30 vicios: Caitiff

Dec 09, 2006 21:30

Esto empieza a tomar forma. No estoy muy convencida aún... pero veamos.

Para cualquier duda: Glosario de Términos

Tema 25: * Familia (perdón a eshatter por robarme su 'vicio', pero tenía demasiado sentido)

Caitiff

(2006)

Nunca salen a cazar juntas. Los métodos de cacería de los Gangrel y los Toreador difieren demasiado para pretender jugar a la 'familia'. Pero a menudo se encuentran en algún lugar neutral, hablan de todo un poco y juegan a ser tan unidas como fueron alguna vez.

"¿Arete en la lengua? Eso es nuevo."

"Tiene un par de semanas." Morgana saca la lengua y mueve el arete. Es simple, un poco agresivo. Le va muy bien a un Gangrel de ciudad y un tatuaje tribal no sería mal complemento, piensa Victoria. "Supongo que estas cosas no se ven muy bien en tus 'círculos'," se burla Morgana.

"Pues lamento romper tu ilusión de individualismo," contra-ataca Victoria, "pero en estos momentos, el piercing es lo último en los círculos bohemios. De hecho, yo también había pensado hacerme uno. No te preocupes... pasará de moda en un par de años y podrás volver a sentirte 'original'."

"Ja, ja, ja," responde su prima, sin verle la gracia.

Muchas de sus conversaciones giran entorno a las diferencias entre sus clanes, y es casi como cuando estaban vivas y se burlaban de sus diferencias humanas.

"Pues lamento romper tu ilusión de 'bohemia'... pero no creo que a tu estilo le quede muy bien un piercing, niña bonita."

"Ja, ja, ja," la imita Victoria. "No te preocupes. Lucas no me dejó. Tu individualismo queda asegurado en la familia." Siempre se refieren a su relación como 'familia' cuando están solas. Pero es una regla tácita jamás hacerlo frente a otros.

"¿Lucas no te dejó?" Un malestar conocido se revuelve en el estómago de Morgana.

"No pienso volver a discutir esto."

"Ya son 20 años, Victoria..."

"No pienso volver a discutir esto."

"No es posible que..."

Un grito corta su conversación. Las orejas algo afiladas de la Gangrel parecen estirarse y abrirse atentas. El grito se acerca en la oscuridad del Olivar. Es una muchacha joven, muy joven, al borde de la histeria.

"¡Auxilio! ¡Por favor! Por favor..."

No es un llanto normal. Ha sucedido algo terrible. Algo que no esperaba que sucediera nunca. Algo imposible. Y la primera alarma en la mente de un Vástago limeño es obvia.

Sabbat.

Victoria se acerca con cuidado. La muchacha se desploma en llanto.

"Hay un... un..." No sabe qué hay. No sabe qué vio.

"¿Monstruo?" ayuda Victoria.

Abre los ojos con terror. ¿Cómo lo supo? Ella también es un... Trata de salir corriendo, pero la mirada de Victoria no la deja.

"Tranquilízate," dice con voz suave. "¿Estabas sola?" La muchacha niega despacio. "¿Novio?" Asiente. "¿Lo atacaron?" Asiente y tiembla, incapaz de contenerse, incapaz de huir, incapaz de negarse a responder. "Bien. Presta atención. No viste nada extraño," dice, sin dejar de mirarla fijamente a los ojos. "Todo está bien. Tuviste una pelea con tu novio porque le sonreíste a otro en el parque. Era un chico moreno, muy guapo. Te sonrío y le devolviste la sonrisa. Tu novio se molestó y pelearon. Le dijiste que para eso, mejor te ibas sola. ¿Lo recuerdas?" La muchacha asiente despacio. "Bien." Deja a la muchacha en trance, y le da el alcance a Morgana, algunos pasos más allá.

"¿Cuándo aprendiste a hacer eso?"

"Hace poco."

"Impresionante. Yo también quiero."

"Y yo quiero convertirme en perro."

"Lobo."

"... Lobo. No se puede tener todo. ¿Llamaste a alguien?"

"Sí, pero vamos avanzando."

Victoria duda un segundo, y pierde la sonrisa. ¿Solas? No tiene la fuerza o la experiencia en combate de Morgana. No sabe a qué se enfrentarán.

"No podemos dejarlos ir." La orden es clara. Deja de portarte como un maldito Toreador y prueba que eres mi prima.

Avanzan. Victoria tiene un nudo en el estómago y camina por inercia. Ser un maldito Toreador es su naturaleza, y lanzarse a una pelea porque sí, no lo es de ninguna manera. Solo espera que quien sea que vaya a venir, llegue pronto.

Pero la ayuda no es necesaria. En la 'escena del crimen' encuentran a una conocida que parece tener la situación bajo control. Dos cuerpos yacen inconscientes a su lado. Uno evidentemente muerto, y otro temblando, evidentemente muerto también.

Yuriko se levanta de un salto, y se relaja visiblemente al verlas. Han trabajado juntas alguna vez, aunque no sea oficialmente parte de la Camarilla. De hecho, 'oficialmente' Yuriko no tiene razones para estar en Lima. Es un Vástago de Oriente, y su estadía sólo se permite por un permiso especial del Príncipe. Las razones por las que no quiere volver a su país, no las conoce nadie.

O casi nadie.

"¿Qué pasó?"

"Es una neonata. La abandonaron aquí. Intenté buscar a su Sire, pero se despertó y tuve que regresar a controlarla. Entró en frenesí. No pude salvar al humano."

"¿No?" pregunta Morgana, y la mira con obvia desconfianza. "¿Qué pasó con el Sire?"

"Huyó. Ni siquiera pude verlo."

"Mmm... Osea que encontraste a esta neonata, recién Abrazada... cuyo Sire huyó al escucharte llegar, seguramente... la dejaste alimentarse y ahora... ¿Y ahora qué? ¿Te la vas a llevar amablemente y darle cobijo?"

"¿Qué estás insinuando?"

Es lo mismo que se pregunta Victoria. ¿Qué está insinuando? Es obvio, en realidad. Insinúa que Yuriko rompió la prohibición del Príncipe y convirtió a otro como ella. Pero no es posible.

"Morgana... ellos no Abrazan así. Tendría que haber muerto, y luego pasan varios días, y aún así no puede asegurar que..."

"No importa," la corta Morgana. "No es asunto nuestro. Y, de todos modos, no creo que Adriana la deje vivir."

El bulto tembloroso en el piso habla por primera vez. Llora, en realidad.

"Hola," se acerca Victoria. "¿Te sientes mejor?"

"¿Q-qué está pasando?" Todo su cuerpo tiembla como una hoja.

"Es una historia larga y complicada. ¿Qué es lo último que recuerdas?"

La neonata observa el cuerpo sin vida al pie del árbol y sus ojos se abren en horror, llenos de lágrimas.

"Yo no quería... yo..."

"No te preocupes por eso," la tranquiliza Victoria, tapando la vista del cadáver con su cuerpo. "Antes de eso... ¿que recuerdas antes?"

"Estaba caminando... alguien me tapó la boca... me... mordió..." tiembla con más fuerza y vuelve a colapsar en llanto.

"Está bien. No tienes que acordarte ahora. ¿Cómo te llamas?"

"P-Paula..." responde con miedo. "Paula Mahluf."

Las primas se quedan de piedra un segundo.

"Paula... ¿Mahluf?"

Asiente entre sollozos.

"¿Hija de Paula Luna?"

La neonata abre los ojos, sorprendida.

"Mi mamá murió," dice en un susurro, "hace diez años."

Victoria traga saliva, en un gesto innecesario que le quedó como costumbre. Morgana se acerca a Yuriko, amenazante.

"Si tú hiciste esto, te advierto que te vas a arrepentir." 'Ya te dije que ellos no Abrazan así...' empieza Victoria, pero Morgana la ignora completamente. "Vamos a saberlo, quieras o no... Así que puedes decírmelo ahora... o puedes esperar a que te lleve al Elíseo para que algún antiguo te interrogue."

Los ojos rasgados se abren con temor. "Yo no..." Mira a Victoria, dudosa. Vuelve a fijar los ojos en Morgana. Yuriko es fuerte. Podría hacerles frente. Pero lo que teme no es tan simple como una pelea, o los métodos de interrogación de un antiguo. Hay una súplica queda en sus ojos cuando dice, finalmente, "te juro que no fui yo, te lo juro."

Morgana le sostiene la mirada unos segundos, que parecen extenderse durante siglos en el silencio del Olivar.

De pronto, se oyen murmullos. Los Gangrel están llegando.

"Te lo juro..." repite Yuriko, y suena desesperada.

Morgana observa a su sobrina, temblando en el piso, y comprende que en este momento tiene otras cosas de qué preocuparse.

"Está bien," consiente. "Por ahora."

*

El bar es útil para encuentros sociales. Pero para temas más delicados, cómo éste, la casa de Adriana en La Punta prueba ser un lugar de reunión más discreto.

El Consejo escucha a los testigos con atención. Los Caitiff no son bien vistos, y la neonata permanece atada en una esquina, llorando, mientras se decide su destino.

Muchos se han reunido para el juicio. Los Gangrel en su conjunto, como testigos. Los Ventrue, preocupados por la presencia de un intruso en territorio tan interno. Los antiguos del Consejo de Primogénitos, Lucas entre ellos (vigilando a su protegida). La más joven de los Malkavian, acompañando a su Sire.

"Príncipe... Es mi sobrina. La hija de mi hermana," hay una leve urgencia en la voz femenina, que aún así se mantiene estable y educada.

Morgana sabe que es mejor dejar hablar a Victoria, y observa todo desde una esquina. Su temperamento no la ha ayudado a formar una relación particularmente sólida con los Ventrue, tan preocupados por las formas... Victoria, por otro lado, con esas manías de Toreador y el aleccionamiento de Lucas, sabe exactamente cómo tratarlos.

"Tu familia ahora es otra, y lo sabes," dice Adriana. "No sabemos por quién fue Abrazada esta neonata. Podría ser una Sabbat fingiendo..."

"Es la hija de mi hermana, podemos rastrear su pasado..."

"... y aunque no lo fuera, es peligrosa. Accidentes como el de esta noche pueden ponernos en evidencia, y un neonato sin control está destinado a provocarlos."

Morgana mira a Yuriko a través de la habitación. La súplica sigue colgada de su mirada. No le importa. No le importa lo que haya prometido. La maldita neonata es su sobrina, y su vida vale bastante más que una estúpida promesa.

"Es verdad," concede Victoria. "Pero no es un problema de naturaleza, sino de supervisión. Y si el Consejo me deja, yo me comprometo a tomarla bajo mi cargo y hacerme completamente responsable por ella."

La sorpresa hace que Morgana se olvide de Yuriko y su secreto.

"¿Pretendes convertirte en Sire de una Caitiff?" la voz de Lucas se oye entre las paredes por primera vez.

"... Es la hija de mi hermana," responde Victoria, bajito.

"Eres muy joven para ser un Sire. Y el clan no permite que entrenes a un Caitiff en nuestras disciplinas. Olvídalo."

Victoria abre la boca, y vuelve a cerrarla. En 20 años, jamás se ha enfrentado a su Sire. No va hacerlo ahora, frente a todo el Consejo. Baja la mirada. "¿Y si sólo me comprometo a instruirla en lo básico y tenerla vigilada?"

Es un claro enfrentamiento, para Victoria. Está desobedeciendo una orden directa. Y sabe que está en problemas. A Morgana, por supuesto, la escena le parece débil y digna de un Toreador.

Salen al jardín, mientras el Consejo debate.

Los minutos parecen horas.

Paula Luna era la hermana mayor de Victoria. La prima mayor de Morgana. La única del trío que no murió a manos de un Vástago. Paula murió en un accidente automovilístico, como cualquier hijo de vecino, hace diez años. Y con ella, murió el último resquicio de lo que alguna vez fueron, el último lazo verdadero entre las primas y su familia mortal...

¿Qué maldita sea tenían los vampiros de Lima contra la familia Luna? ¿Dos no les bastaban? La criatura se estaba muriendo de miedo, amarrada en una esquina... Ni siquiera sabía qué estaba pasando. ¿Cuántos años tendría ya? ¿18? ¿20? Parecía una niña pequeña, un bulto tembloroso en el piso.

Malditas reglas. Maldita Camarilla y su necesidad de controlarlo todo.

Finalmente, el Consejo llega a un acuerdo. Las primas vuelven al gran salón. La Caitiff está desatada, y se la entregan a Victoria sin ceremonias.

"Eres responsable por ella. Mantenla vigilada y edúcala bien. Y recuerda que sus fallas son tus fallas."

"Y no esperes ayuda del clan, no estamos interesados en involucrarnos," agrega Lucas, sin mirarla. Pero Victoria sonríe. Porque la única manera de que esto esté sucediendo, es que su Sire haya hablado a su favor. Lucas tiene formas extrañas de demostrar su afecto. Afortunadamente, piensa Victoria, ella las conoce todas.

Agradece y toma a Paula. Ahora viene la parte complicada. La pobre muchacha tiembla como una hoja.

Y ni siquiera hemos empezado a explicarle en qué se ha convertido.

vampiro, 30 vicios-vlm

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