Autora: La asombrosa
verityburnsTítulo: Given in Evidence (5/?): The Burden of Proof (La Carga de la Prueba)
Pareja: Sherlock/John
Categoría: Post-Reichenbach: Angst / Romance / Case-fic
Rating: De momento PG-13 (subirá)
Beta: La maravillosa
arianedevereSummary: Volver de los muertos puede ser una tarea complicada. Con un nuevo caso en el horizonte, reconstruir una vida es una cosa… reconstruir una amistad otra. Para Sherlock y John, las cosas podrían nunca ser las mismas.
John se tambaleó un paso atrás por el repentino abrazo de Sherlock, su mente poniéndose en blanco en sorpresa. Aunque se había dado cuenta recientemente de que había otra capa sobre sus sentimientos, no había pensado mucho en ello- era simplemente una confusión más en medio de las otras que se revolvían dentro de él. No había estado imaginándose… esto.
Trajo sus manos hacia arriba para agarrar las solapas de Sherlock y apartarle un poco.
-¿Qué estás haciendo?
-Darte prueba. - Sherlock se inclinó y le besó de nuevo y sus labios eran cálidos y tentadores… se abrieron ligeramente y John casi se debilitó, pero no estaba en su naturaleza ser débil. Se apartó.
-¿Prueba de qué?
-De que importas. De que no hay razón para que estés celoso- de Irene Adler o de cualquiera. - Se presionó hacia delante una vez más pero John le mantuvo en su sitio. Sherlock exhaló en frustración, sus manos deslizándose hacia los pantalones de John. -Te dije que nunca me habría puesto en una relación sexual con ella y lo decía de verdad. No hay nadie más a quien le ofrecería esto.
-¿Y con esto te refieres…?
Sherlock se encogió de hombros. -A mí.
John le observó. Cerró sus ojos y los abrió de nuevo pero Sherlock aún seguía ahí, aún estando mucho más cerca de lo normal. Bueno, en realidad no, eso no era estrictamente cierto- el hombre solía mantenerse mucho más cerca de lo que cualquiera consideraría aceptable, pero aún y así…
-Déjame aclarar esto -empezó. -Te estás ofreciendo a… ¿qué? ¿Ponerte en una ‘relación sexual’ conmigo?
Sherlock asintió en apruebo a su rápido entender de la situación.
-¿Y cómo de lejos…? No, déjalo. Saltemos a ¿por qué, exactamente? ¿Para demostrarme que te importo mucho más que Irene? ¿Ésa es tu motivación?
-No sólo Irene. Todo el mundo. Cualquiera. - Sus dedos hurgaban ahora y John respingó ante la presión en su hombro malo. Sherlock le soltó inmediatamente pero no se alejó. -Quiero que vuelvas.
John frunció en confusión. -Estoy justo aquí.
Sherlock sacudió su cabeza. -No. Porque te he descifrado- justo ahora, en realidad. Es por eso que el piso no parece estar bien, aunque he estado soñando con él durante seis meses. Ya no es mi hogar- tú lo eres.
John tuvo que luchar contra la repentina urgencia de sentarse.
-Has perdido la fe. En mí, en ti, en nuestro compañerismo. Eso es culpa mía y haré lo que sea necesario para restaurarla. ¿Estás atraído a mí, sí? - Sacudió su cabeza inmediatamente. -No te molestes en contestar- es obvio ahora que te has dado cuenta tú solo. Ya está, entonces. Estuvimos viviendo juntos durante dieciocho meses. Sabes que no soy sexualmente activo. Así que si te doy esto, es evidente, ¿verdad? Incontrovertible.
John se preguntó si las drogas que había tomado para su herida le estaban haciéndole sentir ligero de cabeza. Viendo su grado médico, pasó un vergonzoso número de segundos antes de recordar que la lidocaína era sólo anestesia local. Eso llevó a la realización de que no era sólo su cabeza lo que se sentía más ligera- todo lo hacía. Él lo hacía. Como si hubiera soltado una gran piedra, de hecho, mientras el marco de las dudas que había estado construyendo a lo largo de las últimas semanas empezaba a disolverse y formarse en una mucha más familiar y bienvenida estructura.
En cuanto a planes, la propuesta de Sherlock era, por supuesto, completamente demente. Sin embargo, como solía pasar en el caso de Sherlock, era sorprendentemente efectiva. Porque si estaba realmente preparado a llegar a tales extremos, entonces John innegablemente importaba. La extraña sensación de felicidad que lentamente había empezado a sentir desde que había sido disparado repentinamente cobraba mucho más sentido mientras pensó y repitió mentalmente la reacción de Sherlock en aquel entonces. Su expresión mientras la lámpara de escritorio se encendía y revelaba la sangre: ésa había sido de miedo… había sido de horror… había sido la expresión en el rostro de John seis meses y medio atrás.
Entonces hubo la abrupta aparición de Mycroft en la escena del crimen, su insistencia en que su hermano estaba en problemas, su sabedora sonrisilla cuando descubrió lo que había pasado. Sin mencionar la agitación de Sherlock cuando llegaron a casa- su acusación de que John no estaba esforzándose lo suficiente para sobrevivir, que se había dejado disparar; lo que era una gilipollez, claro, pero tal vez no era un miedo irracional después de lo que había pasado con Moran.
Las cosas estaban cayendo en su sitio y John empezó a sentirse él mismo por primera vez en demasiado tiempo. Vale, así que Sherlock había tenido una razón de más por su disculpa en Dartmoor, pero el hombre probablemente tenía media docena de razones por cada acción que hacía- pero todas podían ser válidas.
Tomó un profundo respiro y empezó a soltar sus miedos, preparándose para tomar un paso atrás y soltar a Sherlock del anzuelo que estaba listo para morder él mismo, pero entonces se pausó. No iba a aprovecharse de la ridícula oferta de Sherlock, por supuesto que no, pero… estas dos últimas semanas habían sido enormemente estresantes. Y los anteriores seis meses habían sido un completo infierno. Y Sherlock siempre le llevaba ventaja en casi todo. Y ciertamente John merecía algún tipo de compensación después de todo por lo que había pasado, ¿verdad?
Había bajado su cabeza para ocultar su hilo de pensamiento, pero ahora la levantó. -¿Vas en serio?
-Casi siempre. Y en este caso, ciertamente.
-De verdad harías esto… ¿acostarte conmigo sólo para demonstrar que estoy equivocado?
Sherlock arrugó su nariz. -¿Uno de verdad debe dormir?
John no pudo reprimir una carcajada mientras sacudía su cabeza. -No te preocupes por ello, Sherlock. No llevo gente a mi cama que no quiera realmente estar ahí y tampoco me apetece ser mandado por ti en ese escenario. - Alzó sus cejas acentuadamente. -Pero gracias por la oferta.
-¿Entonces me crees? ¿Podemos volver a la normalidad?
John frunció el ceño, adoptando una expresión de profunda cavilación. -Bueno… claro que, podrías haber adivinado que te rechazaría y resolver que sólo la oferta sería suficiente. Podría ser un farol, como lo del azúcar.
-¡Oh, por el amor de Dios! Vayamos a la cama y acabemos con esto. Quieres prueba- yo te daré prueba. No me importa- confio en ti.
-Tomaré un beso.
-¿Qué?
-He dicho, tomaré un beso. Nada demasiado serio, nada que pudiera estropear nuestra amistad, pero algo para demostrar que vas de veras, que no me estás engañando de nuevo.
-Está bien. - Sherlock dio un paso adelante y empezó a bajar su cabeza.
-No. - John tomó sus brazos y lo mantuvo en su sitio. -He dicho que tomaré un beso.
Sherlock frunció en confusión y John les volteó hasta que Sherlock estaba de espaldas contra un lado de su silla, y entonces le empujó hacia abajo hasta que estuvo sentado en el brazo de ella. Sherlock inclinó la cabeza hacia atrás automáticamente y John se movió para situarse en medio de sus piernas- no presionado contra él, pero sí en su espacio.
La expresión de Sherlock era perpleja, y John alzó una mano a su mandíbula y la acarició hasta llegar detrás de su oreja, en tal punto que podía arrastrar su pulgar a través del labio inferior de Sherlock. Eso parecía una buena idea, así que lo hizo de nuevo.
Sherlock casi bizqueaba para poder ver la mano que estaba debajo de su cara. -¿Qué estás haciendo?
-Lo que me apetece, como acordaste, así que cierra la boca… - Aplicó la más ligera presión con su pulgar, aún contra los labios de Sherlock, y bajó su voz. -….hasta que quiera que la abras.
Sherlock puso los ojos en blanco ante la cursi frase pero no era enteramente convincente ya que el dedo meñique de John estaba presionado contra el pulso latiendo en su garganta, que mostraba una mucho más interesante reacción. John sonrió.
Alzó su otra mano y empezó a rozar sus dedos por los rizos que colgaban en desorden sobre la frente de Sherlock, tratando de borrar la imagen mental de pelo oscuro bañado en sangre desparramado sobre la acera.
Sherlock habló contra el pulgar que aún acariciaba sus labios. -¿Dónde debería poner mis manos?
“Envíen sus preguntas en nuestro apartado de correos”, pensó John. Miró hacia abajo. Las manos de Sherlock estaban en cada lado de sus muslos, agarrando el brazo de la silla en la que estaba sentado. -Puedes dejarlas donde están.
Se centró de nuevo en lo que estaba haciendo, permitiendo que las puntas de sus dedos acariciaran un pómulo, alrededor del ojo, realmente mirando la cara de Sherlock por primera vez desde que las dudas le asaltaron y empezara a parecer un extraño. Pero éste era el Sherlock que John había conocido por dieciocho meses, el brillante, hermoso, imposible hombre que no se abría a nadie. Que se sentara aquí y permitiera esto…
John esperó hasta que la impaciencia de esos inquisitivos ojos se convirtió en aceptación, y entonces bajó su cabeza, viendo los ojos de Sherlock cerrándose antes de cerrar los suyos.
Suaves. Mucho más suaves que los labios de un hombre deberían ser, especialmente unos que eran constantemente utilizados para formar tales duras, abrasivas palabras. Una criatura de contrastes era este hombre, este Sherlock.
John mantuvo dos dedos en ese pulso chivato mientras probaba cada uno de los labios de Sherlock por turno, sin succionarlos, aún no, simplemente envolviendo sus propios labios alrededor de ellos y saboreando, girando su cabeza ligeramente de lado a lado para rozar su labios juntos hasta que Sherlock empezó a seguir sus movimientos- probablemente queriendo acabar esto de una vez por todas y así poder volver a algún emocionante experimento sobre moho, pensó John con afecto. Bueno, podía esperar. John había esperado por mucho tiempo- no para esto, exactamente, pero para algo. Para que el Sherlock que había perdido volviera a él.
Ladeó su cabeza, su beso volviéndose un poco más fuerte, y Sherlock se abrió por iniciativa propia, pero John no se precipitó. Sabía que pronto volverían a ‘trabajo como siempre’, y eso estaba bien, pero nunca había esperado o considerado este tipo de relación romántica con Sherlock por una variedad de razones, la mayoría de ellas aún con perfecto sentido. Pero sería un condenado si no iba a aprovechar esto al máximo.
Cuidadosamente, resiguió los labios de Sherlock con la punta de su lengua, empezando por el centro, y entonces moviéndose por el alrededor, su lengua tocando la esquina de la boca de Sherlock antes de recorrer por debajo y a través del grueso labio inferior que parecía hincharse debajo de su lengua, empujándose hacia delante en una aparente invitación que John no podía resistir. Aunque tampoco lo intentó. Tomó ese labio y le dedicó toda su atención, su mano libre enredándose en esos rizos en la nuca de Sherlock mientras mordisqueaba suavemente con sus dientes y Sherlock soltó un ruido sobresaltado, pero inmediatamente lo sofocó.
John continuó, metiendo su lengua rápidamente dentro de la boca de Sherlock y sólo tocando la punta de la suya antes de centrarse en su labio superior por un rato, definitivamente chupando ahora mientras su mano se deslizaba más abajo, envolviéndose alrededor de la nuca de Sherlock hasta que llegó por debajo del cuello de esa apretada camisa… y el latido debajo de sus dedos tropezó y saltó.
Alzó la cabeza. -Manos.
Sherlock puso sus manos de vuelta la silla, pareciendo sorprendido de descubrir que se habían movido- como si John las hubiera inducido a agarrar su muñeca sin el permiso de su dueño.
John asintió, llevando ahora sus dos manos a ahuecar la mandíbula de Sherlock y ladeó su cabeza. Los ojos de Sherlock se cerraron en anticipación ante la aproximación y sus labios ya se estaban abriendo incluso antes de ser tomados. John no la fastidió esta vez, pero Sherlock parecía sorprendentemente vacilante, su lengua encontrando la de John casi tímidamente, y entonces retirándose de nuevo. Su reticencia mandó un pulso de excitación a través de John que provocó una advertencia en su mente de no ir demasiado lejos, pero fue desatendida.
Mientras Sherlock se retiraba, John dio caza, deliberadamente deslizando una mano alrededor de su nuca y metiendo otra bajo su cuello otra vez y Sherlock jadeó, sus manos alzándose a los costados de John una vez más y John no las paró esta vez, permitiendo la sujeción mientras se aprovechaba del jadeo para inducir la lengua de Sherlock dentro de su boca, tentándola y provocándola con rápidas lamidas y caricias hasta que obtuvo lo que quería y Sherlock le estaba correspondiendo el beso, esforzándose por seguir a John cuando se apartaba y empujándose contra la mano que ahuecaba su mandíbula, acariciaba su cara, recorría su pelo mientras John se perdía en lo que estaba haciendo, las sensaciones, el poder de ello, de erguirse por encima de este hombre que se mantenía más alto que cualquier persona que John había conocido, este hombre que lo significaba todo para él… todo… todo.
Dejó que algo de la aflicción que había sufrido se filtrara en el beso, consolándose con el aliento fundiéndose con el suyo, la calidez de la piel bajo sus manos, el calor y el sabor de Sherlock. Prueba de la vida que había añorado, había llorado, no había querido vivir sin. Nunca quería vivir sin.
Besó a Sherlock con todo la fascinación y asombro que había sentido por él desde casi el momento en que se conocieron, venerando su boca mientras la exploraba, sacando toda su experiencia y gozando de la respuesta de Sherlock, contando cada sobresaltado gemido, cada jadeo cortado, cada apretón de dedos sobre sus caderas como un triunfo personal. Entonces compartió algo de su ira, vieja y nueva, ambas de cuando pensaba que Sherlock se había matado y de cuando descubrió que no lo había hecho, succionando casi demasiado fuerte, pellizcos al borde de mordiscos, rasgando sus dientes sobre las labios de Sherlock hasta que estuvieron hinchados bajo los suyos- pero aun así Sherlock no se apartó, no protestó, no hizo nada más que aceptar todo lo que John le daba… y cualquier pensamiento sobre por qué realmente estaban haciendo esto empezó a transformarse en una pregunta de por qué no lo habían hecho hace mucho, mucho tiempo.
Una fugaz preocupación de que Sherlock debía estar incómodo con la cabeza inclinada hacia atrás en tal ángulo devolvió a John a la realidad al fin, dejando atrás la idea que inmediatamente supo que era un paso demasiado lejos… algo que no debería hacer… algo peligroso. Apartándose de la boca de Sherlock, presionó un senderó de besos por su mandíbula hasta que pudo morder el lóbulo de una oreja, medio esperando un quejido de que esto no estaba en el trato, pero Sherlock parecía centrado en recuperar su aliento, tragando saliva dos veces antes de hablar.
-¿Hemos acabado?
Las palabras surgieron en una voz tan roncamente tentadora que respondieron su propia pregunta y el reto en ellas explotó las reservas de John a polvo. Dio un paso al lado y empujó la cabeza de Sherlock hacia delante, y entonces se inclinó por encima y cuidadosamente mordió su nuca… y Sherlock gimió, sus manos agitándose ampliamente antes de agarrar a John, amarrando sus manos en su jersey y arañándole, dedos hurgando.
-John… por favor. - Había un toque de algo casi desesperado en su voz y John le soltó y dio un paso atrás.
-Ahora hemos acabado.
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