30 vicios: Vicios necesarios

Feb 15, 2007 22:28

Para
eshatter, que anda desaparecida (y la extraño). Ojalá te guste ^^.

Esto se parece cada vez más a una historia, y me da un poco de miedo no saber por donde llevarlo... por eso me demoré tanto en publicar. Tengo un par más escritos, pero quiero tener la línea más clara, por si necesitan cambios.

Para el fandom por excelencia, hay un par de páginas de cachorros que también caminan... pero, debo reconocer, que cada día me enamoro más de mis vampiros... (¿será porque están todos basados en amigos míos, digo yo?)

Ténganme paciencia con las descripciones... ya sé que le meto mucha letra al centro y al bar... pero el centro es importante para ordenar mi esquema mental de Lima... y el bar es un regalo para una amiga (es un bar real al que le gusta ir).

Para cualquier duda: Glosario de Términos

Tema 11: Caramelo

Vicios necesarios

La exclusión social es la muerte de un Toreador. Victoria lo sabe, y por eso hace tres semanas que no aparece por el Bar Noir. No quiere arriesgarse. No... es mejor darle espacio a Lucas, dejar que se calmen las aguas.

Por lo pronto, tiene una neonata que instruir.

Paula no se recupera de la primera impresión. Es cierto que ningún Abrazado tiene la opción de rehusar la oferta... pero suelen saber en qué se están metiendo. Caminar tranquilamente por el parque, para ser atacada y despertar sin la posibilidad de ver el sol nuevamente, de saborear un café, de ser madre, de amar... No es algo fácil de manejar.

Se pasó la primera semana casi sin decir palabra. Victoria consiguió que llamara a casa con una excusa (no había necesidad de poner a la policía a buscarla, y mucho menos sin apoyo del clan para manejar la información), pero nada más. Su mal manejo del hambre era otro problema. La había atacado dos veces. Victoria era más fuerte y estaba mejor entrenada... pero la había atacado dos veces. Paula se sentía prisionera en el departamento de Miraflores, en la Lima nocturna, en su propio cuerpo.

La segunda semana, se sentaron en el balcón a observar la avenida. Victoria le habló de su infancia, de su familia, de Paula y Morgana y la poca vida que compartieron. De los domingos en la playa y sus amores adolescentes. De cómo se conocieron Paula y 'el Mahluf'. De cómo Morgana se volvió rebelde, y luego distante, y luego indolente. Y luego Morgana. De cómo la llevó una noche al Bar Noir, y allí conoció a Lucas. De cómo lo dejó todo por él, y no le pareció que fuera tanto... con Paula perdida ante 'el Mahluf', y Morgana perdida ante la noche... y mundos ocultos enredándose en su pensamiento... una vida eterna de mundos secretos, tejiéndose en la voz de Lucas. De cómo Morgana intentó detenerla, y sigue intentándolo 20 años después de perdida la batalla.

Cuando obtuvo su atención, le enseñó a cazar. La importancia de controlar a la Bestia, de no entrar en frenesí, de elegir un método y dominarlo. Paula eligió alimentarse de animales. Victoria accedió. Poco elegante, pero con un claro sentido de supervivencia. Tal vez se refine con el tiempo, pensó. O tal vez no. De momento, lo importante era que aunque a Paula no le gustaba en qué se había convertido, estaba dispuesta a hacer la lucha.

El tercer sábado, el instinto Toreador de Victoria decidió que no podían seguir sin socializar.

***

"¿Qué tan bien conoces el centro?"

"No muy bien."

"Es una zona importante para los nuestros."

Los nuestros. ¿Cuáles 'nuestros'? Ella no pidió esto. Y de ninguna manera era parte de los suyos... Sólo que lo era¿verdad? Sólo que sin consultarle, sin darle opción, un completo desconocido había tomado su vida y la había convertido en esto.

"La mayor parte está bajo el control de los Nosferatu. Pero no se les ve mucho, no te preocupes."

Pasan frente al Centro Cívico, con sus ángulos marcados y pasillos oscuros. Y Paula desvía la mirada, para no pensar en los seres terribles que esconden sus esquinas.

"No hubo mucha presencia de otros clanes durante años. Desde la guerra. Pero estamos regresando. Es importante involucrarse en la política mortal."

El Palacio de Justicia se levanta del otro lado del parque, y a Paula nunca se le antojó tan gótico como ahora, que lo relaciona con criaturas inhumanas interviniendo en la vida humana.

"A nosotras no nos interesa esta parte," agrega Victoria con un gesto de desdén. "Deja que los Ventrue se preocupen por mantener el orden. Y que los Brujah se preocupen por los Ventrue," le guiña un ojo, pero Paula no entiende la broma. "Nosotras preocupémonos por disfrutar la noche, que ya son tres semanas sin bailar y eso no es saludable," finaliza, encendiendo un cigarrillo.

A Paula se le abren los ojos como platos.

"¿Fumas?" pregunta sorprendida.

"A veces."

"Pensé que los vampiros no podían -podíamos, se corrige mentalmente- comer, beber, fumar... esas cosas."

"No podemos comer ni beber..."

"... porque estamos muertos."

Lo aprendió de la peor manera. Metiéndose un Halls a la boca, la noche que empezó a hacerse a la idea de todo esto. No cree que haya vomitado tanto en su vida, y la voz de Victoria explicándole la razón por la que su cuerpo rechazaba la comida, no ayudaba en nada. Tampoco ayudaba saber que otros eran más tolerantes... otros, pero no ella.

"Porque estamos muertos," asiente Victoria. "Pero podemos meter humo en nuestros pulmones si queremos. No es que nos vaya a hacer daño, como comprenderás."

"¿Fumabas antes?"

No hace falta explicar a qué se refiere con 'antes'. Sólo hay un 'antes' para los Vástagos, e incluso una neonata es consciente de ello.

"A veces... Mi mamá no me dejaba fumar en casa, así que lo hacía a escondidas, cuando salía."

Avanzan por Paseo de la República. Victoria fuma y Paula piensa que es la primera vez que camina de noche por el centro y no tiene miedo.

"¿Y tú?.¿fumas?" pregunta Victoria.

"No... nunca me llamó la atención."

"¿Y qué te llama la atención?.¿Cuál es tu vicio de elección?"

"Los caramelos," dice Paula.

"¿Los caramelos?"

"De menta," asiente Paula, y los ojos de Victoria dicen 'claro, ahora la escena del Halls tiene sentido'. "Era adicta. Siempre andaba con un paquete en el bolsillo. Mentitas, Hortela, Halls, Cristal... lo que quieras, con menta y azúcar."

"Los caramelos de menta..." repite Victoria, que no se lo cree. "Tiene lógica. A tu mamá le encantaban."

"Sí... es uno de los primeros recuerdos que tengo de ella. Estábamos sentadas en el jardín y me contaba la historia de cuando intentó hacer manzanas acarameladas de menta..."

"... Y dejamos toda la cocina bañada de caramelo," ríe Victoria. "Sí, claro que me acuerdo. La abuela casi se muere de la impresión."

Es extraño para Paula hablar así con Victoria. No la recuerda, por supuesto. Pero a veces cree que sí, que reconoce su rostro de un par de fotos antiguas, de estar sentada en las piernas de su madre mientras le cuenta, con cierta tristeza en la voz, y ésta es mi hermana, Victoria. Hace mucho que no la veo, pero de chicas éramos muy unidas... ¿Sospecharía su madre la razón del distanciamiento?

Victoria calla. Han pasado años desde que algo le recordaba con tanta fuerza su vida mortal. Está Morgana, por supuesto. Pero el acuerdo tácito de no mencionar recuerdos como ése simplifica mucho las cosas.

A pocos pasos de la Plaza San Martín, sobre el Jirón de la Unión, entran por una puerta destartalada y suben una escalera inmunda. No parece el lugar para alguien que vive como Victoria, y Paula piensa que probablemente ésa es la idea. Dentro, el local resulta bastante agradable, con buena música y buen ambiente, mesas de madera y exposición de arte sobre un altillo. Algo bohemio, sin perder la fuerza de un bar del centro.

"No vengo mucho," dice Victoria, mientras se sientan junto a una ventana desde donde se ve la plaza iluminada, "pero es uno de los pocos locales de la zona que me gustan."

"Es lindo," responde Paula. Pero lo que quiere decir, mientras observa con temor la pista de baile repleta es ¿y todos estos son vampiros?

"Este no es un Elíseo, puedes relajarte. Sólo es un bar. Ya no hay Elíseos en el centro. Los bares se utilizan como territorio de caza... No me mires así, ya comí hoy y no te he traído para eso. En todo territorio de caza, hay predadores... Tengo amigos que vienen aquí."

A cazar, completa la mente de Paula. A cazar gente.

Victoria enciende un segundo cigarrillo, y mira alrededor.

"¿Ves a esos dos, junto a la barra?" Paula asiente. "El de verde es Gabriel. Buen tipo. Bastante consciente para ser un Brujah. Bastante... honesto. El otro se llama Dorian. Estuvo fuera muchos años y volvió hace poco. Nadie sabe por qué." Los mira un momento, intrigada.

Dorian deja la barra y se acerca a una joven de aspecto cansado, que fuma apoyada en la pared. Victoria entorna los ojos, y a Paula le parece estar presenciando las intrigas de alguna corte europea de siglos pasados.

"¿Quién es?"

"Ashram. Es la más joven de los Malkavian." No alza la voz, pero cada palabra es perfectamente clara sobre la enérgica música que lo invade todo. "Su clan se negó a acatar la política de Abrazos durante la guerra. Es la primera Malkavian Abrazada en Lima en más de 80 años."

"¿Eso es grave?"

"Es importante." Aspira y libera el humo con calma antes de continuar. Paula tiene la sensación de que cada pitada es un momento calculado para decidir qué información revelar y ordenar palabras. "Lucas cree que los Malkavian están locos. Que es necesario mantener una buena relación con ellos... pero que no vale la pena esforzarse en comprender por qué hacen las cosas."

Hay emociones encontradas cuando Victoria menciona a su Sire. Paula no termina de comprender su relación... pero ha observado que Victoria no siempre comparte las opiniones que definen sus acciones.

"¿Y tú qué crees?"

"Que tal vez no están tan locos como todos piensan..." su mirada se mantiene fija en la joven solitaria de cabello rizado. "Pero no hablemos de temas deprimentes..." dice de pronto, apagando el cigarrillo. "¿Bailas?"

La arrastra a la pista, como un torbellino. Paula no comprende cómo alguien que ha pasado 20 años condenado a vivir sin sol puede bailar con esa energía, con ese espíritu, con esa libertad... La libertad la contagia y se descubre de pronto bailando sola, una más entre los extraños de la pista, una sola con los extraños de la pista, una sola con la noche de Lima.

Le parece ver a Victoria, en algún momento. Comprando cigarrillos en la barra. Riendo con dos chicos que no pueden tener más de 20 años. Hablando con Ashram, la más joven de los Malkavian. Y no le importa. No le importa si es peligrosa. No le importa si hay seres oscuros escondidos en los balcones de Lima cuadrada. Porque ella también es un ser oscuro. Porque ella también se alimenta de la vida de otros, y tiene una Bestia dentro, y va a pasar la eternidad sin meterse otro caramelo de menta a la boca, porque ya no está viva, porque ya no es humana... porque es una Bestia, que crece en el caos de la noche del centro, y huele la sangre en el ambiente, y se le agudizan los sentidos, y puede ver todos los matices del rojo, y escuchar todos los movimientos de la presa, y sentir como crecen sus colmillos, y...

Está en el piso, de pronto. Victoria la sujeta de un lado. El vampiro de verde -¿Gabriel?- la sujeta del otro. Tiene un ataque, explica una voz lejana. Pero no es cierto. No tiene ningún ataque, y no quiere que la sujeten. Quiere sangre. Pelea con fuerza, pero es muy joven y no puede contra ellos. La voz de Victoria ya no es cómplice, ni divertida. Es dura, y la trae de regreso a la realidad.

El vampiro de verde -Gabriel- las acompaña a casa. Paula llega temblando y sube sin despedirse. Victoria se queda con él un momento.

Esto no puede volver a pasar... dicen las voces en la puerta.

No va a volver a pasar...

Eres responsable por ella...

Por favor, no digas nada...

No sé si puedo responder por Dorian...

Por favor...

Pasan muchos minutos antes de que Victoria suba al departamento. Tiempo suficiente para que Paula deje de temblar y se siente en el balcón a mirar la avenida. Todos esos humanos, con sus vidas humanas... sin condena, sin noche eterna, sin Bestia que controlar. No es la primera vez que entra en frenesí. No será la última, teme. Se odia más que nunca cuando sale de ese estado, en el que pierde todo rastro humano... todo rastro de la Paula que fue. Es una suerte, supone, que Victoria y Gabriel hayan estado allí para detenerla. Nadie pudo detenerla esa primera noche... la noche que la perseguirá por siempre.

"Hola," dice Victoria, y a Paula le enferma un poco el tono condescendiente. Es una maldita bestia, no un paciente en recuperación.

"Hola."

"¿Más tranquila?"

Asiente.

"Lo siento. No debí haberte dejado sola tan pronto."

"No es tu culpa."

"De hecho... técnicamente lo es. Y si esto sigue pasando, el consejo puede decidir eliminarnos a las dos."

¿Qué? "¿Qué?"

"Un Sire es responsable por su chiquillo. Eso es lo que tú y yo somos... informalmente."

"Yo..." Lo siento. ¿Cómo se pide perdón por ser un monstruo?

"No te asustes, todo va a estar bien. Vas a aprender a manejarlo... todos lo hacemos. Te traje algo," dice Victoria, y le extiende un paquete de cartón verde oscuro. Son cigarrillos.

"Yo no fumo," responde Paula, confundida.

"Son mentolados," dice Victoria. "Muy mentolados. A mí me parecen una aberración al tabaco... Pero pensé que podían ayudarte con el 'síndrome de abstinencia'."

Paula sonríe un poco, y le presta más atención al paquete. Efectivamente, en cuanto lo acerca, la invade el olor a menta.

"Los vicios son parte de lo que fuimos. A veces aferrarse a los vicios humanos ayuda a aferrarse a la humanidad."

Como probando su punto, Victoria enciende un cigarrillo más. Aspira el humo en la noche y su imagen casi humana se recorta en la silueta de Lima. Tan humana como aparece en las fotos familiares imaginarias. Tan humana como puede ser. En perfecto control de la Bestia, que hace ya años sólo escapa a través de su mirada.

Paula la observa un momento, antes de encender el primer cigarrillo.

vampiro, 30 vicios-vlm

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