Título: Padres (Fathers)
Autora:
OnceinYourLifeTraductora:
mirita23Rating: R
Pairing Kurt Hummel/Blaine Anderson
Advertencias: Violencia familiar, Hurt/Confort.
Género: Angst, Romance.
Resúmen: Mientras New Direcctions está en New York, Burt recibe una visita inesperada.
Disclaimer: Glee no me pertenece, es toda de RIB y la historia tampoco me pertenece, yo sólo la traduzco.
Nota: El fic está ambientado después de Funeral y antes de New York en la S2. Narrado desde el PoV de Burt Hummel.
Link al original:
Fathers Masterlist 15 - La Crisis
Ellos terminaron.
Mis peores temores se hicieron realidad al día siguiente. Dejaron de hablarse por completo y se negaban a mirarse entre ellos. Para lo único que salían de sus habitaciones era para ir a la escuela y para cenar
Era imposible. Era imposible vivir con ellos, imposible escapar de la enorme tensión que abrumaba a la casa entera y era imposible lograr que me dijesen, o a cualquier otra persona para tal caso, lo que había sucedido esa noche y por qué ya no estaban juntos.
Creo que lo más raro, sin embargo, era que ambos estaban tan dolidos que era casi imposible saber cuál de los dos fue el que decidió la ruptura.
La única pista provino de un raro momento de la interacción voluntaria.
Kurt estaba sentado con sus piernas contra su pecho afuera de la puerta cerrada del cuarto de Blaine cuando lo encontré.
Me agaché y descubrí su rostro bañado en lágrimas y sus uñas enrojecidas por haber estado tocando una y otra vez.
Todavía estaba tan perplejo. Yo no sabía lo que había sucedido el día de Halloween. No sabía por qué habían terminado. Yo no sabía por qué mi hijo estaba desplomado en el suelo afuera de la habitación de la persona que amaba por completo y que ahora estaba tan innegablemente molesto.
Yo sabía que tenía que manejarlo con mucho cuidado si quería obtener alguna respuesta o estar en posición para retomar la normalidad en mi casa.
-Oye, amigo. ¿Te importa si me siento contigo?
Él arrugó la cara como si una nueva ola de lágrimas estuviese a punto de comenzar y se secó los ojos.
Me senté a su lado.
-Cometí un error, papá. Cometí un error enorme. Esto no debió haber sucedido. Se supone que esto no debía suceder nunca. Él... -respiró hondo, nervioso y meneó la cabeza, tratando de no echarse a llorar de nuevo. -No pudo confiar en mí. Le dije que podía, pero él no pudo. No pudo…
No pudo contener las lágrimas que llegaban de nuevo. Me abrazó y lo dejé llorar en mi hombro.
Así que fue Blaine. Blaine rompió con Kurt, no al revés, no de la forma
que parecía la noche de Halloween.
¿Qué podría haber hecho Kurt para hundir las tablas tan profundamente? ¿Qué podría ser tan desastroso que hacía a Kurt sentirse tan culpable, tan impotente? ¿Qué había hecho Kurt que hacía que Blaine estuviese dispuesto a arriesgar, literalmente, todo en su vida de nuevo?
Había tantas preguntas y yo sabía que tendría respuestas con el tiempo. No sabia si era bueno pedirlas en ese momento o mantener la esperanza de que tal vez me explicasen todo por su propia cuenta.
Tenía que decir algo.
-Kurt, ¿por qué no…
-No, yo no quiero.
-Tenemos que hablar de esto, Kurt.
-Papá, ¿puedes simplemente…
Se cubrió los ojos con las manos y suspiró. Se puso de pie y caminó por el
pasillo hasta su habitación, cerrando la puerta detrás de él.
Esa fue la mayor información que me habían dado desde que ocurrió y no era suficiente para mí en ese momento. Mi mente estaba zumbando. Sabía que había aún muchas preguntas que tenía que hacer y tantos argumentos para dar para poder comenzar a entender todo esto.
Yo no me permitía pensar en el hecho de que ellos realmente habían terminado. En las consecuencias que eso traería a largo plazo. Me hacía sentir mal cada vez que mi mente pensaba en eso. Hizo que me dieran ganas de actuar, de hacer algo drástico, como romper sus puertas, tomarlos de los cuellos de sus camisetas y obligarlos a arreglarlo. Pero algo así de drástico sólo funcionaria con chicos tan duros como Finn, no con chicos como Kurt y Blaine que no entenderían nada en absoluto.
La situación era tan desesperante como me sentía yo aún sentado en el suelo, afuera de la puerta de Blaine. Yo seguía pensando, intentando armar un plan de acción.
La puerta de Finn se abrió delante de mí, pero él no estaba prestando atención a su
entorno. Estaba hablando por teléfono.
-Sí... No, ya no puedo más... no, me están volviendo…
Fue entonces cuando se dio cuenta de que yo estaba ahí.
-Uh, Puck, estaré allá en diez minutos ¿de acuerdo?
Colgó y se dirigió hacia mí.
-¿Qué estás haciendo en el suelo?
-No estoy del mejor humor ahora mismo, tío.
Probablemente salió más hostil de lo que quise sonar.
-Parece ser el mal de todos últimamente -dijo con amargura.
Hizo una pausa. Creo que estaba esperando que yo dijera algo acerca de forma de hablar, pero no lo hice. Tenía demasiadas cosas en mi mente. Estaba tan concentrado en encontrar un plan para hacer funcionar las cosas con Kurt y Blaine que apenas era consciente de que Finn intentaba iniciar una conversación conmigo. Y desde luego no me di cuenta de su mirada de desencanto.
-Voy a donde Puck.
-Claro. -Se dio vuelta y comenzó a alejarse. -No llegues tarde- le dije.
Levantó una mano y bajó las escaleras.
Tenía que hacer algo. Estaba cansado de esperar, cansado de dejar que lo que fuese que estaba pasando dividiese nuestra casa. Había hablado con Kurt, pero aún no había escuchado nada de Blaine.
Si él había decidido esto yo pensaba que no podía terminarlo sin escuchar su versión de la historia... o de cualquier historia concreta en realidad.
Me puse de pie y llamé a su puerta, pero no hubo respuesta.
Por lo tanto, abrí la puerta y me quedé sorprendido al encontrarlo todavía en la cama. Eran alrededor de las cuatro de la tarde del domingo, todo su cuerpo estaba debajo de su cobertor y todas las luces de su habitación estaban apagadas.
Yo nunca había visto a nadie tan desgraciado. Ni siquiera tenía sentido. Si fue él quien terminó, si había sido él quien había tomado la decisión, entonces ¿no debería ser Kurt quién estuviese con el corazón roto? No es que Kurt no lo estuviese, pero yo creo que no me esperé encontrar a Blaine de esa forma.
Demasiadas cosas que no tenían ningún sentido.
-¿Blaine?
Pasé y encendí las luces.
-¿Puedes irte por favor? -dijo debajo de la manta.
Yo no me iba a ninguna parte. Me merecía una explicación.
-No, no puedo. Tenemos que hablar sobre esto.
-Yo no me siento con ganas de hablar ahora mismo.
Había una forma segura de lograr que Blaine hablase. No estaba bien, era muy manipulador y una parte de mí no se sentía bien recurriendo a eso, pero estaba
desesperado.
Lo único a lo que respondía a Blaine por encima de cualquier otra cosa era la autoridad. Él nunca había escapado del miedo por completo. Él sabía que yo nunca iba a herirlo, sabía que no tenía absolutamente nada que temer en mi casa, pero todavía estaba en él. Y yo lo necesitaba en ese momento.
-Oye tú, escúchame.
Tiré de la manta que cubría su cabeza e inmediatamente se sentó. Me di cuenta de que había algo parecido al pánico creciendo en sus ojos enrojecidos, pero continué.
-Tú vas a hablar de esto. Vas a dejar de estar quejándote y te vas a asegurar de no llevarte contigo a todos los que viven en esta casa al infierno. ¿Lo has entendido?
Era diferente con Kurt. Tenía que serlo. Yo había estado con Kurt en todos y cada uno de los momentos de su vida y yo nunca lo había visto tan enfadado como había estado ese día. Blaine había provocado eso, de alguna manera. Y a pesar de todo por lo que habíamos pasado yo tenía el instinto de proteger a mi hijo, de enojarme con quien fuese que lo perturbase. Así me sentía.
Él asintió, tembloroso.
Me alejé de su rostro pero permanecí de pie junto a él. Me crucé de brazos y él abrazó sus rodillas contra su pecho.
-Ahora, ¿por dónde quieres empezar?
Él parpadeó un par de veces y tomó aliento tratando de encontrar las palabras adecuadas. Él respiró hondo, tratando de concentrarse.
Yo quería saber lo que pasaba por su mente. Sólo quería que dijese algo, cualquier cosa.
-¿Me estás echando?
Cualquier cosa menos eso.
-¿Cómo dices?
Parecía aturdido, como si no pudiese creer que yo no pensase que eso era lo más obvio del mundo.
-Me dejaste vivir aquí porque yo estaba saliendo con Kurt. Y yo…
Se atragantó con las palabras. Lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos pero las contuvo por vergüenza.
-Yo ya no estoy saliendo con Kurt, así que no hay razón para que quieras que me quede.
Me imaginé que era la primera vez que decía esas palabras en voz alta. Sonaban tan mal, como si una parte de él se negase a creerlas y no pudiese entender por qué eran ciertas, pero supiese que lo eran.
Me senté en el borde de la cama y puse mi mano sobre su rodilla. Lo miré directo a los ojos, tratando de convencerlo de lo serio que era en esto, lo importante que era
que me escuchase con mucha atención y comprendiese plenamente cada una de mis palabras.
-Tú no vas a ninguna parte, ¿me entiendes? Estés o no saliendo con mi
hijo, tú eres parte de esta familia. Esta es tu casa también y no hay nada,
y lo digo en serio, de verdad nada que puedas hacer para cambiar eso. Tú también eres mi hijo ahora, muchacho y te vas a quedar aquí, en esta casa, pase lo que pase entre Kurt y tú. ¿Lo has entendido?
Una parte de él había estado aferrando a la idea de que quizás, sólo quizás yo le diría eso, pero gran parte de él no se lo esperaba en absoluto. Él pensaba que yo iba a ir a decirle que hiciese sus maletas, lo llevaría de regreso a casa de su padre y aparentar como si los últimos cinco meses no hubiesen ocurrido.
Yo no iba a echarlo, yo sólo quería averiguar lo que había sucedido
la noche anterior. Esa era mi prioridad.
-Ahora, por lo demás…
-Espera, ¿qué quieres decir con que ahora también soy tu hijo? No es que… no es que no quiera… quiero decir, tu sonaste muy… muy seguro de eso, más que otras veces en que lo has dicho.
Se veía confundido. Era una simple pregunta y yo sabía la respuesta sin problemas. Sabía que era demasiado pronto para lanzarle esa noticia. No era como se suponía que tenía que suceder.
Por supuesto que tampoco se suponía que Kurt y Blaine iban a terminar.
Decidí ir a por ello, de todas formas él se iba a enterar con el tiempo.
-Los papeles de adopción llegaron por correo la semana pasada. Con unas cuantas firmas tuyas serás oficialmente un... Hudson-Hummel, supongo que lo llamaría. Por supuesto, puedes seguir siendo Anderson si así lo quieres. Sin ninguna presión -suspiré-. Lo siento, chico, se suponía iba a ser una sorpresa por tu cumpleaños.
Se paró de la cama y caminó al otro lado de la habitación. Era como si intentase alejarse lo más posible de mí. Se sentía tan mal. Si había un momento para decirle eso no era precisamente ahora que acababa de romper con el chico que estaba a punto de convertirse legalmente en su hermano.
-No sé que decir, yo no... quiero decir, wow... simplemente wow, esto es realmente repentino.
-Oye, mira, no tienes que hacer nada que no quieras hacer. ¿Por qué no lo ponemos a un lado un minuto y pretendemos que no he dicho nada? ¿de acuerdo? Hablaremos de esto cuando Kurt y tú hayan arreglado las cosas.
Él no podía creer que yo siguiese en ese estado de negación. Su boca se abrió y movió su cabeza de un lado a otro.
-Lo siento, pero ¿de verdad crees que es así de simple? ¿De verdad crees que tiré
toda nuestra relación al tacho sin estar seguro? Tú no lo sabes, porque no tienes ni idea de lo que él me hizo a mí.
Me sorprendió que fuese capaz de pronunciar esas palabras. Le dolía físicamente decirlas, pero eran una declaración. Se estaba desbloqueando.
-Tal vez yo podría…
-¿Puedes irte? De verdad, no estoy en condiciones de hablar sobre esto.
Se había acorralado en una esquina y se aferraba a sus codos como si tuviese miedo de que caerse si se soltaba. Estaba abrumado. No tenía sentido siquiera intentar hablar con él en ese momento.
Me puse de pie y caminé hacia la puerta.
-Mira, esto no ha terminado, ¿de acuerdo? Tendremos que hablar de esto en algún momento.
Él asintió. Abrí la puerta y me fui.
Me senté en el sofá por un largo tiempo, esperando, pensando. Tenía que encontrar algo mejor. Tenía que juntarlos pero sabía que se pondría peor si los forzaba. Sabía que tendría que ser algo completamente orgánico y que yo realmente no podía hacer nada. Parecía que mientras más presionaba, más se separaban y yo seguía sintiéndome responsable por eso, por ellos. Todavía sentía como si hubiera una solución sencilla, algo que simplemente no había pensado bien hasta el momento. Y si me quedaba ahí y pensaba con cuidado, tal vez, sólo tal vez lo descubriría.
No fue sino hasta las seis y media cuando noté a Kurt bajando las escaleras, tratando de escabullirse sin tener que hablar conmigo.
-¿A dónde vas? -le dije rápido interceptándolo para mirarlo.
Tenía la mano en la manija de la puerta y poco a poco levantó la cabeza para encontrarse con mi mirada,
-Rachel y Mercedes están afuera. Me van a llevan a cenar.
Su pelo estaba lacio sobre su frente, como lo usaba antes de conocer a
Blaine. No había pizazz, como Kurt decía, su ropa tampoco era normal. Él simplemente se había puesto lo primero que encontró y se había peinado un par de veces, lo mínimo para estar presentable para salir de la casa. Era tan poco Kurt y eso hizo que me doliera el corazón.
Pero al menos estaba vestido. Al menos no estaba tumbado en el suelo ni escondido en su habitación.
-Sí, sí, anda. Que se diviertan.
Él abrió la puerta.
-Gracias papá.
Y se fue.
Suspiré y me sorprendí al encontrar a Carole entrando en la cocina con las bolsas de compras en sus brazos. Me acerqué para ayudarla.
-¿Qué es todo esto?
-El favorito de los chicos. Por supuesto, sólo hay uno de ellos aquí, pero aún así.
Yo sonreí.
-Más para nosotros, entonces. Iré a buscar a Blaine, de todas formas. Estoy seguro de que se está muriendo de hambre.
Ella gentilmente puso una mano en mi brazo, con el rostro irradiando simpatía.
-Déjalo solo por el momento, Burt y le llevas algo más tarde. Está pasando por mucho.
Había algo más en eso, algo más de lo que estaba diciendo.
-Espera, ¿sabes algo que yo no?
-Lo único que sé es lo que me dijo Finn.
Hizo una pausa. Y supe que lo que sea que Finn le contó era algo que no me había dicho a mí.
-Y a juzgar por la expresión en tu cara es más de lo que sabes y realmente debes esperar a que sean Kurt y Blaine quienes te lo digan.
-Carole…
-No, no vas a conseguir información de mí. Finn escuchó eso de Santana y
confió en mí. Cuando Kurt y Blaine estén listos para hablar contigo lo harán. Sólo tienes que ser paciente.
Todo era tan exasperante. ¿Cómo podía seguir en la oscuridad? Todo lo que sabía era que Blaine fue el que rompió con Kurt. Kurt hizo algo que molestó mucho a Blaine, que le puso fin a la relación con la persona que amaba más que a nadie en el mundo. Era incomprensible y ¿qué tenía que ver Santana en todo esto?
¿Cómo podría ella estar involucrada en esto? La cabeza me daba vueltas.
-¿Qué tal si simplemente nos sentamos, disfrutamos la comida y nos olvidamos que conocemos a algún adolescente?
Ella era la mujer perfecta. Ni siquiera lo dudaba.
-No hay absolutamente nada que quisiera más.
Después de que terminamos de comer, le ofrecí a Blaine un plato y le pregunté si quería bajar y ver un partido conmigo. Él accedió, feliz de dejar sus problemas atrás y o por lo menos fingir que podía concentrarse en otra cosa por un rato.
Blaine no se había quitado el pijama en todo el día.
Yo no podía entender cómo Kurt estaba llevando mejor las cosas que Blaine cuando lógicamente debería ser al revés.
Pero me negué a pensar en eso mientras veían el partido. Si él no iba a pensar yo tampoco, los dos nos merecíamos un descanso y relajarnos.
No fue sino hasta la cuarta parte del juego que Kurt entró por la puerta.
Por un momento recordé los tiempos en que veía juegos con Finn y Kurt se moría de celos. Sólo que era como diez veces más en ese momento. Como si para él yo estuviese fraternizando con el enemigo.
No creo que Kurt había caído en cuenta en el hecho de que yo seguía en realidad hablándole a Blaine. Porque ya que él no hablaba con Blaine, ¿por qué alguien más lo haría? Sobre todo ¿por qué su padre le hablaba a Blaine? Se suponía que yo tenía que estar de su lado ¿verdad? ¿Así no era como funcionaba?
No, no lo era. No para ellos. Y no era justo para ninguno, de verdad. Pero yo estaba en ambos de sus lados y Kurt tendría que superarlo. Fue un momento incómodo. Los tres en la misma habitación sin que nadie dijese una palabra. Casi podía ver la tensión que brotaba del pecho de Kurt. Él nos miró a los dos, a mí que intentaba hacer contacto visual con él y a Blaine que tenía los ojos fijos en sus rodillas esperando que Kurt desapareciese para poder terminar de ver el juego en paz.
Era una oportunidad. Tenía que tomarla.
Kurt respiró hondo y corrió hacia las escaleras.
-Oye, ven aquí. Los dos van a volver a hablarse. Ahora mismo. Hemos terminado con la ley del silencio.
Blaine enterró su rostro entre las manos, tan abrumado y molesto de la decisión que yo había tomado.
-No, no terminamos.
-No fue una petición Kurt.
Estaba furioso conmigo. Él entró en la casa para verme pasando el rato con su ex-novio, y entonces lo obligo a unirse con nosotros. Yo estaba enojado también.
Cruzó a la sala y se sentó lo más lejos posible de Blaine, frente a él al mismo tiempo. Blaine ni siquiera podía mirar hacia arriba todavía.
Iba a tener que trabajar con eso, era mejor que nada, ¿verdad? Diablos, era lo mejor que había hecho hasta ahora. Debería haber estado de éxtasis de tenerlos a los dos físicamente en la misma línea visual.
-Kurt, quiero que me digas todo lo que pasó anoche -le dije, de pie
entre ellos dos y apagué la televisión.
Kurt estaba contento de tener él primero la antorcha para iniciar la conversación, de poder dar su versión de los hechos antes de que Blaine comenzase a acusarlo.
Hasta que…
-¿Podrías decirme una cosa?
La cabeza de Blaine se había levantado y estaba hablando en realidad. Yo no iba a detenerlo. Tenía tanto miedo de que si lo hacía, él nunca diría una palabra más.
-¿Alguna vez me amaste de verdad?
Blaine fue tan contundente, tan preparado para lo que sea que fuese a salir
de la boca de Kurt. Kurt se quedó como piedra, tan impresionado de que Blaine hubiese estado listo para atacarlo, sobre todo delante de mí. Las lágrimas ya se estaban formando en sus ojos y él intentaba ocultar sus manos temblorosas.
-¿Cómo puedes si quiera decirme eso? Yo todavía…
-No. No te atrevas a salirme con esa mierda, Kurt.
Pensé que era un poco duro. Pero seguía sin saber lo que estaba pasando. Y no había nada en el infierno que me hiciese decir algo en ese momento. Una parte de mí esperaba en secreto que el momento se acalorase y ver si así finalmente conseguía respuestas.
-Es cierto, Blaine lo es y necesito que me escuches por favor…
La voz de Kurt era temblorosa y suplicante. Estaba tan desesperado.
-¿Por qué debería? Tú me has ocultado esto durante semanas.
Blaine fue inquebrantable. Tuvo un ataque de confianza renovada. Él seguía sentado, supuse que porque no esperaba que sus piernas lo sostuviesen mientras estaba enfocando toda su energía en su discusión con Kurt.
-Yo no podía decirte. Él confiaba en mí.
-¿Así como yo confiaba en ti? ¿Como yo pensaba que podía decirte lo que fuese, que lo que tú y yo teníamos era mucho más grande que cualquier cosa? Gracias por eso al menos, por haberme ayudado a darme cuenta de lo estúpido que fui al pensar alguna vez que yo podía tener algo así.
Kurt estaba tratando intensamente no llorar hasta el punto de comenzar a sollozar. Las lágrimas comenzaron poco a poco a caer por su rostro, pero tenía que mantener la compostura si iba a decir las palabras adecuadas.
-Tú no sabes lo que estás diciendo. Te equivocas.
-¿vEstoy equivocado? ¿Yo? ¿Soy yo el que está mal?
Se puso de pie.
-Tú besaste a Karofsky, Kurt. Tú lo besaste. Tú me engañaste ¿Sabes qué? Tú estás equivocado. Te equivocaste, esto es tu culpa.
-Yo no quise…
-Pero lo hiciste ¿No ves? Esto no va a desaparecer porque tú no quisiste. No puedes retroceder el tiempo y no hacerlo. ¿Cómo no te das cuenta? ¡Esto es real, Kurt! Esto es lo que tú me hiciste. Esto es lo que nos hiciste a ambos. Y no puede haber un nosotros si tú ni siquiera me respetas lo suficiente como para decirme la jodida verdad.
Estaba gritando, furioso. Todos y cada uno de sus rasgos se contorsionaban en la más pura furia. Yo lo había visto alterado antes, deprimido, decepcionado pero nunca así. Nada podía contener ese resentimiento, su odio. Yo ni siquiera podía
creo que fuese posible que alguien siempre tan controlado, tan considerado pudiese explotar de esa manera.
En ese momento me di cuenta de que había mucho de Blaine que ni Kurt ni yo habíamos visto todavía.
Era un comodín.
No tenía ni idea de lo que iba a hacer a continuación, pero en realidad me impresionó. Mantuvo la compostura y luego de lanzarle una última mirada terrible a Kurt se fue por las escaleras.
Tan pronto como la puerta de Blaine se cerró de golpe, Kurt se quebró en enormes sollozos.
Blaine había dicho que Kurt había besado a Karofsky en la fiesta de Halloween. Pero Kurt intentó refutarlo. El Kurt que yo conocía simplemente no haría eso. Kurt no besaría a otro chico, menos a alguien tan repugnante y terrible como Karofsky. Kurt amaba a Blaine. Lo amaba tanto que apenas podía respirar ahora que se enfrentaba a la realidad de haberlo perdido.
Algo no andaba bien. Había una pieza que faltaba. Había una parte de la historia que nadie estaba dispuesto a decirme.
Era un secreto que yo todavía tenía que descubrir.
Me senté junto a Kurt y le puse una mano sobre su espalda.
-Kurt…
-Por favor… -dijo y se levantó.
Le dio una patada a la mesa de café, casi tratando de imitar ira de Blaine, pero todo lo que consiguió fue que algunas revistas se cayeran al suelo.
-Esto no es justo papá, tú no sabes qué… no tienes ni idea de lo que realmente pasó. Tú no puedes, no puedes…
Él respiró hondo, tratando de ordenar sus pensamientos.
-Sólo necesito que me creas. Por favor, sólo... dime que me crees.
-Sí, hijo, te creo.
Y realmente lo hacía. Quizá Kurt había besado a Karofsky. Tal vez de verdad había engañado a Blaine. Pero simplemente no tenía sentido. Kurt no tenía ninguna razón o motivo para hacer tal cosa y eso no me encajaba ni un poco.
Por supuesto, yo no iba a averiguar que tenía razón por unos días más.
-Gracias, papá -dijo con voz casi inaudible.
Pude ver las lágrimas acumulándose en sus ojos de nuevo. Se dio la vuelta y corrió hacia las escaleras para que yo no lo notase.
Yo me quedé en la sala, todavía completamente aturdido, todavía está tratando de organizar mis pensamientos.
No estoy seguro de cuánto tiempo pasé allí hasta que la puerta principal se abrió y me encontré con otra cara triste.
Me había olvidado completamente de él. Miré a mi reloj para comprobar que era media noche, una hora más tarde de lo que debería haber llegado a casa en día de semana.
Estaba examinando la habitación y tratando adivinar mi humor.
-Llegas tarde -le dije, sin mirarlo.
-Lo sé.
Hizo una pausa.
Yo no podría soportar otra pelea. Estaba tan agotado. Se podía pasar el toque de queda todas las noches durante el resto de su vida para lo que me importaba en ese momento.
-¿Me he perdido algo? -preguntó, señalando a la mesita de centro caída.
Suspiré.
-Sólo ve a la cama, Finn.
Me froté los ojos y él caminó hacia las escaleras sin decir una palabra.
Estaba hecho, completamente desgastado. Yo no sabía cuánto más podía aguantar. No sabía cuántos días más podría vivir en esa casa como estaba.
Pero incluso entonces sabía que no había terminado. Ni siquiera estaba cerca.