Drabbles "No Reason to Cry" para el Harrython 2011

Feb 06, 2012 00:57

Dos drabbles más que escribí para el harrython del año pasado, pero estos pertenecen al universo de mi fic No Reason to Cry

Título: La Alacena
Reto: #07 - Las cicatrices en el alma tampoco se desvanecen
Pairing: Drarry
Rating: PG-13
Género: Slash.
Disclaimer: Todo es de JK Rowling. Pero el fandom lo hace más divertido XD



Harry se apareció en su departamento, vacío, oscuro y terriblemente silencioso. Desde que Draco se fue sentía que odiaba ese lugar, que lo ahoga pero no lo deja, no puede. Ese ha sido su hogar. Por primera vez tuvo un lugar al que llamar casa, que era sólo de él y de Draco y de esa familia que secretamente le gustaba creer que estaban formando. En ese departamento ha vivido los mejores dos años de su vida y no tiene corazón para dejarlo.

No han sido semanas fáciles para él. Saliendo solo para trabajar y no tener a Ron y Hermione buscándolo para asegurarse de que esté bien. Sabe que se preocupan y lo aprecia, pero Ron insiste en preguntar qué ha pasado, en buscar explicaciones que él no quiere dar. Harry nunca se imaginó que sería precisamente Ron, que nunca se ha llevado bien con Draco, el que demoraría más en aceptar que se habían terminado. Preguntaba, insistía, se desesperaba por la pasividad de Harry ante aquella ruptura sin sentido. Pero Harry no iba a hacer nada, esa era su decisión. Era lo mejor para Draco y para él, que en ese momento no se sentía capaz de seguir fingiendo. Necesitaba recomponer su vida por si mismo y quizás después iría por Draco de nuevo.

Sin embargo todos esos planes se habían venido abajo esa misma tarde, en la graduación de Draco. Su corazón había dado un vuelco al verlo, al hablar con él aunque fuesen pocas palabras. Sus esperanzas e ilusiones habían revivido en segundos y murieron de la misma forma al saber que Draco partiría a Praga en pocos días. Se iría. Su maravillosa historia juntos había terminado hecha trizas y Harry sabía que gran parte era su por su culpa.

Dio vueltas por la habitación sin saber que hacer. Se imaginaba rompiendo cosas, tomándose toda la botella de licor que lo miraba y nada de eso tenía sentido. Ninguna de esas acciones iba a lograr calmar la desolación que sentía. Paso las horas sentado en la oscuridad de la salita del televisor. Observando a los dragones en las paredes, analizando por primera vez en qué momento su vida se había convertido en esa pesadilla. Buscó en sus recuerdos y sólo veía más y más desolación. La tristeza y la soledad era lo único que había conocido desde siempre y la felicidad se le daba siempre como algo efímero y poco duradero y estaba bastante harto. Intentó hacer un lumus con su varita para luminar la habitación pero salieron chispas en toda direcciones y la madera se calentó al punto que la dejo caer porque le quemaba en las manos.

Asustado salió del lugar, sentía que su magia lo había traicionado. Finalmente había perdido el control de la única cosa que lo mantenía cuerdo. Caminó hacia la cocina y entonces al pasar por el pasillo vio la puerta. El armario donde guardaban las escobas y algunas cajas viejas. No supo bien por qué abrió la puerta ni tampoco qué lo impulsó a entrar pero ahí estaba dentro del pequeño lugar que tanto le recordaba a su vieja alacena. Se sentó en el suelo, abrazando a sus rodillas y por primera vez desde que Draco se fue se permitió llorar.

No upo cuanto tiempo estuvo ahí, en que momento las lágrimas se detuvieron, no recuerda casi nada. Sólo aquella sensación de vacío tan conocida a lo largo de su vida, tan recurrente como una vieja melodía.

La puerta se abrió en algún momento y creyó ver a Draco, escucharlo pero Harry estaba seguro que era otra jugada de su soledad. Continuó perdido en su mente y su magia, envuelto en ese deseo de desaparecer no es capaz de darse cuenta de lo que sucede y todo se vuelve negro a su alrededor.

Días después cuando todo estuvo claro y entendió lo que había sucedido Harry intentó pensar en todo lo sucedido aunque Neville le había recomendado no hacerlo, ya tendría tiempo de eso cuando comenzase a ver al psicomago.

Por la noche, Draco se acostó a su lado, en silencio, abrazándolo de manera protectora. Harry se sentía tan agotado emocionalmente y con la magia escapándose de sus dedos a cada segundo que se dejó acariciar. Había extrañado tanto el calor del rubio que sintió un nudo en la garganta formándose con fuerza.

-Déjalo salir, Harry -le susurró Draco acariciándole el cabello, rozando con su pulgar la cicatriz de su frente.

Ese gesto era tan de Draco, que Harry no pudo más y dejó escapar el primer sollozo, derrotado, frustrado y completamente asustado.

-Ya no quiero sentirme así -dijo Harry contra el pecho del rubio-. Estoy cansado de todo esto.

-Vas a estar bien Harry -contestó calmado Draco apretando el abrazo-. Te lo prometo.

Draco dejó llorar a Harry esa noche hasta que se quedó dormido y él se quedó velando su sueño. Harry no era el único asustado; él también lo estaba, todo lo que había sucedido delante de sus narices y él no había sido capaz de ver le parecía bizarro y confuso.

Esa noche Draco se dio cuenta que las heridas de Harry tal vez nunca se borrarían, pero él intentaría que sean más leves, más llevaderas a pesar de estar seguro, de que tal como la cicatriz en su frente, vivirían para siempre con él.

Título: Un té en la madriguera
Reto: #02 - La infancia que no tuviste
Pairing: Drarry
Rating: PG-13
Género: Slash.
Disclaimer: Todo es de JK Rowling. Pero el fandom lo hace más divertido XD



Harry se removió abriendo ligeramente los ojos. Estaba desorientado y aturdido. Se concentró en la conocida caricia que sintió sobre su cabello, soltando un suspiro placentero. Abrió los ojos finalmente y recordó dónde se encontraba.

-Despertaste.

La voz de Draco llegó con calma a sus oídos y Harry se desperezó estirando un poco su cuerpo, su cabeza descansaba sobre el regazo de su novio y el calor de la chimenea llenaba el lugar. Seguramente se había quedado dormido durante la charla después del almuerzo. Malditas pociones para controlar su magia, lo relajaban y lo hacían dormir, las detestaba pero no podía negar que se sintiera mejor desde que había comenzado a tomarlas y que su magia pareciera responderle bien, a pesar de que aún no le habían devuelto su varita.

-Siento haberme dormido -dijo con voz rasposa.

Ron escogió ese momento para aparecer en escena con su noble sonrisa y el tablero de ajedrez en las manos.

-Hey compañero, despertaste -le dijo sonriente-. Malfoy y yo íbamos a jugar una partida, pero si quieres podemos ir a volar un poco antes del té.

-No -declinó Harry sintiéndose aún aturdido y con la garganta seca, todo consecuencia de su cóctel de pociones diario-. No creo que pueda mantenerme en la escoba, Ron.

-Te prepararé un té -ofreció Draco poniéndose de pie-. Tú mientras juega esa partida de ajedrez con Ron en mi lugar.

Harry asintió y suspiró cansado. Draco sabía que le tomaría por lo menos un par de horas volver a sentirse libre del aletargamiento, no en vano tenían ya un par de meses con esas pociones y se había aprendido de memoria la reacción del cuerpo de Harry a ellas.

Caminó con calma por los reducidos pasillos de La Madriguera. Draco aún continuaba sintiéndose fuera de lugar ahí a pesar de haber visitado el lugar desde que comenzó a vivir con Harry y de que sus visitas se habían frecuentado al comenzar el tratamiento de su novio.

Entró a la cocina y se topó con Molly que volteó a verlo y le regaló una sonrisa. Esa mujer a pesar del tiempo todavía lo ponía nervioso. Draco estaba seguro de que toda su cortesía era una completa mentira para no hacer sentir mal a Harry y eso lo hacía sentirse incómodo y fuera de lugar.

-Yo… -dijo titubeando-. Harry quiere un poco de té y…

-Claro -contestó Molly-. Justo estoy preparando un poco. ¿Por qué no te sientas mientras está listo? Debes estar aburrido, Harry cayó rendido después de almorzar.

Draco quiso declinar pero sabía que sonaría descortés y aunque no le gustase estaban en la casa de los Weasley, no podía serlo y generarle un disgusto a Harry.

-Son las pociones, tienden a dormirlo -explicó sentándose en la silla más cercana a la estufa para poder tener una visión de la sala donde Harry jugaba ajedrez con Ron-. Longbottom dice que si sigue mejorando en unas semanas comenzarán a disminuir la dosis.

Molly lo observó. Draco lucía cansado y de hecho lo estaba. El chico intentaba montar un negocio con Hermione y estaba haciéndose cargo de Harry las veinticuatro horas y ella sabía que no era trabajo fácil. Conocía a Harry como si también lo hubiese parido y sabía lo obstinado que su muchacho podía ser.

-Sé que Hermione y Ron te ayudan, pero si necesitas un poco de tiempo para ti puedo pasar por casa y llevarle una sopa a Harry. No tienes que ser tu quien este todo el tiempo con él.

-No me molesta hacerlo -contestó Draco a la defensiva.

-Lo sé cariño -contestó Molly con su acostumbrada voz maternal-. Pero si tú también te vuelves un manojo de nervios no podrás apoyar a Harry.

Draco dudó. No dejaba de estar incómodo a pesar de saber que Molly tenía razón. Aun así la idea de que esa amabilidad era debido a Harry, que era simple complacencia no lo dejaba. Draco no tenía claro lo que sentía, todo se había complicado desde que el tratamiento de Harry había comenzado y él tenía que aceptar que en ocasiones se sentía muy perdido.

-Sé que lo hace por él señora Weasley y no quiero ser malagradecido, pero también sé que yo no le agrado y que si su hija estuviese…

-Draco -interrumpió Molly-. Escúchame un momento chico. Es verdad que no me imagine que Harry terminaría con un chico, mucho menos contigo. Pero he podido ver como han crecido juntos y veo el amor que se tienen. No me subestimes, Draco, ya te dije que quiero a Harry como a mi propio hijo pero eso aún me permite ser objetiva y sé que él y Ginny jamás habrían sido felices.

Draco suspiró agotado. Sin saber que se suponía que tenía que decir ahora. Sin saber cómo sentirse.

-Odio todo esto -susurró desmoronándose-. Quisiera poder borrar de su memoria toda su infancia, todo lo horrible que tuvo que vivir.

-La infancia de Harry fue terrible y lo marcó mucho. Pero no todo fue malo. Desde que comenzó a venir a casa él y los chicos lo pasaron muy bien.

-Si pero…

-Ustedes los jóvenes creen que todo se arregla olvidando. Al contrario, tienen que superarlo, aprender de lo vivido y seguir adelante. Deja que Harry haga las pases con su infancia. Merlín sabe que habría dado todo porque mi muchacho no sufriese tanto pero no podemos hacer nada.

Draco la miró fijamente, entendiendo por una vez por qué Harry quería a esa mujer como si realmente fuese su madre.

-Ahora te toca a ti darle nuevos recuerdos, regálale un presente lleno de alegrías y apóyalo, pero déjanos apoyarlos a ambos. Ustedes, todos ustedes -dijo Molly observando a todos sus chicos en la sala- han pasado por tanto siendo tan jóvenes. Se merecen ser felices.

La tetera sonó y Molly se puse de pie. Movió su varita y las dos tazas de té se sirvieron de inmediato, levitando una hasta Draco.

-Llévale el té a tu novio y cambia esa cara.

Draco asintió y susurró un gracias. Molly le regaló una sonrisa. Desde ese día el rubio dejó de sentirse un intruso en esa casa y entendió que Harry necesitaba más que cuadros que hablan, casas, recuerdos o dragones de crayólas para recuperarse. Necesitaba un presente, una esperanza y él estaba dispuesto a dárselo.

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