Número: [97/97]
Título: Promesas.
Fandom: Katekyo Hitman Reborn!, Doctor Who.
Pairing: Amy +Gokudera
Extensión: 453
Advertencias: OoC. Basado en las relaciones de esos dos en el rol de Mansión RPG.
Notas: Raaaaaaaaaandom.
“Entonces... ¿prometes que tocaras el piano para mí alguna vez?”
“¡Mmm! Lo prometo.”
Cuando volvió a su mundo, la alegría y la tristeza la embargaron por igual. Porque al fin se había librado de ese loco, raro y a veces estresante lugar, pero también, eso significaba que no estaría ya con las personas que había conocido en Nadalandia y no las iba a volver a ver.
Su hijo incluido en ese grupo.
Soltó un suspiro mientras caminaba aburrida hacia su casa. Vaya que extrañaba a ese berrinchudo, volátil y sexy italiano.
Y, por supuesto, molestarlo y manosearlo también extrañaba hacerlo, sobretodo lo segundo, después de todo, no estaba tan bueno y solo para ver y no tocar.
Además, dejando eso de lado, en verdad le hubiera gustado que tocara el piano para ella, pero tal parecía que esa era otra cosa por la que iba a tener que esperar.
En serio, ¿qué tenía el karma con hacerla esperar siempre por las personas que eran importantes para ella? Oh definitivamente, cuando conociera al responsable de todo eso, ese alguien iba recibir una patada justo donde más le dolie...
Oh por Dios… ¿pero qué?
Ok, juraba que no volvería a maldecir al karma si eso era real y no una alucinación de su, aunque lo negara, loca mente. Más precisamente, que esa persona, sentada justo en la entrada de su puerta, fuera real, y que en verdad estuviera allí, viéndola fijamente con una mirada seria mientras un cigarrillo colgaba de sus labios.
Gokudera se encogió de hombros, aparentando desinterés, dando otra calada al cigarrillo antes de hablar en tono bajo.
―Aún hay una promesa que tengo que cumplir, ¿no loca?
Unos brazos lo rodearon rápidamente ni bien terminó de hablar, estrujándolo fuertemente, al mismo tiempo que Amy escondía su rostro en el cuello de su adorable hijo, sonriendo ampliamente, cosa que impidió que viera la media sonrisa que Gokudera lucía en sus labios.
―Espero que al menos tengas un piano, Amy.
Amy rió, antes de separarse un poco de él, solo para poder darle un largo beso en la mejilla sin dejar de sonreír en todo momento.
Finalmente… no había tenido que esperar.
Gokudera la dejó ser por unos segundos más antes de, aparentando molestia, sacársela de encima para poderse levantar, diciéndole que se apresurara al mismo tiempo que entraba a la casa como si fuera la de él, seguido de cerca por una bastante alegre Amy.
Gokudera volvió a sonreír un poco, antes de sentarse en el banco a un lado del piano y comenzar a cumplir una de las dos promesas que había hecho.
Después de todo, aún tenía una por cumplir, y un gato blanco esperando ser regalado a cierta niña rubia.