Mar 20, 2009 22:02
La vi mientras se recargaba en el barandal del segundo piso. Ella estaba abajo sentada en una banqueta mientras hablaba con una amiga suya. No recuerdo su cara, creo que no la alcancé a ver; pero sí su cabello. Era lacio, el más lacio que he conocido, y el más brillante también. Era una suave cascada de color ébano cayendo hasta más de la mitad de la espalda. Ella movía sus manos con gráciles ademanes y de vez en cuando las pasaba por su cabellera, formando una imagen que contenía la definición misma de la belleza. Las chicas que me acompañaban también la vieron y en un gesto nervioso trataron de aplacar sus no tan perfectas cabelleras.
“¡Qué bonito cabello tiene!” exclamó una
“Sí” contestó otra “Hay que pegarle un chicle”
Las demás asintieron solemnemente.
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Una pequeña historia que tenía arrumbada por ahí. Me gusta, y está basada en un hecho real.
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