la calidad de cada fic en cuestión, puesto que todos estuvieron geniales.
Naturalmente, nuestro deber era escoger uno solo como ganador.
¡Y aquí, redoblando los tambores, tenemos a nuestro primer ganador!
¡FELICIDADES!
Ahora. El fic que ganó el concurso:
Título: Inconsciente.
Autor:
ter_killer.
Claim: EUA/UK.
Advertencias: Nada mortal.
Rating: K.
“Inconsciente”
“Inconsciente” fue lo único que pudo pensar Arthur cuando al abrir la puerta de su casa aquella tarde, se encontró frente a sí a un sonriente Alfred, que había llegado de repente y sin avisar. Luego, al pedir explicaciones del porqué estaba allí así de sopetón y recibir un “Visita sorpresa, ¡sorpresa!” en lo que pensó fue en si aquellas hamburguesas con las que el otro parecía subsistir no le habrían dañado el cerebro…o convertido en uno de esos panecillos que tanto devoraba.
¿A qué burro se le ocurriría viajar a un país que estaba en otro continente y esperar que le dieran alojamiento y comida, sin saber si el anfitrión estaría en casa, de viaje o le cerraría la puerta en las narices? Ah, sí, lo tenía delante. Su ‘hermano’ menor.
“Dios… ¿por qué me haces esto?” se lamentó mentalmente mientras daba un paso hacia atrás y dejaba pasar al de lentes, que no tardó en entrar y montar alboroto.
Por lo que le entendió entre el incesante parloteo del cual cada tres frases una era “¿No tendrás una hamburguesa por ahí? Me muero de hambre”, el jefe de USA había decidido hacer una visita a su propio jefe, una reunión no establecida pero que ayudaría a afianzar los lazos que tenían ambos países. El problema para él era que, mientras el jefe de Alfred había vuelto a su país en cuanto terminó la reunión, éste había decidido auto invitarse a su casa y quedarse hasta el día siguiente.
- ¿Y se puede saber por qué no me llamaste antes para avisarme de que venías? -le espetó frunciendo el ceño y poniendo las manos sobre las caderas. El otro rubio sólo lo miró sonriente desde el sofá donde se había acomodado.
- Es obvio. Porque me habrías dicho que no -respondió tan campante y sin vergüenza, parloteando seguidamente sobre si tal mesa era nueva o cuándo iba a cambiar el color de las paredes del salón, porque a él no le gustaban.
UK levantó el puño al aire, con cara de cabreo y unas ganas tremendas de estampar la cabeza de su ‘invitado’ contra sus bonitas paredes. Pero no, por muy insufrible que fuera USA, él era un caballero y un buen anfitrión, así que bajó el puño, se masajeó el puente de la nariz para relajarse y se conformó con torturar mentalmente a Alfred a base de maleficios y cosquillas en la planta de los pies con una pluma.
- Mira -se dirigió al más alto, que lo miró con curiosidad-, yo tengo trabajo que hacer, así que quédate ahí sin armar alboroto y ya nos veremos antes de cenar -le ordenó con cara seria, viendo como el otro ya iba a protestar.
- Jo, eso es aburrido. Yo vine a pasar tiempo contigo y que me entretuvieras -le gimoteó casi poniendo un puchero.
Arthur habría estado a punto de ceder si no fuera por las últimas palabras del estadounidense. “Ni que fuera su payaso particular”.
- Pues te aguantas. YO tengo trabajo que hacer. Si hubieras llamado te lo habría advertido, así que no me molestes. Ponte a hacer cosas, ver la tele, yo que sé. Mírate una película o un programa de humor…
- Dirás lo que TU llamas humor…-dijo por lo bajo Alfred, pero ante la cara de mala leche que le puso el mayor, alzó las manos y rectificó- Está bien, me quedaré aquí viendo la televisión.
UK marchó bufando y maldiciendo por lo bajo, caminando sonoramente hacia su despacho, dando un portazo al entrar. Al oír esto último el de lentes se encogió un poco, para luego mirar con cara de frustración hacia donde estaba el televisor. De verdad, tenía tan pocas ganas de ver televisión inglesa como de que le pisaran la cara…pero si no le quedaba más remedio.
Cambió de sillón y se puso a hacer zapping, empeorando su cara de aburrimiento a cada programa que pasaba. Estaba a punto de apagar el televisor cuando sus ojos comenzaron a brillar: Había descubierto el mando de la televisión de pago.
- Dios bendiga la televisión digital -murmuró ilusionado mientras subía los pies al sofá y se acomodaba para ver la película sobre terroristas que estaban dando en FOX.
***
Después de la película de terroristas y de verse un nuevo capítulo de CSI, Alfred se dio cuenta de que se oían ruidos en la planta baja. Se concentró más, mirando después la hora, y sonrió. Hora de la cena, así que ese ruido debía ser Arthur cocinando.
Se encaminó a grandes zancadas, abriendo la puerta de la cocina con algo de estruendo, ocasionando que el otro diera un respingo y parara lo que estaba haciendo.
- ¡Inglaterra! -gritó animadamente sentándose en una de las sillas que había frente a la mesa de la cocina- ¿Está ya la cena? Me muero de hambre.
- Si tanta prisa y hambre tenías haberte ido a comer fuera -le gruñó el mayor, aunque al poco le puso un plato de comida en frente y se volvió para servirse a sí mismo.
- ¡¿Ehhhh?! Esto no es una hamburguesa -protestó mirando la comida con cara de asco, pinchándola con el tenedor con cuidado, por si se movía o algo. El otro frunció el ceño.
- No, eso es comida de verdad. Deberías empezar a familiarizarte con ella y ser su amigo -dijo destilando sarcasmo en cada palabra, poniendo su plato en la mesa de forma brusca.
- Ja ja, que gracioso UK -lo miró nuevamente y después miró al plato, antes de suspirar y comenzar a comer, echando mucho de menos la deliciosa comida del McDonald.
El resto de la cena transcurrió en silencio, más que nada porque UK aún andaba algo mosqueado por los comentarios del estadounidense, y Alfred…bueno, Alfred imaginaba docenas de Big Mac’s con cebolla, queso y kétchup, mucho kétchup.
- Aún me queda trabajo que hacer. Si pasa algo, estaré en mi despacho -le avisó al de lentes, recogiendo los platos y comenzando a fregarlos.
- Ok, ok. No problem. Hoy hay especial de tres capítulos de Flashforward así que me haré palomitas y a pasar la noche -le respondió alegremente mientras se levantaba- Hasta mañana, Inglaterra.
- Hasta mañana. No me ensucies el sofá con las palomitas -le advirtió antes de oírlo marchar hacia la sala de nuevo. Suspiró, al menos parecía que Alfred no lo molestaría y podría pasar el resto del día tranquilo, cosa rara cuando el americano andaba cerca.
No tardó en marchar a su despacho a terminar sus quehaceres, mientras Alfred ya estaba de nuevo en el sofá, frente a la tele encendida esperando a que empezara la serie.
***
Despertó de repente sin saber por qué. Parpadeó varias veces, colocándose después las gafas antes de enfocar de nuevo la vista y por fin ver bien. La tele aún estaba encendida, afuera el cielo estaba oscuro aunque algunos pájaros comenzaban a cantar…
- Auuu -y él tenía tortícolis por haberse dormido en el sofá en una mala postura- Tsk, duelee. ¿Qué hora es? -miró el reloj: las 05:13 de la mañana. Sopesó sus posibilidades, ganas de dormir ya no le quedaban, menos con el dolor de cuello que tenía. A parte, comenzaba a picarle el gusanillo- Un buen café no me vendría nada mal.
Después de hacer crujir todos sus huesos se encaminó hacia la cocina. Por el silencio que había Arthur aún debía seguir durmiendo, así que podía cotillear a gusto después de tomarse un buen desayuno.
Con lo que no contaba era con que UK no tenía café. Ni un mísero grano.
- ¡¿Pero qué clase de cosas bebe UK?! -exclamó cerrando el quinto armarito y encontrando solo tés y hiervas varias que a él no le tenían buena pinta- ¡El héroe tendrá que solucionar esto! -sacó con rapidez su móvil y marcó un número que ya se sabía de memoria. Tendría su querido y delicioso café sí o sí.
***
Bajó las escaleras mientras se arreglaba el cuello de la camisa. Era temprano, pero sabía que extrañamente Alfred estaba despierto, lo había oído hablar y pasear por la planta baja de la casa. Bostezando ligeramente empujó la puerta de la cocina y entró.
- Buenos días. ¿Vino alguien? Escuché el timbre de la…-cortó su frase abruptamente, sus ojos ensanchándose a más no poder y sus labios temblando.
- ¡Buenos días, Arthur! ¿Quieres un café? Están muy buenos -dijo el otro rubio alegremente, señalando varios vasos de café para llevar que le habían traído hacía escasos minutos.
- ¿Qué ha…qué ha pasado con…? -no consiguió terminar la frase, aunque sí señalar a lo que se refería.
- Ah, ¿te refieres a todas esas cajitas con plantas agrias e intragables? Las tiré, y te traje un montón de café para que desayunes. Hay que desayunar bien, que es la comida más importante del día. Y nada mejor que un café como…
Alfred siguió hablando alegremente sin darse cuenta de lo que se avecinaba, sin ver como Inglaterra ahora temblaba visiblemente, los puños blancos de tenerlos cerrados con tanta fuerza y los dientes apretados hasta hacerlos rechinar.
- ¡¡FUERA!! -el grito reverberó por toda la casa, ahogando las protestas de un Alfred que era empujado y arrastrado hasta la entrada, donde el inglés lo lanzó a fuera con tal fuerza que el más alto calló de espaldas de forma dolorosa- ¡¡NI SE TE OCURRA VOLVER A PISAR ESTA CASA!! Como vuelvas a acercarte ¡¡TE DECLARARÉ LA GUERRA!! -gritó a pleno pulmón, cerrando de un portazo que casi consiguió sacar la puerta de sus goznes.
Tambaleante, se apoyó contra la pared, respirando de forma trabajosa mientras se escurría hacia el suelo y las lágrimas comenzaban a caer por sus mejillas. Sus tés, sus queridísimos tés…El americano los había tirado todos. Las cajas de metal ornamentadas estaban vacías, los delicados saquitos hechos a mano ya no estaban en sus estantes. Todas sus infusiones y tés, los que le habían regalado, aquellos que eran sólo para una selecta clientela, los que llevaban con él casi desde que era pequeño…Nada, ya no quedaba nada.
“No te perdonaré, juro que nunca te perdonaré. ¡Estúpido!”
***
Ya habían pasado varios días desde el incidente en casa del inglés, y Alfred seguía sin saber qué narices había pasado para que el otro se enfadara tanto. Igual hoy tenían reunión, así que le preguntaría en cuanto lo viera.
- Bonjour -saludó Francis al ver llegar al americano por el pasillo.
- Hola, Francia. ¿Has visto a Arthur? Quiero preguntarle una cosa -le dijo de sopetón pero sin perder la sonrisa mañanera.
- No, aún no ha llegado, pero debe estar al caer -le respondió rascándose la barbilla. Al mirar hacia las escaleras distinguió una figura acercándose a donde estaban ellos - Hablando del rey de Londres…-bromeó lo suficientemente alto para que el otro lo oyera.
Arthur levantó la vista hacia la conocida voz, cambiando su semblante a uno más serio cuando vio quien acompañaba al francés. Caminó con pasos más fuertes, dispuesto a ignorar al americano.
- ¡Eh! Inglaterra -saludó enérgico el de gafas, aunque el resto de su saludo murió al ver la mirada que le echó el mayor.
- No vuelvas a llamarme así. Para ti, desde ahora soy Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte -dijo en tono glacial antes de seguir su camino.
Tanto Alfred como Francis se quedaron de piedra, sin saber cómo reaccionar. Fue el europeo el primero en hablar.
- No sé que habrá pasado, pero arréglalo. Ni a mí, con todo lo que le he hecho, me ha dicho que lo llame así.
- Se le pasará. No puede estar enfadado para siempre. Ya lo verás -dijo, negándose a pensar que podría haber hecho algo realmente grave.
- Espero que tengas razón, Alfred -murmuró el otro antes de marchar, dejando al estadounidense solo, y con una sensación desagradable en el pecho.
- Yo también lo espero -murmuró- Yo también.