[Princess Tutu / El último unicornio] Tangentes
Título: Tangentes
Fandom: Princess Tutu / El último unicornio
Personajes/Parejas: Pato, el unicornio, Fakir.
Rating: G
Palabras: +420
Resumen: Quién hubiera pensado que un pato y un unicornio tenían tanto en común.
Spoilers: Es post canon para ambos.
Notas de autor: Escrito para el prompt 4 de la tabla de frases del reto de mundo_caotico.
"Da igual quién seas o qué aspecto tengas mientras alguien te quiera."
Roald Dahl, Las Brujas.
Había una vez un pato que había peleado con un escritor. No había sido nada grave ni tampoco fuera de lo común, aunque habían pactado tácitamente poner un espacio entre ambos mientras se enfriaban los ánimos, y por eso el pato había nadado hacia los cofines más alejados del lago, aún refunfuñando.
Y por eso de pronto el pato se había visto envuelto en una bruma muy espesa, y se había estremecido porque recordaba ese tipo de bruma: solía augurar algo portentoso.
Y por eso ahora el pato, que a pesar de todo no había dejado de nadar hacia adelante porque había presentido en lo más profundo que, fuera lo que fuera, no se trataba de un portento tan terrible como otros portentos que había vivido en una bruma muy distinta, se encontraba ahora sobrecogido ante la belleza de un unicornio al que había encontrado bebiendo un poco de agua.
Sin embargo, el unicornio fue el que se estremeció al mirar al pato.
-Eres como yo -dijo.
-No, eso es imposible -respondió el pato, aunque pensó que aquella princesa cisne, bella, graciosa y ahora tan lejana, sí hubiera podido serlo.
Pero el unicornio negó con la cabeza.
-Eres como yo -repitió-. Yo también fui una criatura humana una vez, aunque tú tienes sobre mí la ventaja de que siempre fuiste mortal. Aquellos que podrían recordarlo desaparecieron hace mucho tiempo, y sin embargo -se inclinó para ver al pato a los ojos- persisten en mi memoria.
El pato entonces se dio cuenta de que en aquellos ojos antiguos había imagenes de un mago desgarbado, de una mujer buena, de un toro de fuego, de un príncipe valiente, y sin saber realmente la razón, sintió de pronto muchas ganas de echarse a llorar.
Agitó las alas un poco y salió del agua, para acercarse al unicornio, el cual lo recibió frotando con suavidad el hocico contra su pico.
-Lo siento -susurró el pato.
-Está bien -dijo el unicornio sin romper el contacto-. Los míos han vivido siempre en soledad.
Pero es tan cruel darse cuenta del verdadero significado de esa palabra, pensó el pato, aunque no lo dijo.
Se despidieron poco después sabiendo que no volverían a verse.
El pato regresó a su casa y fue directo a apoyar su cabeza en el regazo del escritor. Este, sin decir una palabra, bajó una mano para acariciarle sus plumas y siguió trabajando con la otra.
Fandom: Princess Tutu / El último unicornio
Personajes/Parejas: Pato, el unicornio, Fakir.
Rating: G
Palabras: +420
Resumen: Quién hubiera pensado que un pato y un unicornio tenían tanto en común.
Spoilers: Es post canon para ambos.
Notas de autor: Escrito para el prompt 4 de la tabla de frases del reto de mundo_caotico.
"Da igual quién seas o qué aspecto tengas mientras alguien te quiera."
Roald Dahl, Las Brujas.
Había una vez un pato que había peleado con un escritor. No había sido nada grave ni tampoco fuera de lo común, aunque habían pactado tácitamente poner un espacio entre ambos mientras se enfriaban los ánimos, y por eso el pato había nadado hacia los cofines más alejados del lago, aún refunfuñando.
Y por eso de pronto el pato se había visto envuelto en una bruma muy espesa, y se había estremecido porque recordaba ese tipo de bruma: solía augurar algo portentoso.
Y por eso ahora el pato, que a pesar de todo no había dejado de nadar hacia adelante porque había presentido en lo más profundo que, fuera lo que fuera, no se trataba de un portento tan terrible como otros portentos que había vivido en una bruma muy distinta, se encontraba ahora sobrecogido ante la belleza de un unicornio al que había encontrado bebiendo un poco de agua.
Sin embargo, el unicornio fue el que se estremeció al mirar al pato.
-Eres como yo -dijo.
-No, eso es imposible -respondió el pato, aunque pensó que aquella princesa cisne, bella, graciosa y ahora tan lejana, sí hubiera podido serlo.
Pero el unicornio negó con la cabeza.
-Eres como yo -repitió-. Yo también fui una criatura humana una vez, aunque tú tienes sobre mí la ventaja de que siempre fuiste mortal. Aquellos que podrían recordarlo desaparecieron hace mucho tiempo, y sin embargo -se inclinó para ver al pato a los ojos- persisten en mi memoria.
El pato entonces se dio cuenta de que en aquellos ojos antiguos había imagenes de un mago desgarbado, de una mujer buena, de un toro de fuego, de un príncipe valiente, y sin saber realmente la razón, sintió de pronto muchas ganas de echarse a llorar.
Agitó las alas un poco y salió del agua, para acercarse al unicornio, el cual lo recibió frotando con suavidad el hocico contra su pico.
-Lo siento -susurró el pato.
-Está bien -dijo el unicornio sin romper el contacto-. Los míos han vivido siempre en soledad.
Pero es tan cruel darse cuenta del verdadero significado de esa palabra, pensó el pato, aunque no lo dijo.
Se despidieron poco después sabiendo que no volverían a verse.
El pato regresó a su casa y fue directo a apoyar su cabeza en el regazo del escritor. Este, sin decir una palabra, bajó una mano para acariciarle sus plumas y siguió trabajando con la otra.