Título: Silence is a Scary Sound
Pareja: ChanLu
Resumen: Lu Han nunca pensó que su vida pudiera resumirse en una lista de canciones, pero Park Chanyeol le demostró que se equivocaba.
Número de palabras: 19k+
Notas de autora: Fic para Aleebit. Mi participación en Seoul Nights 3.0
Me he tomado la libertad de crear una lista de reproducción que podría ser interesante para leer el fic
Music!Music!Encontrarás más notas al final del fic, pero será más guay si las lees al final ;)
SILENCE IS A SCARY SOUND
“The times you lived through, the people you shared those times with - nothing brings it all to life like an old mix tape. It does a better job of storing up memories than actual brain tissue can do. Every mix tape tells a story. Put them together, and they can add up to the story of a life.”
― Rob Sheffield, Love is a Mix Tape
♫ ♫ ♫
Pies en paralelo con los hombros, columna recta, hombros y brazos relajados, barbilla recta. Inspirar por la nariz y canalizar el aire a la zona abdominal. Dejar que la voz fluya desde el diafragma y no desde la garganta.
Hay un dolor que no puede expresarse. Hay un dolor que sigue y sigue. Sillas vacías en mesas vacías. Ahora mis amigos han muerto y se han ido. Aquí hablaron de revolución. Aquí es donde encendieron la llama. Aquí cantaron sobre el mañana, pero el mañana nunca llegó.
Un cuatro por cuatro perfecto. Fuerte, débil, fuerte, débil. Blanca, negra con puntillo y corchea. Moderatto. Una métrica inamovible, sin desviarse ni una milésima de segundo del tiempo marcado como un reloj.
Desde la mesa del rincón, podían ver un mundo renaciendo. Y se levantaron con voces resonantes. Y puedo escucharles ahora. Las mismas palabras que ellos habían cantado se convirtieron en la última comunión en la solitaria barricada al amanecer.
Pasar de las notas graves a las agudas sin falsearlas. Re, Do sostenido, Do, Re, Mi, Fa, Mi, Re, La, Fa. Silencio. Fa, Sol, Fa, Mi, Re, La, Fa. Notas claras, que no suenen forzadas por la garganta.
Oh amigos míos, amigos míos, perdonadme. Porque yo he vivido y vosotros os habéis marchado. Hay un dolor que no puede ser expresado, hay un dolor que sigue y sigue.
Modulación por acorde. Mi con calderón. Detener el tiempo y prolongar la nota a placer. Producir un ligero vibratto.
Caras fantasmales en las ventanas. Sombras fantasmales en el suelo. Sillas vacías en mesas vacías donde mis amigos no se encontrarán nunca más. Oh amigos míos, amigos míos, no me preguntéis para qué sirvió vuestro sacrificio.
Un sotto voce marcado en la partitura. Sol, La, Sol, Sol, Re, Mi. Ralentizar la melodía para dar más énfasis al final. Do.
Sillas vacías en mesas vacías donde mis amigos no cantarán nunca más.
Acompañamiento y fin. Una interpretación perfecta.
♫ ♫ ♫
Lu Han arrugó la carta que tenía entre las manos y la tiró a la papelera más cercana sin demasiados miramientos. Todavía no era capaz de entender cómo se le había podido escapar el papel de Marius Pontmercy de entre los dedos. Había pasado semanas enteras perfeccionando la pieza de Los Miserables que había interpretado para la audición y sabía perfectamente que no había cometido ningún error. Lo que más le molestaba era que el papel se lo había llevado Byun Baekhyun, y aunque sabía que era uno de los mejores de la Escuela de Música de la Universidad Nacional de Seúl, Jongdae le había contado que, a menudo, arrastraba las notas y se olvidaba de que no debía forzar su garganta. ¿Qué había hecho mal? Le hubiera gustado que le hubieran dado una explicación personalmente, no a través de un mísero papel. Lo sentimos, esperamos verle en otra ocasión.
Dada la situación, tendría que buscar otra audición a la que presentarse. Tal vez podría intentarlo con Sweeney Todd. El papel de Anthony Hope se adaptaba perfectamente a sus características, y el tema Johanna era perfecto para poder mostrar sus habilidades. Participar en un musical no solo le ayudaría en su futura carrera, sino que también le daría puntos para poder seguir manteniendo la beca que tanto esfuerzo le había costado conseguir para poder estudiar en Corea del Sur.
Sin embargo, saber que ni siquiera habían considerado la opción de incluirle en el elenco como parte del coro o understudy de alguno de los papeles menores como Enjolras le había hundido en la miseria. Hacía meses que estaba agobiado cada vez que pensaba en una partitura o un ejercicio vocal. Estaba cansado, muy cansado, y lo que menos le apetecía era empezar a preparar una nueva audición desde cero.
Con cuidado, se recolocó la bufanda que protegía su garganta del frío que empezaba a reinar en la ciudad. Aquella noche había quedado con sus amigos en Hongdae, pero cuanto más se acercaba al punto de encuentro, más ganas tenía de salir corriendo. Necesitaba despejar la mente y olvidarse de la maldita audición, pero sabía que, aunque sin mala intención, ellos no harían más que recordárselo.
Tal vez, por una vez en su vida, estuviera bien tomar un trago.
Siendo Viernes por la noche, las calles estaban abarrotadas de gente que iba de un lado para otro, intentando encontrar alguna de las tiendas indie todavía abierta, recogiendo a su pareja para hacerse carantoñas en alguno de los cafés temáticos de la zona o, principalmente, para refugiarse en alguno de los muchos clubs donde músicos independientes actuaban cada noche.
Dejándose arrastrar por aquella marea de gente, Lu Han bajó las escaleras de uno de aquellos locales para descubrir que ya estaba abarrotado de jovencitas que pretendían parecer más mayores de lo que eran con minifaldas negras demasiado cortas y un maquillaje exagerado que en la mayoría de los casos no les hacía ningún favor. Con codos atacando sus costillas a cada paso, se dirigió hacia la barra y se dejó caer en uno de los taburetes, sintiéndose como si hubiera acabado de conseguir el oro en atletismo.
- ¿Qué te pongo?
Dio un respingo en su asiento y alzó la cabeza para encontrarse con el chico más alto que hubiera visto en su vida. El pelo corto y negro, las cejas pobladas fruncidas en un gesto poco amistoso y la ropa negra repleta de pinchos le daban un aire peligroso, como si se tratara de un mafioso o un asesino.
-Bueno -atinó a decir después de varios intentos -. Cualquier cosa me sirve.
Con cara de concentración, el camarero sacó un vaso alto y lo llenó de cerveza negra fría. Después sacó una cuchara y, poniéndola del revés sobre el vaso, comenzó a verter el contenido de una botella con líquido transparente sobre ella, haciendo que fluyera lentamente por los laterales del cristal. Cuando se lo tendió, Lu Han pudo contemplar el degradado del marrón oscuro de la cerveza al amarillento casi cristalino de lo que fuera que contuviese la otra botella al haber quedado separados.
-Black Velvet -anunció el otro chico -. Un favorito de la casa.
Arrugando la nariz por el fuerte olor a alcohol al que no estaba acostumbrado, le dio un largo sorbo y, para su sorpresa, pudo percibir un ligero sabor afrutado que no le desagradó en absoluto. Como si nunca en su vida hubiera podido beber nada, apuró el vaso hasta terminarlo, y con una media sonrisa, el camarero comenzó a preparar otro sin decir nada.
Aunque no se había dado cuenta, hacía un buen rato que algún grupo había comenzado a tocar en el minúsculo escenario del bar. Era una canción de rock en un inglés que le costaba comprender pero que tenía a todas las chicas gritando Woohoo cada dos segundos. A decir verdad, la melodía le resultaba familiar y probablemente la había escuchado un centenar de veces en la radio, pero en aquel instante, su segundo Black Velvet le interesaba muchísimo más.
De pronto, la sala se quedó en silencio y comenzaron a escucharse los acordes, suaves y dulces, de una solitaria guitarra acústica. Pero fue la voz la que hizo que Lu Han se olvidara del alcohol y volcara su atención en el escenario. Porque era una voz grave y profunda, pero aterciopelada y dulce como el chocolate fundido.
Vengo a reunirme contigo, a decirte que lo siento, no sabes lo maravillosa que eres. Tenía que encontrarte, decirte que te necesito, decirte que te aparté de mí.
Pudo detectar alguna nota equivocada, algún problema de respiración y más de algún detalle que hubiera hecho que suspendiera los exámenes de la Escuela de Música, pero por algún motivo, aquella voz hizo que Lu Han sintiera unas ganas irrefrenables de llorar. Como si fuera un marinero de la tripulación de Ulises al que nadie hubiera tapado los oídos, se abrió paso hasta el escenario, olvidándose de los pisotones y los insultos del resto de espectadores, mesmerizado por aquella canción.
Nadie dijo que fuese fácil. Es una pena que tengamos que separarnos. Nadie dijo que fuese fácil. Nadie dijo nunca que iba a ser tan difícil. Oh, llévame al inicio.
Piernas largas y esbeltas sobre las que descansaba la guitarra, labios carnosos en forma de corazón ocultando una perfecta línea de dientes blancos, flequillo castaño cayendo sobre los ojos y una camiseta negra de tirantes que dejaba al descubierto unos hombros bien formados y la blanca piel de sus brazos. Sencillo y común. Lu Han era consciente de que, en cualquier otro momento, aquel chico ni siquiera le hubiera llamado la atención, pero subido en aquel escenario, brillaba como la más cercana de las estrellas.
Con el último acorde de la canción, levantó la vista hacia el público, mostrando unos ojos grandes y redondos como los de una gacela, y aunque tal vez fuera cosa del alma de quinceañera que se había apoderado de él, Lu Han juraría que sus miradas se cruzaron durante un par de segundos.
Entonces sonrió y el suelo desapareció bajo sus pies.
♫ ♫ ♫
-Se llama Chanyeol.
Lu Han parpadeó un par de veces y después miró confundido a Kris, el camarero que más de tres meses atrás le había servido su primer Black Velvet y que había resultado ser más agradable de lo que parecía a simple vista. Éste señaló en dirección al escenario y Lu Han tragó saliva. ¿Tan obvio resultaba que si había estado acudiendo allí casi sin descanso era porque no podía quitarse al chico de la guitarra de la cabeza?
-No sé a qué te refieres.
Estaba seguro de que no había sonado demasiado convincente, porque por algún motivo, era demasiado malo mintiendo y siempre acababan pillándole, pero Kris se limitó a encogerse de hombros y siguió secando las copas que acababa de sacar del lavavajillas.
Chanyeol.
Se descubrió a sí mismo preguntándose cómo sonaría ese nombre en sus labios, y tuvo que dar un largo trago de su vaso, tratando de disipar aquella idea de su mente. Pensaba que tenía más que superada la época en la que las paredes de su cuarto estaban literalmente forradas de pósters de Jaejoong y YunHo de DBSK. Pero aquello era, en cierto sentido, diferente, porque aunque en aquellos tres meses tan solo habían intercambiado un par de miradas, Chanyeol era cercano, era real. Algo que podría tocar si tan solo tuviera la valentía necesaria para estirar un poco su brazo.
-¡Kris, ponme algo de beber!
Como si un huracán acabara de pasar por su lado, Lu Han estuvo a punto de caerse del taburete en el que se había sentado, y cuando por fin logró recuperar el equilibrio, se encontró con que el mismísimo Chanyeol estaba sentado a su lado tratando de conseguir una copa gratis poniendo cara de corderito degollado.
- ¿Cuántas veces te he dicho que no puedes beber mientras tomes antibióticos?
-Solo un poquito. Media copa, nada más. ¿Por favor?
Pero Kris se mantuvo firme y Lu Han se preguntó cómo era capaz. Con aquella voz y aquel rostro, él no hubiera podido negarle nada. Ni siquiera el Universo. Tal vez fuera del escenario y lejos de su guitarra perdiera parte de su brillo y su carisma, pero su voz era todavía más bonita cuando hablaba y le hacía sentir un ligero cosquilleo en los dedos de los pies.
-Mira, Chanyeol, te presento a Lu Han.
Estuvo a punto de escupir su Black Velvet cuando los ojos del otro chico se clavaron en su perfil, pero Kris sonreía triunfante, pues había conseguido cambiar el foco de atención. Si tan solo hubiera sabido con seguridad que no pertenecía a ninguna mafia, le hubiera matado allí mismo.
-Encantado -dijo tratando inútilmente de mantener la compostura.
-Oh vaya, creo que tu cara me suena. ¿Vienes a menudo? - Lu Han asintió suavemente, extasiado por la idea de que, de un modo u otro, se hubiera fijado en él - ¿Y a qué debemos el placer?
-Al Black Velvet.
Lo dijo casi sin pensarlo, como si las palabras se hubieran escapado de su boca. Kris puso los ojos en blanco pero no comentó nada y aunque no pondría la mano en el fuego, le pareció detectar un destello de decepción en los ojos de Chanyeol. Sin embargo, enseguida soltó una risita y le dio un golpe cariñoso en el hombro a Kris que hizo que se preguntara qué clase de relación tenían.
- ¿Vas a dejar de engañar a la gente con lo del Black Velvet? El cocktail se creó en 1861 en el Brook’s Club de Londres para llorar la muerte del Príncipe Alberto. Estamos hablando de un local privado para los hombres de la alta sociedad británica. Ellos podían permitirse beber champagne, nosotros nos tendremos que conformar con este sucedáneo - se acercó a su oído, como si fuera a hacerle una confidencia, pero habló lo suficientemente alto como para que el otro les escuchara -. Kris es un farsante, le pone sidra en lugar de champagne. Es el Black Velvet del Hombre Pobre. Siento haber roto tus ilusiones.
- ¿Cómo sabes todo eso?
Por el rabillo del ojo pudo ver cómo el camarero cruzaba los brazos en señal de prohibición, pero era demasiado tarde y un brillo especial se había apoderado de los ojos de Chanyeol.
-En primer lugar porque fui yo quien enseñó a Kris cómo preparar un Black Velvet. En segundo, porque no vas a encontrar a nadie en Corea del Sur que sepa más sobre Reino Unido que yo. A menos que sea un inglés, claro está. Y aun así, tendríamos que discutirlo…
- ¿Y de dónde procede ese interés? -tal vez el alcohol le había dado cuerda a su lengua, o tal vez, simplemente, necesitara seguir escuchándole hablar.
- ¡La música! Reino Unido ha dado al mundo los mejores grupos de la historia. Desde los Beatles o Queen, pasando por grupos como Oasis y Blur, a otros más jóvenes como Coldplay o Busted. Cada uno con su propio estilo, pero todos ellos maravillosos.
-La verdad, no conozco demasiado la música británica.
- ¡No puede ser!
-Y ahí va otra vez -comentó Kris con cierta sorna - Chanyeol y su interminable búsqueda de adeptos para su secta.
-Tú a callar. Cuando se trata de cuestiones de música tu opinión no cuenta, lo siento mucho. Y ahora, escúchame, Lu Han.
Tal vez dijera algo sobre una próxima vez. O sobre un casette, si es que eso seguía existiendo. Pero no había podido escuchar nada más. Porque Chanyeol había dicho su nombre.
Y con toda sinceridad, sonaba como el Paraíso.
♫ ♫ ♫
Bueno, yo nunca rezo, pero esta noche estoy de rodillas, sí. Necesito escuchar sonidos que reconozcan la pena que hay en mí, sí. Dejo que la melodía brille, que limpie mi mente, me siento libre ahora. Pero las ondas radiofónicas están limpias y no hay nadie cantando para mí en este momento.
Lu Han golpeaba rítmicamente la mesa con el lapicero que estaba utilizando para subrayar su libro de Historia de la Ópera II. Chanyeol, aunque con casi un mes de retraso, había cumplido la promesa que nunca había llegado a escuchar y le había preparado un enorme repertorio musical que llevaba escuchando sin descanso durante semanas. Había incluido clásicos que conocía perfectamente como The Beatles o Queen, y otros muchos de los que tan apenas había oído hablar como The Cure, Franz Ferdinand o McFly. Y aunque aquella no era el tipo de música que solía escuchar, había acabado encariñándose con ella y con el ruido de la cinta al rebobinarse. Porque sí, en contra de lo que todo el mundo pudiera creer, los casettes seguían existiendo y al parecer Chanyeol tenía un cierto apego nostálgico hacia ellos aun cuando él había nacido en una época en la que el CD era el Rey indiscutible. Lu Han había sido incapaz de contradecir la cara de ilusión del chico, así que había acabado arrastrando a Yixing a la Galería Comercial de Música de Nakwon para encontrar un reproductor, y desde entonces, se había convertido en un aparato tan imprescindible para él como el móvil o el metrónomo.
-Tierra llamando a Lu Han… Lu Han, ¿me recibe?
Con gesto confundido, se quitó los cascos al recibir en la frente el golpe una pelotita de papel perfectamente doblada por Kyungsoo, su compañero de clase, que estaba sentado frente a él.
-Me habías dicho que querías que estudiara contigo por si tenías alguna duda. ¿Cómo vas a tener dudas si después de dos horas sigues en la primera página?
-Lo siento, me he despistado.
En realidad, el problema era que resultaba mucho más interesante imaginarse a Chanyeol cantando aquellas canciones que aprenderse de memoria los miembros de la Camerata de’ Bardi. Especialmente después de haber pasado dos semanas sin verle por culpa de los malditos exámenes.
- ¿Otra vez estás escuchando la música de tu amiguito? -inquirió Jongdae mientras le quitaba uno de los cascos - ¿No crees que empiezas a estar un poco obsesionado con él?
-No es eso. Solamente me gusta mucho su voz, me inspira. De verdad, tendríais que verle sobre el escenario para poder entenderlo -suspiró -. Es algo… ¿mágico? Como si fuera un Dios o algo así…
-Y por eso quieres llevártelo a la cama -sentenció Kyungsoo.
- ¡No! ¡Yo no he dicho eso! Además, ¿por qué estáis dando por sentado que me gustan los chicos?
-Venga, Lu Han, no intentes disimular. Sabemos que le diste calabazas a Jessica Jung, la de último curso, y eso solo quiere decir que o bien tienes una enfermedad grave que afecta a tu vista, o bien te gustan los chicos.
- ¡Yixing, te dije que lo de Jessica era un secreto! -exclamó con reproche hacia su compañero de piso y confidente, que se limitó a encogerse de hombros mientras seguía garabateando en un cuaderno de pentagramas.
-No fue Yixing -Junmyun levantó la vista por primera vez de su libro de Composición y Armonía -. Nunca subestimes las redes de tráfico de información de Do Kyungsoo. Cuando éramos pequeños, todas las ahjummas del barrio acudían a él para conocer las novedades. La verdad, no sé cómo lo hace.
-Pero no tienes que preocuparte por lo que pensemos nosotros -insistió Jongdae - Además de mantenernos bien informados, Kyungsoo ha logrado que estemos acostumbrados a tratar con chicos gay…
- ¿Tú también? -preguntó Lu Han en dirección a su compañero de clase.
-No -rió Junmyun-. Pero por algún motivo que aun no hemos conseguido determinar, todos los hombres homosexuales de este país están enamorados de él.
-Pero no hablábamos de mí -respondió el aludido carraspeando- Mira, Lu Han, ya somos mayores y lo de los príncipes y princesas lo dejamos atrás hace años. No hay nada malo en querer acostarse con otra persona adulta. Además, seguro que ni siquiera es tu primera vez.
Lu Han pensó que en eso tenía razón. Era un chico joven y hacía años que había empezado a sentir las urgencias que llegan con la edad y el aumento de la testosterona. Había tenido sus romances y también sus aventuras, pero no era eso lo que pretendía con Chanyeol. En absoluto. Aunque tal vez sí era cierto que le atraía un poco. Y que tenía una voz profunda y sexy que le encantaría poder escuchar susurrándole al oído.
Lu Han…Lu Han…
Un escalofrío recorrió su espina dorsal solo de imaginarlo. Frustrado, enterró la cabeza entre los brazos. ¿Quién querría enemigos teniendo amigos así?
♫ ♫ ♫
Con amor o sin él, encuentra el sentimiento. Grita, llora, es el tiempo de sanar. Sientes que los momentos han pasado demasiado rápido. Observas cómo las nubes se posan sobre ti. Partido en dos, cierras los ojos en busca de un lugar nuevo. Partido en dos. Y siento que se hunde, diez metros bajo la tierra. Estoy esperando tu mano sanadora, un solo toque podría traerme de vuelta. Siento que nos hundimos, diez metros bajo la tierra. Simplemente, así es como me siento.
Aunque el local ya se había quedado vacío un rato atrás, Lu Han, apostado contra la pared para intentar protegerse de la lluvia, todavía seguía tarareando la última canción que Chanyeol había interpretado aquella noche. Después de las semanas que había pasado sin verle, había tenido la esperanza de haber perdido aquel sentimiento de ingravidez cada vez que le escuchaba, pero en contra de todo pronóstico, éste no había hecho más que intensificarse, y la conversación que había mantenido con sus amigos días atrás no le había ayudado en absoluto.
-Me alegro mucho de verte por aquí -sobresaltado, se giró hacia la puerta para encontrarse con un Chanyeol que, sonriendo de oreja a oreja, cargaba con su guitarra y un paraguas amarillo -. Pensaba que después de escuchar la cinta habías quedado horrorizado y habías decidido huir. Kris dice que no te hubiera culpado por ello, pero yo seguía manteniendo la esperanza.
-Creeme, no hubiera huido tan fácilmente. Quiero decir -añadió rápidamente antes de que el otro pudiera hacer alguna pregunta incómoda - que me gustó mucho. De verdad. De hecho, esperaba que pudieras grabarme alguna más.
- ¡Sí! -exclamó haciendo un gesto de victoria con el brazo -Kris me debe una cena. Ya tengo pensadas todas las canciones que voy a enseñarte, te van a encantar. Lo que te pasé la última vez no eran más que canciones de iniciación…Esta vez te grabaré mis favoritas, las verdaderamente buenas.
Lu Han sonrió complacido ante la idea de poder atisbar parte del mundo del chico que tenía frente a él, y ambos se quedaron en silencio durante un instante. De pronto, Chanyeol pareció reparar en algo.
-Es muy tarde… ¿Esperas a alguien?
A ti.
-No, pero he perdido el último metro a casa. Estaba esperando a ver si pasaba algún taxi, pero todos van llenos y tampoco he cogido paraguas.
-Vaya -el otro chico se mordió el labio inferior y le miró de reojo, dubitativo - ¿No eres ese tipo de fan obsesivo y maniaco en el que resultaría peligroso depositar demasiada confianza, no? Quiero decir, vas a la Universidad, tienes una beca…Supongo que eres un buen chico, ¿no?
-Supongo que sí…
-Está bien, Lu Han, más te vale no defraudarme. ¿Por qué no vienes a mi casa? No es gran cosa, pero no te mojarás y tengo un sofá extremadamente cómodo. Y si tratas de asesinarme o robar mi ADN para clonarme, mi perro guardián te morderá.
- ¿Tienes un perro?
-Algo así -respondió con una sonrisa torcida que no fue capaz de descifrar -. ¿Vamos? No estamos demasiado lejos.
Chanyeol le hizo un gesto para que se colara debajo del enorme paraguas y no dudó ni siquiera un segundo en hacerlo. Aunque ninguno de los dos dijo nada durante todo el camino, el espacio era reducido, y sus brazos se rozaban continuamente, haciendo que Lu Han sintiera sus mejillas encendidas. En realidad, se preguntaba a sí mismo qué demonios pretendía. Aunque Chanyeol nunca llegaría a descubrirlo, era posible que hubiera dejado escapar el último tren intencionadamente. Y tal vez, solo tal vez, también hubiera dejado pasar la oferta de seis taxistas ansiosos de llevarse su dinero. Quizás en el futuro alegara que había sido una enajenación momentánea, pero en el fondo, llevaba planeando aquella noche desde el mismo momento en el que Do Kyungsoo había afirmado que quería llevarse al guitarrista a la cama. Maldito enano y sus ideas extrañas sin ningún tipo de base.
-Bienvenido a mi palacio.
Gesticulando exageradamente, Chanyeol le indicó que pasara. Había imaginado que viviría en uno de esos pisos de películas sobre chicos rebeldes que más bien parecen salas de una gran fábrica abandonada, pero aquel era un piso completamente normal. Un poco más pequeño de lo habitual. O tal vez solo fuera la sensación que creaba el hecho de que el lugar estuviera abarrotado con guitarras, estanterías llenas de libros, discos de vinilo y casettes e incluso una batería abandonada en el rincón más oscuro. En una de las tres puertas que podían distinguirse desde donde estaba, colgaba una bandera de Reino Unido, y Lu Han no tuvo duda alguna de que aquella era la habitación de Chanyeol.
-Toma -dijo mientras le tendía una manta y lo que, a juzgar por las pelusillas, parecía un pijama viejo -Supongo que te quedará algo grande, pero es lo único que tengo. Esa puerta del fondo es el baño, por si necesitas usarlo.
-No te preocupes. Muchas gracias por todo.
Chanyeol asintió y a Lu Han le pareció percibir una atmósfera un tanto extraña en los dos segundos que se miraron, pero finalmente, el otro apartó la vista y, murmurando un buenas noches, desapareció tras la puerta de su dormitorio. Sin molestarse si quiera en ir al cuarto de baño, se puso el pijama que, como era de esperar, le quedaba enorme y que para no variar, estaba repletos de motivos relacionados con Londres, como los carteles de Underground y las cabinas rojas. Con un suspiro, se dejó caer sobre el sofá y cerrando los ojos, trató de dormir para evitar hacer una locura de la que probablemente acabaría arrepintiéndose.
Tal vez fuera que el sofá era, en realidad, un poco incómodo, o tal vez simplemente fuera su conciencia intranquila, pero por más que contaba ovejitas, le estaba resultando imposible dormir. No paraba de recordar las palabras de Kyungsoo y la cercanía de su piel y la de Chanyeol bajo aquel paraguas. Pero lo peor era cada vez que su mente decidía que era una buena idea imaginar aquella voz profunda susurrando su nombre. Lu Han, Lu Han, Lu Han… El calor que se había apoderado de su cuerpo era insoportable y, como si tuviera un resorte, se levantó y se dirigió hacia la puerta con la bandera británica.
Chanyeol, con los brazos cruzados tras su nuca, tampoco estaba dormido, y con cara de sorpresa, se incorporó levemente.
- ¿Te encuentras bien?
Lu Han, con las mejillas azoradas, era incapaz de mirarle. Ni siquiera era capaz de moverse y había olvidado cómo seguir respirando. Una parte de sí mismo le decía que saliera de allí inmediatamente, pero la otra, la irracional, el pequeño diablillo de su hombro izquierdo, gritaba a los cuatro vientos que aquello era lo que más deseaba. Hazlo. Hazlo. Hazlo. Le miró de reojo y la visión de un Chanyeol con el pelo revuelto, sin camiseta y lo que parecía un tatuaje oculto bajo la goma de unos boxer fue más de lo que pudo soportar. Se subió a la cama y gateó hasta que su rostro y el del otro chico estaban a escasos centímetros.
-Lu Han -susurró Chanyeol con el ceño fruncido - Yo no creo en el amor y todas esas cursilerías…
- ¿Quién ha hablado de amor?
-Solo quería que quedara claro antes de…
-Cállate.
Se inclinó hacia delante, tratando de atrapar con sus labios aquellos por los que la magia fluía cada noche en un bar, pero Chanyeol le esquivó y atacó el hueco entre su cuello y su hombro. No fue un mordisco doloroso, pero hizo que la sensitiva piel de Lu Han se erizara a la velocidad de la luz. Y con la sangre empezando a bombear con fuerza contra sus oídos, todo ocurrió demasiado deprisa. La ropa cayó al suelo en un abrir y cerrar de ojos, y el otro chico no se ando con miramientos o juegos previos. Entre pequeños mordiscos que le estaban llevando al borde de la locura, Lu Han no tardó en notar a Chanyeol inundando su cuerpo. El otro chico estaba sentado con la espalda apoyada en el cabecero, y Lu Han, encima de él, con sus piernas atrapándole, disfrutaba pudiendo tener el control de la situación y sabiendo que era el causante de aquellos gemidos de placer. Pero cuando empezó a notar cómo su consciencia empezaba a desvanecerse, las manos grandes que habían sujetado su espalda y sus caderas con firmeza atraparon su cara.
-No cierres los ojos. Mírame, Lu Han.
Y aunque resultara dolorosamente placentero, no pudo más que obedecer y contemplar la profundidad de aquellas pupilas dilatadas que brillaban como constelaciones. Pero si Chanyeol quería aquello, él también tenía sus propias exigencias.
-Quiero que digas mi nombre, que lo susurres, que lo cantes. Una y mil veces.
-Lu Han -susurró sin apartar la vista ni un segundo - Lu Han, Lu Han, Lu Han…
Aquello era demasiado maravilloso y sentía que no iba a poder aguantar mucho más, y a juzgar por la respiración entrecortada del otro, no era el único. Pero entonces, pudo escuchar el ruido de la puerta de la entrada y se detuvo en seco. Sin embargo, Chanyeol volvió a hacer que fijara su atención en él.
-No pares, no pares ahora -susurró arrastrando las palabras - Solo tendremos que ser un poco más sigilosos.
Y a pesar de la interrupción, no les costó seguir donde lo habían dejado, cada vez más rápido, más profundo, hasta que volvió a sentir los dientes clavándose en su hombro tratando de ahogar un grito y tan solo un instante después, su cuerpo tensándose bajo la influencia del mejor orgasmo de su vida.
Permanecieron así un par de minutos, mirándose a los ojos y tratando de recuperar la respiración, pero cuando por fin lo hicieron, Chanyeol le apartó con delicadeza. Lu Han temió que fuera a decirle que se marchara en ese mismo instante, pero en lugar de ello, se acurrucó contra la pared y le dio la espalda, dejando hueco más que suficiente para encajar su cansado cuerpo.
-Y ahora intenta dormir -susurró con voz somnolienta antes de que la estancia se quedara completamente en silencio.
Cuando abrió los ojos, el sol, situado en lo más alto del cielo, inundaba toda la estancia. Chanyeol seguía dormido con la cara pegada a la pared y Lu Han no tardó en darse cuenta de que el ruido que le había despertado era el de su propia tripa pidiendo a gritos ser alimentada. Con cuidado de no despertar al otro, se enfundó de nuevo el viejo pijama de Londres y salió de puntillas de la habitación.
El frigorífico estaba bajo mínimos y lo único que pudo encontrar que apeteciera comer a aquellas horas fue un chocopie y un cartón de zumo empezado. Como si no hubiera comido en tres años, se metió el pastelito casi entero a la boca.
-Buenos días.
Al escuchar aquella voz, recordó horrorizado que mientras se dedicaban a devorarse el uno al otro, habían escuchado la puerta cerrarse. Pero cuando se giró, estuvo a punto de atragantarse. ¿Qué narices hacía Kris en el piso de Chanyeol y por qué le miraba con aquella sonrisa casi burlona? ¿A caso les había escuchado? Antes de que pudiera recuperarse de la sorpresa, el guitarrista apareció, bostezando y estirando los brazos. Con los ojos medio cerrados todavía, se dejó caer en uno de los taburetes que había junto a la isla de la cocina.
- ¿Vivís juntos? -consiguió articular con la voz ronca por la tos.
-Claro. ¿No recuerdas que te hable de mi perro guardián? Me refería a él -contestó mientras, juguetonamente, acariciaba la barbilla de su amigo -Kris bonito, dame la patita.
Chanyeol estalló en carcajadas, pero el camarero le dio un golpe en la cabeza para hacer que se callara, y después, volvió su atención de nuevo hacia Lu Han.
- ¿Hoy no tienes clase?
Y aunque por un momento entró en pánico al recordar que se había saltado las clases, pronto se olvidó de ello al darse cuenta de que Kris no había insistido más en por qué Lu Han estaba desayunando en su piso y con un pijama que obviamente no era suyo. Su mente le dijo que solo había una razón que explicara aquel comportamiento: había visto esa misma situación muchas otras veces.
Y aunque nunca lo admitiría, aquel pensamiento dolió.
♫ ♫ ♫
Los meses siguieron pasando como lo habían hecho hasta entonces, como si aquel día y aquella noche nunca hubieran existido en el calendario. Lu Han acudía a sus clases tratando de evitar las reprimendas de su tutor, pero cuando llegaba la noche, acudía sin falta a aquel local de Hongdae. Siempre se sentaba en el mismo asiento y, Black Velvet en mano, escuchaba atentamente todas y cada una de las notas que escapaban de la boca de Chanyeol. A veces, cuando tenían algo de tiempo libre, Chanyeol le invitaba a su piso y pasaban la tarde escuchando discos de vinilo. En ocasiones, Kris compraba cervezas y se unía a ellos en su visionado de conciertos de los Rolling Stones y Judas Priest que Chanyeol no dejaba de comentar. Y aunque aquel nuevo ritmo de vida era todo lo que sus profesores recomendaban evitar para poder cuidar la voz, estaba empezando a volver a sentir la ilusión por la música que había creído perder entre exámenes y audiciones, y eso le hacía sentirse feliz.
Era una de aquellas tardes en las que, tirados en el suelo del salón, se dedicaban a rebuscar entre los viejos casettes de Chanyeol cuando Lu Han reparó en algo.
-No me había dado cuenta hasta ahora, no sé por qué. Te gustan todos los grupos británicos que uno pueda imaginar, hasta tienes ropa interior con la Union Jack, pero todavía no he visto nada de los Sex Pistols… ¿No te gustan?
-Sid Vicious murió de sobredosis.
Aunque aquella respuesta tan simple parecía explicar todo en la mente de Chanyeol, Lu Han no entendía lo que quería decir y, sin embargo, no se atrevió a preguntar nada más. Porque por primera vez desde que le conocía, por un solo segundo, le pareció percibir un atisbo de tristeza en sus ojos.
- ¡Por cierto! -exclamó sacándole de sus pensamientos - Te he grabado otra cinta.
Y su sonrisa fue tan deslumbrante que todo lo demás se esfumó en un instante.
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Así que, así que crees que puedes distinguir el Cielo del Infierno, el cielo azul del dolor. ¿Puedes distinguir entre un campo verde y un frío raíl de acero? ¿Una sonrisa de un velo? ¿Crees que puedes distinguirlos? ¿Y consiguieron que intercambiaras tus héroes por fantasmas? ¿Ardientes cenizas por árboles? ¿Aire caliente por la refrescante brisa? ¿El frío confort por un cambio? ¿Y cambiaste un papel en la guerra por el papel protagonista en una jaula? Cómo desearía, cómo desearía que estuvieras aquí. Solo somos dos almas perdidas nadando en una pecera, año tras año, corriendo sobre el mismo viejo camino. ¿Qué hemos encontrado? Los mismos viejos miedos. Cómo desearía que estuvieras aquí.
La misma situación de siempre, el mismo local, la misma música. Las noches en Hongdae viendo actuar a Chanyeol eran ya parte de la vida rutinaria de Lu Han, pero aquel día se sentía especialmente nervioso. Porque por primera vez, no estaba solo. La idea había sido, por supuesto, de Jongdae, pero había sido Kyungsoo el que había insistido hasta conseguir que accediera a llevarles con él. Y para ser alguien a quien no le gustaba que le dijeran que parece un niño pequeño, el chico sabía perfectamente cómo ser adorable cuando quería conseguir algo. Junmyun había sido arrastrado por Jongdae, y Yixing se les había unido sin saber muy bien qué iban a hacer exactamente. Así que allí estaba, rezando para que sus amigos no decidieran decir algo que le hiciera quedar en evidencia.
-Vaya, qué bien acompañado has venido -dijo Kris en cuanto se acercaron a la barra.
-Son mis amigos de la Universidad. No han descansado hasta que no han conseguido venir.
- ¿Por qué será?
Por un instante, Lu Han temió que alguno de ellos fuera a contestar al sarcástico comentario del camarero, pero afortunadamente, todos estaban demasiado ocupados. Joonmyun y Jongdae decidiendo con qué cocktail iban a retar a Kris, Yixing jugueteando con una pajita fluorescente, y Kyungsoo, observando con sus enormes ojos todos y cada uno de los detalles que le rodeaban.
-Espera un momento -susurró mientras tiraba de la manga de Joonmyun y señalaba el escenario -. ¿No es ese Park Chanyeol? El Park Chanyeol de la Academia -insistió cuando vio la cara de confusión del otro.
- ¡Caramba! ¡Tienes razón! Hacía años que no le veía…
- ¿Le conocéis? -Lu Han tuvo que hacer uso de toda su fuerza de voluntad para evitar que se le desencajara la mandíbula.
-Sí. Cuando todavía íbamos al Instituto, estudiaba en la misma academia de música que Junmyun y yo. De hecho era bastante bueno y aunque a su padre le hubiera gustado que se especializara en canto como él, todo el mundo decía que podría llegar a superarle en fama en lo que respecta a la música instrumental.
- ¿Su padre?
-Lu Han, es el hijo de Park Mi Hae.
- ¿Qué? -exclamó -. ¿Park Mi Hae? ¿El mismo Park Mi Hae que dirige el departamento de música vocal de la Escuela? ¿Mi tutor? ¿Me estáis tomando el pelo? ¡Pero Chanyeol sabe que estudio allí y nunca ha mencionado nada!
-Bueno, la verdad es que hubo un año en el que, de pronto, dejó de venir a clase y ya nunca volvimos a saber nada de él. Hasta hoy, claro.
-Había rumores -comentó Kyungsoo adoptando aquella pose de secretismo que siempre adoptaba cuando iba a contarles algo -. Decían que discutió con su padre y que no se hablaban. Me pregunto qué pasaría como para que Chanyeol acabara marchándose de casa.
-Bueno, en aquel entonces todavía éramos muy jóvenes -comentó Junmyun -Estoy seguro de que no fue tan grave como para no poder solucionarlo hablando.
-Pensad en cuando erais adolescentes, no hace tanto tiempo. Prácticamente todos teníamos un punto de rebeldía, especialmente contra nuestros padres, pero en el fondo, nos aterrorizaba enfrentarnos al mundo. Aunque no le conozco, estoy seguro de que este chico tenía buenos motivos para hacer lo que hizo. O al menos, desde su punto de vista.
Las palabras de Yixing, que siempre intervenía sabiamente cuando nadie lo esperaba, desataron una discusión sobre la vida adolescente entre el grupo de amigos, pero Lu Han había dejado de escucharles. Tal vez Junmyun tuviera razón y Chanyeol simplemente necesitara hablar con su padre con tranquilidad frente a una buena taza de té. Los años siempre cambian la perspectiva de las cosas, y la sangre es la sangre a fin de cuentas. ¿Quién no querría solucionar los problemas con un padre? Darle esa oportunidad a aquella familia estaba en su mano, y estaba dispuesto a hacer lo que fuera necesario por aquel chico de la guitarra que tan importante se había convertido en su vida. Desde el escenario, Chanyeol levantó la vista de las cuerdas de su guitarra y, entre las cabecitas del público, le dedicó una sonrisa. Lu Han se la devolvió con una sensación de emoción recorriendo todas las venas de su cuerpo.
Park Chanyeol, voy a hacer que sonrías por el resto de la eternidad.
PARTE II