Solo cuando has perdido el camino puedes hallar la respuesta

Jun 22, 2009 14:22

Anoche terminé Fruits Basket a las 4 am (20 volúmenes en dos días, hail me xD).

Lo que más me gusta del manga, en general (y éste en particular), es cómo pinta la redención. Gente que hace cosas terribles y es perdonada. Gente que pasa por cosas terribles y se perdona. Gente que pierde el camino y encuentra respuestas.

Me gusta la redención del manga, porque no es un acto mágico que lo compone todo. El daño no se borra. Las consecuencias existen. Pero uno cambia el rumbo y avanza, y deja ir, y nunca olvida.

Me gusta el tono agridulce del manga. El placer en las pequeñas cosas, el amor como fuerza de cambio (como única fuerza de cambio), la vida que nunca es fácil pero siempre vale la pena, los recuerdos que nos van formando como personas (los buenos y los no tan buenos).

Me gusta la madurez del manga, que es tan simple como tomar tu propia vida en tus manos, dejar de culpar a otros, enfrentarte al espejo con la frente en alto (temblando un poco, pero enfrentando). Me gusta porque se parece a la madurez de verdad.

Me gusta el manga, porque con todos sus enredos, ángeles, espíritus y profecías... se parece a la vida casi más que cualquier cosa. No a la rutina, sino a la vida. No a las cosas que pasan, sino a lo que va pasando adentro mientras esas cosas pasan.

Leliel (¿ya les hablé de Leliel?) es un personaje de manga (de este manga largo que es la vida real). Se lo digo siempre, un poco en broma un poco en serio ("¿cuándo todo esto termine... qué quieres Nanatsusaya?"). A lo mejor, muy en el fondo, es solo por eso que me gusta el manga. Porque Leliel me mira con esos ojos negros, perdona y se perdona, avanza y nunca olvida. Por las pequeñas cosas y el amor que no se muere, que quiere tomar y da, que besa despacio las cicatrices bajo la luna (¿dónde estaría nuestra belleza sin cicatrices?). Porque tuve que aprender a mirarme al espejo para poder mirarme en sus ojos. Porque perdimos el camino para encontrar la respuesta.

¿No lo había contado, verdad?

Me caso en diciembre.

Decidimos casarnos porque ninguno de los dos cree que eso vaya a cambiar en algo nuestra situación (si alguno pensará que firmar un papel nos va a hacer más pareja de lo que somos en este momento, no tendría sentido casarnos). Porque en diciembre (15 aniversario de nuestro primer beso... pero ésa es una historia épica que será contada en su momento) hay una fiesta, con amigos y familia, pero nada cambia. Lo que tenía que cambiar, ya cambió.

No hay vestido blanco, ni sermón, ni vals. Pero hay pastel, música, alcohol y cero formalidad.

Queremos bailar Living on Prayer (esta versión). Un poco porque el muchacho tiene una 'leve' fijación con Bon Jovi. Un poco porque la vida nunca es fácil, pero siempre vale pena ^^. Un poco porque el camino nunca se termina (pero siempre estamos avanzando). Un poco porque no hay diferencia en llegar o no.

la vida es fandom, de los viajes por el laberinto

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