Título: Palabras (2/2)
Personajes: Jensen Ackles, Misha Collins, Sebastian Roché, Jared Padalecki
Fandom: RPS
Resumen: La llegada de un nuevo compañero al inicio de la sexta temporada de Supernatural, hace que Jensen Ackles se de cuenta de algo importante.
Este capitulo es un poco mas explicito que
el anterior.
Disclaimer: No se puede ser dueño de ningún ser humano, eso es ilegal y éticamente cuestionable. Si aunque sea conociera de lejos a cualquiera de los involucrados, no estaría perdiendo el tiempo escribiendo lo que sale de mi enferma cabeza. Los nombres son de actores que admiro mucho, y las situaciones están basadas en lo que ellos mismos cuentan en entrevistas y convenciones, aunque muy estiradas por quien esto escribe.
Ni beteado está por que me gusta vivir peligrosamente.
Por primera vez, Misha Collins se veía muy incomodo dentro de su gabardina de ángel. Ahora que los acontecimientos de la sexta temporada de Supernatural se les venían encima a los personajes, “Castiel” se veía acorralado por “Balthazar” y en su enfrentamiento, terminaba matándolo.
Jensen lo entendía completamente. Sin importar cuanto se repitiera “es actuación”, si el libreto exigía que “Dean” matara a “Sam”, no le iba a resultar tan sencillo. Eso es lo malo de tomarte en serio el trabajo, y encariñarte con la gente.
Cuando se escucharon las órdenes del director para comenzar la grabación, Misha suspiró resignado, y se dirigió a su lugar. Sebastian le sonrió y le guiñó un ojo, aunque se veía que le costaba mucho esfuerzo. Jensen buscó un lugar discreto, y se quedó desde el principio hasta el corte final.
Con la muerte de “Balthazar” terminaba la participación de Sebastian en la serie… hasta nuevo aviso. Y no se iba a quedar en Canadá mucho tiempo, porque tenía como dos millones de proyectos y prácticamente iba a salir corriendo.
La tortura terminó. El director gritó “corte” por ultima vez, y hubo aplausos para despedir a Sebastian. Misha lo abrazó y hundió la cara en su cuello, suspirando con tristeza.
- No te preocupes, cariño. Te perdono - le dijo Sebastian, con lo que consiguió hacerlo reír.
Jensen también quería abrazarlo. Admitió sus sentimientos aquella noche en Roma y ahora tenía que hacer algo al respecto o iba a explotar. La primera opción era olvidarlo, por supuesto. Pero era imposible, ya que lo veía casi todos los días, trabajaba horas con él, y sus gemidos se le habían metido bajo la piel, atormentándolo. La otra opción era declarársele de frente, besarlo, desnudarlo, y tener sexo salvaje en un lugar donde nadie los interrumpiera durante días, y solo salir a comer para recargar baterías antes de volver a encerrarse. Ese plan cada vez le gustaba más, pero Sebastian se interponía. Como en ese momento. Los “ángeles” ya habían ido a cambiarse, y ahora parecían ponerse de acuerdo para dónde ir a cenar. En algún momento, Misha debió sentir su mirada, porque volteo en su dirección, extrañado. Tal vez pudo acercarse para preguntarle qué hacía ahí ese día, pero Sebastian lo tomó del brazo.
- Vamos, Mish, tengo hambre. Y hay que aprovechar el tiempo.
Misha le echo un ultimo vistazo a Jensen, antes de marcharse.
°º¤ø,¸¸,ø°°º¤ø,¸
No era la primera vez que Sebastian y Misha estaban separados desde que se conocieron, pero ahora no había una fecha establecida para su reencuentro. En estas circunstancias, Collins pasó de ser un vicioso del twitter y los mensajes, a convertirse en un caso mental.
Afortunadamente, el asombroso Jensen Ackles estaba ahí para rescatarlo. Con infinito placer, le escondía la blackberry, para devolvérsela cuando lo consideraba conveniente. Y pasaba con él la mayor cantidad de tiempo posible, lo que no extrañaba a nadie, porque ambos se habían quedado sin sus respectivos compañeros de aventuras. Ahora si, podía demostrarle a cualquiera que cuestionara su calidad como actor, que se equivocaba. La manera en que se apegó eso días a Misha pasaba por simple y desinteresada amistad. Al parecer, ni Jared sospechaba que lo que buscaba era el más mínimo indicio de que dejaba de extrañar a Sebastian por un rato.
°º¤ø,¸¸,ø°°º¤ø,¸
- La verdad, en esa ultima escena si me asustaste - dijo Jensen. La grabación de la sexta temporada había concluido, y seguro que los fans iban a enloquecer al ver en que lo habían dejado. El mismo estaba emocionado, y lleno de dudas sobre el rumbo de la historia y los personajes. ¿Cómo cambiaria la relación entre “Dean” y “Castiel”?
- Ya se que lo que quieres decir es que me admiras y te gustaría ser como yo, gracias - respondió Misha, sirviéndole más vino. Estaban en su departamento, cambiando impresiones antes de marcharse de Canadá. Jensen quería tomarse algunos días antes de la travesía, pero Collins parecía impaciente por empacar.
- Pues me gustaría saber alguna de tus técnicas para verme así de aterrador - admitió Jensen, acomodándose mejor en el sillón, y dejando su copa en la mesita -. Puede ser muy útil.
- Ah, claro. Observa.
Misha se puso de pie, y se irguió en toda su estatura. Endureció su expresión, y sus ojos azules relampaguearon, anunciando tormenta.
- Escucha, humano - dijo, utilizando su voz de bati-ángel. Extendió su blanca mano en dirección a Jensen -. Tienes algo que me pertenece.
No hacia falta que estallaran las lámparas. Jensen se encontró buscando la blackberry en su chaqueta, y poniéndola en la palma de Misha antes de ser del todo consciente de lo que estaba haciendo.
Pero en cuanto sintió el calor de la mano del otro, reaccionó como si fuera una descarga eléctrica y lo jaló hacia si con todas sus fuerzas. Misha perdió el papel, y cayo hacia adelante con una exclamación de sorpresa. Jensen lo aferro como un gato a un juguete, rodeándolo con brazos y piernas. Quedaron hechos un ovillo en el sofá.
- ¿Qué tanto le dices a Sebastian? - preguntó Jensen en voz baja, tras unos minutos de silencio.
- ¿Qué?
- Le hablas en ruso, ni él ni yo te entendemos y tengo… curiosidad.
Misha se acomodó mejor sobre el cuerpo del otro.
- Un poco de todo - admitió -. La mayor parte del tiempo solo bromeo. Aunque a veces me irrita, y entonces tiendo a ser más desagradable - hizo lo posible por encogerse de hombros en su postura -. Él hace lo mismo.
- ¿Y cuando están solos? - Jensen acercó más el cuerpo de Misha y hundió la nariz en su cabello.
Misha se sorprendió por la pregunta y el tono súbitamente intimo, e intentó separarse para mirarlo a los ojos y darle una respuesta. No lo consiguió. Jensen le acariciaba la espalda de manera cada vez más desesperada, y lo tenía sujeto con las piernas. ¿Cómo llegaron a esto?
- ¿Jensen?
- ¿Mmhm? -estaba demasiado perdido como para articular palabras en algún idioma conocido. Necesitaba esto. Necesitaba sentir los músculos de Misha, la firme extensión de su espalda y la aspereza de esa mejilla contra la suya. Comenzó a restregarse suavemente contra el cuerpo del otro, fascinado por su calidez.
“No se resiste”, pensó, maravillado. Tal vez lo suyo con Sebastian no era tan serio, y aun tenía una oportunidad.
Para empezar quería sus labios. Los buscó y besó despacio, con suavidad, disfrutando cada milímetro, cada segundo. Por fin, se atrevió a pedirle permiso para entrar, y los labios de Misha se abrieron con placer. Como lo sospechaba, su boca era dulce y deliciosa, nunca se cansaría de probarla. Ávido, introdujo su lengua aun más profundo y Misha le correspondió con la misma fuerza y desesperación.
Paso un largo rato antes de que se separaran, jadeando. Jensen metió una mano entre el cabello de Misha, y con la otra lo sostuvo de la cadera. Comenzó a besar cada centímetro de piel a su alcance, su cuello, sus mejillas, su nariz, su frente. Con especial delicadeza le dio un beso en cada parpado.
- Misha… - le susurró al oído. Quería decirle todo. Que no podía dejar de pensar en él, y lo estúpido que se sentía por no darse cuenta antes de que se había enamorado. Explicarle también que los celos se lo comían cada vez que lo veía junto a Sebastian, y hasta confesarle lo que había escuchado en Roma.
Pero no podía concentrarse en nada más que en sentir el aliento caliente de Misha en su cuello.
Jensen metió la mano bajo la camisa del otro, esforzándose por ir despacio a pesar de que quería hacer pedazos la tela. Misha le rodeo la cintura con los brazos, hundió la cabeza en su pecho y aspiró profundamente, como si quisiera grabarse su aroma.
- Me gustas mucho - dijo Misha en voz baja -. Me gustaste desde el primer momento.
Se interrumpió con un jadeo. Jensen subía las manos sobre su pecho, buscándole los puntos débiles.
- Me enamore de ti… - hizo un esfuerzo por sonreír -. A primera vista... Como un adolescente…
Misha aferró la chaqueta de Jensen con todas sus fuerzas mientras hablaba.
- Pero nunca sentirías lo mismo por mí… Así que no dije nada - la voz le falló -. Me sentí satisfecho con estar cerca… y que al menos me consideraras tu amigo.
- Misha… - Jensen, aturdido por la confesión, solo pudo susurrar su nombre y comenzar a desabrocharle los jeans. Necesitaba escucharlo gemir otra vez, porque así es como debían sonar los ángeles. Pero ahora tenía que ser bajo sus manos.
- Creí que podía superarlo solo, en serio… lo último que quería era que te molestaras conmigo-
Gimió. Jensen ya había metido una mano dentro de su ropa interior, y sus dedos lo acariciaban suavemente. Misha buscó apoyo en lo único que podía ayudarlo a hablar.
- Sebastian…
Jensen se congeló de inmediato, herido.
- Justo cuando nos encontramos de nuevo… llegó - la voz de Misha fue recuperando confianza -. Nunca olvidare lo que siento por ti. Pero lo amo, y sé que él a mí.
- No… - casi fue un sollozo. Jensen quería que se callara, y besarlo hasta que se le olvidara que alguna vez siquiera existió Sebastian. Pero se quedó sin fuerzas.
Misha se separó con cuidado, y volvió a ponerse de pie.
- Sera mejor que te vayas.
Lo mejor pero no lo más fácil. Misha tenía las mejillas rojas, el cabello desordenado y luchaba por acomodarse la ropa. Era lo más hermoso e irresistible que Jensen había visto. Tanto, que cada paso que dio hacia la puerta le dolió. Ni si quiera le quedó el consuelo de enojarse con él. Ambos habían perdido el control, y lo entendía perfectamente.
Si había algún motivo para estar furioso, era su propia estupidez. No se había dado cuenta del significado de sus sentimientos, ni de los de él a pesar de la cercanía. Al menos Misha había tenido el valor de reconocerlos ante si mismo, aunque había errado al suponer que Jensen jamás… pero bueno, eso no era tan extraño. Nunca dio señales de lo contrario.
- Misha - dijo, con la mano en el pomo de la puerta -. ¿Él te hace feliz?
Jensen tuvo que armarse de valor para voltear a mirarlo.
- Si.
Y más que sus palabras, lo confirmó su expresión. El brillo en sus ojos, acompañado de esa sonrisa secreta, que tan solo se adivinaba, y que no pudo evitar.
- Mucho.
Jensen asintió. Fue un gran consuelo, realmente. Lo perfecto hubiera sido ser felices juntos. Pero se dio cuenta, de que saberlo feliz, se le acercaba bastante.
- Te veré cuando regresemos al trabajo - dijo, por fin, abriendo la puerta.
Por lo menos tenía un tiempo para lamerse las heridas, antes de volver a mirarlo a la cara. Aun así, sospechó que lo mejor para ambos seria si se veían lo menos posible. Pero para eso, nada mas le quedaba esperar que su personaje no saliera mucho.
Avergonzado por esa última idea, se apresuró a su departamento. Eso ya no dependía de él.